Estamos en el campo de la sala de espera del dispositivo "la puerta del consultorio médico". Es el campo por antonomasia del síntoma, sobre el que hemos explicado cómo se forma mediante un ejemplo extraído del libro de Umberto Eco "Signo" <-- (clic sobre el título para acceder al libro y descargárselo si se quiere), en el que el autor analiza pormenorizadamente cómo un personaje hipotético, el señor Sigma, de viaje por el extranjero, se siente mal y debe contarle al médico lo que le ocurre, con la esperanza de que el médico podrá descifrar el sentido de sus palabras y convertirlas en un diagnóstico.
El tipo de fenómenos que se dan en este campo específico del conocimiento, que es la sala de espera, se hacen notar en el sinsentido, lo que deja al descubierto que se trata de un campo por entero dominado por el sentido. Sólo cuando aparece el sinsentido podemos aislar el tipo de fenómenos que ocurren y gobiernan ese campo que bien podríamos llamar el campo del sentido, mientras que el campo del despacho del médico está gobernado por los fenómenos del au-sentido (lo hemos visto en el hilo de discusión anterior a este).
El síntoma es el sinsentido por excelencia. Es la perplejidad, lo inesperado, la sorpresa. Punto en el que surge la angustia, que es el afecto que lo domina todo. La angustia es, pues, el afecto que domina el campo semántico de la sala de espera. Es un hecho característico de nuestra especie: sentimos genuina angustia ante el sinsentido, que por alguna razón que desconocemos, está ocupando el lugar de la muerte. Formulemos esto del siguiente modo sinsentido: síntoma=angustia=muerte. El sinsentido lo componen el síntoma, la angustia y la muerte y forman una unidad que, como la Santísima Trinidad, es una sola cosa con tres aspectos. Justificaremos en otro momento esta alusión al personaje central agustiniano ("De Trinitate" <-- Clic sobre el título para acceder), pero ya vamos haciendo aparecer el tres como una unidad compuesta por tres cosas que son una, uno de los puntos centrales, por otra parte, de lo que será la doctrina que vamos construyendo.
Damos aquí con una pista sobre cómo abordar los fenómenos de la sala de espera, a partir de la angustia como el afecto que denota y connota lo que no sabemos, lo que ignoramos absolutamente, lo que en otros lugares (psicoanálisis, estructuralismo, filosofía), se llama lo real, que bien podría ser el nombre de la ignorancia absoluta. La angustia es lo real del organismo, que es cuando eso de lo que lo ignoramos absolutamente todo, hace irrupción en nuestras conciencias. Es el desencadenante de la formación de síntomas, que es el sinsentido ante la angustia: no hay palabras que denoten la angustia. La angustia es la señal que nos conecta con lo real del cuerpo.
Es la angustia la que promueve la necesidad de sentidificar (* sentidificar= neologismo que significa dotar algo de sentido), lo que pone en marcha todo el proceso de sentidificación. Se diría que la naturaleza nos ha provisto de esa señal para advertirnos de un peligro que nace del interior de nosotros mismos, sin más información que la propia angustia. Es sobre la angustia sobre lo que se construye la enfermedad, que es el concepto, la construcción humana hecha de lenguaje, signos, letras y números, que trata de "tapar" la angustia, tomada entonces como la señal de la muerte. Y, efectivamente, la enfermedad es lo que tiene que ver con la muerte. Es así como el médico enfrenta este hecho: mediante la construcción del concepto de enfermedad a partir de la angustia frente a la muerte.
Quizás esto resulte espeso, pero espero que lo iremos aclarando poco a poco en este hilo de discusión. Es básico comprenderlo bien.
JM Gasulla