[...]Yo entiendo que el proceder más correcto por parte del médico no sería del lado de la magia o de la religión, sino del lado del pensamiento científico o psicoanalítico, [el destacado de mi texto, es suyo] es decir, explicando las dificultades del diagnóstico, más aún si ese diagnóstico es vital (de nuevo la función de la prisa) Qué es una posición científica? La que está basada en la evidencia?, la que es reproducible?, la que no depende del observador?, la que es la “verdad”?..............
Cuantas cosas en el campo A-científico son verdad, en tanto que la verdad para uno mismo es lo que se percibe como tal (“esta es tu verdad, no la mía y mucho menos la universal”) y no la que te dicen que es. Como sería por ejemplo las creencias religiosas, el destino, la belleza de tu pareja, la bondad de tu partido político, la inteligencia de tu vástago o la perfección de tu hacer diario.
Claro está que esta consideración está hecha en “el campo puramente intelectual” ya que tienes que “cumplir” y “acatar” muchas mentiras vendidas como verdades (= orden público)
Luego hay un aspecto que el médico no podrá dominar jamás, y está abierto a cualquier daño: no se sabe cómo se lo va a tomar el otro. Depende de su subjetividad, de su relación hacia la figura "paterna" o de "autoridad" que representa el médico. Yo diría que el asunto, para el médico, es ponerse en posición científica o psicoanalítica, o sea, asumir el riesgo del error. El riesgo al error personal se asume, en una inmensa mayoría de los médicos, como algo natural porque somos mayormente humanos”, pero lo que no se asume es la reacción, cuando obviamente es percibida como negativa, de los pacientes o familiares (ni te digo ya de la de la Justicia).
Solamente mediante una sensibilización, no redentora, de los beneficios que la relación M-E tiene sobre el tratamiento de su proceso, se puede lograr algo positivo con este No-fármaco.
El interés que creo que tiene este no-fármaco es puramente asistencial, por tanto no ahondo más sobre los mecanismos íntimos de tal proceder (eso te lo dejo a ti).
Se que la furosemida te hace [orinar] y “entre comillas” no me ocupo [de su farmacodinámica molecular]
Ahora bien, ¿por qué se retira un antibiótico que sienta mal y no se hace con una comunicación o relación que no funciona? (se entiende que sería una retirada virtual). Porque está más o menos claro que un fármaco no funciona porque incumple unos criterios previamente establecidos y, en cambio, no hay unos criterios previamente establecidos para que la no-farmacia sea “corregida”
Si la relación M-E es un concepto muy subjetivo, y no es “encuadrable” ¿es permisible que cada uno se relacione [a su manera]? ¿es lógico que haya unas orientaciones, normas, criterios, principios, ….que no tengan cabida en ningún tipo de relación? ¿No seria lógico que esta relación surgiera del debate pausado y sistematizado entre los dos protagonistas principales? ¿Porqué todo esto que debe estar mas que estudiado y escrito no ha llegado al rango de “cumplimiento” como lo es tomar la TA al hipertenso o el azúcar al diabético? Ahhhhhh….es que esto que tu dices (la administración de la no-medicina terapéutica) es mucho mas difícil de administrar correctamente que lo es el dar un antibiótico ¡¡¡¡¡Bingo!!!! Lo único que dice esto es que la curva de aprendizaje es mas larga que dar una pastilla y nada más. Si me quejo con boca enana de que esto no se está enseñando bien no es tanto porque los médicos residentes se relacionen mal con el paciente, que sí, sino porque no llegarán nunca a aprender unas disciplina sobre la cual no le han enseñado, aunque sí dicho de manera automática (de autómata) en múltiples ocasiones.
Ah, por cierto, importantísimo enseñar la diferencia entre “trato”, “comunicación” y “relación”. Lo primero es educación (que falta una barbaridad). Lo segundo es impersonal y aprofesional tomado literalmente (médico-locutor-amímico-casposo que “comunica” que hay que operarlo de una [enfermedad]). Relación es eso, relación, la cual es variopinta y diversa según quien la entable pero siempre encuadrada, salvando lo ni fu ni fa, en buena o mala.
La verdad como causa eficiente: Se trata de la magia. Lo verdadero en la magia es el ritual. Llevándolo a cabo, se producirán unos efectos, sea por intermedio de una fuerza de la naturaleza, de un espíritu, de un ancestro, de un dios. La cuestión está en el ritual, que se compone de dos partes fundamentales: por un lado, el oficiante y, por otro, la manipulación de las fuerzas ignotas que dominan la naturaleza. Ahí está la verdad: como causa eficiente. La verdad del ritual es su eficacia. O eso se supone. El pensamiento mágico (presente en nuestras mentes como en las de cualquier ser humano desde que el homo sapiens holló el suelo del planeta) no se pregunta el porqué de la eficacia del ritual. Siempre se le supone eficaz y si no lo es, la culpa es del mago, que es un mal malo o sus intenciones no eran buenas y engañó al "cliente". En la magia no se pregunta sobre el porqué la magia es eficaz, que es la pregunta por la causa de esa eficacia del ritual. Tampoco se duda de esa eficacia. Es eficaz, y punto. La magia, el pensamiento mágico, nos deja en la posición subjetiva de asumir el efecto del ritual como verdadero, sin peguntar por su causa. Interesan únicamente sus efectos. Es la eficacia de la magia lo que la convierte en subjetivamente verdadera.
La magia nos aliena en la eficacia del ritual. No hay preguntas, no hay transmisión de un saber, no hay progresión del entendimiento ni del pensamiento. Todo queda en la eficacia del ritual y en la voluntad del mago, o si es suficientemente bueno, de sus dotes y conocimientos personales.
La verdad como denegación de la causa: Es la religión. En la religión, en
especial en la cristiana, que es la que nos interesa porque en ella la verdad
está revelada, produce un efecto de denegación de la causa. No se quiere saber nada de la causa del mundo, porque la causa se atribuye a Dios. Dios es la causa de todas las causas y causa de sí mismo. Punto. No hay más preguntas por las causas. Subjetivamente, este procedimiento es también alienante, porque no hay progreso en cuanto al conocimiento de las causas de cuanto nos rodea: un rayo es el efecto fulminante del cabreo de Zeus con un hombre, y no está nadie a la altura para preguntarle a Zeus por ese cabreo. Zeus se cabrea y no ha más. No hay más que interpretar correctamente la voluntad de Dios, y ajustarse lo más posible a esa interpretación. No hay otro saber posible en la religión, ni otro estudio, que el de aquello que representa la voluntad de Dios. En ello están las tres grandes religiones monoteístas. La verdad, que es la voluntad de un dios, está revelada, no hay que preguntarse por la verdad, y quien la pone en cuestión o la discute, es expulsado (excomulgado, considerado hereje, apartado de la comunidad de creyentes, cuando no asesinado)
Al poner en Dios la cuestión de la causa, la causa en sí, cualquier saber sobre la causa está negada o, mejor, denegada. No se indaga: Dios lo quiere así y no es cuestión de ponerse a pedirle cuentas a Dios de por qué hace las cosas. Las hace porque es su voluntad, y punto. Esa es la verdad del porqué de las cosas que suceden en el mundo.
La verdad como causa formal: Es la ciencia. La ciencia se pregunta por la causa. Está como motivo mismo de su existencia. El por qué de las cosas, y cuál es la relación entre una causa y su efecto. Y en esa relación, está la verdad. Una vez establecida la relación, eso constituye la verdad. A partir de ahí, el pensamiento se debate entre si una cosa es verdadera o falsa. La ciencia busca la verdad en las causas y en sus efectos. Y de esa verdad no puede decir nada más que es racional, esto es, lógica. La lógica lo pasa todo por el cedazo de dos predicados universales: lo verdadero y lo falso. Formalmente es un cálculo: el cálculo lógico. Luego las deducciones científicas responde a un criterio de verdad lógica, sinónimo de racional.
Sin ese punto de anclaje de los postulados científicos en la verdad lógica, la verdad sería cualquier cosa, como apuntaba nuestro amigo. La ciencia destila cualquier verdad subjetiva y retiene únicamente la verdad formal, la verdad que se deduce de un proceso lógico deductivo. El estado subjetivo en el que nos deja la verdad de la ciencia es que eso de lo que se trata, es lógicamente verdadero, lo que no quiere decir que sea eficazmente, materialmente, verdadero. La verdad de las matemáticas es lógica, no es una verdad material. En la caída de la manzana de Newton no está la fórmula de la atracción o repulsión de los cuerpos; pero nos deja con el convencimiento de que esa fórmula expresa la verdad de una relación entre sus componentes.
La verdad como causa material: Es el psicoanálisis. La eficacia del psicoanálisis no es otra que el uso de la palabra, la escucha. Luego lo que se considera eficaz, la causa, es la palabra. El significante, dice Lacan. La causa no es otra que la palabra misma (el significante mismo) y la verdad se deduce de la escucha del significante desprovisto de significado. La verdad está en la palabra, en el desplazamiento del significante a lo largo de la cadena del discurso. No es siquiera una verdad desvelada, porque eso sería la hermenéutica, y daría la idea de una verdad última que se encontraría oculta, velada no se sabe por qué oscuro velo, y que habría que reconocer o desvelar. La verdad en el psicoanálisis se construye, es una verdad de discurso a partir de la escucha del significante desprovisto de significado.
No hay que asustarse demasiado si uno no entiende muy bien esto, en especial en lo tocante a la ciencia y al psicoanálisis. Lo he mencionado y nada más. Para entenderlo, eso se hace poco a poco, leyendo lo que se va diciendo en este foro. Poco a poco uno se va haciendo una idea de las cosas y qué significan. Estamos en ello.
JM Gasulla