Luis García Miró Elguera El doble estándar de los cívicos, caviares, progre o sencillamente izquierdistas de rabo de oro es cada vez más irritante. Resulta que esta gente le ha vendido al mundo la teoría que son los genios de la ética, los amos de la verdad y los depositarios de la honestidad. Bajo ese paragua actúan con impunidad para imponer sus caprichos, siempre falaces y arteros. Nadie que forme parte del centro o la derecha puede poner en duda su honradez, so pena de ser tildado de corrupto, antidemocrático y –por supuesto– fujimorista. Es la ley del embudo, donde los zurdos son los buenos y el resto del mundo –sin duda la Inmensa mayoría– los villanos. Pero desde esta trinchera EXPRESO desbarata a diario las trapisondas de estos menguados que se jactan de puristas, aunque en rigor son una partida de infelices y tramposos. Nada es cierto en el
mundo utópico y fariseo de la izquierda dorada, de los socialistas de salón, de los zurdos de cocktail, embajada, cortes transnacionales y vida de ricos con el dinero ajeno. Sin ir muy lejos, la CIDH obligó al pusilánime ex presidente Alejandro Toledo a liberar a miles de terroristas y, encima, a entregarles multimillonarias indemnizaciones. ¿El pretexto? El Estado peruano (Fujimori) violó sus derechos humanos. Pero ya antes la Justicia peruana había condenado a estos genocidas no sólo a cadena perpetua –de la que fueron perdonados por mediación de las oenegés manejadas por una izquierda que vive como millonaria y protesta como proletaria– sino a pagar, en conjunto, 6 mil millones de soles de reparación civil por el daño que infligieron a la sociedad peruana. No obstante, por orden de la CIDH los terroristas liberados salieron a las calles sin pagar un centavo de aquella reparación civil que les impuso el Poder Judicial. Eso, de por sí, revela una extenuación espantosa del Estado ante la prepotencia del terrorismo que, en connivencia con la zurda política –caviar y ultra–, obligó a las instancias legales de la sociedad a otorgarle libertad a los terroristas sin primero pagar la reparación civil. Pero la subordinación del Estado no queda allí. A contrapelo de lo sucedido con esos miles de terroristas excarcelados, indemnizados y eximidos de pagar la reparación al país que les obligó la Justicia, la ex amante de Vladimiro Montesinos, Jacqueline Beltrán, fue devuelta al calabozo tras haber salido libre luego de cumplir condena. ¿La razón de su regreso a la cárcel? No haber pagado la reparación civil al Estado. Es decir, la asimetría que existe entre la complicidad con que la izquierda trató –y trata– al terrorismo, y la mano implacable que aplicó a la ex amante del corrupto –y sigue ejerciendo sobre cientos de militares que están presos por simpatizar con el fujimorismo–, revela el poder que acumula la zurda elegante, jamás electa por los votos. |