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Ladillas - Polvos de Viejos Lodos

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Pomponio Magnus, CEO www.thetantoyucacartel.com.mx

no leída,
8 mar 2009, 0:20:338/3/09
a
Ladillas

Polvos de Viejos Lodos

Por el Lic. Mefistófeles Satanás

Ya salio el peine. El enano quiere apaciguar a Obama ofreciéndole las
nalgas (y la vida) de los soldados mexicanos. La idea es “integrar” a
Mexico en el Comando Sur, o sea, la comandancia de la Festung Amerika
o fortaleza que la paranoia gringa ha creado. Los mexicanos serian
entonces la “carne de cañón” del imperio (ahorita ya los chicanos y
los negros lo son pero, como ven, los mexicanos harán los trabajos que
“ni los negros quieren”). ¡Que chingón! ¡Ahora los soldados
mexicanos podrán matar a civiles en retenes en medio oriente! ¡Que
los juanes demuestren lo que aprendieron balaceando civiles en Reynosa
o Culiacán!

La evidencia es innegable. Ya hace más de un año el PAN intentó
derogar de la ley de neutralidad mexicana. Esa legislación prohíbe el
despliegue de tropas extranjeras en el territorio nacional. Buques y
aeronaves de potencias involucradas en una guerra tampoco pueden
atracar o aterrizar en territorio mexicano. Así pues, si los gringos
mismos admiten que están involucrados en “una guerra contra el
terrorismo” entonces ni sus buques ni sus aeroplanos pueden tocar en
tierra mexicana y tampoco pueden entrar sus tropas. Eso es lo que
dice la ley. Y ya ven como se obedecen las leyes en México.

Otro componente de la ley de neutralidad (redactada en los cuarentas)
prohíbe que México mande tropas al extranjero. Ya aquí les conté el
crimen horrible que cometió Álvaro Obregón con unos yaquis que se le
habían alzado. Hay que recordar que los yaquis eran tal vez la mejor
infantería mexicana que jamás ha marchado. Aguerridos, durísimos,
estos indígenas fueron la clave de la victoria del manco sobre Villa
en Celaya.

Pero el manco no les cumplió a los yaquis después de que lo llevaron a
la presidencia. En Sonora, los “blancos” seguían robándole a los
yaquis sus tierras y sus animales y violando a sus mujeres. El manco
los reprimió salvajemente y los transporto, con todo y sus familias, a
Veracruz. Ahí los subieron a la fuerza en un buque español que los
llevó al norte de África, al Rif, o sea el Marruecos español. Ahí
forzaron a los yaquis a entrar a la legión extranjera española.
Obregón los había vendido como carne de cañón para las guerras de
España, igual que hoy ofrece el enano a los soldados mexicanos como
carne de cañón para las guerras del imperio yanqui.

Los indígenas mexicanos, por sus huevos y arrojo, fueron el ariete de
la legión extranjera española. Ni los españoles ni los europeos –
franceses, alemanes, etc.—que servían en la legión igualaban el arrojo
de los mexicanos. España los usó para reprimir a los movimientos de
independencia de los nativos del Rif que querían mandar a la chingada
a los gachupines. Esos infelices indígenas mexicanos nunca volvieron
a México. Dejaron sus huesos en el Rif peleando por una causa
injusta. Todavía cuando Franco se alzó contra la republica unos
cuantos de estos mexicanos sobrevivían y eran parte de las fuerzas
fascistas.

Lo cual nos lleva a descubrir una historia extraordinaria. Y es que
en los treintas el estado mexicano NO ha era el títere de una potencia
extranjera. Verán, el estado mexicano intervino activamente en la
guerra civil española. Todos saben que México aceptó a los refugiados
pero hay aun más. Cárdenas movió mar y tierra para comprar –a nombre
de México—armas que serian entregadas a su vez a la republica.

La fuente más cercana de armamento para la republica española era
Francia. En esos años gobernaba ahí un judío, de izquierda, León
Blum. Este al principio accedió a suministrar armas a la republica.
Sin embargo, las presiones de la derecha francesa obligaron a Francia
a prohibir venderle armas a la republica. Fue entonces que la
diplomacia mexicana entró en acción.

Encallado en un puerto francés se encontraba un buque argentino, el
Berberé, viejísimo, casi por hundirse (como el Señor de los Mares que
compró Reyes Herodes). Cárdenas le giró instrucciones al coronel
Adalberto Tejada, embajador de México en España, que buscara la manera
de transportar armas subrepticiamente de Francia a Alicante (este
ultimo puerto estaba bajo el control de la republica). A México no le
querían ni vender ni arrendar ningún buque en Europa. Tanto Franco
como Alemania e Italia le ponían toda clase de obstáculos al gobierno
mexicano. Nadie objetaba si México compraba el Berberé. Después de
todo, era chatarra.

Tejada le encargo al capitán Manuel Zermeño Araico, comandante del
cañonero mexicano Durango, que viera la manera de reflotar al
Berberé. El Durango se encontraba en el mediterráneo evacuando a
mexicanos y otros latinoamericanos que estaban atrapados por la guerra
civil de España. Zermeño Araico y sus marinos lograron la hazaña de
reflotar al Berberé y lo renombraron “Jalisco”. Subrepticiamente, el
cónsul general de México en Paris, Epigmenio Guzmán, compró grandes
cantidades de armas y municiones y las mandó a Marsella. Blum no
podía ayudar abiertamente pero ordenó a la inteligencia francesa que
se hiciera de la vista gorda.

El Jalisco zarpó de Marsella escoltado por el Durango con destino a
Alicante. El convoy mexicano hizo varias travesías similares,
llevando armamento a la republica. Pero pronto los espías de Franco
detectaron lo que pasaba. El que se ofreció a detener el flujo de
armas fue Mussolini, el que llamaba al mediterráneo el “mare
nostrum” (nuestro mar). Un par de destructores italianos
interceptaron el convoy. El comodoro italiano ordenó una salva que
cayó a proa del Durango. Esta es la señal internacional de
“deténganse”.

Pero Zermeño tenía huevos. Eran aguas internacionales. El convoy
mexicano no estaba violando ninguna ley. Zermeño dio órdenes de
encañonar a los italianos y ordenó izar el pabellón mexicano en el
palo mayor del Durango. El convoy no vario ni su derrota (curso) ni
su velocidad. La enseña patria se hundiría con el Durango, si, pero
no se arriaría. Los marinos mexicanos esperaron serenos la orden de
abrir fuego. El Durango no solo estaba en desventaja numérica sino
también sus cañones eran menos potentes que los de los modernos
destructores italianos.

A bordo del Jalisco, la tripulación trataba de forzar al máximo las
maquinas viejísimas del Jalisco. Su capitán necesitaba todo el vapor
posible para poder maniobrar y evadir las salvas italianas. Un solo
obús italiano que tocara al Jalisco seria suficiente para hundirlo
pues sus planchas eran delgadísimas y endebles. El éter vibraba con
los mensajes telegráficos: de Zermeño a Tejeda y del comodoro italiano
al almirantazgo del duce en Roma. Los serviolas italianos seguían
transmitiendo el mensaje por semáforo: ¡Deténganse! ¡Deténganse!
¡Deténganse. Y las salvas italianas seguían cayendo a proa del
Durango. La visibilidad era perfecta, con el cielo azul del
mediterráneo y el sol de este iluminando la escena. Los mexicanos no
tendrían neblina para encubrirlos. Zermeño meditaba si tal vez podría
embestir a uno de los destructores italianos antes de ser hundido, por
lo menos para llevarse a uno de esos cabrones por delante.

En Madrid, mientras tanto, Tejeda transmitió una orden terminante a
Zermeño: bajo ningún pretexto se detendría el convoy mexicano. Se
respondería a la fuerza. Tejeda también notificó al gobierno mexicano
de la situación y Cárdenas aprobó todas las medidas que su embajador y
sus capitanes habían tomado. El embajador de México en Roma de
inmediato se presentó en el palacio del duce para levantar una
protesta. Pues bien, como decía, confrontados con la valentía y
resolución de los mexicanos, los italianos se arrugaron y los dejaron
pasar.

Pero si la pequeña flota mexicana estaba comportándose con huevos, la
diplomacia mexicana también realizaba grandes hazañas. Verán,
Epigmenio Guzmán, el cónsul general de México en Paris, había mandado
un agente, un tal Mejia, a Berlin. Después de todo, Alemania tiene
fama de fabricar excelente armamento. Mejia de inmediato cayó bajo la
vigilancia de la Abwehr, el servicio de contrainteligencia alemán. De
inmediato lo arrestaron y encontraron que tenia evidencia
comprometedora con él. Mejia ya se imaginaba que iba a acabar en
Buchenwald, el campo para prisioneros políticos que el régimen nazi
tenia afuera de Weimar.

Afortunadamente, el jefe de la Abwehr, el almirante Canaris, tenía
cierta simpatía por los mexicanos (había estado involucrado en las
negociaciones para venderle un submarino alemán a Pancho Villa durante
la revolución). Canaris era antinazi y fue –en 1944-- uno de los
involucrados en el atentado a Hitler, la operación Valkiria. El jefe
de la Abwehr soltó a Mejia advirtiéndole que la ultra nazi GESTAPO
probablemente también lo iba a vigilar pues la Abwehr había sido
infiltrada por agentes de esta.

Mejia resulto un excelente agente. Evadió la vigilancia de la GESTAPO
y logró comprar grandes cantidades de armamento alemán. Los
fabricantes de armamento alemán, Thyssen, Krupp, etc., los mismos que
habían impuesto a Hitler, no le hacían fuchi al oro mexicano (para el
caso el oro de España era el de México). Bien decía Lenin que los
capitalistas te venden la cuerda para colgarlos. Pronto grandes
cantidades de cañones y obuses Krupp se embarcaron otra vez desde
Marsella rumbo a Alicante a bordo del Jalisco y fueron clave en la
defensa de Madrid donde los republicanos rechazaron a los moros (y tal
vez unos cuantos yaquis) al servicio de Franco.

Y no solo fue esa la sola hazaña de los diplomáticos mexicanos (que
entonces representaban a un estado digno). A los mexicanos dignos (me
refiero a los renegados, no los fachos) les quiero presentar a
Gilberto Bosques Saldivar. Don Gilberto era poblano (murió apenas en
1995 a la edad de 102 años) y sirvió a México como embajador y cónsul
en varios países europeos durante los cuarentas. Bosques Saldivar
estuvo entre los que se alzaron con los hermanos Serdan en 1910 contra
don Porfirio y era incondicional del general Lázaro Cárdenas.

Bosques Saldivar era cónsul de México en Marsella cuando Francia cayó
derrotada en 1940, En el sur de Francia se formó lo que se llamó la
Francia de Vichy, encabezada por el entreguista Mariscal Petain y el
asqueroso traidor de Pierre Laval. Estos dos cabrones, culoprontos
igual que los PANistas, se ofrecieron a llevar a cabo las políticas
antisemitas de Alemania y empezaron a arrestar judíos y a
transportarlos a los campos de concentración nazis. Petain y Laval
también empezaron a arrestar a los republicanos españoles que se
habían refugiado en el sur de Francia y se los entregaban a Franco
para que los ajusticiara con el garrote.

Bosques Saldivar, con el apoyo del general Cárdenas, otorgó pasaportes
mexicanos a aproximadamente 40,000 judíos, republicanos españoles,
gitanos, y disidentes políticos. Que quede claro: Schindler es famoso
y hasta películas le hacen por salvar 1,200 infelices pero Bosques
Saldivar, a nombre del gobierno del general Lázaro Cárdenas, salvó a
40,000. A Bosques Saldivar se le ha llamado el Schindler mexicano (yo
llamaría más bien a Schindler el Bosques Saldivar alemán).

Como lo atestigua el mismo Bosques Saldivar: “…yo seguí lo que era
entonces la política de mi patria y apoye a los heroicos republicanos
y otros infelices a los que Hitler, Mussolini, y los vichyistas Petain
y Laval querían asesinar…” Y lo repito para que no haya lugar a duda:
“…lo que era entonces la politica de mi patria…” En ese tiempo México
no tenía peleles en la presidencia.

El principal adversario de Bosques Saldivar era el SS Haupsturmfuhrer
Klaus Barbie, conocido también como “el carnicero de Lyon”. En más de
una ocasión los sicarios de Barbie y sus aliados de Vichy vieron a una
presa escaparse de sus manos pues este les mostraba un pasaporte con
el águila y la serpiente en su portada. ¡Como llegó a odiar el
carnicero de Lyon el escudo mexicano! Finalmente, en 1943, la GESTAPO
finalmente arrestó a Bosques Saldivar y a 40 otros diplomáticos
mexicanos y los mantuvo preso hasta que el gobierno mexicano logro que
los extraditaran a Suiza.

El heroísmo de Bosques Saldivar y su gente no es conocido en México.
Pero su lugar en la historia esta siendo descubierto. Apenas el 13 de
noviembre del 2008 varias organizaciones judías le hicieron un
homenaje póstumo en Beverly Hills, California. También, en la misma
Viena, sede del centro Simon Wiesental, se renombró recientemente una
calle como la Bosques Saldivar Strasse.

Así pues, como ven, la historia demuestra que el estado mexicano ha
ejercido su influencia y hasta poderío militar en la misma Europa.
(Por eso sospecho que Cortes quemó sus naves para evitar que los
mexicanos conquistaran y civilizaran a Europa y los hicieran bañarse a
diario.) La diplomacia mexicana ha sido audaz, digna, y valiente y
sus agentes avergonzarían de envidia a la MI5. Pero eso fue antes,
cuando los gobernantes mexicanos eran patriotas y no unos peleles
pusilánimes y entreguistas. La forma en que ahora recluta el enano a
los mexicanos para ser carne de cañón del imperio es igual de
vergonzosa a lo que hizo Obregón con aquellos valientes yaquis.

¡Que vergüenza me da la manera en que el secretario de marina, Saynes,
le entrega las nalgas al gringo jefe del estado mayor conjunto de
EEUU! ¡Parece perrito faldero! ¿Capan a los fachos en las escuelas
de los legionarios? ¿Los acostumbran a que les guste darle las nalgas
a los extranjeros? Los adjetivos de servil, traidor, culopronto, y
cobarde se aplican bien a los (dizque) militares que hoy deshonran el
uniforme mexicano tanto en el ejercito como en la marina.

¡Que bueno es contar como, en aquellos lejanos días de la guerra civil
española, había marinos mexicanos con huevos abordo del Durango y del
Jalisco! ¡Que alegría me da relatar la audacia del agente mexicano
Mejia en el mismo Berlin! ¡Que orgullo es recordar las hazañas
humanitarias de un Bosques Saldivar! Insisto: la historia demuestra
que el pueblo mexicano es grande y heroico y pronto le pedirá cuentas
a estos PANistas acomplejados, pendejos, cobardes, y traidores a la
patria.

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