Gurdjieff para "dummies": El ser y el saber. O tenemos que ser olvidadizos?

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♣♥SEÑOR♥♣

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Nov 19, 2008, 9:35:58 PM11/19/08
to SECRETO MASONICO
Gurdjieff para "dummies": El ser y el saber. O tenemos que ser
olvidadizos?


De: Leoncio282 (Mensaje original) Enviado: 11/06/2006 07:48 p.m.



Uno de los grandes errores de nosotros es el creer que porque estamos
en la búsqueda espiritual de algo, eso nos dá carta blanca para ser
como queramos ser.


O sea, no cultivamos el ser de cada uno para que vaya en concordancia
con el saber que vamos adquiriendo.


Por ejemplo, no han notado la mirada de "bacteriologo" (Mirada de
bacteriologo = colombianismo con que se designa a las personas que ven
a los demás como una mierda por considerarlos más pobres, mas
ignorantes o de distinto perfil) con que los doctores o incluso los
novatos estudiantes de medicina ven a los demás?


Éstos cuasi-doctores se consideran que, como dice el comandante, cagan
más alto que los demás y por más que traten de disimularlo, a casi
todo el mundo lo ven de una manera deferente.


Y lo mismo aplica para nosotros, porque si estamos en el camino o en
el trabajo, no por eso nos debemos sentir con derecho a ser de una
pobreza inferior, o sea, a ser olvidadizos, desordenados, hasta
cochinos en el aseo personal.


De ahí viene la fama de que casi todos los viejitos huelen a feo, a
cajón de tullido.


Incluso sé de casas de personas de avanzada edad que huelen a
zoologico por su mismo descuido y por estar rodeados de animales de
diversa pelambre.


Entonces, para crecer equilibradamente, debemos de cultivar en
nosotros mismos que nuestro ser y nuestro saber vayan cogidos de la
mano.


Mejor son las palabras de Gurdjieff para ilustrar ésta situación:




—El desarrollo del hombre, decía él, se opera a lo largo de dos
líneas: «saber» y «ser». Para que la evolución se realice
correctamente, ambas líneas deben avanzar juntas, paralelas una a otra
y sosteniéndose una a otra. Si la línea del saber sobrepasa demasiado
a la del ser, o si la línea del ser sobrepasa demasiado a la del
saber, el desarrollo del hombre no puede hacerse regularmente; tarde o
temprano tiene que detenerse.


"La gente capta lo que debe entenderse por «saber». Reconocen la
posibilidad de diferentes niveles de saber: comprenden que el saber
puede ser más o menos elevado, es decir, de más o menos buena calidad.
Pero esta comprensión no la aplican al ser. Para ellos, el ser designa
simplemente «la existencia», que ellos oponen a la «no existencia». No
comprenden que el ser puede situarse a niveles muy diferentes, incluir
varias categorías. Tomen, por ejemplo, el ser de un mineral y el ser
de una planta. Son dos seres diferentes. El ser de una planta y el de
un animal, son también dos seres diferentes. Igualmente lo son el ser
de un animal y el ser de un hombre. Pero dos hombres pueden diferir en
su ser más aún que un mineral y un animal. Esto es exactamente lo que
la gente no capta. Ellos no comprenden que el saber depende del ser. Y
no solamente no lo comprenden, sino que no quieren comprenderlo.


En la civilización occidental en particular, se admite que un hombre
pueda poseer un saber vasto, que pueda ser por ejemplo un sabio
eminente, autor de grandes descubrimientos, un hombre que hace
progresar la ciencia, y que al mismo tiempo pueda ser, y tiene el
derecho de ser, un pobre hombre egoísta, discutidor, mezquino,
envidioso, vanidoso, ingenuo y distraído. Parece que aquí se considera
que un profesor tiene que olvidar en todas partes su paraguas.



"Y sin embargo, tal es su ser. Pero en Occidente se estima que el
saber de un hombre no depende de su ser. La gente da mayor valor al
saber, pero no sabe darle al ser un valor igual, y no tiene vergüenza
del nivel inferior de su propio ser. Ni siquiera comprende lo que esto
quiere decir. Nadie comprende que el grado del saber de un hombre es
función del grado de su ser.


"Cuando el saber excede demasiado al ser, se vuelve teórico,
abstracto, inaplicable a la vida, aun puede tornarse nocivo, porque en
lugar de servir a la vida y de ayudar a la gente en su lucha contra
las dificultades que la asaltan, tal saber comienza a complicarlo
todo; desde luego, ya no puede aportar sino nuevas dificultades,
nuevos problemas y toda clase de calamidades que no existían antes.



"La razón de esto es que el saber que no está en armonía con el ser,
nunca puede ser bastante grande o, mejor dicho, no puede estar lo
suficientemente calificado para las necesidades reales del hombre.
Éste será el saber de una cosa, ligado a la ignorancia de otra: será
el saber del detalle, ligado a la ignorancia del todo: el saber de la
forma, ignorante de la esencia.


"Tal preponderancia del saber sobre el ser puede ser comprobada en la
cultura actual. La idea del valor y de la importancia del nivel del
ser está completamente olvidada. Y se ha olvidado también que el nivel
del saber está determinado por el nivel del ser. De hecho, a cada
nivel de ser corresponden ciertas posibilidades de saber bien
definidas. Dentro de los limites de un «ser» dado, la calidad del
saber no se puede cambiar, y dentro de estos límites, la única
posibilidad de cambio reside en la acumulación de informaciones de una
sola y misma naturaleza. Un cambio en la naturaleza del saber es
imposible sin un cambio en la naturaleza del ser.


"Tomado en sí, el ser de un hombre presenta múltiples aspectos. El del
hombre moderno se caracteriza sobre todo por la ausencia de unidad en
si mismo y por la ausencia aun de la menor traza de aquellas
propiedades que le complace especialmente atribuirse, la «conciencia
lúcida», la «libre voluntad», un «ego permanente» o «Yo», y la
«capacidad de hacer». Sí, por asombroso que esto les parezca, les diré
que el rasgo principal del ser de un hombre moderno, que explica todo
lo que le falta, es el sueño.


"El hombre moderno vive en el sueño. Nacido en el sueño, muere en el
sueño. Del sueño, de su significado y de su papel en la vida,
hablaremos más tarde. Ahora, reflexionen solamente en esto: ¿qué puede
saber un hombre que duerme? Si ustedes piensan en ello, recordando al
mismo tiempo que el sueño es el rasgo principal de nuestro ser, no
lardará en ser evidente para ustedes que Un hombre, si verdaderamente
quiere saber, debe reflexionar ante todo en las maneras de
despertarse, es decir, de cambiar su ser.


"El ser exterior del hombre tiene muchos lados diferentes:


actividad o pasividad; veracidad o mala fe; sinceridad o falsedad;
coraje o cobardía; control de sí mismo o libertinaje; irritabilidad,
egoísmo, disposición al sacrificio, orgullo, vanidad, presunción,
asiduidad, pereza, sentido moral, depravación; todos estos rasgos, y
muchos más, componen el ser de un hombre.


"Pero todo esto en el hombre es enteramente mecánico. Si miente,
significa que no puede dejar de mentir. Si dice la verdad, significa
que no puede dejar de decir la verdad; y así es en todo. Todo sucede:
un hombre no puede hacer nada, ni interior ni exteriormente.


"Sin embargo, hay límites. Por regla general, el ser del hombre
moderno es de una calidad muy inferior. A veces de una calidad tan
inferior que no hay posibilidad de cambio para él. Nunca hay que
olvidarlo. Aquéllos cuyo ser puede aún cambiar se pueden considerar
afortunados. ¡Hay tantos que son definitivamente enfermos, máquinas
rotas con las cuales no se puede hacer nada! Son la gran mayoría.
Pocos son los hombres que pueden recibir el verdadero saber; si
ustedes reflexionan sobre esto, comprenderán por qué no lo pueden los
otros: su ser se opone a ello.


"En general, el equilibrio del ser y del saber es aún más importante
que el desarrollo separado de uno o del otro. Porque un desarrollo
separado del ser o del saber no es deseable de ninguna manera, aunque
este desarrollo unilateral sea precisamente lo que parece atraer de
manera especial a la gente.


"Cuando el saber predomina sobre el ser, el hombre sabe, pero no tiene
el poder de hacer. Es un saber inútil. Inversamente, cuando el ser
predomina sobre el saber, el hombre tiene el poder de hacer, pero no
sabe qué hacer. Así el ser que él ha adquirido no le puede servir para
nada, y todos sus esfuerzos han sido inútiles.



"En la historia de la humanidad, encontramos numerosos ejemplos de
civilizaciones enteras que perecieron ya sea porque su saber
sobrepasaba a su ser, o porque su ser sobrepasaba a su saber."


—¿A qué conduce un desarrollo unilateral del saber y un desarrollo
unilateral del ser?

preguntó uno de los asistentes.


—El desarrollo de la línea del saber sin un desarrollo correspondiente
de la línea del ser, respondió G., produce un Yogui débil, quiero
decir un hombre que sabe mucho, pero que no puede hacer nada, un
hombre que no comprende (acentuó esta palabra) lo que sabe, un hombre
que no aprecia, es decir: incapaz de evaluar las diferencias entre uno
y otro tipo de saber. Y el desarrollo de la línea del ser sin un
correspondiente desarrollo del saber produce un Santo estúpido. Es un
hombre que puede hacer mucho pero que no sabe qué hacer, ni con qué; y
si hace algo, actúa esclavizado por sus sentimientos subjetivos que
pueden desviarlo y hacerle cometer graves errores, es decir, de facto,
lo contrario de lo que quiere. Por consiguiente, en ambos casos, tanto
el Yogui débil como el Santo estúpido llegan a un punto muerto. Se han
vuelto incapaces de todo desarrollo ulterior.


"Para captar esta distinción y, de una manera general, la diferencia
entre la naturaleza del saber y la del ser, y su interdependencia, es
indispensable comprender la relación que tienen con la comprensión el
saber y el ser, tomados en conjunto. El saber es una cosa, la
comprensión es otra. Pero la gente confunde a menudo estas dos ideas,
o bien no ve claramente donde está la diferencia.


"El saber por sí solo no da comprensión. Y la comprensión no se puede
aumentar por el solo acrecentamiento del saber. La comprensión depende
de la relación entre el saber y el ser. La comprensión resulta de la
conjunción del saber y del ser. Por consecuencia, el ser y el saber no
deben divergir demasiado, de otra manera la comprensión se encontraría
muy alejada de ambos. Como ya hemos dicho, la relación del saber con
el ser no cambia por el simple acrecentamiento del saber. Sólo cambia
cuando el ser crece paralelamente al saber. En otras palabras, la
comprensión no crece sino en función del desarrollo del ser.


"Con el pensamiento ordinario, la gente no distingue entre saber y
comprensión. Piensan que cuanto más saben tanto mas deben comprender.
Es por esto que acumulan el saber o lo que ellos así llaman, pero no
saben cómo se acumula la comprensión y no les importa saberlo.


"Por lo tanto, una persona ejercitada en la observación de sí, sabe
con certidumbre que en diferentes períodos de su vida ha comprendido
una sola y misma idea, un solo y mismo pensamiento, de maneras
totalmente diferentes. A menudo le parece extraño que haya podido
comprender tan mal lo que ahora comprende tan bien, según cree. Sin
embargo, se da cuenta que su saber sigue siendo el mismo; que hoy no
sabe nada más que ayer. ¿Qué es, entonces, lo que ha cambiado? Lo que
ha cambiado es su ser. Tan luego cambia el ser, la comprensión tiene
también que cambiar. La diferencia entre el saber y la comprensión se
aclara al darnos cuenta que el saber puede ser la función de un solo
centro. Por el contrario, la comprensión es la función de tres
centros.


De modo que el aparato del pensar puede saber algo. Pero la
comprensión aparece solamente cuando un hombre tiene el sentimiento y
la sensación de todo lo que está vinculado a su saber. "Anteriormente
hemos hablado de la mecanicidad. Un hombre no puede decir que
comprende la idea de la mecanicidad, cuando la sabe solamente con su
cabeza. Tiene que sentirla con toda su masa, con su ser entero. Sólo
entonces la comprenderá.


"En el campo de las actividades prácticas, la gente sabe muy bien
diferenciar entre el simple saber y la comprensión. Se da cuenta que
saber y saber hacer son dos cosas completamente distintas, y que saber
hacer no es fruto sólo del saber. Pero, fuera de este campo de
actividad práctica, la gente deja de comprender lo que significa
«comprender».


"Por regla general, cuando la gente se da cuenta que no comprende una
cosa, trata de encontrarle un nombre, y cuando le ha encontrado un
nombre, dice que «comprende». Pero «encontrar un nombre» no significa
haber comprendido. Por desgracia, la gente se satisface habitualmente
con nombres. Y se considera que un hombre 'que conoce un gran número
de nombres, es decir, una multitud de palabras, es muy comprensivo,
excepto en las cosas prácticas donde su ignorancia no tarda en ponerse
en evidencia.


"Una de las razones de la divergencia entre la línea del saber y la
línea del ser en nuestra vida, en otras palabras, la falta de
comprensión que es en parte la causa y en parte el efecto de esta
divergencia, se encuentra en el lenguaje que emplea la gente. Este
lenguaje está lleno de conceptos falsos, de clasificaciones falsas y
de asociaciones falsas. Lo peor es que las características esenciales
del pensar ordinario, su vaguedad y su imprecisión, hacen que cada
palabra pueda tener mil significados diferentes según el bagaje de que
dispone el que habla y el complejo de asociaciones en juego en el
momento mismo. La gente no se da cuenta de cuán subjetivo es su
lenguaje, de cuán diferentes son las cosas que dice, aun cuando todos
usan las mismas palabras. No ven que cada uno de ellos habla su propia
lengua sin comprender nada, o muy vagamente, la de los demás; sin
tener la menor idea que el otro les habla siempre en una lengua que
les es desconocida. La gente está absolutamente convencida de tener un
lenguaje común y de comprenderse entre sí. De hecho, esta convicción
no tiene el más mínimo fundamento. Las palabras que usan están
adaptadas a las necesidades de la vida práctica..


Pueden comunicarse así informaciones de carácter práctico, pero apenas
entran en un dominio ligeramente más complejo, están perdidos y dejan
de comprenderse, aunque no se den cuenta de ello. A menudo, si no
siempre, las personas creen comprenderse y en todo caso se imaginan
que podrían comprenderse con sólo tomarse la molestia; se imaginan
también comprender a los autores de los libros que leen, y no ser los
únicos que son capaces de comprenderlos. Esta es una ilusión más de
las ilusiones que se forjan y en medio de las cuales viven. En
realidad, nadie comprende a nadie. Dos hombres pueden decir la misma
cosa con profunda convicción, pero dándole nombres distintos, y
discutir interminablemente sin sospechar que su pensamiento es
exactamente el mismo. O bien, inversamente, dos hombres pueden usar
las mismas palabras e imaginar que están de acuerdo, que se
comprenden, mientras que en realidad dicen cosas absolutamente
diferentes, y no se comprenden en lo más mínimo.





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