Kábalah JUDIA : El Tarot. la Cábala no Ortodoxa

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♣♥SEÑOR♥♣

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Jan 2, 2009, 8:11:29 PM1/2/09
to SECRETO MASONICO
Kábalah JUDIA : El Tarot. la Cábala no Ortodoxa

De: ×Abiffæ (Mensaje original) Enviado: 17/12/2006 05:43 p.m.

Para tocar un tema que si bien no
ha sido tradicionalmente incluido, no hay duda de que su estructura y
contenido pertenecen
a la Cábala. Se trata del Tarot, un conjunto de 78 cartas divididas en
dos grupos denomina-
dos arcanos mayores y menores, los cuales constan de 22 y 56 cartas
respectivamente.

Se desconoce el significado del nombre que se le adjudica, pero existe
un razonamiento
especulativo muy sugerente según el cual la palabra Tarot viene de
Torá (enseñanza, en
hebreo) y de Rota (rueda, en latín). Por medio de la superposición de
las correspondencias
fonológicas, de ambas palabras, colocadas sobre la cruz de brazos
iguales —que como se
dijo es una representación del equilibrio elemental— se produce la
siguiente figura.

La idea, en su conjunto, es la de enseñanza dinámica. Y la
denominación proviene del
sentido de giro de Rota, iniciándose en la primera letra de Torá, por
lo que la palabra se lee
Taro. La te inicial se repite al final para indicar que el movimiento
es constante.

El Tarot ha sido —y es— utilizado como soporte adivinatorio. Lo cual
no sólo es un
desperdicio, sino un irrespeto al valor intrínseco que posee. Casi
cualquier cosa puede ser
utilizada como soporte adivinatorio con la misma eficacia que el
Tarot, pues esta no
depende del soporte sino del agente. Para aclarar un poco esto,
debemos de indicar, aunque
sea muy someramente, que es la adivinación y como funciona.

La adivinación se basa en la capacidad extrasensorial de una persona
para captar el aura de
otra y a través de ella conectarse con la parte que le corresponde en
los archivos etéricos,
que integran el Avir, los cuales están exentos del factor tiempo, por
lo que se aglutinan
pasado, presente y futuro. Entendiéndose el último como una proyección
relativa al pre-
sente, es decir, lo que le sucederá a la persona si no incluye
variables en su comporta-
miento. Al conectarse el agente con los archivos, suelen fluir en
forma ininterrumpida una
gran cantidad de imágenes e impresiones que deben de ser controladas y
es para ello que se
utiliza un soporte, lo que vendría siendo una especie de fijador de
conceptos. Este, puede
ser cualquier cosa en la que el individuo tenga confianza y le dé
seguridad. Por eso es que
se utiliza tan variada gama de soportes adivinatorios, tantos como
mancias existen.

El usar el Tarot como soporte adivinatorio, sería similar a la
utilización de un premio
Nobel en Física para limpiar pisos exclusivamente; haría el trabajo,
pero se desperdiciarían
sus posibilidades reales ya que, por sus conocimientos y capacidad,
está llamado a realizar
labores mucho más importantes.
Los arcanos del Tarot encierran un mensaje simbólico, cuyo propósito
es transmitir ense-
ñanza sobre el verdadero destino del hombre, su relación con el
Universo y las leyes que
rigen la naturaleza. Y la búsqueda de esta instrucción debe de ser la
única finalidad en la
utilización del Tarot.

Su origen es incierto, no habiéndose encontrado versiones anteriores
al siglo XIV, lo cual
no significa que no pueda ser mucho más antiguo, ya que el
conocimiento que encierra si
lo es.

El mejor Tarot, al que podemos acceder, es el llamado de Marsella, sus
dibujos medievales
no son muy gratos a la vista, en un principio, por su forma arcaica de
representación, pero
la simbología que contienen es la más pura. Es al de Marsella que nos
referiremos al hacer
alusión a los aspectos de las cartas.

Los veintidós arcanos mayores nos hablan del proceso de involución y
evolución en el
Universo, del descenso y regeneración. Corresponden a las veintidós
letras del alfabeto
hebreo. Veintiuno están correlativamente numerados y uno no posee
número. Esto es por-
que los arcanos mayores corresponden al temario ??? que suma
veintiuno, quedando aparte
el comodín, no numerado, al que se le adjudica la ?.

Los cincuenta y seis arcanos menores se dividen en cuatro grupos de
catorce cartas cada
uno, los que a su vez se subdividen en dos partes: las diez cartas
numeradas y las cuatro
figuras. Los grupos corresponden a cada uno de los cuatro elementos;
los subgrupos se
reparten de la siguiente forma: las cuatro figuras a los cuatro mundos
de su elemento y las
cartas numeradas a las diez Sephiroth del elemento correspondiente.
Recordando que los
cuatro elementos conforman la materia prima del Universo, este es el
significado, en su
conjunto, de los arcanos menores.

En esta exposición, no profundizaremos en los arcanos menores, pues
con lo antedicho y lo
que en su momento fue expuesto sobre los mundos y el Árbol Sefirótico,
que son sus co-
rrespondencias, el lector puede establecer métodos para lograr obtener
el conocimiento que
encierran estas cincuenta y seis cartas, o al menos buena parte de él.
Sólo nos faltaría aña-
dir, para concluir con lo relativo a estos arcanos, que los bastos
representan el elemento
fuego, las copas el agua, los oros el aire y las espadas el elemento
tierra (estos dos últimos,
generalmente invertidos en la mayoría de los tratados sobre el tema).

Respecto a los arcanos mayores, figura 8, resaltaremos algunos
aspectos importantes de
cada uno de ellos, antes de explicar los métodos a seguir para tratar
de obtener la enseñan-
za que conllevan.

I El Mago (?): La posición de su cuerpo conforma una aleph. Su
sombrero tiene la forma
del signo de infinito. En la mesa y lo que sostiene en las manos está
la representación de
los cuatro elementos. La mesa tiene tres patas, lo que significa que
sus trabajos se basan en
el ternario.





II La Sacerdotisa (?): Expresa el conocimiento. Es significativo que
el libro, que lo repre-
senta, esté sobre sus rodillas, pues rodilla es bérek –???– en hebreo,
raíz trilítera de brajá –
????– bendición. Bendición, que significa la aceptación cósmica, y en
este caso en parti-
cular, para que el conocimiento sea recibido.

III La Emperatriz (?): Las alas, detrás de la figura, indican
espiritualidad. Tiene el cetro,
símbolo de poder, en la mano izquierda (mano receptiva). En el escudo,
un águila, símbolo
del aire y por tanto del espíritu, que abraza y descansa sobre su
pierna derecha, sus alas
están hacia arriba manteniendo una actitud dinámica.

IV El Emperador (?): Si consideramos al arcano tres el principio
formador, este es el
principio animador. Aquí el cetro está en la mano derecha (mano
proyectiva). La carta, en
general, expone un concepto jupiteriano, incluso la posición de las
piernas forman el sím-
bolo de Júpiter. En este caso, el escudo está apoyado sobre la tierra
y el águila tiene las alas
hacia abajo.

V El Sumo Sacerdote (?): Aparece como representante de las fuerzas
superiores. Su mano
derecha indica la acción de bendecir; con su izquierda sostiene una
representación del Ár-
bol Sefirótico. Detrás de él se hallan las columnas del Templo: Jachín
y Boaz.

VI El Enamorado (?): Se podría llamar este arcano ‘encrucijada o
indecisión’, ya que en
el sentido alegórico eso es lo que representa. La decisión entre la
luz y la oscuridad. Como
se lee en Jeremías, XXI: 8: “Así habla Dios: Mirad, os doy a elegir
entre el camino de la
vida y el de la muerte”. En síntesis, el libre albedrío.

VII El Carro (?): Un triunfador sobre un carro, rodeado de cuatro
columnas que son los
elementos. El cetro en su mano derecha. Tanto los caballos como las
ruedas parecen ir en
sentido contrario, pues representan el plano dual que él controla. Al
concepto lo asociamos
con la Mercavah.

VIII La Justicia (?): Toda acción produce una reacción. Si no se sabe
establecer un equi-
librio entre las fuerzas que se han desencadenado por las acciones,
actúa el rigor: la espada
de la figura.

IX El Ermitaño (?): Indica alguien que está en una búsqueda. La
linterna en su mano de-
recha así lo hace suponer. No sabemos si está en el camino correcto,
pero él va hacia ade-
lante.

X La Rueda de la Fortuna (?): Es la representación del curso de los
acontecimientos, de
acuerdo a las leyes naturales que rigen el piano de manifestación. La
rueda tiene el doble
de radios que de personajes; esto indica que toda situación tiene su
opuesta o complemen-
taria.

XI La Fuerza (?): Para poder es preciso tener fe en el propio poder.
Una mujer, por lo
tanto supuestamente débil físicamente, con un sombrero en forma de
signo de infinito si-
milar al del arcano uno, domina, aparentemente sin esfuerzo, a un león
símbolo del fuego.

XII El Colgado (?): Representa autosacrificio. Pero, auto- sacrificio
para evolucionar. Está
colgado cabeza abajo, indicando que los valores de los mundos
superiores son inversos de
los inferiores.

XIII La Muerte (?): No hay un arcano que represente al nacimiento,
porque este indica
ambas cosas. La muerte es nacimiento y el nacimiento es muerte.
Básicamente, indica
cambio. El cambio es muerte de la condición anterior y nacimiento a
una nueva condición.

XIV La Templanza (?): Un ángel trasiega un fluido de un recipiente a
mayor altura, pero
de menor volumen, a otro de mayor volumen que está a menor altura.
Indica que el fluí do
en el recipiente más bajo se va densificando, por lo que ocupa mayor
volumen.
XV El Diablo (?): Los brazos de la figura central están en posición
opuesta al del arcano
uno. Se halla de pie sobre un pedestal circular al que están atadas
dos pequeñas figuras, en
representación de ambos sexos. No hay duda del claro significado
materialista que conlle-
va.

XVI La Torre (?): Uno de los personajes, que está sobre sus manos, no
se sabe si cayendo
de la torre o haciendo piruetas, forma con sus piernas la letra ayin
que es la correspon-
diente a este arcano. La simbología encerrada en esta carta nos indica
la posibilidad que
tiene el ser humano de recibir la iluminación, dependiendo de su
actitud. Es sugerente el
nombre que recibe en el original marsellés: la casa de Dios.

XVII La Estrella (?): Tanto la estrella como el agua (bautismo) son
símbolos de bendi-
ción. Para hacer más énfasis en la idea, la figura de la carta tiene
una rodilla (berek) apo-
yada en la tierra. En este arcano también se puede observar una
excelente armonía de los
cuatro elementos.

XVIII La Luna (?): La Luna es negativa y por lo tanto atractiva, por
eso las gotas van en
dirección a ella. La carta representa los instintos primarios, que a
este nivel aparecen como
formas de sentimiento e intuición.

XIX El Sol (?): El Sol es positivo y por lo tanto emisor, por eso las
gotas salen de él. La
carta implica dualidad y pureza, por tanto mundo material en su
aspecto menos contamina-
do. El Sol proyecta vida, luz y amor; el captarlo depende del estado
del receptor.

XX El Juicio (?): Encierra el concepto del despertar de la voluntad
individual. El despertar
a niveles de vida nuevos y superiores.

XXI El Mundo (?): Las figuras de las esquinas representan a los cuatro
elementos pri-
mordiales (los seres vivientes de las visiones de Ezequiel, descritas
en el capítulo primero
de su libro). La figura central corresponde a la quinta esencia. En
Cábala, la carta significa
el Olam habah (mundo por venir).

El Loco (?): Representa al hombre en general, por lo tanto abarca toda
la gama de posibi-
lidades espirituales en una sola figura, desde el profano más
descreído hasta el adepto o el
iluminado. Por lo cual la interpretación simbólica es múltiple. Pero,
analicemos los dos
extremos. En uno, es el hombre profano que no sabe de donde viene ni
adonde va. Vaga
desorientado. Su ropa y gorro típico de bufón indican alegría
ficticia. La bestia representa
el destino que lo ataca y empuja. El, con su limitado conocimiento, es
juguete inconsciente
del destino y camina en su ignorancia. En el otro extremo, se puede
interpretar como el
adepto que fijando la vista al frente tiene perfecta idea de adonde
va. Con el paquete de sus
experiencias al nivel de la cabeza, lo que indica que las ha
asimilado, camina resueltamente
apoyado en una vara (que representa la energía primordial). Con tal
conocimiento, le es
indiferente el ataque de entes inferiores que tratan de perturbarlo,
pero que no logran en lo
más mínimo distraer su atención del camino que sabe debe de transitar
y de la meta que es
el objetivo de su esfuerzo.

Estos breves aspectos sobre los arcanos mayores son como la punta del
iceberg, la cantidad
de información que trasciende a un simple análisis visual es enorme.
Sólo a través de la
parte subjetiva de la mente es posible acceder a este gran ‘banco de
datos’.

Para tratar de recabar la información subyacente utilizaremos dos
métodos. En el primero
de ellos, comenzamos por el arcano uno y seguimos la secuencia
numérica finalizando en
el comodín, ‘el Loco’. Como en cualquier ejercicio, debemos de estar
relajados, libres de
presiones, en un lugar tranquilo donde se eviten, en lo posible, las
perturbaciones externas.
Se realizan siete inhalaciones profundas, después se observa la carta
durante un minuto
aproximadamente. Se cierran los ojos, tratando de dejar la mente en
blanco, para que sea la
última visión lo que impresione nuestra psiquis. Se dejan transcurrir
entre diez y quince
minutos, después todo lo que hayamos visto o sentido se anota en un
cuaderno que se dis-
ponga para esta finalidad. El ejercicio se realiza tres días
consecutivos con cada arcano, por
lo que al cabo de sesenta y seis días habremos finalizado el
recorrido. El cual se debe de
realizar una y otra vez, hasta que las notas del cuaderno nos indiquen
que hemos captado
un subfondo importante en cada uno de los casos. La perseverancia es
básica, sólo a través
de ella lograremos obtener óptimos resultados.

El profundizar en la simbología de los arcanos mayores, nos lleva a
reactivar, paulati-
namente, las capas más profundas de la conciencia, al tiempo que
adquirimos la enseñanza
que encierran.

Una vez que se tenga una base firme respecto al significado de los
arcanos, se pasa al se-
gundo método. El cual ya no se basa en la individualidad, sino en la
relación. Al efecto se
forman tres grupos de siete cartas, quedando independiente el comodín,
tal como se indica
en la figura 9. Como se ve en ella, los grupos constan de dos
triángulos que configuran un
hexagrama, con un séptimo arcano central. El primer septenario
corresponde al descenso, a
la densificación de la energía; su letra es la Yod. El segundo
septenario está asociado a las
leyes que rigen la naturaleza; su letra es la he. El tercer
septenario, pertenece al proceso
regenerativo; su letra es la vav.

Considerando que con el primer método hemos adquirido un buen
conocimiento del conte-
nido de cada arcano, pasamos a relacionarlos entre si. No a través de
un análisis lógico,
sino dejando que sea la comprensión obtenida de ellos la que nos guíe.
En primer lugar
cada uno dentro del temario que conforma, sintiendo como se concatenan
los aspectos, y
tratando de captar el equilibrio dinámico que generan. Después,
percibiendo la interdepen-
dencia de los dos triángulos que forman el hexagrama. Finalizando con
la inclusión de la
carta central, en el conjunto, para sentir al septenario como una
unidad constituida por po-
derosas individualidades.

Los ejercicios de relación de los arcanos, en cada uno de los tres
grupos, hay que realizar-
los cuantas veces sean necesarias hasta alcanzar verdadera comprensión
del significado de
los septenarios.

Una vez logrado ese objetivo, se puede entrar en la última fase. En la
cual también se tra-
baja sobre los septenarios, pero en ella se va colocando el comodín en
cada una de las di-
versas posiciones. Recordemos que el Loco nos representa —aunque la
denominación no
nos suene muy bien—, por lo tanto al situarlo en el lugar de una carta
concreta pasamos a
formar parte del septenario correspondiente, asumiendo el puesto del
arcano al cual perte-
nece el punto, con todo lo que esto conlleva.

Este último ejercicio, que forma parte del segundo método, nos puede
proyectar a niveles
insospechados de conciencia; a la comprensión de realidades que ni
siquiera habíamos
imaginado.

Finalizaremos insistiendo, una vez más, en la necesidad de cumplir con
los dos requisitos
básicos para aspirar a tener éxito en esta materia, como en todos los
renglones de la vida:
constancia y dedicación.


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