Hombres y mujeres están confundidos respecto del papel que juegan hoy en la sociedad y eso lo afirma la sicóloga Pilar Sordo Martínez, quien se ha hecho conocida durante el último tiempo por el resultado de una investigación que duró cuatro años y que transformó en el libro “Viva la diferencia”, que durante seis semanas se ha mantenido en el primer lugar de ventas de las librerías.
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No se puede acusar a la mujer de sufrir un proceso de masculinización, a raíz de su inserción al mundo privado (dominado por los hombres), el mundo patriarcal desarrolló en el contexto privado, su propia dinámica para desenvolverse en este mundo, la mujer tomo estos patrones para actuar dentro de este, mundo que ya tiene sus propias normas establecidas y tratar de redefinirlas “feminizándolas” (a un sistema establecido) creo que restaría competitividad al trabajo de las féminas.
Creo que al final, no se trata de que nos estamos masculinizando, la sociedad evoluciona y lo queda hoy a las generaciones venideras, es redefinir lo que es masculino y femenino, en el proceso las normas culturales, costumbres, los roles etc. van ir desapareciendo indefectible y dolorosamente, para algun@s.
Yakelin Cereceda Quintanilla Consultora social |
Todas las sociedades a lo largo de la historia se han construido a partir de las diferencias anatómicas entre los sexos, convirtiendo éstas en desigualdad social y política. La noción de GÉNERO alude a esta construcción sociocultural e histórica.
Los estudios de género se incorporaron en las dos últimas décadas como categoría de análisis a todas las ciencias sociales pero también ha tenido su equivalente en el campo del desarrollo, a través del enfoque conocido como Género en el Desarrollo (GED). Este plantea la necesidad de definir, con la activa participación de las mujeres, un nuevo modelo de desarrollo que subvierta las actuales relaciones de poder basadas en la subordinación de las mujeres.
Con base en las variables sexo y género, este enfoque permite identificar los diferentes papeles y tareas que llevan a cabo los hombres y las mujeres en una sociedad, contribuyen a reconocer las causas que las producen y ha ayudado a formular mecanismos para superar estas brechas, ya que ubica la problemática no en las mujeres o los hombres, sino en las relaciones socialmente construidas sobre el poder y la exclusión.
La igualdad de género supone el pleno y universal derecho de hombres y mujeres al disfrute de la ciudadanía, no solamente política sino también civil y social. Ello no significa que mujeres y hombres deban convertirse en iguales, sino que sus derechos, responsabilidades y oportunidades no dependan de si han nacido hombres o mujeres. El medio para lograr la igualdad es la equidad de género, entendida como la justicia en el tratamiento a mujeres y hombres de acuerdo a sus respectivas necesidades.
En la década de los 90, y como resultado del bajo impacto que estaban teniendo las diferentes políticas, programas y acciones para la equiparación de las mujeres en la sociedad, se identifica la necesidad de definir una estrategia que involucre a todos los actores, que impregne todas las acciones, acelere los cambios estructurales y, sobre todo, tenga un alcance global. Esta es la estrategia de gender mainstreaming.
El empoderamiento se relaciona, primero y antes que nada, con el poder entendido en términos de relación social; pone el acento en el proceso de adquisición de poder y no tanto en el grado en el que se posee o ejerce. Asimismo, aunque reconoce la importancia de que las mujeres aumenten su poder, identifica el poder no tanto en términos de dominación sobre otros (poder sobre o de suma cero) sino en términos de la capacidad de las mujeres de incrementar su propia auto-confianza en la vida e influir en la dirección del cambio, mediante la habilidad de ganar el control sobre los recursos (físicos, humanos, intelectuales, financieros, y el de su propio ser) y control sobre la ideología (creencias, valores y actitudes).
La dimensión colectiva e individual del concepto de empoderamiento está íntimamente relacionada. Si para Gita Sen “el verdadero empoderamiento es un cambio interno en la conciencia que, aunque catalizado en procesos grupales, es profunda e intensamente personal e individual” (Sen, 1997), Naila Kabeer considera que éste debe tener como meta última la capacidad de los desempoderados de actuar colectivamente a favor de sus propios intereses prácticos y estratégicos (Kabeer, 1997: 141).
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