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Actualizada: 16/12/2019


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RSI Martianos: acciones, proyecciones y reflexiones (II)
Por Orestes Martí.


Doctor en Ciencias Históricas, Profesor Titular y ensayista Eduardo Torres Cuevas.

Torres Cueva: Tengo el sueño y la esperanza de que dentro de muy poco tendremos en Cuba un pensamiento nuevo, fuerte y crítico
Por: Astrid Barnet


— Don Fernando Ortiz expresó: “La Cubanidad no está solamente en el resultado, sino también en el mismo proceso complejo de su formación desintegrativo e integrativo, en los elementos sustanciales entrados en su acción, en el ambiente que se opera y en las vicisitudes de su transcurso…” Razas y Cubanidad, ¿qué elementos y vicisitudes las accionan? ¿Cómo operan o interactúan actualmente?

“Si Fernando Ortiz hubiera nacido en Europa hoy tendríamos un método y una corriente del pensamiento universal que llamaríamos Orticismo. Como fue cubano sus teorías no fueron tan conocidas como tampoco la evolución de su pensamiento, algo que hubiera sido muy importante para los estudios sociales en universidades y en lugares donde se estudian temas como los que él abordó. Pero lo que sí sería imperdonable entre nosotros es hablar o estudiar ciertos temas sin el conocimiento de la obra de Ortiz. No solo porque es una obra fundacional de las ciencias sociales cubanas sino porque en ella está la base, el punto de partida, de todo estudio sobre la sociedad cubana, sin apologías ni esnobismos, una base sólida que permite dirigir acertadamente el estudio o la investigación.

“Lo más importante en Ortiz es su evolución y cómo va descubriendo los espacios ocultos de la sociedad cubana que no solo nadie quería estudiar, sino que ni siquiera se querían mencionar. Por otra parte, existe una tendencia a hablar de él como antropólogo, historiador, etnólogo, musicólogo, lingüista… Ortiz, con esa impresionante cultura que desplegó, tuvo que desarrollar todas estas disciplinas para aproximarse en profundidad a su objeto de estudio, la sociedad cubana. Si no fuera por lo maltrecho y politizado del concepto, pudiéramos decir que fue el primer cubanólogo (estudio científico de lo cubano) pero, como sabes, el mal uso de los conceptos, les hace perder su valor gnoseológico; Ortiz fue el primero que estudió en forma transdisciplinaria nuestra sociedad, sus sociabilidades, sus capas profundas, su historia (no solo política sino social y cultural; la cultura como generadora de actitudes sociales y primera instancia de la política); fue el primero en supeditar el discurso político-ideológico al discurso científico-ideológico; no fue un simple folclorista, reductor de la cultura a folclor, sino todo lo contrario, colocó lo folclórico en el espacio cultural que le corresponde. Se le ha llamado el tercer descubridor de Cuba. De los tres, Colón, Humboldt y Ortiz, él era el único cubano. Hacia el interior de Cuba hubo otros descubridores de nosotros mismos y de nuestra naturaleza física, social y humana, y sin embargo, han sido muy poco investigados con la profundidad que merecen. Entre ellos están: Morel de Santa Cruz, Varela, Poey, Saco, Luz, Varona, por solo nombrar algunos de los más destacados. Es en esta última corriente de pensamiento científico donde coloco a Ortiz. Sin esa tradición de pensamiento, Ortiz no hubiese sido el Ortiz que conocemos. Pero si tuviera que definirlo, porque habría que precisar en qué consiste su mayor descubrimiento, yo diría que fue el descubridor del alma, o del espíritu si se quiere, que nutre y anima lo cubano, de las, dirían los filósofos, esencias cubanas. No como espacio final y determinado, sino como realidades complejas, vivas y activas, en permanente permutación y siempre en construcción. Y en esto incluyo lo material y lo inmaterial. Lo material, que es la envoltura y el espacio físico de la espiritualidad: que te identifica según los sentidos; lo espiritual, que le da sentido a la construcción material y a la vida misma. Lo material como envoltura de lo espiritual como contenido.

“Pero además, lo extraordinario, lo que siempre me ha impresionado de Fernando Ortiz, es que logra cubrir a fondo componentes diversos de nuestra Cultura como la religión y la música. Es algo impresionante. Sin su pensamiento transdisciplinario, jamás hubiera podido ofrecer todo el conocimiento orientado y las visiones penetrantes, ricamente informadas y documentadas, que se expresan en sus artículos, trabajos, en su obra en general. Definió cuestiones esenciales como es la de ser cubano. Su lema: Ciencia, conciencia, paciencia, demuestra su Cultura cubana. Con anterioridad, en el siglo XIX, José de la Luz y Caballero calificó la obra patriótica de todo cubano verdadero como obra de Ciencia y conciencia. Según Luz, ciencia para crear conciencia; conciencia para hacer ciencia; ciencia y conciencia en el ciudadano para construir a Cuba. He ahí retratado a Ortiz. Entre José de la Luz y Fernando Ortiz, otro destacado científico y patriota cubano, Vicente Antonio de Castro, convirtió el binomio lucista en tríptico patriótico y científico, Ciencia, conciencia, virtud. Fernando Ortiz, que vivió una época muy complicada, adoptó el de Ciencia, conciencia, paciencia, sobre el entendido que en la conciencia estaba la virtud. Escribió libros muy valiosos e interesantes como, por ejemplo, Contra la anexión que, supuestamente era una recopilación de escritos de José Antonio Saco, pero que se convierte, de hecho, en una obra de Ortiz, por la selección, el prólogo, el ultílogo y las notas. En ciertos terrenos, Ortiz fue considerado el “Saco del siglo veinte”.

“Considero, asimismo, que la esencia del pensamiento de Ortiz es la comprensión de lo complejo y multidireccional de nuestra sociedad (como cualquier otra pero específica) y lo fatal que pueden ser las visiones unidimensionales porque dividen, ocultan o discriminan, conscientes o no. En Ortiz, hay, también, una hermenéutica del conocer a Cuba: estudiar para comprender porque, sin verdadero conocimiento, no hay comprensión de lo real; comprensión de lo real, para rectificar y ajustar el pensamiento; pensar para crear; pensar y crear, para dar vuelo a la imaginación. ¿Recuerdas el libro de Einstein “La física aventura del pensamiento”? A mí me gusta decir que la historia es la más aventurera, y no siempre la más afortunada, de las aventuras del pensamiento. A veces surgen tendencia a lo absoluto o mirar hacia una sola dirección y no observamos el conjunto que es el que ofrece la riqueza contradictoria de lo real, la interrelación y la interacción de todos los componentes en una sociedad dada.

Lo importante no es aislar un fenómeno o hecho social sino que, una vez estudiadas sus características, se establezca la dinámica multivectorial en la que está insertado. Es por ello que cuando Ortiz habla de la formación del sentimiento cubano lo presenta como un proceso de fusiones, de asimilaciones, de combinaciones… Por eso es que el concepto de transculturación tiene tanta importancia en el sistema de pensamiento orticiano. Usted va a Europa, a un país en donde existe una gran cultura de base étnica, lingüística, religiosa y usted, proveniente de un universo cultural diferente, para ser aceptado, tiene que aculturase, es decir, perder su cultura original, o marginarla, para adquirir o asimilarse a la de ese país. Para Ortiz, en el caso cubano, lo que ocurre es una transculturación; todos los elementos culturales que llegan, se mezclan y decantan, por lo que van alterando la composición original sobre la que actúan. Del proceso de mezcla de ingredientes, donde aún puedes separar sus componente, se pasa a una segunda fase, en la cual surge un producto nuevo, una nueva cualidad y calidad, ya no como mezcla sino como combinación, fusión, en la cual son inseparables sus componentes constitutivos; ya no es solo un problema de orígenes sino del cuerpo vivo, palpitante y presente de un pueblo-nación. Ese producto nuevo es lo cubano, claramente identificable por sus cualidades propias. Por cierto, cualidades tanto constructivas como destructivas. Alguien las llamaría positivas y negativas. Es mucho más. Apelar a los orígenes, por otra parte, puede ser una negación de quien soy hoy, de quienes serán mis hijos e, incluso, de quienes eran nuestros bisabuelos.

“En ocasiones, este proceso se pierde de vista porque no es lo español ni lo africano, ni dentro de España lo catalán, lo castellano, lo andaluz, lo gallego, ni dentro de África lo congo, lo lucumí … sino que lo cubano es el resultado de estas fusiones, diferente a todos y cada uno de sus componentes originales. Lo cubano es resultado de una dinámica histórico-cultural singular, del diálogo y las vivencias callejeras, del nexo afectivo al interior del hogar, de la evolución de un ritmo y de un sonido musical diferente, pero también y fundamental, de una historia en construcción, de un pensamiento propio y de una sociabilidad surgida de la composición social de base universal. Esa es su riqueza y autenticidad. Ortiz se pregunta: ¿Qué cosa es ser cubano? Y se responde: La conciencia y la voluntad de serlo. Lo primero, es conocernos; después asumirnos con virtudes y defectos; por último, decidirnos a ser lo que somos; se trata de no tener que descubrirnos ante el diferente ni querer ser lo que no somos. La conciencia de lo que somos nos hace sentir respeto por lo diferente y respeto por nosotros mismos. Ni vanidades de aldea ni complejos de inferioridad.

“Hay quienes se rigen por leyes inalterables de la historia pero a la hora de estudiar situaciones como las que presenta la evolución histórica, social y cultural cubana -diferente a la de los centros productores de saberes e ideologías-, no las comprenden y las esquematizan. Este proceso lleva a lo suprahistórico y a la pérdida de la riqueza de la historia verdadera; más grave aún, lleva a la pérdida de la historia verdadera. Quien haya vivido y estudiado la Historia de Cuba entiende que estos fenómenos propios, como la transculturación o la irregularidad de “las regularidades”, responden a una realidad específica. No es solo un problema teórico es, ante todo, un problema práctico. Es difícil que alguien pueda sentir o defender lo que desconoce; si desconocen los elementos culturales que lo definen, no podrá ser él ni su propio creador. Hablo de la necesidad de conocer nuestra cultura no solo en sus superficies sino, también, en sus profundidades: como pensamiento, descubrimiento, creación de un imaginario colectivo propio y trascendente, como construcción e idea de “un deber ser”, como búsqueda más que como realización. No nos podemos dar el lujo de no pensar nuestra realidad. El no pensar o pasar por alto nuestro propio pensamiento es condenarnos a no ser. Y así pasó en los tiempos de Varela, de Céspedes, de Martí, de Ortiz; en los años cincuenta, y así continúa pasando. Porque, y es la idea de Ortiz que está en tu pregunta, Cuba y lo cubano siempre es una idea en construcción, es una permutación permanente del casco obsoleto, duro y resistente, por el nacimiento de nuevas creaciones. Lo que se da por terminado se estanca y muere. Un cuerpo vivo, genera y regenera, integra y desintegra, construye-destruye-reconstruye, todo en la finita indefinición del tiempo de permanencia de la raza humana en un planeta, por ahora, nada seguro.


“En otro sentido, el pensamiento cubano no es un pensamiento único, sino múltiple, rico, contradictorio dentro de sí mismo, pero, si es auténtico, siempre en busca de una superación de situaciones. Si a mí me preguntaran acerca de una característica del pensamiento de Ortiz, diría que es un pensamiento antitradicional. Es heredero de la tradición antitradicional cubana porque lo tradicional, en nuestro pensamiento, es el pensamiento electivo, el pensamiento crítico del enquistamiento y la dogmatización a que es sometido todo pensamiento constructivo. De lo que se nutre el pensamiento creativo es del pensamiento vivo de nuestros grandes muertos. Es por ello que a Ortiz hay que descubrirlo desde el conocimiento de sus predecesores, desde la filosofía de Varela, la poesía de Heredia o de la Avellaneda, o el pensamiento político de Luz o el pensamiento educacional y filosófico desarrollado en Cuba … Porque, lo contrario, es un absurdo; es como decir que no existió nada antes de mí. Puede haber pueblos que presenten esta triste situación; pero no es la nuestra, herederos de una impresionante historia del hacer y del pensar. Un pensador francés (Foucault) expresó que la Historia es presente. Digamos que no es lo que pasó, es lo que se recuerda de lo que pasó y la forma en que se organiza el conocimiento que se tiene de lo que pasó. Pero somos producto de esa historia y, como producto de ella, nuestro presente no es más que un momento de la historia. Tenemos, por una parte, el proceso real que transcurre independientemente de mi voluntad y del grado de conocimiento del mismo, por otra, la imagen-ilusión que con la escasa información que tengo, me hago del presente y de la historia. Como problema conceptual, no puede aislarse el hoy de los componentes del pasado que contiene y de los gérmenes del mañana que ya brotan en su interior.

“El principio griego: Conócete a ti mismo, pensado desde Cuba, es, ante todo, el conócete a ti mismo del cubano. Después que te conoces — porque sin conocerte no sabes lo que eres — , tienes que tener la voluntad de ser lo que eres. Como también lo puedes negar. Puede darse el caso que quieras ser español y, cuando llegues a España, te percates de la diferencia o que, como toda sociedad establecida, te haga sentir la diferencia. Entonces, puede ocurrir que, allí, ante el diferente, descubras quién eres. Y eso es tremendamente doloroso. Por ello es tan imperioso conocernos a nosotros mismos. La voluntad de serlo tiene que partir del conocimiento. Esto lo dice Martí, de modo muy sencillo, en una frase: ser culto para ser libre.

“Por último, es importante distinguir la cubanía como sentimiento de lo cubano de la cubanidad como racionalidad de lo cubano. Sentir no es conocer, es amar y se ama lo que es tuyo, lo que te pertenece y a lo que tú perteneces. No es una decisión voluntaria ser quien eres, no puedes dejar de ser lo que eres, pero si es decisión personal decidir lo que amas. La cubanidad, por otra parte, no es un sentimiento; es la comprensión racional de los procesos que te dan vida. Por ello, políticos como Ramón Grau San Martín, banalizaron el término que con tanta fuerza se debatía al interior de las nacientes ciencias sociales cubanas. Adulteraron el producto científico al politizar la superficie de las ideas sociales.

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Miembro de la Coordinadora Internacional TESORO y de la Federación Internacional de Comunicadores Populares (FICP)

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