¿Conocés San Juan? Tierra de sol y buenos vinos, es una
nueva meta gastronómica. Frutas, aceites, tomates inolvidables, platos
regionales y restaurantes históricos. Ahora está de fiesta: del 19 al 23
de febrero es la Fiesta Nacional del Sol, similar a la de la vendimia
mendocina. Buena excusa para viajar y conocer sus delicias.

¡Resero blanco sanjuanino! ¿Quién no recuerda “el vino que hizo famoso a
San Juan”? Tierra de la Fiesta Nacional del Sol, la provincia de San
Juan, al pie de la Cordillera de Los Andes, es un lugar poblado de
delicias. Vinos, frutas, aceites y minerales. Tomates inolvidables. Y un
clima extremo. Viento zonda y sol, mucho sol que en San Juan brilla 300
días al año.
Goza de una amplitud térmica muy alta entre la noche y el día que le
permite producir vinos originales e inolvidables. Colonizada por los
españoles y cuna de Domingo Faustino Sarmiento, la provincia de San
Juan, aportó soldados, milicianos, pólvora y arrieros a la campaña que
organizó el General José de San Martín para liberar a Chile del dominio
de España.
Y ahora está de fiesta.
FIESTA NACIONAL DE SOL
Del 19 al el 23 de febrero los sanjuaninos organizan esta fiesta para
honrar al sol. Se realiza siempre en la ciudad de San Juan y en otros
sitios de la provincia, durante la última semana de febrero, a lo largo
de cinco días.
Parecida a la Fiesta de la Vendimia de Mendoza, pero más abarcadora
porque incluye todos los productos de la tradición agrícola local, en la
Fiesta del Sol desfilan carruajes y hay exposiciones agroindustriales y
espectáculos de artistas locales y nacionales.
La fiesta termina en la Quebrada de Zonda con teatro, danzas, luces y
sonidos. Los sanjuaninos le suman también la elección de la reina y
virreina nacional del Sol, cuyas candidatas llegan de cada uno de los 19
departamentos de la provincia.
MIRÁ SAN JUAN
Con casi 92 mil kilómetros cuadrados, la mayor producción industrial
de San Juan es la vitivinicultura. Según los datos del Instituto
Nacional de Vitivinicultura (INV), desde 1936 a 2011, fecha del último
Registro Nacional de Viñedos, San Juan y Mendoza aumentaron alrededor de
un 50% la superficie destinada a viñedos.

En San Juan, la cepa que mejores vinos ofrece es la Syrah, también
conocida como shiraz, Candive Noir, Entournerein, Hignin Noir, Plan de
la Biaune, Schiraz, Sérine, Séräne, Sirac, Syra, Syrac y Petite Syrah.
De orígenes no demasiado claros, algunos sostienen que la cepa Syrah
llega a Francia desde la antigua Persia, hoy Irán. De todas maneras, ha
sido Francia el país que le dedicó tierras y sabores muy variados.
Mendoza y San Juan, dos de las tres provincias que constituyen la
región de Cuyo, concentran el 92,5% de la superficie de viñedos del
país. Aún estando lejos en cantidades de producción de Mendoza, la
industria vitivinícola de San Juan ha crecido muchísimo.
LA RUTA DEL VINO
El primer establecimiento productor de vino de la ruta del vino
sanjuanina que empieza en la capital es Bodega La Guarda. En Buenos
Aires está a cargo de Laura Ciácera, que se ocupa del marketing.
Fernando, su hermano, está en la provincia al frente de la producción.
La Guarda
es una de las bodegas más nuevas de la provincia pero detrás hay tres
generaciones con un vínculo muy cercano con la vitivinicultura.
“Cuando decidimos emprender el proyecto, elegimos a San Juan por sus
valles y por la fuerza de sus habitantes”, comenta Laura Ciácera.
Apasionada de su trabajo, Laura dice que su vida es hacer y vender vino.
“Porque el momento que rodea al vino es maravilloso. Nos permite
disfrutar y compartir. Por algo uno eleva una copa, porque hay algo de
la felicidad que solo la hace el vino. El amor y el cariño, también.
Siempre quisimos enfatizar este concepto. Y es por esto que proponemos
proyectos alternativos. Hacemos un Syrah que llamamos
Éxtasis. El primer vino erótico del país.
Lo presentamos en 2012 en un evento en La Rural de Buenos Aires, con
Extasy, el Sex Shop más importante de la Argentina y la Revista Play
Boy. Es que nos gusta promover eventos rodeados de placer”.

La Guarda vende en el mercado nacional y exporta a varios países.
Organiza visitas, cenas y degustaciones en la bodega. Y está pensando en
hacer un restaurante porque a medida que pasa el tiempo hay más
turistas. “Hay un gran interés del mundo por el vino sanjuanino. Los
ingleses se sorprenden cuanto les cuento que San Juan tiene 300 días de
sol año. Les hablo de esa sequedad que transforma el cuerpo. Que aunque
corra el viento zonda, que limpia las uvas, los pájaros no dejan de
cantar”.
“San Juan ya se abrió al mundo –nos comenta Guillermo García,
Presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV)-. Profundizó
la especialización de la producción de jugo concentrado de uva, muy
importante para el país, primeros exportadores mundiales. San Juan
también se sumó a la tendencia que empezó en los años ‘90 de producir
uvas y vinos de alta calidad para vender en el exterior. Se mantiene a
la par del resto de las provincias que producen uvas de alta calidad
que, con sus características particulares vinculados a suelo y clima, se
empiezan a proponer como terruños o terroir muy específicos”.
GASTRONOMÍA SANJUANINA
San Juan es otra de las metas gastronómicas de nuestro país. Algunos
amigos sanjuaninos lo dicen mejor que yo que soy mendocina. “Mi relación
más profunda con los olores y sabores de San Juan es la que vivo en la
cordillera cuando subo a pintar. La ceremonia de preparar la comida
después de un día largo de mulas, cuando todavía no oscurece, pelar,
cortar, buscar agua en algún arroyo cercano. Y ese olor tan penetrante
de los yuyos. Es única la sequedad del entorno que se te mete por todos
los poros. La comida tiene otro sabor porque el agua tiene otro sabor y
porque soy otro, distinto que el que quedó abajo. Los baqueanos
aprovechan, porque conocen, los yuyos y las plantas de alta montaña,
donde cada una cumple una función beneficiosa para las personas. Como la
digestión es más lenta en la montaña ceno temprano y camino un poco
antes de acostarme. No hay como un guisote en esas circunstancias”, dice
Carlos Gómez Centurión, uno de los arquitectos y plásticos contemporáneos más importantes de la provincia.
Y si de placeres se trata, San Juan también los ofrece. Recordemos
que las tradiciones locales para el paladar son muy parecidas a las
mendocinas. Llegaron de la mano de los conquistadores primero, luego de
los inmigrantes de la cuenca del mar Mediterráneo. También de Siria y de
Turquía. Todos dejaron huellas que hoy la sociedad disfruta.
“En San Juan la fruta y la verdura son más sabrosas que en Mendoza”,
afirma Estela García, ex directora de la Casa de San Juan en Buenos
Aires y amante de la cocina casera. “Las empanadas son muy jugosas
porque llevan mucha cebolla. Se usa un kilo de carne y uno de cebolla.
Se agrega pimentón dulce, orégano fresco, huevo duro y aceitunas. No
llevan papa como en el norte, tampoco pasas de uva. Mi mamá le ponía a
la masa un vaso del vermouth que hacía mi padre. El resultado era que la
masa tenía un perfume muy delicioso. Si las empanadas son fritas les
decimos pasteles, que pueden ser dulces o salados. Por supuesto que el
horno de barro es primordial en San Juan. Es muy común encontrar en las
fincas un horno de barro porque le brinda un sabor exquisito a las
comidas”.

La cocina tradicional sanjuanina incluya asados, empanadas, pastas,
mermeladas de todas las frutas, especialmente de membrillo. “En San Juan
el dulce de membrillo es transparente porque se usa sólo la carne del
membrillo, sin piel ni palitos. Por cada kilo de membrillos va casi un
kilo de azúcar. Fundamental es la paila de cobre. El dulce está listo
cuando empieza a separarse de las paredes de la paila. Siempre hay que
revolverlo con cuchara de madera. Cuando yo era chica, la gente competía
para ver a quién le salía el dulce más clarito y transparente. A mí
nunca me salió como la hacía mi madre”, concluye Estela.
A la cocina sanjuanina se suma el pastel de carne y batatas, con
azúcar y canela arriba, que cuando se cocina hace costrita. Más el
tomaticán, una suerte de salsa de tomates espesada con pan rallado y
huevo, las sopaipillas (tortas fritas), la carbonada, los niños
envueltos en hojas de parra que ablandan en agua caliente. El relleno es
de carne y arroz y se cocina en tomate como cualquier guiso. Todavía
están los que siguen haciendo tomates al natural que envasan en frascos y
esterilizan a baño María. Durante el invierno a los sanjuaninos les
gusta destapar un frasco y agregar unas gotas de aceite de oliva.
También hacen conservas de verduras. En San Juan, como en el norte
argentino, hay humitas dulces o saladas. Entre los dulces, es típico el
de alcayota o cayote y la ambrosía. Entre los productos frescos, los
melones rocío de miel son característicos de San Juan. Más las frutas.
Damascos y ciruelas.
Los sanjuaninos comen los melones con jamones crudos de la región.
Suman higos. Con la uva no solo se hacen vinos, también dulces y salsas.
Durante el invierno son característicos los carneos. De aquí los
fiambres, los quesos de chancho y los mantecados: pequeñas tortitas
dulces que se hacen con grasa de cerdo y que se remontan a antiguas
tradiciones españolas. Se hacen en el momento del carneo.
La chanfaina es otro de los clásicos de San Juan. Es un guisito de
menuditos del chivito cortados chiquitos y aderezados con aceite de
oliva, cebollitas, zanahorias y ajo. De las carnes rojas, el chivito es
lo que más se consume. También es muy común la harina de algarroba. Se
trata de platos de una cocina casera, pero que también podemos comer en
los varios restaurantes que nos ofrece la ciudad.
DONDE COMER EN SAN JUAN
Para iniciarnos en los caminos de las delicias de San Juan le
preguntamos a algunos amigos cuáles son sus restaurantes preferidos.
Carlos Fagale,
médico radiólogo y desde hace treinta años presidente de la Filial San
Juan de Mozarteum Argentino, nos recomienda sus restaurantes preferidos.
Uno es el
Restaurante del Hotel Provincial, también el restaurante
Las Cavas de Del Bono Park Hotel Spa & Casino y Solar del Syrah del
Hotel Viñas del Sol.
“Un restaurante muy interesante es
Eloy,
ubicado en la casa que fuera del Gobernador Eloy Camus durante los años
’70 del siglo pasado. Une historia de una época con una atención
cordial, excelente vinoteca y buena parrilla. Ubicado cerca de Avenida
del Libertador, en la zona de mayor movida de la ciudad y próximo a
nuevas propuestas como
Renato, está muy bien decorado y con buena barra”.
“En el centro y frente a la catedral está
De Sánchez, una propuesta refinada y muy pareja en calidad”. Si se trata de parrillas tradicionales, Fagale prefiere
Los Toneles, también en Avenida del Libertador. “Son deliciosas las carnes, empanadas y ensaladas”.

Respecto de las cantinas, que rescatan una gastronomía clásica e inigualable, Carlos Fagale recomienda
La Castellana
(Las Heras Sur 155, 0264 427-6752), “con sus inmejorables tortillas de
papa, rabas y sus callos a la madrileña; en este rango y dentro del
Mercado Central de la Ciudad de San Juan se encuentra la cantina de Los
Gómez, con sus tradicionales paellas del mediodía”.
En la zona cordillerana están
Barreal y
la Posada de los Patos, “que ofrece una comida de gran refinamiento. En Zonda, un lugar de casas de fin de semana, recomiendo
La Coqueta, un restaurante muy bonito y concurrido, al que hay que ir dispuesto esperar”.
Alberto Sánchez Maratta, uno de los dibujantes más prestigiosos de
San Juan, también nos recomienda sus restaurantes preferidos. Dice que
los dioses del box prefieren la comida sencilla. Van a
El Club Julio Mocoroa / Boxeo
(no muy lejos de la capital, está en la calle Mendoza Norte 612, 00264
421-2687), donde se ofrece un programa de peleas al aire libre casi todo
el año. Por lo general de noche, cada vez que hay box, en los
alrededores se instalan puestos de comida al paso. Es tradicional el
choripán. “El secreto de la delicia del chori es la competencia entre
los chefs al paso. Ofrecen distintos adobos, chimichurris, salsas y
otros acompañamientos riquísimos. Los sanjuaninos acompañamos con un
vaso extra large de cerveza heladísima, pero la experiencia perfecta es
saborearlos lentamente desde la tribuna mientras participamos de los
enfrentamientos”.
Alberto también nos recomienda el restaurante de
Los Gadeano,
a minutos de la ciudad hacia el norte en el departamento de Albardón.
“Luego de una calle arbolada y atemporal, está el pequeño restaurante
familiar conocido por el apellido de sus dueños. Cada noche acuden
devotos de la comida de campo a degustar siempre el mismo menú: jamón
crudo de la zona perfectamente curado. Los Gadeano lo sirven con un
generoso plato de tomates con aceite de oliva y sal gruesa. También
hacen el pan casero en el horno de leña. Si el comensal es paciente,
puede ser recompensado por un entremés de huevos caseros apenas fritos
hasta que llega la increíble tortilla a la española que terminaron de
cocinar sobre una piedra caliente. Hay vino artesanal, que los Gadeano
venden en el restaurante. Se trata de una experiencia ajena a las
modas”.
También hacia el norte, en el departamento de Jachal está el restaurante conocido como
Lo del Chato.
“Las empanadas del Chato son legendarias. Jugosas, picantitas,
criollas, increíbles. Recomiendo comerlas en cuanto se llega a la
ciudad, justo cuando el hambre está pleno”.
Y para terminar con este recorrido de sabores sanjuaninos, Alberto
Sánchez Maratta también recomienda De Sánchez. Para él tiene el brillo
de la alta cocina francesa, con ingredientes locales, cristalería
ecléctica y libros que se pueden leer y comprar mientras se espera que
llegue nuestra cena. “De Sánchez mezcla lo que vale la pena en esa
experiencia vital que llamamos placer: lecturas, música, comida
delicadamente equilibrada entre lo criollo y lo europeo, con algún toque
oriental y misterioso”.
Entonces, bodegas, paisajes, delicias de hoy y de siempre. ¿Qué estás
esperando para ir a San Juan? Si ya fuiste, contanos cuáles son tus
platos o restaurantes favoritos.
María Josefina Cerutti
Le dicen Marijó. Es mendocina, socióloga y periodista, y mezclar
palabras con delicias es lo que más le gusta. Desde octubre se puede
encontrar en las librerías su libro “Ni ebrias, ni dormidas. Las mujeres
en la ruta del vino”, que publicó Editorial Planeta.
mariajosef...@gmail.com
Según el pintor, hay que comer 9 quesos distintos cada día
o podés ser condenado al fuego eterno. Amante de los quesos y las
buenas bebidas, Salvador Dalí marcó tendencias gastronómicas. Couto nos
cuenta algunas y pasa lista de maridajes que hacen historia.

“Salvador Dalí solía decir que si no se siguen los nueve preceptos
del queso se corre el riesgo de ser condenado al fuego eterno. Según el
pintor, hay que comer nueve quesos distintos cada día, siguiendo un
orden establecido por los ángeles. Decía Dalí que en el almuerzo, entre
las ensaladas y el postre, deben servirse cuatro quesos y ser llevados a
la mesa sobre un plato de cerámica azul.
El rito de la buena mesa exige que los quesos se corten con un
cuchillo previamente sumergido en agua caliente y que se sirvan
acompañados con manteca fresca, mostaza de Dijon, cebolla cortada en
pluma muy fina, mango, chutney, pimienta y pan de campo casero.
Al mediodía, el original Dalí servía en la mesa un
Edam, un
Reblochon, un
Gruyère y un
Camembert.
Se debían comer, por supuesto, siguiendo ese orden angélico. A la
noche, sin ensaladas, ya que para él no eran comida nocturna,
recomendaba cinco quesos:
Gouda,
Saint Paulin,
Cheddar,
Emmenthal y
Brie. Para acompañarlos solía beber un poco de
Calvados o
Armagnac, que según él iban de maravillas.
Para Dalí, ensayar a diario este rito seráfico le servía para alcanzar una inesperada tranquilidad interior. Era un mentiroso”.
(“Elogio de la Berenjena, Anécdotas y Recetas de gente verdaderamente famosa”, Autor: Abel González).
*
Si se fijan bien en la anécdota referida a los quesos de Dalí, podría
pensarse que el genial pintor se olvida de uno por demás importante: el
Roquefort.
Pues no es así. Dalí consideraba al Roquefort el rey de los quesos y
se lo reservaba para la media tarde, acompañándolo siempre con una
generosa copa de
Oporto.
El Roquefort y el Camembert son quizás dos de los quesos más amados
por los franceses, y probablemente Dalí, que sentía una extrema devoción
por París, los adoptaba como sus preferidos durante sus prolongadas
estancias en la ciudad luz.
Hay una anécdota respecto de estos dos quesos y la capacidad de Dalí
en marcar tendencia. Durante su primera gira por los Estados Unidos, la
multitud de periodistas que lo asediaba le preguntó qué le parecía la
ciudad de Nueva York. “Se parece a un Roquefort gótico”, respondió
certeramente el genial pintor.
Por esa época, la mayoría de los norteamericanos no tenía mucha idea
de qué era un Roquefort. A los pocos días, en una conferencia de prensa
en Chicago, se le consultó a Dalí por su opinión sobre la ciudad. A lo
que respondió categórico: “Se parece a un
Camembert romano”.
Cholulos, los americanos prontamente hicieron de los quesos de Dalí un manjar reservado para gourmets.
AMANTES DEL QUESO
Es una verdad a todas luces que quesos y ciertas bebidas hacen una perfecta alianza y ambos se potencian exaltando sus virtudes.
Un Camembert podría yo decirles que va de maravillas con un robusto
Borgoña, pero como es un queso oriundo de Normandía, donde no suele beberse mucho vino, hoy les sugiero lo prueben con
sidra, bebida muy popular por aquellas tierras.
Les aconsejo probar un muy buen
Camembert nacional,
el de Piedras Blancas, un magnífico queso de pasta blanda y corteza de
hongos comestibles blancos. Su sabor, si no está demasiado maduro, es
delicado y elegante, su color es de un blanco impecable cuando se
encuentra sano, portentoso y joven. El tiempo acentúa su cremosidad
interior, a la vez que la corteza se vuelve cobriza hacia su centro.

Pueden saborearlo acompañado por unos frutos secos, pan tibio y una sidra Premium bien helada como la
Apple Storm,
primera sidra argentina de paladar casi seco, casi europeo, lo cual la
hace ideal para este tipo de queso. Su color es más intenso y su sabor
de manzana se percibe intensamente frutal, con un particular toque de
acidez, lo cual termina confiriéndole menos dulzor, y eso ayuda a no
opacar el sabor pronunciado del Camembert.
Este queso de Piedras Blancas se consigue en dos versiones: tradicional o a la pimienta.
En cuanto al
Roquefort, queso al cual amo incondicionalmente, podría abogar por el hecho de acompañarlo con un majestuoso
Cabernet Sauvignon o un
Sauternes, pero permitámosle en esta ocasión que sea Dalí quien sugiera un Oporto liviano.
La verdadera joyita de un buen Oporto es el
Vintage.
Este majestuoso vino fortificado es elaborado sólo cuando se dan las
condiciones propicias para que alcance la perfección. Tan bueno es un
Oporto Vintage que es capaz de lograr su mejor performance luego de 25
años de añejamiento.
Los verdaderos Oportos tienen nominación de origen y son producidos
en el Alto Duero y almacenados en añosas bodegas del poblado de Vila
Nova de Gaia a orillas del Duero, frente a Oporto en Portugal.
El queso Roquefort cuenta también con denominación de origen de la
zona de Roquefort-Sur-Soulzon, al sur de los Pirineos, Francia, por eso
es que su correcta apelación en la actualidad es la de queso azul. Con
llamativo aspecto de vetas verde-moho azuladas, aroma y sabor
particularmente intenso, puede ser elaborado con leche de vaca, cabra u
oveja.
Aquí, en la zona de Suipacha, se elabora un
queso azul
de Piedras Blancas, particularmente picante y tan cremoso que puede
untarse. También suelen resultar buenos el fabricado por Ilolay y el de
Magnasco.
No está fácil proveerse de un buen Oporto, en tiempos del
censor-gourmet Moreno, por lo tanto hoy día una opción inteligente puede
ser la de acompañar el Roquefort con un “
Malbec a la manera de Oporto” elaborado por Familia Zuccardi y ampliamente conocido como
Malamado.
Este vino fortificado nacional resulta una excelente opción para
cualquier sobremesa y para acompañamiento de este tipo de quesos.

De color púrpura oscuro, presenta visos de color teja, propia de la
madurez de este tipo de vinos criados durante más de 24 meses en
barricas de roble. Huele de muy agraciada manera y suele recordar a
nueces, avellanas y frutos secos en general, con un particular dejo de
mermelada de higos y membrillos. Moderadamente dulce y sedoso en boca,
atempera el picor del queso azul, volviendo amable su sabor.
Dalí llegó a asegurar que su prodigiosa memoria la debía a la ingesta
diaria de quesos. Según él, tan prodigiosa era que le permitía recordar
aún cuando estaba en el útero materno, que según él tenía la forma de
un ¡huevo frito!
Mucho podrán discutirse las cualidades atribuidas por Dalí al queso;
lo que no deja lugar a duda es que buenos quesos con ciertas bebidas
correctamente elegidas podrán depararnos momentos memorables.
* Me gustaría dedicar esta nota a la memoria de Abel
González, fallecido a fin del año pasado. Abel fue un maestro en
letras, uno de los más grandes periodistas dedicados al vino y la
gastronomía, con quien tuviera el privilegio de poder compartir muchas
charlas y prolongadas sobremesas. Dueño de una pluma privilegiada,
siempre que escribió sobre comidas supo darle el valor agregado a sus
notas, de su conocimiento sobre historia y anécdotas. “El elogio de la
Berenjena” es un fabuloso libro que si pueden conseguir les recomiendo
no dejen de leer. ¡Salud, maestro!
Nueva variedad de carnes a la parrilla de primera calidad
en La Robla. Y, además de la increíble promo para comer gratis los lunes
y martes de verano, empezaron los miércoles de mujeres: invitación de
todas las bebidas.

La Robla empezó el año con muchas novedades irresistibles. Vamos por partes.
Por un lado, a su exquisito menú se agregó una atractiva variedad de
carnes a la parrilla de primera calidad: tira de asado hasta 5
costillas, bife de chorizo hasta 5 costillas, ojo de bife marmolado
especial. Al mediodía: bife de costilla gigante completo a un precio
verdaderamente sorprendente, y con un chimichurri de la casa memorable o
el ya célebre “chimi picante”, que hay quienes lo llaman afrodisíaco.
Para quienes no estaban enterados: sigue por estos días la increíble promoción de verano:
lunes y martes para comer GRATIS. Sí, hubo gente haciendo cola. Tenés
todavía unos días más: si comés en La Robla un lunes o un martes, te
llevás el 100% de tu consumición para volver otro lunes o martes hasta
el 26 de febrero, inclusive.
Y, tercera noticia: comenzaron los MIERCOLES FEMENINOS. Para las mesas
de 4 mujeres como mínimo se les devuelve todo lo consumido en bebidas
con un cheque para volver otro miércoles cualquiera con las mismas u
otras amigas (válido también para mesas de 20 o 30 mujeres).
La Robla: Costa Rica 4001. Ver ficha en Guía Oleo.
En Don Julio podés ver la carta de vinos en una iPad.
Todas las etiquetas y características de cada vino, en formato digital,
práctico y ágil. Como en los mejores restaurantes del mundo. Para elegir
con calma y placer.

Hace poco más de un año y medio
Don Julio
comenzó a utilizar el iPad para la carta de vinos. Este novedoso
formato permite ver todas las características de los vinos que se
ofrecen en el restaurante, para que los comensales puedan tomar la mejor
decisión a la hora de elegir el vino. Sólo los restaurantes más
selectos cuentan con este formato.
Pablo Rivero, dueño de Don Julio, y un grupo de profesionales
realizan dos catas: una en el mes de marzo y otra en octubre, ambas de
más de 1000 etiquetas. Es ahí donde se deciden las nuevas
incorporaciones que formarán parte de la carta digital.
Don Julio cuenta con dos cavas donde se mantienen los vinos a
temperatura. Y en este momento se está incorporando una tercera, para
abarcar las 180 etiquetas con las que cuenta el restaurante.
Siguiendo la ruta del vino, si se quiere pedir uno de los vinos
Premium de la carta como un Yacochuya, Cobos o Tikal Jubilo, entre
otros, se pueden disfrutar al 100%, no sólo por la temperatura ideal con
lo que los sirven sino que para que los aromas y sabores exploten se
sirven en copas Riedel: copas de cristal de alta calidad que resaltan el
sabor de la bebida.
Don Julio, un lugar único donde se puede disfrutar de las mejores carnes y, por supuesto, los mejores vinos.

Fuente:
Rumbovino Blog.
![precios[1]](https://ci6.googleusercontent.com/proxy/zsASJsGMSOtb2VzVk0AhG0ejTZrzwZxtiSMS-_Ri81siR7MHNdgyrTsadNEGf5gmN9WjTSceycz3ITlNj1PuKknkP0K3GqA44SNHNMDjTNLBlsKD918epXdqxKjnP86X6cHIQeGMcnit3jwi=s0-d-e1-ft#http://i2.wp.com/farm9.staticflickr.com/8094/8455928055_702ed2e74c_m.jpg?resize=240%2C160)
Este
post comencé a escribirlo en diciembre del año pasado. Luego de
terminar la idea principal decidí dejarla reposar un tiempo porque no
quería equivocarme en el enfoque que debían tener estas líneas. Pasaron
un par de meses, y aún así, la idea sigue sin cerrarme del todo, pero
aún a riesgo de no ser certero, me gustaría discutir con los lectores
este asunto…
La idea me invadió cuando leí una de las tantas listas que andaban
dando vuelta, impresas en papeles de revistas o volando en las pantallas
de las páginas o blogs de vinos a través del ciberespacio, enumerando
los mejores vinos de Argentina del 2012. Lo cierto es que ese listado –
el de aquel momento– que integraba el top nacional me disparó un par de
preguntas-reflexiones, que no son de ahora sino que vienen desde hace
bastante tiempo. ¿No se está yendo un poco la mano con los precios de
los vinos? ¿Debemos estar orgullosos de que nuestros mejores vinos estén
casi todos por arriba de los $100? Lo cierto es que no estoy tan seguro
de ambas cosas.
No quiero cuestionar esos vinos ni ese podio. No he probado casi
ninguno por la sencilla razón que no los puedo pagar. Lo que cuestiono
en realidad es que cada día nos cueste más hacer vinos a mejores
precios. Al menos eso es lo que parece desprenderse de esas listas. No
deberíamos prestar atención a eso, sobre todo cuando estamos perdiendo
competitividad en el mundo justamente por ese motivo. Realmente es
necesario que los vinos cuesten ese dinero. Como imagen hacia afuera
creo que esto no es del todo bueno.
Si bien se que no tiene nada que ver, cualquier persona que no sabe
mucho de estos menesteres electivos, tranquilamente podría llegar a
pensar que no se puede beber ningún vino de buena calidad por debajo de
los $100 (poco más de 20 USD oficiales). Un precio que está muy alejado
de las posibilidades económicas de la mayor parte de los bebedores de
vinos de Argentina… Y eso que el vino está declarado como la bebida
nacional! Y lo que es peor, nos quejamos de que cada vez se bebe menos.
Es que así no hay forma de revertir la tendencia.
Deberíamos comenzar a tratar de que estos listados los integren
vinos más cercanos a la realidad de los consumidores y dejar de hacer
tantos productos exclusivos y para pocos. Eso, creo yo, no tiene nada
que ver con la inflación del país… tiene que ver con decisiones de
empresa. Para mí, este es el desafío que debe perseguir la
vitivinicultura argenta…
¿Seremos capaces de hacer vinos más económicos? ¿Seremos capaces,
cada uno desde donde le toca, los comunicadores, profesionales y
aficionados, de modificar esta tendencia y dar una vuelta de timón para
que el vino nacional además de ganar premios gane consumidores?
Gracias por leernos,
Rumbovino.