Al entrar al reino, no podéis escapar sus responsabilidades, ni evitar sus obligaciones, pero recordad:
el yugo del evangelio es fácil y la carga de la verdad es ligera
Libro de Urantia. P´g.1766
Cuando la pandemia, las inclemencias del tiempo, los desastres naturales, las tormentas emocionales nos agobian, es precisamente el momento de demostrarle a nuestro Papá y Mamá del cielo, que confiamos en su amor, porque en lo íntimo de nuestro corazón sabemos que a pesar de las apariencias, todo lo que nos está sucediendo es para nuestro bien, pues los seres humanos crecemos espiritual y moralmente en medio de las dificultades y del dolor.
Jesús nunca nos dijo que el entrar en el Reino encontraríamos un lecho de rosas, por el contrario nos dijo: Enseñad a todos los creyentes que los que entran al reino no se vuelven inmunes a los accidentes del tiempo, ni a las catástrofes ordinarias de la naturaleza. El creer en el evangelio no prevendrá los problemas, pero sí asegurará que vosotros actuaréis sin miedo cuando los problemas ocurran. No os prometo liberaros del mar de adversidades, pero sí os prometo que navegaré a través de todas ellas con vosotros.1767"
Para entrar en el Reino, es preciso haber "aprendido a lidiar con la incertidumbre, animarse ante la desilusión y la derrota aparente, vigorizarse en presencia de las dificultades y exhibir un valor y una fe indomable al enfrentarse con los desafíos de lo inexplicable. 291" por eso, "cuando se acumulan las nubes, vuestra fe debe aceptar el hecho de la presencia del Espíritu residente y así poder contemplar más allá de las nieblas de la incertidumbre mortal, el brillo claro del sol de la rectitud eterna. 1194
Si en los momentos de prueba acudimos con confianza a nuestra unión sincera con nuestro Espíritu residente, él nos mostrará el Camino y nos permitirá disfrutar de esa paz que es capaz de trascender todo lo aparentemente negativo, porque de esta forma tendremos el poder de transmutar lo no deseado y seremos capaces "de cambiar la derrota por la victoria y aprenderemos como lo hizo Jesús, “a transformar las dificultades temporales en triunfos de eternidad, aprendiendo a vivir una vida celestial, mientras continuamos viviendo la vida terrestre.1405"