LECCIÓN 330

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Betina

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Nov 25, 2016, 3:31:23 AM11/25/16
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LECCIÓN 330

Hoy no volveré a hacerme daño.


1. Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. z¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? 3¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo? 4La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya pro­pia. 5El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. 6Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos.


2. Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. 2Y si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Con­tigo. 3Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser.


12. ¿Qué es el ego?


1. El ego no es otra cosa que idolatría; el símbolo de un yo limi­tado y separado, nacido en un cuerpo, condenado a sufrir y a que su vida acabe en la muerte. 2Es la "voluntad" que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo, y que adopta una forma en que Ésta es negada. 3El ego es la "prueba" de que la fuerza es débil y el amor temible, la vida en realidad es la muerte y sólo lo que se opone a Dios es verdad.


2. El ego es demente. 2Lleno de miedo, cree alzarse más allá de lo Omnipresente, aparte de la Totalidad y separado de lo Infinito. 3En su demencia cree también haber vencido a Dios Mismo. 4Y desde su terrible autonomía "ve" que la Voluntad de Dios ha sido destruida. 5Sueña con el castigo y tiembla ante las figuras de sus sueños: sus enemigos, que andan tras él queriendo asesinarlo antes de que él pueda proteger su seguridad atacándolos primero.


3. El Hijo de Dios no tiene ego. 2¿Qué puede saber él de la locura o de la muerte de Dios, cuando mora en Él? 3¿Qué puede saber de penas o de sufrimientos, cuando vive en una dicha eterna? 4¿Qué puede saber del miedo o del castigo, del pecado o de la culpabili­dad, del odio o del ataque, cuando lo único que le rodea es paz eterna, por siempre imperturbable y libre de todo conflicto, en la tranquilidad y silencio más profundos?


4. Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamien­tos, sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperan­zas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación y el precio que hay que pagar por creer en él. 2Desde el punto de vista del sufrimiento, el precio que hay que pagar por tener fe en él es tan inmenso que la ofrenda que se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión del Hijo de Dios. aY la sangre no puede sino correr ante el altar donde sus enfermizos seguidores se preparan para morir.


5. Una sola azucena de perdón, no obstante, puede transformar la oscuridad en luz y el altar a las ilusiones en el templo a la Vida Misma. 2Y la paz se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como Su Hijo, Su morada, Su dicha y Su amor, completamente Suyas, y completamente unidas a Él.


Hoy no volveré a hacerme daño.


6. 2¿Qué es el ego? 3Lo que antes era la oscuridad. 4¿Dónde está el ego? 5Donde antes estaba la oscuridad. 6¿Qué es ahora y dónde puede encon­trársele? 7No es nada y no se le puede encontrar en ninguna parte. 10¿Qué es el ego? 11Lo que antes era la maldad. 12¿Dónde está el ego? 13En una pesa­dilla que sólo parecía ser real mientras la estabas soñando. 14Donde antes había crucifixión ahora está el Hijo de Dios. 15¿Qué es el ego? 16¿Quién tiene necesidad de preguntar? 17¿Dónde está el ego? 18¿Quién necesita ir en busca de ilusiones ahora que los sue­ños han desaparecido? (MANUAL.Clarif. Term. 2:6:2-7,10-18)


Cuando tomamos la decisión de ya no dañarnos elegimos el perdón, y dejamos de ver a la víctima o al victimario, al enemigo (odio especial) o al ídolo salvador (amor especial) en una palabra, alguien en quien poder proyectar nuestra culpa y nuestro miedo al castigo. Dejar de hacernos daño requiere que nos observemos sin juicios, descubrir los diversos mecanismos que utilizamos para herirnos, para perder nuestra paz, porque solo cuando nos conocemos somos capaces de modificar conductas erróneas y retomar nuestra responsabilidad de cada pensamiento y acción, cambiar de maestro para poder ascender al milagro o Visión de Cristo, Quien ve a todas las personas unidas en la Filiación de Dios, y observa más allá de las diferencias aparentes que reflejan la separación que el ego sustenta.


El perdón nos permite dejar de dañarnos, desvanece la culpa y hace que el sufrimiento desaparezca, porque a través de él podemos reconocer que lo que pensamos que “nos hicieron” realmente nos lo hicimos nosotros mismos por nuestros juicios, nuestra falta de compasión y amor, ya que solo nosotros podemos privarnos de la paz de Dios, por lo tanto, perdonamos a los demás por lo que no nos hicieron, no por lo que nos hicieron. El perdón es el medio que lleva a Dios y que permite alcanzarle, mas es algo ajeno a Él porque nunca ha visto a Su Hijo culpable. Esta es la vía en la que los que lo saben pueden salvar la brecha entre la percepción y la verdad.


Nada real puede ser amenazado
Nada irreal existe
En esto radica la paz de Dios


NAMASTE

Georgina Arteaga

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