Un texto de reflexión universitaria.
Claudio Albertani*
La Universidad Autónoma de la Ciudad de México está pasando por la peor crisis laboral desde su nacimiento en 2001. Una banal controversia salarial puede convertirse en un engorroso conflicto institucional con graves consecuencias para todos nosotros, trabajadores, estudiantes e, incluso, autoridades.
El primer punto que someto a discusión es el siguiente: el problema que enfrentamos no es de carácter salarial o, mejor dicho, no es exclusivamente de carácter salarial. Es verdad que existe un diferendo al respecto, pero también lo es que la Coordinación Ejecutiva (CE) del Sindicato Unitario de Trabajadores de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (SUTUACM) –que incluye a personal académico, administrativo y de intendencia- se ha conducido con notable moderación y sentido de responsabilidad. Tan es así, que pasó rápidamente de una demanda inicial del 20 por ciento de incremento a un mucho más realista 5.11.
Seamos precisos. Lo que solicita el SUTUACM no es incremento, sino únicamente un ajuste pues, aún cuando fuera concedido, quedaría por debajo del 5.25 por ciento de la inflación estimada para 2010. La rectoría ofrece el 2.76. Reiteradas veces, la CE ha manifestado su disposición al diálogo. Traducido al lenguaje corriente, esto significa que aceptaría incluso menos de lo que está pidiendo. Es más, ante el argumento de que no hay dinero, responde que está dispuesta a esperar a que llegue.
La aclaración es pertinente porque en México es común destruir una institución incómoda alentando demandas salariales desproporcionadas a través de sindicatos corruptos. Evidentemente, no es el caso del SUTUACM pues hasta la fecha este ni siquiera ha optado por la huelga. Es bueno tenerlo presente. Aquí abro una paréntesis. ¿Por qué no hay dinero? Porque el lic. Ebrard quien, en ocasión de la toma de posesión de la dra. Orozco como rectora de la UACM el pasado mes de mayo, se había comprometido a entregar los 200 millones de ampliación presupuestal que nos corresponden, no lo ha hecho. El dinero, sencillamente, no ha llegado o, si ha llegado, se ha manejado de manera discrecional.
Así las cosas, se impone otra pregunta: ¿de verdad rectoría no puede llegar a un acuerdo con el SUTUACM? Claro que puede. La divergencia entre lo que se pide lo que se ofrece es mínima. El problema es que no quiere. ¿Y por qué no quiere? Responder resulta un tanto dificultoso ya que la política de la actual administración ha sido un tanto errática. Una posibilidad es que le apueste a desarticular al SUTUACM empujándolo a emprender un movimiento de huelga sin tener las condiciones por hacerlo. ¿Con cuáles objetivos? Tener las manos libres para imponer una restructuración laboral con abundantes recortes de personal “incómodo” (sabemos que ahora mismo algunos compañeros ya no están recibiendo sus quincenas), quebrantar la autonomía de nuestra institución e imponer una presencia más agresiva del gobierno de la Ciudad.
Una actuación así sería absolutamente irresponsable. Sin abundar en el absurdo evidente de una institución nacida con una vocación humanista y democrática en donde las autoridades actúan en la más rancia tradición priista, la verdad es que el tiro muy bien les podría salir por la culata. La historia enseña que apostarle a la pasividad de los trabajadores equivale a jugar con el fuego.
Otro elemento sumamente preocupante es la conducta de un grupo de compañeros de la UACM que el 7 de septiembre se presentaron ante la junta local de conciliación y arbitraje para solicitar se les otorguen “contratos individuales” y todavía más alarmante es la respuesta del presidente de la junta, lic. Ramón Montaño Cuadra que, palabra más, palabra menos, reza así: “no se preocupen, vamos a solucionar el asunto sin más trámites. Suscriban un convenio a título personal y ustedes serán los únicos beneficiarios”. El lector incrédulo puede escuchar la grabación en el sitio: http://vimeo.com/14782603.
Es una paradoja –una más- que una rectoría que se autodefine “progresista” cobijada por un gobierno local llamado “de izquierda” aplique a los trabajadores sindicalizados las mismas políticas que el gobierno panista utiliza en contra de los trabajadores del SME, de Cananea y de Mexicana de Aviación.
De implementarse una medida así, los firmantes cobrarían el magro ajuste del 2.76 por ciento, mientras que todos los demás –y somos mayoría- no recibiríamos nada. La consecuencia sería que en la UACM habría dos clases de trabajadores, unos de primera y otros de segunda, unos privilegiados y otros en la lista negra de los refractarios. Esto es inadmisible y rectoría todavía tiene la oportunidad de salir del enredo en que se metió renunciando a su intransigencia y retomando el camino de la negociación colectiva.
No es mi intención cuestionar la buena fe de los compañeros que escogieron el contrato individual para resolver sus justas demandas laborales. Sé que entre ellos hay luchadores sociales y precisamente por esto los invito a valorar la importancia de mantener la unidad del sindicato por encima de rencillas y rencores. Destruir el contrato colectivo significa destruir al SUTUACM, es decir al garante de nuestros derechos. Esto implica dejarnos a todos -no solamente a nosotros, sino también a ellos- en la indefensión. Los que hoy se muestran complacientes, muy bien mañana pueden volverse incómodos para esta u otra administración. ¿Quién los defenderá si permitimos que la autoridad destruya nuestro sindicato?
Como observa el abogado del SUTUACM, lic. Arturo Alcalde Justiniani (http://sutuacm.uacm.edu.mx/?p=317), no hay jurista serio que pueda sostener la tesis de que una negociación colectiva se resuelva con pactos individuales. Pero hay otras razones por las que la estrategia de rectoría no va a prosperar. Y es que sus repercusiones van mucho más allá de UACM pues sienta un pésimo antecedente a nivel nacional. Es por esto que el SUTUACM sigue recibiendo manifestaciones de solidaridad por parte de los principales gremios universitarios del país y de repudio a la política antilaboral de nuestras autoridades.
Sabemos perfectamente que lo que está pasando en nuestra casa de estudios es poca cosa comparado con la guerra civil que asecha al país. Sin embargo, es un botón de muestra de la grave descomposición social que vivimos y, por una cuestión de principios, ahora más que nunca, vamos a defender a nuestra UACM, a nuestro sindicato y a nuestra autonomía.
San Lorenzo Tezonco, 13 de septiembre de 2010.
* Profesor-investigador adscrito a la Academia de Historia y Sociedad Contemporánea, plantel San Lorenzo Tezonco.