UN INCENDIO DESTRUYO UN BARRIO DE CASAS PRECARIAS EN EL BAJO FLORES
Fuego en el asentamiento
Algunos vecinos denunciaron que
el fuego fue provocado por otros vecinos y destruyó todas las casillas.
El gobierno porteño realizó un censo para entregar un subsidio. Alrededor
de 300 familias perdieron su techo y todo lo que tenían.
Laura había llevado a tres de sus sobrinos a la salita sanitaria. Estaban
enfermos y su hermana, la mamá de los niños, le había pedido que la
acompañara. Sus otros cuatro sobrinos quedaron solos, durmiendo. Los
despertaron las llamas. Uno de ellos llamó a su mamá, asustado: “Se
prende todo fuego. Vení rápido”. La casilla en la que vivían todos juntos
–los siete chicos, Laura, su hermana y su cuñado– quedó hecha cenizas
igual que el resto de las que conformaban un asentamiento ubicado frente
al Club Social Deportivo y Cultural Español, en Bajo Flores, que se
incendió ayer a la mañana. Son alrededor de 300 familias las que
perdieron sus refugios precarios y lo poco que tenían dentro, aunque el
número preciso de personas afectadas sólo se sabrá luego del censo que
las autoridades del gobierno porteño iniciaron no bien se extinguieron
las últimas llamas, pasado el mediodía.
El asentamiento, que surgió hace seis años, “creció muchísimo en los
últimos seis meses, cuando (el jefe de Gobierno Mauricio) Macri empezó
con los desalojos”, comentó Margarita, que vivió allí “desde el
principio”. Y si bien tampoco hay certeza firme sobre el origen del
fuego, es “esa nueva oleada” de personas que llegó al barrio en los
últimos tiempos los señalados por el resto de los vecinos como los
culpables del incendio: “Prendieron fuego porque quieren cobrar
subsidios”, resonó fuerte.
Marisa y Romina, jóvenes madres de seis y tres niños respectivamente,
coincidieron en que “los primeros gritos de auxilio se sintieron a las
8”, pero que “no hubo tiempo más que para sacar a los nenes. Todo lo
demás se quemó”. Ocho dotaciones de bomberos trabajaron hasta pasadas las
13 para apagar las llamas que terminaron con el asentamiento ubicado en
Lacarra y Santiago de Compostela, Bajo Flores. No se registraron víctimas
fatales ni heridos de gravedad, pero 25 personas fueron asistidas con
asfixia y crisis nerviosa.
Si bien los bomberos apuntaban a “un calentador utilizado para combatir
el frío”, la versión nunca fue confirmada y entró en juego la hipótesis
del “incendio intencional”. Entre los vecinos, la última opción era la
que resonaba de manera permanente. “Bañaron con nafta a un eucalipto que
está a la entrada del barrio. y prendió enseguida”, denunció una
vecina.
–¿Quién pudo haberlo hecho?
–Los que vivían con carpas en las afueras del asentamiento, sobre la
calle. Llegaron hace poco. No son de acá. Buscan plata, nada
más.
La hipótesis sumó fuerza con las declaraciones del presidente de la
Comisión de Vivienda de la Legislatura porteña, Facundo Di Filippo: “De
acuerdo con el peritaje de los bomberos, se trató de un incendio
intencional, lo cual abre serias sospechas de que se alientan políticas
rayanas con lo criminal”, dijo.
Después de los bomberos, la Federal valló la zona para dar comienzo al
operativo de censo y entrega de subsidios, a cargo de los ministerios de
Justicia y Desarrollo Social porteños. Santiago de Compostela, la calle
sobre la que se asienta el barrio, quedó dividida por rejas verdes: desde
la puerta del Club Social Español hacia Lacarra, los vecinos del
asentamiento, “enjaulados”; del otro, familiares, medios de comunicación,
policías, curiosos. Con las horas, a la única valla verde se sumó otra,
unos metros hacia adelante, y un cordón policial. Los enjaulados
quedaron, así, a unos 30 metros del resto del mundo.
“Sólo pueden pasar los que tengan pulsera roja. Pero yo me fui de casa
muy temprano a trabajar y llegué recién. No me la dieron y ahora no me
dejan pasar. Mi nene se quedó solo en casa y no me dejan verlo. Ni sé
dónde está”, alcanzó a sollozar Sara, buscando con los ojos desorbitados,
entre la muchedumbre y a lo lejos. Según un funcionario de Desarrollo
Social, la entrega de pulseras “no es sólo para evitar que se meta gente
que no vivía en el asentamiento entre los verdaderos damnificados. Sino,
además, para poder continuar mañana con el censo”.
De estar apelotonados contra las vallas, los “enjaulados” que vivían en
el predio eran dirigidos –por un camino improvisado, también, con vallas–
al sector de censos, ubicado en la puerta del club, donde no más de 30
personas llenaban planillas tras planillas con los datos de un
representante de cada familia. Cada una era llamada luego por apellido, y
se le entregaba un cheque por 8200 pesos. Si bien “todo transcurrió con
calma”, como apuntó Matías Molinero, subsecretario de Seguridad del
Ministerio de Justicia, el proceso era lento y se estancó aún más cuando
los 30 censistas se redujeron a la mitad pasadas las 20. No obstante,
nada de eso sobresaltó a los funcionarios: “No se van a producir desmanes
porque ellos saben que van a cobrar la plata. Y como hay plata de por
medio... lo mismo pasó con Villa Cartón”, apuntó Molinero, que aseguró
que “se les va a dar asilo durante esta noche” a los que no llegaron a
ser censados, aunque nadie especificó en qué lugar (ver aparte).
Informe: Ailín Bullentini.
“No fue la vulnerabilidad”
Más de 460 familias perdieron
todo en febrero de 2007, cuando un incendio iniciado en la madrugada
devoró las casillas de Villa Cartón, ubicada bajo la autopista AU7, en
Villa Soldati, donde vivían. Al igual que sucedió ayer en Bajo Flores –y
a pocas cuadras de allí– algunas sospechas apuntaban a una primera chispa
intencional. El resto del trabajo lo hicieron las maderas, cartón y otros
elementos inflamables rejuntados por las familias dedicadas al cartoneo.
El fuego fue implacable y desbordó la escena desde un primer momento.
Incluso la hipótesis cobró fuerza en la boca de la entonces ministra de
Derechos Humanos y Sociales, Gabriela Cerruti, que aseguró no tener dudas
de que “el fuego en el asentamiento fue intencional, no fue un tema de
vulnerabilidad”
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-126760-2009-06-17.html