…..seguimos expuestos a
inundaciones pues toda la zona metropolitana está en cañadas y pasos naturales
de arroyos que hemos urbanizado. Es incongruente que mientras en otras partes
del mundo se paguen cantidades de dinero por limpiar los ríos, aquí se empeñan
en llenarlos de canchas, juegos y otras cosas que no vienen al caso. La cortina
cuando mucho, recogerá la lluvia de algunos 20 cañones de la sierra, dejando a
otro tanto sin control alguno. Además no entendemos los ciclos que nos anuncian
que debemos tener cuidado de las lluvias y de las inundaciones, pues todavía no
tenemos la necesaria infraestructura hidráulica que evite tantos destrozos.
Tenemos ciclos que nos recuerdan que entre 20 y 30, el río Santa
Catarina reencuentra su vocación de río. Aunque lo veamos seco e inofensivo, es
un gigante que además de vida, ha traído muerte y destrucción.
Así como el río Santa Catarina ha dado vida y desarrollo a
la zona metropolitana, también ha dado destrucción. Se tienen referencias de
que Monterrey ha sufrido al menos 15 inundaciones.
La primera inundación que tenemos referencia, gracias a los
registros históricos, es la de 1611 y otra en 1612. La primera destruyó la
original ciudad de Monterrey que estaba cercana a los ojos de agua de Santa
Lucía. Eso hizo que se trazara otra población en donde actualmente está la
plaza Zaragoza. El cronista Alonso de León supo por testigos que la mitad de
las casas quedó destruida.
En septiembre de 1636 se repitió una inundación, Alonso de
León se refiere a ella tan destructiva que: “parece se abrieron las cataratas
del cielo y rompieron las fuentes del abismo de las sierras, según las bocas
por ellas reventaron… llevándose las arboledas de sus riveras, desgajándose de
sus sierras las peñas, causando pavor y miedo, derribó todas las casas de
Monterrey y las iglesias, dejándolo hecho un desierto”.
Por crónicas de la época se sabe que los ríos La Silla,
Santa Catarina y Pesquería se desbordaron provocando muchas desgracias. Seis
años después, en 1642 y 1648, después de unas fuertes lluvias, el río Santa
Catarina volvió a salirse de su cauce y se repitieron en 1716, 1752, 1756,
1775, 1782.
Ya en el siglo XIX, en 1810 y en 1881 el río Santa Catarina
recuperó incontenible su cauce, causando destrozos de gran consideración. Y las
fuertes lluvias que provocaron las inundaciones en 1909. Las más recordadas por
sus efectos destructivos, pues se calcula que murieron cerca de 5 mil personas
y muchos municipios quedaron prácticamente barridos, como General Bravo, Los
Aldamas, los Rayones, Santa Catarina, Monterrey y especialmente el popular
barrio de San Luisito, actualmente la colonia Independencia.
Precisamente en ese año, las aguas embravecidas del Río
Santa Catarina se llevaron todo lo que encontraron a su paso, se dice que eral
tal la desolación, la destrucción y la tristeza imperante, que su testimonios
pueden verse en el libro El río fiera, bramaba de Osvaldo Sánchez y Alfonso
Zaragoza que publicó el AGENL en 1989 y otro publicado por don Humberto
Buentello Chapa. También en el año de 1910 llovió fuertemente en la región.
Las aguas del Santa Catarina también hicieron de las suyas
el 28 de agosto de 1938, cuando las lluvias se presentaron todo el día y el
nivel del agua subió hasta un metro incluso en los lugares más altos de
Monterrey. En el mes de septiembre de 1967 el huracán Beulah trajo también
inundaciones sobre la ciudad y en 1978 copiosas lluvias inundaron el cauce del
río.
Hace 21 años la del Huracán Gilberto, que convertido en
tormenta tropical, dejó sentir su fuerza entre el 15 y 16 de septiembre de 1988
cuando vació su furia en un gigante que estaba dormido.
Aparentemente cada 20 o 30 años, el río Santa Catarina
provoca inundaciones en Monterrey y sus municipios aledaños. La memoria y el
temor a ellas, hacen que nuestros gobernantes realicen obras para evitar más
problemas. Por ejemplo, siendo gobernador Ignacio Morones Prieto se iniciaron
la obras de canalización del río en 1953 y con Fernando Canales Clariond se
inició la construcción de la llamada cortina rompepicos
Se
los paso al costo
Existe
la creencia popular que para predecir las lluvias en Monterrey, hay que ver
como los negros nubarrones se ponen encima del cerro de la Silla pareciendo
grandes humaredas.
O
incluso los antiguos decían un refrán: “cuando el cerro de la Silla sombrilla y
el de las Mitras sombrero, seguro aguacero”.
Y
cuando estaba el aguacero y los truenos muy fuertes, las viejitas rezaban:
“Santa Bárbara doncea, que en el cielo fuiste estrea, líbranos de la centea”.
Lo
cierto es que éste jueves 27 de agosto se cumplirán 100 años de una de las
inundaciones que ha sufrido nuestra zona metropolitana y los municipios
situados en la cuenca del río San Juan que abarca a los ríos Pesquería,
Salinas, Santa Catarina y Ramos.
Como
preámbulo de la tragedia, el 10 de agosto de 1909, se habían dado una fuertes
lluvias que también habían causado destrozos a Monterrey y a sus municipios
aledaños. La población apenas se estaba recuperando cuando el día 27 de agosto,
se dejaron sentir fuertes ve ntarrones que venían por el cañón del
Huajuco.
Se dice que la inundación de 1909 es la más
terrible de todas, pues proporcionalmente hubo más pérdidas humanas y
materiales.
Hace
100 años, Monterrey contaba con 80 mil habitantes y el estado de Nuevo León
sumaba 300 mil personas. De acuerdo a testigos de la época, se decía que las
causas de gran inundación de 1909 eran dos:
la
situación de Monterrey en un valle rodeado de montañas y su posición con
respecto a la entrada a la Sierra Madre conocida como la Boca del Potrero de
Santa Catarina, conocida actualmente como el cañón de la Huasteca
y
porque el río Santa Catarina recoge el agua que cae en 32 cañones.
Precisamente el río que más ha expuesto a
constantes peligros de inundación, es el río Santa Catarina. Este nace en plena
Sierra Madre Oriental, en la llamada Sierra de San José, cerca del Tarillal en
Santiago, Nuevo León, a 2,369 metros sobre el nivel del mar.
El río
luego se interna a Santa Catarina por el cañón de San Cristóbal. De ahí hasta
la boca del potrero que ahora llaman de la Huasteca, el río recoge las aguas de
32 cañones que a su vez reciben los torrentes de las lluvias que se dan en
Santiago y Santa Catarina, de la Mesa del Norte y de las sierras de Arteaga,
Saltillo y Ramos Arizpe, Coahuila.
El
río Santa Catarina corre primero de sur a norte y luego de sureste a noroeste,
atravesando un cañón largo y angosto entre las estribaciones de la llamada
Sierra del Toro o Taray y de algunos poblados de Santa Catarina como San
Cristóbal, El Marrubial, Tinajas, El Alto, los García, Buenos Aires, Nogales y
los Horcones para luego salir ya engrandecido por el Cañón de Santa Catarina.
Luego se desliza por desfiladeros de la
sierra de Anáhuac ya en terrenos de Santa Catarina y luego de San Pedro. En
donde estaban los antiguos molinos Jesús María, se nutre con las venidas del
agua que conduce el arroyo del Obispo, que caen en la sierra de las Mitras.
Se
interna a Monterrey por la antigua comunidad de San Jerónimo y sigue
atravesando a los municipios de Monterrey, Guadalupe y Juárez; hasta que en
Cadereyta se junta como tributario del río San Juan para después desembocar en
el río Bravo.
Las aguas que lleva regularmente el río
Santa Catarina se deben a los escurrimientos de agua de los pantanos
subterráneos, ya sea de los deshielos de la sierra de Arteaga y de Saltillo, de
la humedad que captan los distintos ecosistemas y de mantos freáticos que hacen
brotar manantiales que alimentan al río y como les decía al principio, porque
recoge la lluvia de 32 cañones o accesos de cadenas montañosas que componen a
la parte serrana que pertenece a Santa Catarina.
Esos
cañones reciben los nombres del Pajonal, la Mielera, Santa Juliana, Sandías,
Salazar, San Pablo, Escaleras, Cortinas entre otros más.
Ahora,
¿porqué su cauce es seco regularmente en todo el año? Por que los servicios de
Agua y Drenaje de Monterrey mantienen poco menos de 30 pozos de agua con una
profundidad fluctuante entre los 80 y 114 metros, de los cuales se saca el
vital líquido para el consumo humano e incluso industrial de García, Santa
Catarina, San Pedro Garza García y parte de Monterrey.
También hay una respuesta que tiene que ver
con la leyenda relacionada con la Virgen de la Purísima, cuando dicen que
llovió 40 días en 1757 y Antonia Teresa, la zapatera tlaxcalteca, llevó a la
imagen de la virgen Chiquita y con ella tocó las aguas embravecidas del río
Santa Catarina, desde entonces, dicen que su caudal se oculta en el lugar
conocido como Morteros y que resurge en San Jerónimo.
La
distancia existente que va de la entrada del cañón de Santa Catarina hasta la
calle Juárez de Monterrey, son de 14.5 kilómetros en línea recta. Por tener un
cauce sinuoso, el río baja en una pendiente promedio de 10 metros por
kilómetro, haciendo que su cauce se vuelva más peligroso, incluso que la de los
llamados rápidos de las cataratas del Niágara.
El río
Santa Catarina, hizo posible el establecimiento de Monterrey y su zona
metropolitana y generó un sistema económico basado en la agricultura, la
ganadería y la minería. En la época colonial, la llamada hacienda de Santa
Catalina fue una de las más prósperas e importantes del Nuevo Reino de León. En
documentos coloniales aparece como “la mejor de todas las haciendas desde
Zacatecas a estas partes”. Y todo porque contaba con agua suficiente del Río
Santa Catarina. Durante la época colonial irrigaba las labores agrícolas de los
municipios que ya les mencioné.
En el
siglo XIX, con su fuerza alimentó las antiguas industrias de los molinos Jesús
María, la Fama, la Leona, el Blanqueo y la Sombrerería Universal, iniciando así
la industrializació n de la zona metropolitana. Ya en el siglo XX apoyó las
labores de minería y de ganadería, luego los procesos de industrializació n e
hizo posible que se abastecieran del vital líquido lugares como García, Santa
Catarina, San Pedro Garza García, Monterrey, Guadalupe, Juárez y Cadereyta.