Sobre la perseverancia hacia el objetivo en la vía, del Mawadd al-Gayziya del shayj al-Alawi
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«Haz de la perseverancia (ṣabr)1 tu provisión; de la satisfacción (riḍā) tu montura; y de la realidad Divina (al-Ḥaqq) tu objetivo y tu dirección»
En el camino hacia Dios existen numerosas trampas y obstáculos que requieren que el murīd
posea la mejor predisposición para no retroceder en su marcha ni
fracasar en su objetivo ante ellas. Por ello el autor –Dios esté
satisfecho de él– le aconseja tales palabras: «¡Murīd!, haz de la perseverancia tu provisión, que es la mejor de las provisiones». Dios –exaltado sea– dice: ¡Creyentes! Sed pacientes, perseverad, manteneos firmes y temed a Dios: conseguiréis el éxito final (3:200). Si el murīd no se aprovisiona adecuadamente de perseverancia y de piedad (taqwa)2 se encontrará con dificultades que harán fracasar su fuerza de voluntad, y la mejor provisión es la piedad (2:197).
Quien no mantiene su
perseverancia, ¿cómo podrá enfrentarse a los reveses impredecibles que
encuentre en su camino? Por el contrario, la perseverancia ejemplar (ṣabr ŷamīl) es la que convierte cada dificultad en beneficio y provee de satisfacción frente al Decreto,3
como lo reafirma al añadir: «y de la satisfacción tu montura»; porque
con ella se acelera tu marcha hacia la Realidad divina. El alma
satisfecha en la búsqueda de Dios es aceptada por Él.4[436]
Sin esta satisfacción es muy difícil mantenerse, a la larga, en la vía
espiritual, ya que la Sublime Presencia está rodeada de adversidades,
que incluso llegan a complicar la vida del buscador para poner a prueba
su sinceridad, tal como Él –glorificado sea– ha dicho: ¿Piensan acaso que con decir ‘creemos’ se les dejará tranquilos y no serán puestos a prueba? (29:2). Y también dice: Ciertamente
os probaremos con algo de miedo, de hambre, de pérdida de bienes, de
personas, de frutos. ¡Enhorabuena a quienes perseveran! (2:155). En consecuencia, persevera y sigue el ejemplo de quien dijo:
¡Que bello es perseverar para satisfacer a quien amo
Sin decepcionarle jamás!
¡Cuanta es mi firmeza por respetar su amor
Y resistir sin cansancio cualquier adversidad!5
Cuenta Ŷunayd que en
cierta ocasión que durmió en casa de Sarī al-Saqatī –Dios este
satisfecho de ambos– éste le despertó para decirle: «¡Oh Ŷunayd! Vi que
estaba junto a mi Señor –exaltado sea– y me decía: “¡Sarī!, he creado a
los hombres y todos afirmaron que Me amaban. Luego he creado este mundo
para ellos y Me abandonaron nueve de cada diez. Creé a continuación el
Paraíso y, de ese décimo que aún quedaba, otros nueve de cada diez Me
olvidaron. Creé el Infierno y, de esos que aún estaban junto a Mí, solo
quedó otro décimo. Arrojé en estos la semilla de las calamidades y
volvió a reducirse su número en una décima parte. Entonces les dije a
los que aún se mantenían:
–No queréis este mundo, ni deseáis el Paraíso, ni huís del Infierno, ni os asustan las pruebas, ¿qué es lo que queréis?
–Tú sabes bien lo que queremos–respondieron. Así que les dije:
–Os voy a probar en cada
uno de vuestros movimientos de tal forma que ni las montañas mejor
ancladas resistirían en pie, ¿vais a poderlo soportar?
–Si Tú eres El que pones a prueba, haz lo que quieras –respondieron.
–Esos son mis verdaderos servidores– me dijo»6
Si no fuera por la familiaridad y la asistencia de ese estado de
satisfacción, ¿cómo hubieran podido llegar a soportar una carga que
puede aplanar a las mismas montañas? «¡La prueba es en función con la
elección del vínculo (al-balā` wukila bi-l-walā`)!»
En resumen, quien no hace
del estado de satisfacción su montura no alcanza su objetivo; quien
tiene por objetivo la Realidad Divina no se detiene ante nada. Hasta se
deleita con cualquier tormento que le acerque y sufre con cualquier
dicha que le separe. ¿Qué favor hay en estar velado y qué prueba hay en
estar próximo?
Dicen:
¿Qué rechazo hay salvo el de tu amor?
¿Qué pena si no tu alejamiento?
Dulce es tu castigo y tu maltrato
Si es la pasión quien dicta justicia.7
Y también:
Castígame como quieras salvo apartarme de Ti.
Soy el más fiel amante en complacerte.
Llévate lo que aún me resta de vida
Porque no hay amor si de mi sangre algo queda.8
La Realidad Divina es el auténtico objetivo del
enamorado y no hay obstáculo que le aparte de Ella. Por el contrario, si
el objetivo son sus ilusiones y no comprende cuál es el fin de la vía
espiritual, le verás vacilante en sus dudas y la cosa más insignificante
le impedirá seguir su camino, porque, en el fondo, su aspiración se
limita a lo creado. Si su verdadero deseo espiritual estuviese más allá
de las huríes y de los alcázares, de las recompensas y de los méritos,
de los grados y de las estaciones, enfrentarse con las desgracias no le
habría perturbado, como tampoco le apartarían de su propósito los
fenómenos extraordinarios y sobrenaturales. El objetivo de la gente del
Conocimiento está más allá de todo eso. Dije en un poema:
Atrás dejamos el Paraíso y la beldad de sus huríes.
¿De qué me sirve la Recompensa celeste si he conseguido mi deseo?9
El fracaso, pues, de muchos seguidores de este camino y su dificultad para lograr la apertura espiritual (fatḥ) se debe a la falta de un guía con conocimiento iniciático (al-muršīdu l-‛ārif bi-l-masālik)
o a su ignorancia sobre el objetivo final de esta comunidad elegida.
Muchos de los que están vinculados a la vía no saben cuál es el objetivo
real del Conocimiento ni a dónde conduce el proceso de su realización.
Puede, incluso, que uno pase junto a una estación espiritual de gran
valor y no le preste apenas atención porque está sólo pendiente de sus
propias ideas y de supuestos infundados. Si antes de comenzar su camino
espiritual hubiera examinado cuál es su auténtico fin su realización no
se le complicaría de tal modo.10
Dije en un poema:
Pendiente de las criaturas, de su Señor se aparta.
Engañado, engaña, ignorante de su Significado.
Son buscadores que, perplejos, han dejado su camino,
Y, sin objetivo, fracasan y lo inventan.
Han descuidado la verdad evidente
Y continúan su marcha sin esperar ya verLe.11
El objetivo del ‛ārif no es otro que realizar el vínculo de unión con Dios (wuṣūl),
es decir, reconocerle como el Exterior, el Único que se manifiesta en
el Universo, pues a Él nada Le vela; es el Manifiesto, el Evidente. Así
realiza el verdadero significado de la ilustre aleya: Él es el Primero y el Último, el Exterior y el Interior (57:3), o Hacia donde quiera que os volváis, ahí está el Rostro de Dios (2:115).
Cuando todos los grados de la Existencia (marātib al-wuŷūd) se imprimen en él, la Plenitud del Absoluto (ṣamdāniyya) le lleva al No-ser de la Unidad Divina (gayb al-aḥadiya),
donde quedan perplejos los pensamientos y el rastro de esta existencia
desaparece. Entonces el heraldo de la Unicidad, en ausencia de toda
dualidad, exclama: –¿De quien es hoy el Reino? –De Dios, el Único, el Irresistible (40: 16), es la respuesta del ‛ārif.12
Cuando la visión del
corazón (basīra) ilumina el interior y constata lo que era, hasta
entonces, el secreto escondido e impenetrable, hace exclamar al ‛ārif: «He conocido a Dios en la incomparabilidad de Su trascendencia absoluta (tanzīh),
sin encontrar nada que se Le asemeje.» Las realidades espirituales de
la Esencia, más allá de los Nombres y de los Atributos, se lo confirman
plenamente y se dirigen a él con estas palabras: Lo más profundo del ser no desmintió lo que vió (53: 11).13
Luego levanta su mirada (baṣar), asistida por su visión interior (baṣīra), hacia el mundo del devenir (‛ālam al-talwīn)14 y queda maravillado por las posibilidades del acto creador (ṣifāt al-takwīn) hasta exclamar: Bendito sea Dios el mejor de los creadores (23:14).Tú eres el Primero y el Último, el Exterior y el Interior (57: 3). Es decir, que Nada hay semejante a Él, por la Incomparabilidad de la trascendencia (tanzīh); y Él es el que oye y el que ve (42: 11), en cuanto a la expresión de Su realidad analógica (tašbīh).15 Las mismas realidades espirituales de los Atributos, inherentes a los seres ratifican al ‛ārif diciéndole: La mirada ni se apartó ni se propasó (53: 17).16
El ‛ārif se convierte, así, en conocedor del mundo sutil (laṭīf) y del mundo grosero (kaŧīf),
de lo más insignificante y lo más precioso. Podrá decir, entonces, que
la Existencia es a la vez Belleza y Majestad, como lo exige la
Perfección Absoluta (kamāl), dado que Él es una Realidad incomparable y analógica a la vez. Todo procede de esos dos aspectos, donde quiera que os volváis, ahí está el Rostro de Dios (2: 115), Él, Quien es Dios en el Cielo y es Dios en la Tierra. Y Él es el Omnisciente (‛alīm) y El Sabio (ḥakīm) (43: 84).17 Es decir, en el Cielo de las esencias (laṭāfa), correspondiente a su Omnisciencia (‛ilm), y en la Tierra de las formas groseras (kaŧāfa), por lo que respecta a su Sabiduría (ḥikma). También podría decirse: en el Cielo de la incomparabilidad, si se tiene en cuenta que nada es semejante a Él, y en la Tierra de la analogía, considerando que Él es el que oye y el que ve. O puede decirse: en el Cielo de la Señoría con relación a Su Nombre el Sutil (al-Laṭīf) y en la Tierra de la servidumbre en relación con Su Nombre el Informado de todas las cosas (al-Jabīr).18
Lo que decimos se refiere a la Esencia Divina (al-Ďāt), que abarca todos los grados de la Existencia, sean de orden superior, propios de la Naturaleza Divina (lāhūt) o de orden inferior, propios de la condición humana (nāsūt). Queda claro, pues, que lo que el ‛ārif
busca de su Señor es contemplar la realidad misma de la Esencia divina
y, por la constatación de la Verdad, llegar a extinguirse totalmente de
sí mismo y de toda condición creada. Tras realizar el significado de la
Realidad Divina ha de regresar a la posición de respeto (adab) y
de cumplimiento con sus obligaciones. Éste es, sin más, el objetivo del
camino de esta gente. ¡Y Dios es garante de lo que decimos!
Aquel que tenga este
objetivo en la vía espiritual y su intención sea realizarlo conseguirá,
sin lugar a dudas, que se le abran las puertas en virtud de su recta
intención: “Quien emigre hacia Dios y Su Enviado, el fin de su
emigración es Dios y Su Enviado”. La vía espiritual se hace
interminable, sin embargo, para quien se entretiene en cuestiones de
otro orden, y podrás observar como se debate en las tinieblas una y otra
vez.
¡Hermano, ten cuidado!
Que tu intención no se aparte de lo que te hemos señalado; perderías un
gran bien y serías como el burro que trilla y da vueltas siempre en el
mismo sitio. Así es quien ha perdido el rumbo. Si Dios no dirige los
pasos de muchos buscadores es porque no están realmente necesitados de
Él. Si tuvieran esa necesidad de Él, Él les habría tenido en cuenta, o
acaso no ha dicho: ¿Quien atiende al necesitado cuando Le invoca? (27: 62).
¡Qué Dios te bendiga
hermano! Haz de la Realidad Divina tu única dirección y objetivo. Si te
atienes a ello encontrarás a Dios más cerca de ti que tu vena yugular.19 El Enviado de Dios –la bendición y la paz sean con él– ha dicho: “Concéntrate en Dios y Le encontrarás ante ti.”
Ten cuidado con la distracción, con la pereza y con los caprichos porque dejarías escapar la Realidad (al-Ḥaqq).
¡Qué desgracia y que pesar vivir en la impotencia de no encontrarLe! A
Dios pedimos una guía correcta y una resolución íntegra para lograr la
plena satisfacción de nuestro objetivo, que sea hacia Él y por Él, hasta
que nos abra las puertas de Su Aceptación y Su Satisfacción. La satisfacción de Dios es más grande. Ese es el mayor éxito (9: 72).
¡Amen!
1Ṣabr
se traduce generalmente por paciencia, pero este término sugiere una
actitud pasiva frente a la adversidad. El concepto de perseverancia, en
cambio, es su aspecto activo, lo que resulta más conforme con el término
árabe, porque como indica todo el comentario, supone la contemplación
de un objetivo o un resultado final.
2El
significado de tuqà o taqwa es el de prevenirse de la prueba o tener
cuidado de algo. Para profundizar sobre este concepto Véase al-Qušayrī,
Risāla, p. 188
3Hace referencia a una conocida oración del Profeta que dice: “Y otórganos una paciencia ejemplar.”
4Alusión a Corán 89:27-29: ¡Alma sosegada! ¡Vuelve a tu Señor, satisfecha, acepta! ¡Y entra con Mis siervos, entra en Mi Jardín!
5Ibn al-Fārid, Diwān, Tā`iyya.
6al-Yāfi‛ī, Rawḍ al-rawāḥīn.
7Ibn al-Fārid, Diwān, Huwa al-hubb…
8Ibn al-Fārid, Diwān, Mā bayna…
9Šayj al-‛Alāwī,Diwān, Tayyahat-nī lubnà.
10Véase Ibn ‛Abbad al-Rundī, “carta XVI”, Rasā`il al-Sugra, donde hace la misma observación.
11No aparece en el Diwān del Šayj.
12Maratīb al-wuŷūd
es un término usado por Ibn al-‛Arabi para describir la jerarquía
ontológica del cosmos en función del proceso del ascenso espiritual
relacionado con los Nombres divinos. El Šayj nos remite al sentido
práctico de este concepto. Para comprender la amplitud del término
remitimos a Chittick, SPK, p. 14, y el capítulo “The divine roots of hierarchy and conflict”, pp. 47 y siguientes.
13Esta estación, la de la Proximidad o Identidad Suprema (maqām al-qurb) implica la extinción del individuo (fanā`)
que Le contempla en la Incomparabilidad de la Esencia. Sobre este
concepto y la aleya citada véase el comentario del Šayj de la azora “Por
la Estrella” en su Lubāb al-‛ilm, p. 12-13.
14Esta segunda visión corresponde a la realización descendente y en ella el ‛ārif subsiste (baqā`)
por la contemplación de la Realidad Divina en las criaturas. Sobre la
realización descendente véase Guenón, Iniciación y Realización
Espiritual, p. 170 y J.L. Michon, Ibn ‛Ajiba et son Miraj, p.249 donde se relaciona el término talwīn con el de realización descendente.
15Estos dos aspectos de la Realidad Divina son profusamente comentados por el Šayj a lo largo de la obra.
16Tras la primera visión, los versículos siguientes aluden a la visión junto al loto del límite, del signo más grande de su Señor (53:18). La visión de ambos aspectos, el tašbīh y el tanzīh, es el perfecto reconocimiento de la unicidad (tawḥīd).
Sobre ambos conceptos remitimos nuevamente a la exposición que hace W.
Chittick de ambos conceptos en Ibn al-‛Arabī –y esta es aplicable al
Islam tradicional– en The Sufi Path of Knowledge, especialmente el capítulo 3, “On Theology”, y en concreto, sobre el tašbīh y el tanzīh a las paginas 68-76.
17Estos
dos Nombres divinos son, respectivamente, el del conocimiento universal
incondicionado y el de todas sus aplicaciones posibles y particulares.
18El Nombre al-Jabīr y el de al-Laṭīf (Corán 31:16 y en 67:14), aparecen también asociados al de al-Baṣīr, el Observador y al de ‛Alīm,
el Omnisciente, que hacen referencia a esos dos aspectos del
conocimiento que se han señalado en la nota anterior. Por otra parte, el
Šayj hace una alusión muy elíptica a este mismo Nombre al-Jabīr en el poema de su Diwān “‛anati-l-absār”:
Tu que tienes visión interior (basīr),
si no estás fuera de ti (hā`ir)
En la creación tienes una evidencia,
¿Quién se manifiesta en ella (zāhir)?
Si dices que es el Informado (al-Jabīr),
Te pedimos que seas discreto (sātir)
Y comprendas de Dios lo que oyes de mí.
19Paráfrasis de Corán 50:16: Sí, hemos creado al hombre. Sabemos lo que su mente le sugiere. Estamos más cerca de él que su misma vena yugular.