
La media estrella se la gana por su versión de “Star Wars main theme”. Es mala y sin Casio, pero en una reunión erudito-freak puedes decir “Ehhhh... chavaaaal... que esta versión es de Luis Cobos...”. Y nadie lo pillará.
El resto del disco deviene música de ascensor genérica: pura librería donde ni siquiera es capaz de sacarle partido a temas de probada eficacia sórdida como “El puente sobre el río Kwai”. Lo que podría haber hecho con ese tema en el 86 si grabase “Capriccio tailandés”...
G. Sanz habría dicho:
Perdido en una crisis de identidad de su ética musical, el hijo predilecto de Campo de Criptana acelera su decadencia otorgándose un nuevo papel en la diégesis de su trayectoria. Y, con su batuta afinada en clave nostálgica, protagoniza una compilación de celuloide con decorados de cartón piedra y disfraces de goma. Un Samuel Broston musical volteado por la inanición del ambient-lounge que no vale ni para una sesión golfa.
Amor (1997)


"Viento del sur 2" pero sustituyendo la orquesta tropical por los samplers de librería del disco “Oscars”. The worst of both worlds. ¿Qué fue del chis pun marca de la casa?
G. Sanz no se habría molestado ni en mirar la portada. Por muy mono que salga Luis.

¡Aquí estaba el chis pun! Con ‘Alazanes Blancos’ Luis Cobos graba el primer tema ORIGINAL de su discografía y nos demuestra que el chis pun aún circula por su sangre y su bigotón. La sordidez intrínseca del mundo equino en general y de los alazanes en particular hermana a Luis Cobos con la mejor herencia de Azúcar Moreno y Los Cantores de Hispalis. De acuerdo, el resto del disco no está a la altura, pero ver que aún hay vida y arte en Luis Cobos merece que nos tomemos un finito sevillano mientras decimos “¡Illo!” y nos arrodillemos ante la virgen del Rocío desfilando a ritmo de Casio PT-1. Porque en lo esencial está la verdad.
G.Sanz:
Tras sus paseos lounge-core por el celuloide y su descenso a los infiernos latinoamericanos, Cobos plantea su renacer con base en la ortodoxia de antaño. Y, en alas de un single incontestable (‘Alazanes Blancos’), retoma su verdadero ser en una visita introspectiva a la tradición hispana de sus primeros discos. Aires de levante y ritmo de rejoneo para un disco que no mantiene su promesa inicial, pero que sabe a nostalgia y moscatel.
¡Viva Mexico! (2000)