La culpa la tienes tu...el tururururu...!
jua...@yahoo.com
ETA...Hummm..!!?
Casi seguro estaríamos viviendo en Paz, Prosperidad, más
independientes, con mas amigos en todo el mundo, bien reconocidos por
nuestras tradiciones, admirados por todos por nuestra capacidad de
creatividad, Seguro que el Euskara seria la segunda lengua de
vascongadas y bien reconocida por el resto de españoles, casi seguro
que habría interés en el resto del estado español por aprenderla.
Los vascos estarían mejor mirados en todo el mundo, etc...
En lugar de todo eso, tenemos vascos aterrorizados por vascos porque
unos son mas vascos que los otros, destrucción de varias generaciones
de chic@s que han crecido entre la violencia, la intolerancia, las
mafias, los rencores, envidias, desconfianzas, miedo y celos, de todo
lo cual será casi imposible de rehabilitarles, enfrentados al resto de
Españoles, cuando en realidad somos la misma gente.
Digan lo que digan, no hay diferencia entre vascos y el resto de
españoles, aunque nos centremos en el ADN humano los vascos somos
españoles porque desde los Reyes Católicos, Vascos, Navarros,
Aragoneses, Cantabros, etc repoblaron las tierras reconquistadas a los
moros para formar la España de hoy, la España de todos, y aunque
residamos en distintas zonas de la península no dejamos de estar todos
relacionados, y eso es una cosa buena, el que todos tengamos algo en
que relacionarnos, algo en común, la misma historia, debemos de
exaltar las similitudes y apreciar las diferencias, en vez de inventar
diferencias y rechazar verdaderos canales de relaciones que no se
pueden evitar existen entre todos los españoles.
Os acordáis cuando éramos pequeños y todos veíamos el "Un, dos,
tres.." de Kiko Ledgard y los Supercicutas..? Eso es tener algo en
común y sano.
Un vasco mas..
Juako
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John Morey
Militar marca un descaro pronunciamiento, sinónimo en
España de Alzamiento Nacional contra el Estado de
Derecho. Ayer fue la República a la que otros
militares, con Franco a la cabeza, habían jurado
obediencia.
La proclama, pues, del espadón, seamos rigurosos, sólo
beneficia a la descarada estrategia de desgaste que
han emprendido el PP y los medios que le sirven contra
el PSOE a nivel general del Estado, y contra los
nacionalismos de Galicia, Euskadi y Catalunya en el
contexto fascista de la unidad intangible de España.
Después, vinieron las palabras de condena que suman
dudas a los recelos que inspiran las amenazas
golpistas que pretenden liquidar las políticas de
Gobiernos y Parlamentos, CAV de Euskadi y Catalunya,
con la arrogancia de creerse con derecho a interpretar
la Constitución desde la perspectiva del artículo 8 de
la Carta que, en verdad, le allana el camino al
Ejército para que se atreva con un juicio
interpretativo de las políticas del Estado y sus
consecuencias en el Cuarto de Banderas.
Es inaceptable, en un sistema democrático, un Título
constitucional que convierte al Ejército en guardián y
árbitro de los derechos de un pueblo.
En el ayer histórico cuando se anunciaba la catástrofe
del Alzamiento Nacional, para José Antonio Primo de
Rivera, recordemos, el Ejército salvaguarda «las
virtudes profundas de España».
Un medio de Madrid, ya se atrevió a expresar, debía
saber mucho, que «es muy probable que el caso Mena no
resulte un caso aislado, sino la expresión de un
estado de opinión amplio en medios militares». Este
anuncio, más el complemento, en el mismo medio, sobre
unos «ámbitos sociales concernidos por medidas
políticas que afectan la arquitectura constitucional
del Estado», parecieran querer profetizar, como ya
sucedió en el 36, la llegada de un poder fáctico y
paralelo al Estado.
En EE.UU., "The New York Times" editorializa que ve
«trogloditas en el Ejército de España» y continúa
afirmando que «los oficiales militares no desafían la
legitimidad de los gobiernos elegidos», en clara y
diáfana diferencia de análisis político y de
información con el medio de Madrid. Las cosas, como
dice Mariano Rajoy, no pasan porque sí. Suceden, ya lo
sabíamos Don Mariano, porque la derecha
tradicionalista de España necesita de gobiernos
domesticados y servidores silenciosos de sus
políticas. El resto, para ustedes, FAES-PP, es poesía
política y debilidad inacatable frente a los
nacionalismos vasco y catalán.
En este contexto, se entiende que la estrategia
enrabietada de la FAES-PP con AVT, Foro Ermua y otros
satélites, para recuperar el poder perdido en una
amarga derrota electoral, se fundamenta en un acoso
permanente y en todos los terrenos, alocado y cerril,
contra el gobierno del Estado, el Estatut y el
nacionalismo vasco.
Una actitud desesperada del PP que demuestra, más allá
de cualquier duda razonable, los efectos envenenados
que produce el agresivo neofranquismo de José María
Aznar desde la FAES, espolón de ataque del PP contra
la estabilidad democrática del Estado, aprovechando,
con particular encono, la debilidad orgánica del PSOE
y sus pasmosas contradicciones.
En definitiva, es un discurso oscuro y reaccionario
donde no hay análisis ni sentido ni entendimiento de
un Estado moderno, ni chispa ni gracia ni valoración
del costo de la operación neofranquista para España
que ya era, para Franco, «una unidad forjada en los
campos de batalla», incluido, entendemos, Gernika y la
matanza de Badajoz, ‘‘el Estado verdadero’’ para José
Antonio y «un nuevo concepto de la vida política» como
afirmaba Areilza; tres de los mentores históricos del
neofranquismo que impulsa la FAES, haciendo suya, en
un ejercicio de fascismo y memez política, la idea,
también joseantoniana de que el nacionalismo es «el
germen destructor de la unidad de España». Sólo en el
contexto de un profundo desquiciamiento político por
la derrota electoral, se entiende la provocadora
ofensiva del viaje a Iruñea del alelado Foro Ermua
para pedir la liquidación de los últimos restos de la
independencia perdida y que todavía le queman al Viejo
Reyno.
Únicamente así, perdido el sentido de la realidad,
puede entenderse que Del Burgo, acompañado con el
fuego santo de Loyola de Palacio, se haya atrevido a
calificar como ‘‘Viejo Reyno español’’ al Viejo Reyno
nabarro. El complemento a su insulto y bravuconería de
perdedor, fueron los 1.500 manifestantes, mal
contados, de la FAES-Foro Ermua que firmaron el
ridículo y la derrota en Nabarra «del nuevo concepto
de la vida política».
Que los dirigentes del Foro de Ermua políticamente
primarios y que José María Aznar sangre por la herida
de la derrota, explica que el neofranquismo de la
FAES-PP y sus satélites, sacralicen la barbarie del
Duque de Alba por la conquista de Nabarra para sus
amos de Castilla, pero Nabarra, hoy, exige del PP, sin
acomodadas transiciones del borrón y cuenta nueva, la
condena del terrorismo franquista que asesinó a más de
3.000 nabarros en las cunetas y cementerios del Viejo
Reyno. Una ordalía salvaje que comenzó con el
asesinato de Fortunato Aguirre, alcalde nacionalista
(PNV), de Lizarra-Estella.
En el otro extremo del arco ideológico, la defensa de
los derechos del pueblo, como capítulo central,
reunió, junto a Batasuna, al pensamiento nacionalista
en general, apoyando junto a representantes del Sinn
Féin y otras naciones sin estado, los derechos de
Euskalerria a la autodeterminación de Euskadi si así,
democráticamente, lo decide la voluntad del pueblo
vasco.
Fue una concentración popular, con miles de
asistentes, congregados en la defensa de sus derechos
básicos; una demostración ejemplar contra la perversa
Ley de Partidos que niega las dos ideas fundamentales
de la democracia: igualdad y libertad. Y la igualdad
política, con absoluta sencillez, quiere decir
igualdad de opción para los cargos públicos e igualdad
de sufragio entre otras consideraciones.
Con la libertad, en fin, están representados los
derechos y libertades y su concreción en unas tablas
de derechos que se integran en los textos
constitucionales, determinando la división de poderes
y el entendimiento escrito de la previsión de reformas
de la Carta y de los medios que la garanticen, al
entender que una Constitución no es mágica ni es
inmutable.
Como final de esta carta política, señalar que al
Estado centralista, ‘‘una, grande y libre’’ que
propone el PP, como al jacobinismo, también unitario
que determina el PSOE, con Patxi López como arquetipo
de inmovilismo jacobino, a ese Estado le empiezan a
saltar los puntos de un cosido histórico cerrado en
falso, con tres naciones, Galicia, Euskadi y Catalunya
que exigen la devolución de sus derechos, después de
largos años de explotación y persecución de su
cultura, idioma, ocupación del territorio, imposición
fraudulenta de una Historia falsificada e intervención
rapaz en la economía nacional de las tres naciones.
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