La Coca Cola un invento Masónico

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Alcoseri Vicente

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Dec 9, 2025, 9:03:06 PM (2 days ago) Dec 9
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La Coca Cola un invento Masónico

En la ciudad de Atlanta aún marcado por las cicatrices de la Guerra Civil, un farmacéutico de 55 años llamado John Stith Pemberton —veterano confederado, herido en la última batalla, adicto a la morfina por el dolor crónico— buscaba desesperadamente un remedio que le devolviera la vida sin esclavizarlo al opio. Corría el año 1886 y, entre alambiques humeantes y frascos de extractos exóticos, mezcló vino de coca, nuez de kola, aceite de naranja, lima, vainilla, canela y un toque de hojas de coca peruana (entonces legales).
Lo que empezó como un tónico medicinal para la “dispepsia nerviosa” y los dolores de cabeza —al que bautizó como “Coca-Cola, el vino de coca ideal”— terminó, tras retirar el alcohol por las leyes secas locales, convertido en el refresco más famoso y misterioso de la historia.
Sí, el Q:. H:. John Stith Pemberton fue un francmasón. Perteneció a varias logias masónicas en Estados Unidos.
Pemberton, el farmacéutico e inventor de la Coca-Cola, fue un miembro activo de la masonería y se tienen registros de su afiliación a las siguientes logias:
St. John's Lodge No. 3 en New Bern, Carolina del Norte.
Columbus  Lodge No. 7 en Columbus, Georgia.
Pemberton progresó dentro de la jerarquía masónica, aunque los registros disponibles se centran más en su pertenencia y su carrera profesional como farmacéutico y militar.
El Alquimista Masón y el Elixir de la Modernidad
Se sabe que se afilió a la Columbus Lodge No. 7, bajo la jurisdicción de la Gran Logia de Georgia, una de las logias pioneras del sur confederado, fundada en 1824 y arraigada en los principios de fraternidad y moralidad que florecieron en la posguerra.
Su tumba en el Linwood Cemetery de Columbus, Georgia, es un testamento eterno: grabada con la escuadra y el compás entrelazados —símbolos del Maestro Masón—, junto a emblemas confederados, proclama su orgullo fraternal incluso en la muerte, acaecida el 16 de agosto de 1888 a los 57 años, víctima de cáncer estomacal y morfina, en la pobreza que lo obligó a vender su fórmula por apenas 2.300 dólares .
Como escribió el historiador gastronómico Mark Pendergrast, autor del monumental For God, Country & Coca-Cola:
«Pemberton no inventó la felicidad en botella; inventó, sin saberlo, un mito moderno que combina farmacia, alquimia y marketing en proporciones perfectas».
Hoy, 139 años después, se consumen más de 10.800 vasos por segundo en todo el planeta (cifras oficiales de The Coca-Cola Company, 2024). Eso significa que, mientras lees esta frase, más de 100.000 personas están bebiendo Coca-Cola en algún rincón del mundo.
El secreto de su fórmula —conocida como “Merchandise 7X”— es tan celosamente guardado que supera en leyenda al supuesto tesoro templario o al ritual de los 33 grados masónicos. Frederick Allen, otro gran cronista de la empresa, lo describe así en Secret Formula:
«Sólo  un puñado de personas vivas conocen la receta completa, y nunca viajan dos de ellas en el mismo avión. El documento original duerme en una cámara acorazada en el SunTrust Bank de Atlanta, custodiada como si fuera el Santo Grial de los refrescos».
Pero yo como masón , voy más allá: Coca-Cola no es sólo  una bebida, es el primer gran hechizo líquido de la era industrial y capitalista. Es la alquimia masónica  convertida en consumo masivo. Logró algo que ni religiones ni imperios modernos han conseguido del todo: un ritual diario, universal y voluntario que cruza fronteras, clases sociales y generaciones. Cada burbuja que estalla en tu lengua es un eco lejano de la desesperación de un farmacéutico morfinómano que, sin querer, creó un milagro embotellado.
Y mientras empresas como Pepsi luchan por acercarse, y nuevas marcas “craft” intentan destronarla con ingredientes “naturales”, la Dama de Rojo sigue reinando. Porque, como dijo alguna vez el publicista Archie Lee en los años 30:
«No vendemos una bebida. Vendemos una pausa que refresca el alma».
Y el mundo, agotado, sigue comprando esa pausa… 10.800 veces por segundo.
Una de las grandes preguntas ¿Puede el Egregor Masónico Susurrar ideas a los masones Inventores?
Imagina un poder invisible tejido por siglos de rituales operados en logias, donde la escuadra y el compás no sólo  trazan líneas geométricas, sino que invocan una entidad etérea: el egregor masónico. No es un demonio ni un dios, sino un "pensamiento colectivo" —un alma grupal nacida de la voluntad unificada de hermanos que, en tenidas solemnes, alinean sus mentes hacia la luz de la virtud, la fraternidad y el progreso humano. Como describe René Guénon, el pensador esotérico que desentrañó estos misterios en sus obras sobre tradición y simbolismo, el egregor es "una fuerza psíquica autónoma, forjada por la fe y el ritual de una hermandad, que trasciende al individuo y lo eleva, o lo arrastra, según su pureza".
 En la masonería, este egregor no es invocado con fórmulas ocultas, sino que emerge orgánicamente de los votos de perfeccionamiento moral: un faro que ilumina la "piedra bruta" del alma, inspirando no sólo  ética, sino innovación. ¿Podría este soplo colectivo haber susurrado secretos a mentes como las de los masones como el Q:. H:.  John Pemberton, el Q:. H:.  "coronel" Harland Sanders creador del Pollo frito Kentucky  y el Q:. H:.  Samuel Hahnemann inventor de la Homeopatía , entre otros inventores masones como el Q:. H:. Abner Doubleday inventor del Beisbol  ?

Explorémoslo, tejiendo historia, esoterismo y un toque de especulación cautivadora, porque en las luces de la fraternidad, la verdad a menudo danza como una llama sorprendentemente enigmática .
La pregunta ¿Influyó el egregor masónico en su invención? Considera esto: la masonería sureña de la época, impregnada de ideales reformistas y alquímicos —eco de Paracelso, el padre de la iatroquímica masónica—, enfatizaba la transmutación de lo vil en oro, lo enfermo en sano. Pemberton, herido en la Batalla de Columbus, buscaba no sólo  un tónico digestivo, sino un "elixir de longevidad" que calmara el "demonio" de la morfina, un mal que él mismo llamó "dispepsia nerviosa".
 El egregor, esa energía colectiva de logias como la suya, podría haber amplificado su percepción : rituales que invocan la "luz interior" para curar el cuerpo profano, transformando un jarabe amargo en ese dulce licor llamado coca cola  en un ícono global que, irónicamente, "refresca el alma" con burbujas de efervescencia.
Mark Pendergrast, en su crónica For God, Country, and Coca-Cola, sugiere que Pemberton "alquimizó la desesperación en mito moderno", un eco masónico de Hiram Abiff resucitando del Templo caído. No hay diarios que lo confiesen, pero el paralelismo es hipnóticamente fascinante : ¿un susurro del egregor masónico guiando su mano hacia un elixir embotellado , que ha generado millones de dólares en ganancias ?
El Coronel Sanders el masón  Errante y su Secreto de Once Hierbas
Avancemos al siglo XX, donde Harland David Sanders —el "Coronel" de Kentucky, con su corbata de lazo y barba nívea— forjó el imperio de KFC a los 62 años, tras una vida de fracasos: granjero, ferretero, abogado fallido. Iniciado en 1917 en la Lodge No. 651 de Henryville, Indiana, y elevado al 33° grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado —el pináculo de la maestría simbólica—, Sanders encarnaba el ideal masónico de perseverancia.0 Como Maestro 33°, habría jurado custodiar secretos "para el bien de la humanidad", un voto que resuena en su fórmula oculta de once hierbas y especias, guardada en una bóveda como el Merchandise 7X de Pemberton. ¿Casualidad? El egregor masónico, forjado en rituales que celebran la abundancia y la caridad —piensa en las tenidas donde se comparte el pan simbólico—, podría haber infundido en Sanders esa tenacidad sureña. Él mismo donó millones a orfanatos y hospitales, un filántropo que, como relata la Gran Logia de Ohio, "demostró los valores fraternales en cada sartén humeante".Su KFC no es sólo  pollo frito; es un ritual moderno de comunión familiar, un banquete profano que evoca las mesas masónicas. El egregor, esa "presencia vigilante" descrita por Eliphas Lévi como un "ser terrible pero compasivo",quizás susurró en sus sueños errantes: transforma el hambre en imperio, el fracaso en legado eterno.
Samuel Hahnemann: El Médico Rebelde y la Ley de los Símiles
Retrocedamos al alba de la Ilustración, donde Christian Friedrich Samuel Hahnemann, padre de la homeopatía, destiló en 1796 su principio radical: similia similibus curentur —lo similar cura lo similar. Iniciado en 1777 en la logia "St. Andreas zu den drei Seeblättern" de Leipzig, y ascendido a Obermeister (Gran Maestro), Hahnemann era un masón devoto, atraído por los misterios ocultos que impregnaban la fraternidad alemana. Su Organon der Heilkunst abre con Aude sapere —"atrévete a saber"—, lema masónico que evoca la luz de la razón sobre la superstición. Influido por Paracelso —el alquimista masón cuya sombra se proyecta en las logias—, Hahnemann vio la homeopatía como una "fuerza vital" dinámica, un eco de la anima mundi masónica: la energía sutil que une microcosmos y macrocosmos.
 Richard Haehl, su biógrafo, confiesa que Hahnemann "centro su camino en el ocultismo" durante sus años en la logias masónicas, absorbiendo ideas de vitalismo y mesmerismo que moldearon su doctrina.
 El egregor, aquí, es palpable: rituales que diluyen lo profano en lo espiritual, como las diluciones homeopáticas que potencian lo infinitesimal. ¿Influyó en su creación? Absolutamente plausible; su homeopatía desafió la alopatía materialista con un holismo fraternal, curando no sólo  el cuerpo, sino el "espíritu enfermo" de la humanidad.
¿Un Egregor Común? La Hipótesis que Enciende la Imaginación
Sí, es posible —fascinantemente posible— que estos 4 masones , entre otros masones inventores , unidos por el compás invisible de la fraternidad, hayan bebido de un pozo compartido: el egregor masónico, esa "entidad psíquica" que, como explica el blog The Square Magazine, se nutre de rituales para "elevar las actividades mundanas hacia lo divino".
 No hay actas secretas que lo prueben —la masonería guarda sus velos—, pero los patrones saltan: invenciones curativas (tónicos, remedios, alimentos y deportes ), nacidas de adversidad, con fórmulas "ocultas" que promueven bienestar colectivo. El egregor, forjado en logias desde el siglo XVIII, amplifica la "voluntad grupal" hacia la innovación ética: Pemberton transmuta dolor en deleite, Sanders hambre en hospitalidad, Hahnemann enfermedad en equilibrio. Esoteristas como Peter Morrell argumentan que tales "raíces ocultas" en la masonería infunden creaciones con un "impulso vital" masónico.
Como Masón , forjado en Logias, veo en esto un eco cuántico: mentes sincronizadas por rituales generan campos de influencia sutil pero poderoso , como partículas entrelazadas. No es conspiración, sino sinfonía —un recordatorio de que la verdadera magia masónica reside en la unión.  Y en un mundo de fórmulas secretas masónicas de todo tipo , ¿quién dice que el egregor no sigue susurrando? Si te atreves, sintoniza con ese poderoso egregor , y seguro es sientas su pulso en la próxima tenida.
Alcoseri 

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