El Camino Masónico debe ser de Preparación y Prudencia
En los Augustos Templos de la Francmasonería, donde las mismas Liturgias con sus llamados a la paciencia guían al buscador hacia la Gran Luz del Arquitecto del Universo, se revela una verdad eterna: el verdadero conocimiento no se conquista por asalto, sino que se desvela paso a paso, con humildad y disciplina.
Como masones, sabemos que la iniciación no es un mero trámite ritual, sino un proceso alquímico que transforma el plomo de la ignorancia en el oro de la sabiduría.
Pero advertimos: en la Masonería, no hay que ir demasiado rápido. El mal hábito de escalar grados masónicos con precipitación es como edificar un templo sobre arenas movedizas; puede derrumbarse bajo el peso de revelaciones prematuras. Recuerda las palabras del sabio Krishnamurti: "La verdad no puede ser buscada; viene a ti". Esta esencia masónica nos enseña que la prisa en los grados —del Aprendiz al Maestro, y más allá— socava la preparación del alma, dejando al hermano expuesto a las sombras que acechan en la luz no merecida.
Permíteme compartir una experiencia aleccionadora de un masón imprudente, a quien llamaremos Hermano Elias. Ansioso por los misterios superiores, Elias, un Aprendiz recién iniciado, presionó a su Logia para avanzar rápidamente a los grados de Compañero y Maestro en apenas meses, ignorando las advertencias de sus hermanos mayores. Creyendo que su intelecto bastaba, forzó su ascenso sin internalizar las lecciones del primer grado: la humildad ante el trabajo en bruto. Pronto, en una ceremonia avanzada, experimentó una "iluminación" abrumadora, un torrente de símbolos y energías que su mente no estaba preparada para contener. Lo que siguió fue un colapso: dudas paralizantes, aislamiento de su familia y una crisis que lo llevó al borde de la desesperación. Sólo tras años de reflexión y regreso a los fundamentos masónicos, paso a paso, reconstruyó su templo interior. Esta anécdota ilustra el peligro de no honrar el ritmo gradual de la Masonería; como en los Vedas, donde se dice en el Rigveda (10.129): No había inexistencia ni existencia, entonces. No existía la atmósfera ni el cielo que está más allá. ¿Qué estaba oculto? ¿Dónde? ¿Protegido por quién? ¿Había agua allí insondablemente profunda? ¿Quién sabe de dónde ha surgido esta creación?", recordándonos que el misterio se revela en su propio tiempo, no en el nuestro.
Ahora, volvamos a la narrativa central, infundida con el espíritu masónico. Lo que estás a punto de explorar puede transformar tu comprensión de la espiritualidad, el despertar y el estado de iluminación, tan venerado en nuestras logias como la búsqueda de la Luz Suprema. Existe una verdad velada tras los cortinajes simbólicos del autoconocimiento, una que pocos revelan en las tenidas masónicas. ¿Y si el despertar no es el paraíso prometido? ¿Y si la luz, en vez de sanar, consume todo lo que eres? Imagina a un hombre común, un funcionario público con tres hijos y una vida ordenada, sentado en Logia como lo ha hecho por 2 años. Todo igual: misma hora, mismo día de las Tenidas, misma Logia, mismo silencio. Pero en esa noche de Tenida en Logia de 1987, el Francmasón Santiago —a quien podemos ver como un buscador iniciado— se sumergió en algo no claramente solicitado por él: un estruendo interno, una corriente de luz líquida ascendiendo por su columna vertebral y estallando en su cerebro.
Parece trascendental, masónico incluso, como la apertura del Tercer Ojo en los rituales hindúes. Sin embargo, lo que siguió fue un desmoronamiento total de su identidad. Pocos saben que tal iluminación forzada, sin el consentimiento del Masón , y sin una masónica preparación gradual, puede tornarse un infierno interior. Perdió la conexión emocional con su familia, el placer por la comida, la capacidad de dormir. Su cuerpo ardía como si fuego corriera por sus venas, y por 12 años vivió al filo de la locura. ¿Es el despertar siempre una bendición, como la elevación a un nuevo grado? ¿O hay un lado oscuro en este camino de luz del que pocos hablan en las logias?
Este comunicado no niega la necesidad de una espiritualidad en la Masonería ; la encara con la madurez masónica. Atravesaremos mitos, nos sumergiremos en verdades olvidadas y, tal vez, redefiniremos la evolución espiritual. Porque el verdadero despertar exige más que deseo: preparación, consentimiento y valentía, como en la progresión de nuestros grados. Antes de avanzar, atiende: existe una técnica que une espiritualidad y ciencia, extraída de textos antiguos y considerada leyenda hasta que investigaciones recientes confirmaron sus efectos en el cerebro. Este conocimiento, oculto en logias masónicas por siglos, ahora se sabe que se deber revelar con mucha cautela.
El Francmasón Santiago un chileno que radicó en Monterrey México, y que algunos masones del oriente de Nuevo León lo recordarán no buscaba milagros; era un masón común, sosteniendo a su familia con disciplina silenciosa. Pero en un instante, sin aviso en medio de un ritual masónico de lo más habitual, algo se quebró: el Q:. H:. Santiago describió un sonido como el chasquido de un nervio, un rugido ensordecedor, una luz líquida subiendo por su columna y explotando como una supernova en su cráneo. Por segundos, tocó la unión con el Todo, su conciencia expandida rozando el infinito. Mas ese éxtasis fue preludio de una noche oscura del alma. Al retornar, el amor por su esposa e hijos se evaporó; la comida provocaba náuseas; el sueño huyó. Su cuerpo, prisión en llamas. Doce años de un despertar sin elección, sin guía masónica, sin aparente retorno.
Este relato no es aislado, aunque permanece invisible en el discurso espiritual moderno. En nuestra era, cualquier elevación se vende como evolución, pero el cuerpo, mente y emociones necesitan tiempo, cuidado y preparación —como el Aprendiz puliendo la piedra bruta. De lo contrario, el néctar se vuelve veneno. Las tradiciones antiguas lo sabían: en el yoga, el despertar de la kundalini era peligroso como poderoso. Los textos advertían del fuego serpentino, que ilumina o consume. Exigían años de purificación, similar a nuestra progresión masónica. Nada se apresura, nada se impone.
Como en los Upanishads, el Chandogya Upanishad (6.8.7) enseña: "Tú eres eso" (Tat Tvam Asi), pero esta realización no se fuerza; surge de la contemplación gradual. Krishnamurti añade: "La meditación no es un medio para un fin. Es tanto el medio como el fin". Cuando la energía despierta sin preparación, la estructura psicológica se rompe, como cables derritiéndose bajo un flujo excesivo. Nuestra conciencia ordinaria no soporta la intensidad de la realidad última de golpe.
El caso del francmasón Santiago es advertencia en comunidades serias, como en logias donde se discute la luz interior. Aún romantizamos el despertar como siempre bienvenido. ¿Soportaríamos nuestra identidad deshaciéndose sin aviso? ¿Está el ego listo para morir sin haber vivido con integridad masónica? Hoy, el problema no es sólo la falta de preparación, sino la prisa —la industria que promete iluminación instantánea, empaquetando lo divino como mercancía.
El Precio del Despertar Prematuro
¿Qué ocurre cuando se cruza el velo sin mapa masónico, sin guía, sin brújula interior? No expansión, sino ruptura. Hay un precio oculto: emociones colapsadas, sentidos confundidos, tiempo y espacio disueltos. Personas funcionales caen en disociación, delirio o depresión. Muchas son abandonadas, desacreditadas. Imagina nervios vibrando al límite, mente reorganizando una realidad ilógica. Estos son testimonios de iluminación abrupta: agonía sagrada, no verdadero éxtasis, no es un despertar verdadero.
Estudios clínicos reconocen la "emergencia espiritual", término de Stanislav Grof, pionero en psicología transpersonal. No toda crisis es patológica, pero sin contexto, parece colapso psíquico. Prácticas como meditación profunda o enteógenos, sin preparación, desencadenan despersonalización, ansiedad, insomnio. Aún se difunden como caminos rápidos. ¿Es espiritualidad si atropella límites? No: la iluminación genuina transforma, no destruye.
El cuerpo es templo vivo; inyectar luz prematura es como poner un motor de cohete en una bicicleta: explota. En la cultura espiritual, culpan al practicante —ego resistente, falta de fe. Pocos guías acogen sin juzgar. Como en los Vedas, el Atharva Veda (10.2.28) advierte: "El fuego que quema el bosque también cocina la comida", recordando el equilibrio. Una flor no florece en invierno; la semilla necesita suelo fértil. En una sociedad de resultados instantáneos, ¿reconocemos el crecimiento lento?
Más peligroso: la industria lucrando con el despertar, prometiendo cielo sin infierno. Investigadores han medido efectos de técnicas antiguas, explicables por ciencia, ocultas en logias masónicas.
El Culto de la Iluminación Instantánea
La espiritualidad es ahora mercado: cápsulas, experiencias premium. "Activa tu kundalini en tres días". Lo sagrado, reducido a catálogo. Detrás: la falacia de que todos están listos siempre. En tradiciones como Vedanta o tantra, el acceso era tras años de purificación —como en Masonería, desarrollando "adhikara", cualificación interior. Maestros sabían: las energías no perdonan impreparación.
Constantemente vemos en Logias Masónicas a hermanos, tratando de escalar grados tan frenéticamente que no entienden ni porqué llegar a altos grados en Masonería , y estos masones siempre terminan perdidos en laberintos sin sentido.
Hoy, gurús digitales venden milagros; iniciaciones son motivacionales. Consecuencias: alumnos en colapso, psicosis por elevación, egos inflados. Cuando falla, abandonan al alumno: "No estabas listo". Marketing espiritual de falacias . Imagina un hospital operando sin exámenes: absurdo, pero común.
Falsos maestros confunden intensidad con profundidad. ¿Cómo discernir? Con silencio interior, como Krishnamurti: "El observador es lo observado". Siente el alma reconocer lo verdadero.
Aún hay esperanza: un camino donde la luz nutre, no lastima; expande, no destruye. ¿Cambiar lo inmediato por lo esencial?
El Camino de la Madurez Espiritual
Entre buscar iluminación como trofeo y permitirla florecer: diferencia brutal. El verdadero despertar es apertura suave, progresiva, con consentimiento. Dejamos experiencias extraordinarias por presencia en lo simple. En tradiciones auténticas, purificar percepción disuelve ilusiones. Preparación es el camino.
No rechazar luz, sino preparar el recipiente. El despertar honra límites: invita, no invade. Imagina conciencia como vaso de barro: oro derretido prematuro lo agrieta; etapas lo fortalecen. La Verdadera Espiritualidad madura con las décadas en Logia, acoge con discernimiento, dice "aún no" sin vergüenza. Progreso es el sostener paz en el caos.
Tú ya eres esa luz; prepara tu estructura humana. Proceso bello, sutil. El francmasón Santiago se integró tras 12 años, usando el dolor como advertencia: responsabilidad, conciencia. Mayor iluminación: vivir en paz, elegir integridad. Confía en la intuición de tu alma .
Si llegaste aquí, reconoces que el camino masónico se recorre con presencia y paciencia, no con prisa. Gracias a esta travesía en la Masonería, me encontré entre luces y sombras. Recuerdo mi primer vislumbre de la realidad , lo hice en silencio simple, seguido de confusión y luego de certezas, pero siempre puse en duda todo . Busqué las respuestas, no las hallé de inmediato . Entendí que no era falta de interés de mi parte, sino de maduración de mi parte.
¿Cuántas veces te viste en logia pretendiendo ser "más espiritual" cuando lo que necesitabas era ser más humano?
Alcoseri