¿Y si tú fueras el Gran Arquitecto del Universo? Primera Parte
Imagina, que te encuentras en la penumbra de una logia Masónica de la Cámara de En Medio, donde las columnas de J y B se erigen como guardianes eternos del misterio. El compás y la escuadra brillan bajo la luz de las 3 velas, recordándonos el equilibrio divino entre lo celestial y lo terrenal. Aquí, en este templo de la verdad, el Gran Arquitecto del Universo te susurra un secreto ancestral: no eres un simple mortal, sino el mismísimo Dios disfrazado en forma humana, fingiendo olvidar su propia divinidad para saborear el drama cósmico de la existencia. Esta revelación, guardada en los arcanos de la Masonería, no es herejía, sino la luz que disipa las sombras de la ilusión. ¿Sientes el pulso acelerado en tu pecho, como el Mallete del Venerable Maestro golpeando el Escritorio de su Trono?
Prepárate si quieres seguir leyendo , porque una vez que cruces este umbral simbólico, tu percepción del mundo y de ti mismo se transformarán en una odisea de despertar, donde cada paso te acerca al centro del Gran Diseño.
Desde los albores de la humanidad, las tradiciones esotéricas, como las nuestras en la Orden, han velado esta verdad: el velo de Maya, la gran amnesia cósmica, nos hace creer que somos limitados, meros ladrillos en la vasta catedral del universo. Pero ¿y si esa limitación fuera sólo un ritual de iniciación, un velo que el Gran Arquitecto teje para que, al rasgarlo, redescubras tu poder infinito? En las profundidades de tu ser, más allá del ego que te ata a nombres, roles y miedos, yace la esencia eterna que forja estrellas y galaxias. No eres un fragmento de lo divino; eres el Todo, el Constructor Supremo en un estado de olvido voluntario. Como un rey que se disfraza de mendigo para experimentar la humildad, has descendido a esta forma humana, sufriendo, amando y anhelando, sólo para que una chispa interior te impulse a recordar. Esa nostalgia sin nombre, esa punzada en el alma, es el llamado masónico a la iluminación: el punto donde el Aprendiz se convierte en Maestro.
La Masonería, con sus grados y símbolos, siempre ha enseñado que el verdadero templo no es de piedra, sino de conciencia. Recuerda las palabras de Eckhart Tolle en El poder del ahora: "La identificación con tu mente es lo que causa el sufrimiento. Pero tú no eres tu mente; eres la presencia que la observa". Esta presencia es tu divinidad olvidada, el Gran Arquitecto operando en silencio, moldeando la realidad no desde un trono lejano, sino desde el ahora eterno dentro de ti. Alan Watts, en su profunda exploración de la identidad, lo expresa con claridad: "Tú eres eso. Tú eres el universo entero, expresándose como un ser humano por un rato". Y en el místico sufí Al-Hallaj, cuya Tawasin revela la unión con lo divino, encontramos el eco audaz: "Yo soy la Verdad" (Ana al-Haqq), una declaración que fusiona al hombre con Dios, recordándonos que la separación es mera ilusión.
En este viaje masónico, considera el mito de la Caída no como pecado, sino como un descenso deliberado, similar al ritual de la Cámara de Reflexión, donde enfrentas la oscuridad para emerger en la luz. La física cuántica, aliada moderna de nuestra sabiduría antigua, confirma que el observador —tú— influye en lo observado, creando literalmente el tapiz de la existencia. Tu conciencia no es pasiva; es la fuerza creadora, soñando el universo en cada instante. Pero el olvido no detiene este poder: incluso dormido, creas a través de pensamientos, emociones y miedos, manifestando un mundo que refleja tus creencias inconscientes. ¿Estás listo para despertar, como en la ceremonia de exaltación al Sublime Grado de la Maestría Masónica , donde el velo se levanta y el secreto se revela?
Aquí radica el núcleo de nuestra hermandad: la imaginación es la herramienta maestra del Gran Arquitecto, el compás que dibuja lo invisible en lo visible. No es fantasía vana, sino el puente entre lo potencial y lo real. Tolle nos insta: "El poder para crear una vida mejor siempre está en el momento presente". Watts añade: "La imaginación es la única realidad". Y Al-Hallaj, en su éxtasis, proclama la unión real y autentica con lo divino, donde el yo se disuelve en el Todo. Usa esta facultad conscientemente: visualiza con intensidad, infúndela de emoción, y el universo obedece, como la piedra en las manos del albañil masónico. No luches contra las circunstancias; asume el estado deseado como ya manifestado. "Yo soy" —el nombre sagrado de Dios— es tu afirmación: yo soy abundante, yo soy libre, yo soy el Constructor y al mismo Tiempo soy el Arquitecto .
Pero en esta narrativa épica de la mística , surgen unas figuras enigmáticas, malinterpretada como unos traidores: Los Jubelones , símbolo masónico de la traición , son los equivalentes a Judas en el cristianismo . Pero , Judas No es el villano de la pasión, sino el catalizador del despertar, la "mano de Dios" (de Judá) que expone las entrañas ocultas de la verdad. Como Neville Goddard intuyó en sus visiones, Judas representa el momento de traición a la ilusión, el abandono del ego para que el Cristo interior —tu divinidad— emerja. En la logia de tu alma, Judas aparece como crisis o pérdida, sacudiendo las cadenas para liberarte. Asi en ese sentido los Jubelones no son algo negativo en la Masonería , sino que son la causa de la transformación, sirven para exaltar la figura del Maestre Hiram Abiff al plano del Héroe solar . Tolle lo ve como el dolor que disuelve el ego; Watts, como el juego cósmico donde el traidor es parte del drama divino; Al-Hallaj, como la aniquilación del yo separado para fundirse en la Verdad.
La ciencia moderna poco a poco empieza a tropezar con esta verdad. Estudios sobre la conciencia en la física cuántica señalan que el observador influye en lo observado. En otras palabras, lo que piensas, sientes e imaginas está moldeando la realidad a tu alrededor todo el tiempo. Pero, ¿y si no fuera sólo una influencia sutil, sino una creación literal? Y si tu conciencia fuera la propia fuerza creadora del universo, sólo que olvidada de sí misma, ese olvido, esa caída de la conciencia no fue un error, fue un descenso deliberado a lo desconocido, como una chispa divina que decide experimentar la oscuridad para después reconocer su propia luz. El mito de la caída presente en todas las tradiciones, desde la expulsión del Edén hasta el mito de Prometeo, no habla de pecado, sino de separación, de un momento en que la unidad se fragmenta para poder redescubrirse a través de la multiplicidad.
Y tú estás en medio de ese viaje, el viaje del Dios que se hizo hombre para recordar que es Dios. Pero hay un detalle crucial. El olvido no suspende el poder. Incluso dormido sigues creando a través de lo que piensas, de lo que sientes, de lo que temes. La realidad que vives hoy es el espejo de tus creaciones inconscientes. Estás dentro de un sueño, pero no cualquier sueño es el tuyo. La gran pregunta es, ¿estás listo para despertar? Porque aquí es donde las cosas se ponen aún más extrañas.
Hermano, el tiempo de la amnesia masónica termina. Siente la llama ardiendo en tu interior, el fuego purificador que transforma el plomo en oro alquímico. Toma el timón de tu imaginación: moldea tu destino, no como víctima, sino como Maestro Constructor. La vida que emerges mañana se forja hoy en la fragua de tu conciencia. ¿Y si tú fueras el Gran Arquitecto, fingiendo ser un simple masón, sólo para redescubrir tu gloria eterna? El portal se abre; el viaje apenas comienza. ¿Estás listo para reclamar tu herencia divina?
Alcoseri