El Símbolo Perdido» de Dan Brown y la Masonería

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Alcoseri Vicente

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El Símbolo Perdido» de Dan Brown y la Masonería

Una novela entre la masonería real y la ficción
El Símbolo Perdido (2009), tercera entrega de la saga de Robert Langdon, traslada la acción a Washington D.C. y convierte a la francmasonería en el eje de su intriga. El profesor de simbología Harvard es convocado urgentemente a la capital estadounidense tras el secuestro de su mentor y amigo, Peter Solomon, masón del grado 33.º. Una mano amputada tatuada con símbolos masónicos desencadena una frenética búsqueda de la mítica «Palabra Perdida» y de una pirámide que, según la novela, guardaría el secreto último de la humanidad.
Dan Brown mezcla con habilidad elementos históricos y simbólicos auténticos con una buena dosis de licencia creativa, generando un thriller vertiginoso que, sin embargo, ha sido criticado por su retrato sensacionalista de la masonería.
Lo que es históricamente correcto o verosímil
La masonería existe tal como la describe Brown: una fraternidad iniciática con logias, grados (Aprendiz, Compañero, Maestro y grados laterales), rituales simbólicos y herramientas emblemáticas (escuadra, compás,  mandil de piel de cordero, guantes blancos, etc.). Muchos padres fundadores de Estados Unidos fueron masones (George Washington, Benjamin Franklin, John Hancock), y la ciudad de Washington contiene abundante simbología masónica en su trazado urbano y en monumentos como el Capitolio, el obelisco o la Casa del Templo (sede del Rito Escocés Antiguo y Aceptado).
El «ojo que todo lo ve», la pirámide truncada del Gran Sello y referencias al Templo de Salomón forman parte del imaginario masónico real, aunque su interpretación varía según la obediencia o el rito que se practique.
Brown presenta a la masonería como una sociedad secreta omnipotente que custodia conocimientos ancestrales capaces de elevar la conciencia humana o destruir civilizaciones. En palabras del historiador masónico Arturo de Hoyos (33.º, bibliotecario de la Casa del Templo de Washington), «la novela toma símbolos auténticos y les atribuye un significado esotérico que la masonería nunca ha reivindicado». El grado 33.º, por ejemplo, es honorífico y no confiere poderes ocultos; la «Palabra Perdida» es una alegoría moral, no una fórmula mágica literal.
El crítico francés Pierre Mollier, conservador del Museo de la Francmasonería de París, señala: «Dan Brown comete el error habitual de confundir la masonería especulativa del siglo XVIII con las tradiciones herméticas y rosacruces; aunque hubo cruces históricos, no son lo mismo».
Lo que es pura ficción
La pirámide masónica, la cámara secreta bajo el Capitolio, los rituales sangrientos de Mal’akh, la transformación física extrema del villano y, sobre todo, la idea de que los «Antiguos Misterios» estén codificados en Washington y custodiados por una élite masónica son invenciones narrativas. Como resume el investigador español Alberto Bárcena: «El libro funciona como novela de entretenimiento, pero como retrato de la masonería es tan fiable como tomar El Código Da Vinci como manual de historia del cristianismo».
Opiniones internacionales sobre la relación novela-masonería
Estados Unidos: La Gran Logia de Columbia (la más antigua de Washington D.C.) organizó en 2009 charlas públicas para aclarar malentendidos generados por la novela. Su entonces Gran Maestro, Akram Elias, declaró: «Agradecemos la publicidad, pero lamentamos que millones crean ahora que somos guardianes de secretos apocalípticos».
Reino Unido: El periodista masónico Yasha Beresiner escribió en la revista Freemasonry Today: «Brown conoce los símbolos, pero ignora el espíritu: la masonería es una escuela de ética, no una secta de poder».
Italia: El Gran Oriente de Italia publicó un dossier titulado «Dan Brown y los masones: entre realidad y fantasía», donde reconoce la precisión de algunos detalles rituales (filtrados históricamente) pero rechaza la imagen conspirativa.
España y América Latina: El historiador José Antonio Ferrer Benimeli, mayor especialista hispano en masonería, afirmó: «El Símbolo Perdido repite el esquema de siempre: tomar un 10 % de historia real y añadirle un 90 % de espectáculo».
Mi valoración como  masón
Dan Brown es un maestro del «faction» (mezcla de fact y fiction). Sabe que la masonería real —una organización esencialmente filantrópica, moralista y discreta— no vendería 30 millones de ejemplares si la retratara tal cual. Necesita el gancho del «gran secreto prohibido». Y funciona: la novela disparó las búsquedas de Google sobre masonería en 2009-2010 como nunca antes. Asi es, esta novela hizo voltear al mundo hacia la Masonería.
Las películas de Hollywood, como las del novelista Dan Brown, en su  novela masónica, "The Lost Symbol" (El símbolo perdido), el autor de otros bestsellers hizo  voltear de nuevo al mundo hacia nuestra Orden Masónica. Por razones diversas, algunas positivas y otras negativas, existe hoy mucho interés por saber lo que es realmente la Masonería, y también existe curiosidad entre los académicos y los religiosos, esto hace resurgir una propensión hacia ella.
La descomposición del sistema de creencias, el peligroso fanatismo y la decadencia para utilizar el saber para fines perversos. Todo esto hace voltear al mundo hacia la Masonería, una institución que se basa en el Amor Fraternal, que ha sabido trasladarlo al Orden Social y Político.
 El atractivo reside ahora para muchos en la Masonería, que por desgracia, parece así llamado de ser falseado y mutilado para ajustarse a la mentalidad de aquellos que o bien son inocentes, porque ignoran la naturaleza real de una vía eminentemente espiritual e iniciática, o bien tratan de reducir deliberadamente las verdades más sublimes a su propia naturaleza mezquina. Pero junto a este interés coyuntural por la Masonería puede discernirse una atracción más profunda y genuina por parte de otros: los que desean sacar provecho de su penetración para beneficio espiritual de ellos, sea cual fuera la religión o senda espiritual que sigan, y los que buscan una vía espiritual genuina y están dispuestos a los requerimientos necesarios para alcanzar la cualificación que ésta vía exige.
 Sea entonces por un interés genuino, a la curiosidad, o bien sea debido a la erudición profana, vemos crecer hoy en el mundo la significación de la Masonería y el interés por su estudio. Es por ello que muchos hoy recurren a la Internet, en donde pueden leer de primara mano a los masones, aunque la Internet tendrá mucha información inexacta o falseada, será el buen criterio del lector el que sepa saber entender, cuando esta información es legitima o no.
Sin embargo, el precio es alto: refuerza estereotipos que aún hoy alimentan teorías conspirativas. Quien lea El Símbolo Perdido buscando entender qué es realmente la masonería quedará tan iluminado como quien pretenda aprender física cuántica viendo películas de Marvel.
En definitiva, disfrútala como un apasionante parque temático de símbolos y persecuciones nocturnas por Washington, pero si de verdad te interesa la francmasonería, cierra el libro y abre fuentes primarias: las constituciones de Anderson de 1723, los rituales  masónicos oficiales publicados por las propias Grandes Logias o los trabajos académicos de masones  historiadores serios. Allí no encontrarás pirámides mágicas ni palabras que transformen la conciencia colectiva… pero sí una tradición rica, compleja y mucho más humana de lo que la ficción necesita para vender.
Alcoseri 
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