La Masonería enseña que el hombre tiene importantes deberes que realizar, y un supremo destino que alcanzar en este mundo; que este mundo no es meramente un portal hacia el siguiente; que esta vida aunque no es la única es la parte integral y particular y en la que debemos tener en cuestión; el presente es nuestro escenario de acción y que el
futuro es para especular y tener confianza; el hombre fue enviado a la tierra para vivir en ella, gozar en ella, estudiarla, amarla, embellecerla y obtener lo mejor de ella. Es enviado a este mundo, no a estar deseando, soñando o estarse preparando para otro; sino a cumplir con su deber y su destino en este mundo; a hacer todo aquello que está en su poder para mejorarlo, para convertirlo en un escenario de
alegría para sí mismo, los que lo rodean y los que vendrán después.
La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo,por ello ¡Aprender y Hacer! éste es el trabajo del alma aquí abajo. El alma crece tal cual como crece verdaderamente un roble. Así como el árbol toma el carbono del aire, el rocío, la lluvia, y la luz, y el alimento que la tierra provee a sus raíces, y por sus misteriosas transmutaciones químicas se convierte
en la savia y la fibra, en la madera y hoja, y flor y fruta, y color y perfume, así el alma se embebe de conocimiento y por una alquimia divina cambia lo que aprende en su propia sustancia, y crece desde su interior hacia el exterior con una fuerza y una energía inherentes como aquella que se oculta en el grano del trigo.