Sientes un Dolor en el Alma ¿Porqué es ese Dolor y cómo aliviarlo?

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Alcoseri Vicente

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Aug 25, 2025, 7:41:23 PM (12 days ago) Aug 25
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Sientes un Dolor en el Alma ¿Por qué es ese Dolor y cómo aliviarlo?

Hoy, 25 de agosto de 2025, quiero invitarte a una reflexión profunda y honesta. Dime, ¿cuántas veces en este mismo día te has sentido apesadumbrado, como si las circunstancias te abrumaran , o simplemente exhausto de cargar con tu propia sombra? , pero este día , solamente es otro mal día igual a los anteriores , pero las cosas podrían cambiar para ti y mejorar. Estamos atrapados en el torbellino de nuestra mente, arrastrados por una corriente incesante de pensamientos y preocupaciones  que nos aplastan, nos juzgan y se repiten como un eco interminable. "No eres lo suficientemente bueno", nos susurran, y lo peor es que hemos aprendido a creerles ciegamente. Pero imagina si te revelara que existe una masónica práctica ancestral, casi velada en secreto, capaz de romper ese ciclo vicioso. Una técnica masónica empleada por hermanos en prolongadas sesiones de introspección durante las Tenidas en la Logia, diseñada para disolver el rencor que albergamos hacia nosotros mismos y acallar el ruido mental que nos consume.

Esto no es una simple rutina de relajación superficial. Hablamos de un método transformador, respaldado por investigaciones científicas y custodiado por siglos de sabiduría esotérica. Una disciplina que no te pide fe en deidades ni renunciar a tu vida cotidiana, sólo la voluntad de confrontarte a ti mismo, cara a cara, por primera vez en mucho tiempo. Sin embargo, advierto: este sendero no es fácil. Demanda coraje para enfrentar el dolor que has esquivado durante años. ¿Estás preparado para desenterrar lo que yace oculto tras tus pensamientos más sombríos? ¿Listo para desmantelar los patrones invisibles que han minado tu serenidad interior? Entonces, inhala profundamente y acompáñame en este viaje masónico.

Seguro  que como masón has sentido que al sesionar en una Tenida en logia , algo cambia que te hace relajarte al menos durante el periodo que estas dentro del Templo Masónico, pero esta experiencia de tranquilidad puede prolongarse durante tu vida cotidiana.

¿Te has sentido alguna vez como un náufrago a merced de tu propia mente? Como si las ideas surgieran de la nada, tomaran las riendas y te llevaran a deriva sin aviso. Si es así, no estás sólo en esa tormenta. La cruda realidad es que la mayoría transita la vida en ese estado de inconsciencia, pensando en exceso, sintiendo poco y reaccionando sin comprender las raíces de esas respuestas. Todo inicia con una noción sutil pero destructiva: la idea de que algo falla en nosotros. Nuestra cultura nos inculca desde la infancia que no somos suficientes. La publicidad lo refuerza con sutileza diaria: necesitas un cuerpo ideal, un coche lujoso, un estilo de vida de revista. Sólo entonces serás feliz. Así se forja la cárcel. Comenzamos a perseguir, a acumular, a huir, siempre tras un vacío que nunca se llena. Y cuando caemos, cuando erramos, nos volvemos verdugos de nosotros mismos, culpándonos por no medirnos a la altura.

Ese sentimiento de insuficiencia se convierte en un coro interno implacable, voces críticas que retumban en la cabeza: "Eres un fracaso. Nadie te quiere de veras. Jamás cambiarás". Para tantos, esta es la melodía cotidiana de la existencia. Y cuando se arraiga, moldea la realidad tangible. No es mera figura retórica; la neurociencia demuestra que patrones negativos persistentes reconfiguran el cerebro, amplificando ansiedad, depresión y autodesprecio. Por eso, aun inmersos en confort material, nos sentimos cada vez más inquietos por dentro. Las estadísticas son elocuentes: naciones líderes en prosperidad económica, como Estados Unidos y el Reino Unido, se hunden en índices de felicidad global, mientras los suicidios, especialmente entre jóvenes, escalan a cifras alarmantes. ¿Cómo se explica? Hemos construido el mundo más cómodo de la historia, pero también el más inhóspito para el alma.

La mente contemporánea es un campo de batalla donde el adversario no acecha afuera, sino dentro. Lo más pérfido: tiene tu voz, conoce tus vulnerabilidades y murmura sin pausa. Pero aquí las cosas toman un giro fascinante, porque según la Masonería, el dilema no radica en los pensamientos mismos, sino en el apego que les concedemos. Eso lo transforma todo. ¿Estás dispuesto a cuestionar lo que crees sobre ti mismo? ¿Puedes visualizar lo que ocurriría si descubrieras que la paz anhelada ya reside en tu interior, sepultada pero viva?

Permíteme revelarte algo crucial. Existe una práctica mental ancestral, extraída de textos antiguos vinculados a la Cábala Judía y que son retomados por masones de todo el mundo, que despierta regiones cerebrales ligadas a la intuición, la claridad y la manifestación. Investigadores recientes han examinado sus efectos y confirmado que se pueden medir y explicar científicamente. Por mucho tiempo, este saber se mantuvo oculto, no del tipo que se difunde libremente en redes sociales.

Algunos dolores  no se ignoran; se acumulan en silencio, se disfrazan en la vorágine diaria hasta que el cuerpo colapsa, la mente se quiebra y el mundo parece desintegrarse. Eso le sucedió al masón Hermano Elías Cuenca . Si alguna vez has caminado al filo entre mantener las apariencias y estallar por dentro, su historia podría resonar contigo. Antes de ingresar en la fraternidad, Elías Cuenca antes de convertirse en  Masón  era un joven empresario activo entre la Ciudad de Monterrey y la Ciudad de México. Superficialmente, todo fluía: eventos sociales, ambiciones, una carrera ascendente. Pero en las sombras, su mente era un laberinto explosivo. Depresión, ansiedad, traumas pendientes y una voz interna cruel lo acechaban, repitiéndole que era un impostor, que nada bastaría para satisfacerlo . Hasta que un día, su cuerpo gritó "basta". Despertó en un Hotel de la Ciudad de México con opresión en el pecho y sudor helado. Creyó en un infarto, pero lo que lo derrumbaba no era físico: era el peso de una vida erigida en huida de sí mismo.

Ese colapso no es exclusivo suyo. ¿Cuántas veces has sofocado tu dolor con distracciones? ¿Cuántas has recurrido a trabajo excesivo, redes, placeres efímeros, comida o alcohol para no mirar adentro? Elías Cuenca  huyó de sí hasta agotar los caminos, y al tocar fondo, comprendió una verdad que muchos evadimos toda la vida: el dolor evitado es la clave de la liberación. Así, aceptó la invitación de un masón y se unió a una Logia masónica. Al principio en Logia , por desesperación pura, no buscaba elevación espiritual , sólo alivio del sufrimiento. Se encontró en una Tenida ya de aprendiz de Masón, aislado del mundo exterior, al menos por esos momentos en logia por fin sintió paz , pero saliendo de Logia de nuevo enfrentando una tormenta interna tan feroz que intentó fugarse de nuevo del mundo profano . En un arrebato de pánico, regreso a Logia, llegó a otro Taller Masónico donde fue acogido fraternalmente , pero,  salió de nuevo al mundo profano  y literalmente corrió por la calle, dominado por terror abrumador. Pero allí, bajo la lluvia y el desorden, algo mudó. Se detuvo, respiró y captó que no huía del mundo profano , sino de sí mismo.

He aquí un punto crucial: puedes mudar de ciudad, empleo o pareja, pero sin introspección, tu sufrimiento te seguirá como una sombra fiel. Es el dolor no procesado el que sabotea decisiones, lazos y paz. Como afirmó Carl Jung: "Lo que resistes, persiste; lo que aceptas, se transforma". Con esa epifanía masónica , Elías Cuenca regresaba constantemente a Logia a asistir a Tenidas. Pasó días en reflexión solitaria y decidió: "Aprendo a coexistir con mi dolor o me destruye". Ese fue el viraje, el arrojo de cesar la fuga. Pero surge una paradoja potente: en vez de erradicar el dolor, lo convirtió en objeto de meditación durante la Tenida. Transformó el sufrimiento en sendero, dejó de buscar culpables en el pasado. Se enfocó en la sensación pura del dolor en el alma, observándola como una herida abierta, sin juicios ni etiquetas, sólo con presencia absoluta.

¿Puedes concebirlo? Estar con tu dolor sin borrarlo, racionalizarlo o evadirlo. Eso requiere una fortaleza que pocos poseen, porque el abismo no es fin, sino portal a la transformación. Cuando todo se desmorona, sólo perdura lo auténtico. En ese vacío, El Francmasón Elías Cuenca  experimentó un amor inédito: el amor propio. Pero cuidado, este amor no es el glamoroso de libros de autoayuda o posts virales. Es un amor callado, compasivo, sutil, como acunar un ave herida con delicadeza. Y en ese abrazo de compasión, la curación inicia. ¿Es factible hallar sosiego en el dolor más hondo? ¿Puede lo que más evitas liberarte? Tal vez lleves heridas ancestrales, creyendo imposible acallar la voz que te dice "no bastas". Pero ¿y si ese dolor fuera el camino, aguardando ser acogido?

Profundicemos, porque aquí se desvela el secreto masónico genuino. Llega un momento en el viaje interior donde las palabras fallan, la mente se agota de teorías y el corazón desfallece de sufrir. Fue entonces cuando el Q:. H:.  Elías Cuenca  descubrió la práctica masónica de transmutar el sufrimiento en meditación durante la Tenida, no para deshacerse de él, sino para acogerlo con profundidad. Ese es el arcano que pocos osan aplicar, pues exige confrontar el dolor con los ojos del espíritu abiertos. En la Logia, la sensación para Elías  era de sacar  un puñal de su pecho, girando lento pero saliendo poco a poco, un tormento físico y emocional en su interioridad en ocasiones que ninguna evasión mitigaba. Intentaba razonar, revivía abusos, rechazos, fracasos, pero cuanto más hurgaba, más se hundía. Hasta que optó por lo impensable: cesar la narrativa y sentir el dolor crudo, sin defensas ni excusas.

Por alguna razón el Masón Elías Cuenca comenzó su curación emocional , había dado pronto con la clave masónica , de autocuración , de resolver su problemática, la Masonería de por si, no  nos ayuda jamás a resolver nuestros problemas , sino que hace algo mejor, nos muestra el camino  a que nosotros mismos nos sanemos y nos ayudemos.  

Ese es el núcleo: en lugar de resistir, observa; en vez de juzgar, acepta; en lugar de odiarte por sufrir, ofrece amor a esa parte herida. Suena simple, pero choca con nuestro condicionamiento. Nuestro instinto es distraernos, entumecernos o buscar remedios externos. Esta práctica dice: "Siéntate, respira y siente". Científicamente, no es misticismo; estudios de neuroplasticidad, como los de Richard Davidson en la Universidad de Wisconsin, prueban que prácticas de compasión y atención plena remodelan zonas cerebrales ligadas al bienestar y la resiliencia. Al dirigir amor a tu dolor, alteras tu neurología. No es poesía: es fisiología.

El Masón Elías Cuenca  visualizó su dolor como un animal herido, un pájaro con ala rota. En vez de rechazarlo, lo sostenía con cuidado: "Estoy aquí contigo", le decía a su tristeza. Poco a poco, el monstruo interno se volvía familiar, y amigable . Y en ese acogimiento, algo milagroso ocurría: el dolor menguaba, la desesperación se evaporaba. Pero no es magia; es entrenamiento, con repetición, paciencia y disposición a fallar y reiniciar. Por eso, el enfoque en la meditación no es silenciar la mente ni erradicar pensamientos —esa es una falacia común—. La esencia es el retorno: notar que te perdiste en divagaciones y, con gentileza, volver a la respiración, al cuerpo, al ahora. Elías Cuenca el Masón  lo resume así: sólo tres movimientos en la meditación: presencia, distracción y regreso. Cada retorno fortalece el músculo mental, declarando que eliges no ser esclavo de pensamientos, retomando el timón, liberándote paso a paso.

Imagina aplicar esto en tus momentos más lacerantes, no como escape, sino como acto consciente; no para olvidar, sino para transmutar; mirando la herida y diciendo "Te veo y te acepto", en vez de "Esto no debió ocurrir". Ese es el antídoto al auto-odio. El secreto: convertir el dolor en meditación, en puente, en portal. Descubres que no temías el dolor, sino la resistencia a él. Pero ¿es viable vivir en paz con cicatrices profundas? ¿Silenciar el remolino mental sin huir de la vida? La respuesta está más cerca de lo imaginable.

Para reforzar esta verdad, recordemos las palabras del Evangelio de Tomás, un texto apócrifo  antiguo  y rechazado por la Iglesia Católica, pero  que ilumina el reino interior. En el dicho 70, Jesús afirma: "Lo que tienes dentro de ti te salvará si lo sacas a la luz. Lo que no tienes dentro de ti te matará si no lo tienes dentro de ti". Esta enseñanza resuena con la necesidad de traer a la superficie lo oculto en nosotros, transformando el dolor reprimido en salvación. Similarmente, en el dicho 3 del mismo Evangelio de Tomas: "El reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros. Cuando os conozcáis a vosotros mismos, entonces seréis conocidos, y comprenderéis que sois hijos del Padre vivo. Pero si no os conocéis, vivís en la pobreza y sois esa pobreza". Aquí, se enfatiza el autoconocimiento como puerta a la plenitud, recordándonos que la paz no se busca afuera, sino en el reconocimiento de nuestra esencia divina.

Y si todo lo anhelado ya morara en ti, cubierto por estratos de pensamientos, traumas y condicionamientos. ¿Y si la felicidad no fuera efímera, sino un estado consciente accesible ahora, incluso en días turbulentos? Esa es la promesa audaz de la Masonería: libertad poniendo orden en el caos. No ausencia de problemas, ni paz inmutable, sino la habilidad de no ser devorado por  la perniciosa charla interna . Estar con tristeza, ira o miedo sin sucumbir. Ser el vasto cielo, no las nubes pasajeras. Como dicen los maestros: "No eres tus pensamientos; eres el observador". Esta noción, abstracta al inicio, tiene bases espirituales y científicas. La neurociencia confirma que la meditación altera el cerebro, engrosando la corteza prefrontal —como mostró Sara Lazar en Harvard—, mejorando autocontrol y empatía.

Los antiguos lo sabían antes de los escáneres, y El Q:. H:. Elías Cuenca , tras años en Tenidas silenciosas, emergió con una nueva relación con sus pensamientos: ya no combatía ni huía; los veía venir y partir como olas en la orilla. Eso es libertad: no reaccionar, elegir. Lo bello: requiere una Logia Personal , no siempre una Logia Física , requiere de aislamiento perpetuo, sólo dedicación diaria —minutos de sentarte, respirar, observar— con consistencia y amor. Esta práctica es subversiva: arrebata poder al sistema que lucra con tu inseguridad, restaurando tu soberanía mental.

¿Notas cómo la sociedad moderna es una factoría de distracciones? Cada alerta, feed interminable, tendencia nos aleja de nosotros. Estar presente es revolucionario: un ser presente no consume por falta, no se compara por normas, no se odia por adoctrinamiento. El Q:. H:. Elías Cuenca , al retornar a su interioridad, no era el mismo: no por iluminación súbita, sino por pactar con su oscuridad. El dolor que lo aplastaba se volvió aliado; el rumiar mental, una nube distante. Descubrió amarse no pese a heridas, sino a través de ellas. La práctica se profundiza al entender que no esperas perfección para la paz: la paz es el suelo de la sanación; el amor propio, el bálsamo en la hemorragia.

Para ilustrar cómo detener la charla interna, recordemos un cuento de Nasrudin, el sabio sufí enloquecido  de sabiduría . Un día, un discípulo angustiado le preguntó a Nasrudin: "¿Cómo silencio el parloteo incesante en mi cabeza? Mis pensamientos no paran, como un mercado ruidoso". Nasrudin sonrió y respondió: "Es sencillo. Sólo promete no pensar en un camello blanco durante el próximo minuto". El discípulo lo intentó, pero inmediatamente su mente se llenó de camellos blancos galopando. "¡Maestro, ahora no puedo dejar de pensar en ellos!", exclamó. Nasrudin rio: "Ahí está la lección. Cuanto más luchas por expulsar los pensamientos, más se multiplican. En cambio, obsérvalos como nubes: vienen, pasan, sin aferrarte. La charla se aquieta cuando dejas de combatirla". Esta anécdota nos enseña que el silencio mental surge no de fuerza, sino de aceptación gentil, alineándose con la práctica masónica.

Otro dicho del Evangelio de Tomás refuerza esto, en el 5: "Reconoce lo que está ante tu vista, y lo que está oculto se te revelará. Pues nada hay escondido que no llegue a manifestarse". Al observar sin juicio, lo interno se desvela, disolviendo el caos. Y en el dicho 77 del mismo Evangelio de Tomás dice: "Yo soy la luz que está sobre todos. Yo soy el todo. De mí salió el todo, y a mí retorna el todo. "Corta un trozo de madera, y allí estoy yo. Levanta la piedra, y allí me encontrarás". Esto evoca la presencia divina en todo, incluso en nuestro interior turbulento, invitándonos a hallar lo sagrado en el dolor cotidiano.

Esta libertad no es sólo personal: al liberarte de la cárcel mental, te vuelves más presente para otros, más compasivo. Imagina despertar y, en vez de rechazarte a ti mismo por imperfecciones, agradecer la vida; ver pensamientos turbulentos y decir: "Los noto, pero no los sigo". Estar en el ojo del huracán con pies firmes en la conciencia. Sí, exige práctica, caídas y levantadas, compasión diaria, pero recompensa cada instante. ¿Listo para cesar la huida de ti mismo? Para creer que mereces amor sin "arreglarte" antes. Tal vez la revolución sea estar presente con todo tu ser, sin censura ni vergüenza: aceptar lo que eres con ternura y valor.

Si has llegado hasta aquí, algo en ti ya se transforma. Sutil, pero real: un espacio de silencio entre pensamientos, una mirada curiosa hacia ti.

Esta práctica masónica no promete paz vacía; es una llamada valiente a intimar con tu dolor, abrazar lo evitado, dejando de ser rehén de historias hirientes para escribir un capítulo nuevo: tú, entero, imperfecto, digno de amor.

Quiero compartir algo personal. Hace 30 años, cuando era aprendiz de masón , aún , me sentía perdido en el laberinto de lo profano .  Me sentía ajeno a la Logia, me sentía sin guía, sin mapa: sólo una mente inquieta y la sensación de no encajar en el Mundo profano , ni en el mundo masónico. Una noche de insomnio, me senté en el suelo, cerré los ojos y respiré. No por espiritualidad fingida, sólo para detener la fuga. Sin fanfarrias, sentí paz: un minuto de paz. Bastó para recomenzar. Tal vez hoy sea tu instante. Si esto te conmovió, inhala hondo.  Seguro tienes una pregunta que cargas hace años; hay dos puertas frente a ti  donde encontrar la respuesta a tu pregunta , al abrir la primera revela un masónico  secreto ancestral que ignoras, pero sientes en el corazón seria una revelación . La otra puerta te regresa al mundo profano de todo los días  ¿Cuál eliges?  Decide con el alma. Te veo allí al otro lado de la puerta .

Alcoseri 

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