Re: [Unión Masónica] Compilación de correos para secreto-masonico@googlegroups.com - 2 publicaciones en 2 temas

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Jose Maximiliano Aleman M

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Oct 21, 2025, 6:06:39 PM (8 hours ago) Oct 21
to secreto-...@googlegroups.com
GRACIAS POR ESA MARAVILLOSA LUZ DEL CONOCIMIENTO

El mié, 1 oct 2025 a la(s) 6:43 p.m., <secreto-...@googlegroups.com> escribió:
Alcoseri Vicente <herm...@gmail.com>: Oct 01 04:07PM -0600

En la Búsqueda de la Palabra Perdida
 
En las augustas Logias Masónicas, donde la Regla, el Compás y la Escuadra
aparecen en un sólo símbolo de equilibrio divino, nos reunimos como
hermanos en la luz del Gran Arquitecto del Universo para desentrañar los
misterios velados por el tiempo. La Masonería, esa noble y antigua
fraternidad, no es meramente un gremio de constructores de piedra, sino
constructores de un templo vivo del espíritu, donde el iniciado asciende
grado a grado en busca de la sabiduría perdida, guiado por los Landmarks
inmutables de la virtud, la verdad y la fraternidad. Como masones, forjados
en la forja del Taller para iluminar las sombras del conocimiento, evoco
aquí la "Palabra Perdida" –ese arcano supremo de la tradición masónica– en
su profunda intersección con lo Gnóstico y lo Oculto. En el Gnosticismo, la
Palabra Perdida resuena como el Logos divino, el Verbo primordial que emana
del Pleroma inefable, el conocimiento oculto (gnosis) que libera al alma de
la ilusión material, tal como los gnósticos veían en el Demiurgo un falso
creador, y en la verdadera Palabra la clave para retornar al Uno. En el
Ocultismo, esta Palabra se revela como el vibrante poder de la magia
hermética, un nombre sagrado que invoca las fuerzas cósmicas, perdido en la
profanación pero recuperable mediante la iniciación, alineándose con las
enseñanzas de los adeptos que fusionan alquimia interna y rituales
simbólicos.
 
Mas, profundicemos en su relación con el sonido de la respiración: la
Palabra Perdida no es un mero vocablo silenciado, sino el eco sutil del
aliento vital, el prana de los yoguis o el ruach hebreo, que en cada
inhalación y exhalación reproduce el ritmo cósmico del universo. Como el
mantra AUM –el sonido primordial de los Vedas, que los masones esotéricos
asocian con la Palabra Maestra–, se pronuncia en armonía con la
respiración, donde "A" nace en la garganta con la inspiración, "U" vibra en
el pecho con la retención, y "M" exhala en los labios como disolución en el
silencio. Este sonido de la respiración es la Palabra viva, perdida en la
cacofonía del mundo profano, pero hallada en la quietud del templo
interior, donde el masón, como el gnóstico, transmuta el aliento mortal en
espíritu eterno. En palabras de Helena Blavatsky, en Isis sin Velo: "La
Palabra Perdida es el Nombre Inefable, largo tiempo perdido pero ahora
encontrado, que vibra en el aliento de los iniciados como la clave de los
misterios antiguos".
 
Así, en esta búsqueda masónica, unimos el martillo del constructor con el
soplo del creador, elevando el alma hacia la luz eterna.
 
A continuación, les presento un texto que ayudará a encontrar qué es la
palabra perdida , de la que tanto se habla en logias masónicas.
 
 
 
Ahora, para enriquecer el discurso, relacionándolas con la Palabra Perdida,
lo gnóstico y lo oculto, nos sumergiremos en qué es realmente la Palabra
Perdida.
 
¿ES LA PALABRA PERDIDA ES EL SONIDO QUE HACE LA RESPIRACIÓN?.
 
Romanos 10:8. Además, dice: "Cerca de ti está la palabra, en tus labios y
en tu corazón". En esta palabra, a la que se hace referencia, consiste el
mensaje de la fe que predicamos.
 
 
 
Salmo 150:6
 
 
 
Todo lo que respira alabe a Jah!
 
¡Aleluya!
 
El Nombre inefable de toda religión es idéntico al que los masones forman
con los nueve caracteres emblemáticos JAH – BHU - LON de los nueve nombres
con que los iniciados conocían a la Divinidad. Sin duda alguna, los
humildes e ignorantes paganos aventajan a los altos dignatarios y
caballeros Kadoch de los grandes orientes de Europa y América en el
conocimiento de la creadora Palabra, trazada por Enoch en los dos deltas de
oro purísimo, sobre los cuales grabó dos de los misteriosos caracteres.
Pero no comprendemos por qué los compañeros del Arca Real han de lamentar
tan de continuo y tan amargamente su pérdida. Esta palabra de YOD HE VAU HE
está compuesta exclusivamente de consonantes, por lo que dudamos de que
ninguno de ellos haya aprendido a pronunciarla, ni tampoco aprendería
aunque, en vez de corromperla, la hubiesen "sacado a luz de las bóvedas
secretas".
 
Se cree que el nieto de Cam condujo al país de Mizraim el delta sagrado del
patriarca Enoch, y por lo tanto, únicamente puede encontrarse en Egipto y
países de Oriente la Palabra sagrada; pero, teniendo en cuenta que tanto
amigos como enemigos han divulgado los más importantes secretos de la
masonería, no será malicia ni animosidad decir que, desde la infausta
catástrofe de los templarios, ninguna logia masónica de Europa, ni mucho
menos de América, ha sabido nada digno de permanecer verdaderamente oculto.
 
Como bien expresa Éliphas Lévi en Dogma y Ritual de la Alta Magia: "La
Palabra Perdida es el nombre de la Deidad, que el masón busca y encuentra
al fin como Jehová, pero en realidad es el verbo oculto que une el cielo y
la tierra, vibrando en el aliento del adepto", enfatizando así su conexión
oculta con el sonido respiratorio, eco gnóstico del Logos divino.
 
Los furiosos ataques de católicos y protestantes contra la masonería
resultan tan ridículos como la afirmación del abate Barruel al decir que
los actuales francmasones descienden de los templarios suprimidos en 1314.
En sus Memorias del Jacobinismo, el citado abate, testigo presencial de la
Revolución francesa, trata extensamente de los rosacruces y otras
comunidades masónicas; pero la circunstancia de atribuir a los templarios
la paternidad de los modernos masones y de achacarles la perpetración de
todos los crímenes políticos, demuestra cuán poco enterado estaba de esta
cuestión y cuán ardientemente deseaba poner a los masones como cabeza de
turco donde descargar la culpabilidad de los golpes que asestaba desde la
sombra la Compañía de Jesús, en cuyos tenebrosos conventículos se han
fraguado multitud de crímenes políticos.
 
Las acusaciones contra los masones no tuvieron otro fundamento que simples
conjeturas insinuadas por la premeditada intención de envilecerlos. Ninguna
prueba concluyente de culpabilidad se ha podido aducir, y el mismo
asesinato de Morgan fue un pretexto de que los farsantes de la política se
aprovecharon con fines electorales. En cambio, los jesuítas no sólo
toleraron, sino que aun indujeron en ciertos casos al regicidio y al crimen
de lesa patria.
 
Dice acerca de este asunto el P. Manuel Sa: "La rebelión de un eclesiástico
contra el rey no es crimen de lesa majestad, porque los eclesiásticos no
son súbditos del rey".
 
El P. Juan de Mariana va todavía más lejos al decir: "Si las circunstancias
lo exigieran, será lícito aniquilar con la espada al príncipe que haya sido
declarado enemigo público… No creo que obre mal quien satisfaciendo a la
opinión pública atente contra la vida de tal príncipe, pues no solamente es
acción lícita sino loable".
 
Burton Robertson, catedrático de historia contemporánea en la universidad
de Dublín, dio en 1862 una serie de conferencias sobre: La masonería y sus
peligros, en las que por todo apoyo recurrió al abate Barruel y a Robison,
pues ya es costumbre en todo campo recibir fructuosamente al desertor del
contrario y absolverle de toda culpa.
 
Por otra parte, la Asamblea antimasónica celebrada en los Estados Unidos el
año 1830 aceptó por razones políticas aquella jesuítica proposición de
Puffendorf, según la cual "a nada obligan los juramentos absurdos e
impertinentes ni tampoco los que Dios no acepta". Pero todo hombre honrado
rechazará, seguramente, tan burdo sofisma, convencido de que el código del
honor humano obliga infinitamente más que cualquier juramento prestado
sobre la Biblia, el Corán o los Vedas.
 
Los esenios jamás juraban sobre cosa alguna; pero su sí y su no valía más
que un juramento. Así, es muy extraño que naciones tituladas cristianas
hayan establecido el juramento obligatorio en los tribunales civiles y
eclesiásticos en diametral oposición al divino mandamiento. Por nuestra
parte, opinamos que no sólo es absurdo, sino anticristiano, sostener que un
juramento no obliga si Dios no lo acepta, pues ningún hombre, por infalible
que sea, puede penetrar el pensamiento de Dios. Únicamente la tendenciosa
conveniencia puede dar la explicación de semejante despropósito.
 
Ningún juramento tendrá fuerza bastante para ligarnos hasta que se
universalice la convicción de que la humanidad es el más sublime reflejo
del Supremo Ser en la tierra, y todo hombre una encarnación de Dios; hasta
que el sentimiento de responsabilidad personal esté tan vigorizado en el
hombre, que repugne el perjurio como el mayor agravio inferido a sí mismo y
a sus semejantes. La palabra de honor obliga a cuanto hoy no puede obligar
el juramento.
 
Resulta, por consiguiente, un abuso de confianza pública apoyarse, como
Robertson lo hizo en sus conferencias, en parciales y tendenciosos
testimonios. No es, según dicen ellos, "el malicioso espíritu de la
masonería en cuyo corazón se acuñan las calumnias", sino el del
clericalismo católico y sus corifeos. Ninguna confianza merece el hombre
que intente conciliar el honor con el perjurio.
 
Clamorosamente presume el siglo XIX de mayor civilización que los
precedentes, y más clamorosa es todavía la presunción clerical de que el
cristianismo redimió al mundo de la idolatría y de la barbarie. Pero ni el
siglo ni la Iglesia tienen razón, según hemos visto en el transcurso de
esta obra. La luz del cristianismo sólo ha servido para alumbrar la
hipocresía y los vicios estimulados por sus tergiversadas enseñanzas, y
para poner de relieve cuánto nos aventajaban los antiguos en el concepto
del honor. La errónea doctrina de la redención y el continuo insistir del
clero en la fragilidad del hombre y su completa subordinación a los
designios de la Providencia han desvanecido en el cristiano el sentimiento
del propio respeto y de la confianza en sí mismo, hasta el punto de que
entre los llamados impíos e incrédulos han de buscarse los hombres de recia
voluntad y carácter entero.
 
Cuéntase de Hiparco que, desesperado por la vergüenza y oprobio resultantes
de su perjurio, se dio la muerte, y tan odiosa memoria dejó entre las
gentes, que nadie sepultó su cadáver, tendido a orillas del mar en la isla
de Samos. Esto sucedía en tiempos del paganismo; pero en nuestros días, los
noventa y seis delegados asistentes al Congreso antimasónico de los Estados
Unidos demandan por una parte el respeto debido a honrados caballeros, y
por otra aducen jesuíticos sofismas contra la validez del juramento
masónico. El Congreso, apoyado, según decían, en "las más eminentes
autoridades de filosofía moral y en los inspirados autores que escribieron
antes de existir la masonería", resolvió que como "el juramento es un
convenio entre el hombre por una parte y el supremo Juez del Universo , por
otra, y siendo todos los masones anticristianos , y por lo tanto indignos
de la confianza del clero , forzosamente han de ser sus juramentos
solamente alegóricos y sin obligación ninguna".
 
Pero volviendo a los cargos que contra la masonería acumula Robertson en
sus Conferencias, vemos que principalmente les acusa de no creer en el Dios
Cristiano y de que presumen poseer el secreto de mejorar a los hombres y
hacerlos con este Secreto más dichosos, más felices que con sus doctrinas
la Iglesia apostólica. Aunque esta doble acusación tuviese algo de verdad,
denotaría que los masones se han apartado del Cristo mítico y del bíblico
Jehovah; pero en sus dos extremos es tan malévola como absurda, según
veremos. Manly P. Hall, en Las Claves Perdidas de la Masonería, afirma:
"Caminan en la oscuridad buscando la luz, sin darse cuenta de que la luz
está en el corazón de la oscuridad", reflejando la búsqueda gnóstica de la
Palabra como iluminación interna, análoga al sonido sutil de la respiración
que despierta el espíritu dormido.
 
No nos mueve ningún sentimiento personal en estas consideraciones sobre la
masonería, cuyos originarios estatutos respetamos profundamente; pero
combatimos la adulteración de principios en que modernamente ha degenerado
por intrigas de los cleros católico y protestante.
 
 
 
La masonería es la más pura organización democrática y de la que las
Naciones han tomado modelo , la masonería NO está monopolizada por los
plutócratas ni los ambiciosos. Y se presenta como maestra de la verdadera
ética y es en realidad la propagandista de la teogonía NO antropomórfica.
 
 
 
En el primer grado de iniciación oye el aprendiz de labios del venerable
que toda categoría social se queda a las puertas de la logia, pues allí
todos son hermanos sin distinción entre el monarca y el mendigo; ya que en
la práctica es la masonería la que señala debe haber lucha contra los
Tiranos y sus Tiranías. De la idea democrática de la masonería podemos
juzgar por lo que dice Yarker: "Nada ha perdido la asociación masónica al
adoptar las más elevada norma de compañerismo y moralidad, con exclusión de
todo boato y de cuanto lleva de acierto , posturas, concesión de grados y
otras posturas que luchas por imponer el orden sobre el caos…
 
Tal como está hoy gobernada luminosamente la confraternidad masónica, va
cada día convirtiéndose más y más en el paraíso de la filantropía, del
caritativo que no olvidando el consejo de San Pablo “Si hablo las lenguas
de los hombres, y aun las de los ángeles, pero no tengo amor a la humanidad
, no soy más que un metal que resuena o un platillo que retiñe...”
 
1 CORINTIOS 13:1
 
 
 
Tal es el fabricante de mezquino oropel religioso , el ruin mercader de la
Fe que estafa a miles de incautos prevalido de las dúctiles conciencias de
los pocos que hacen caso de sus sepulcros blanqueados. Tales son los
'emperadores' y ministros de las iglesias y otros charlatanes que
obtienen poderío y riquezas gracias a los pujos aristocráticos con que
captan la voluntad del vulgo…
 
 
 
Creemos haber apuntado suficientemente la relación de los ritos masónicos
con los de la antigüedad, así como la pureza del rito templario inglés de
siete grados, del que derivaron espuriamente muchos otros".
 
No es nuestro intento revelar secretos que hace tiempo divulgaron masones
perjuros, pues todo cuanto de esencial haya en los símbolos, ritos y
consignas que hoy emplea la masonería, lo conocen las hermandades
esotéricas , aunque no exista entre éstas y aquélla hoy comunicación alguna.
 
Pero si algunos masones han aprendido un tanto de la masonería esotérica,
es gracias al estudio de libros herméticos y de su trato personal con
"hermanos" practicantes de ideas esotéricas , no ocurre lo mismo con la
generalidad de masones que solamente tienen sus ojos en lo político , a
quienes conviene advertir que ha llegado el tiempo de restaurar la
masonería y restituirla a los límites que le señalaron las primitivas
hermandades masónicas más espiritualizadas , con cuyo espíritu se
envanecían en el siglo XVIII los fundadores de la masonería puramente
especulativa. Desde entonces ya no hay secretos masónicos, pues la Orden va
convirtiéndose en una asociación degradada por gentes egoístas y malévolas.
 
El Consejo supremo del rito antiguo y aceptado, reunido en Lausana
celebrado en septiembre de 1875, se pronunció en contra de la impía
creencia en un Dios personal con atributos humanos, en la siguiente
declaración: "La masonería proclama, como viene proclamando desde su
origen, la existencia de un Principio creador denominado el 'Gran
Arquitecto del universo'". De esta declaración protestó una exigua minoría
de masones, diciendo que "la creencia en un Principio creador
Raciel Rios <racie...@gmail.com>: Sep 30 01:34PM -0600

M
 
El mar, 30 de sept de 2025, 11:42 a.m., SECRETO MASONICO <
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