Re: [Unión Masónica] Compilación de correos para secreto-masonico@googlegroups.com - 2 publicaciones en 2 temas

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Jose Maximiliano Aleman M

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Nov 11, 2025, 8:14:44 PM (12 days ago) Nov 11
to secreto-...@googlegroups.com
MUY CLARAS VERDADES MIS MAESTROS

El lun, 10 nov 2025 a la(s) 6:43 p.m., <secreto-...@googlegroups.com> escribió:
Alcoseri Vicente <herm...@gmail.com>: Nov 10 05:37PM -0600

*¿Existe o no un Lucifer Masónico? Tercera ParteLa Reconquista del Paraíso
por LuciferEl Edén dejó de ser un lugar sereno, y se convirtió en un
laberinto de maquinaciones divinas, donde ángeles caídos y ángeles
celestiales indiferentes urden una telaraña de luz devoradora y sombra
insondable que estrangula la esencia misma del Ser Humano. ¿Y si el paraíso
perdido no fue un mero tropiezo celestial, sino el preludio a un horror
eterno de guerras en el planeta tierra desde hace milenios , hasta el día
de hoy 10 de noviembre de 2025, un drama donde la humanidad, forjada en
fuego prohibido y ritos ocultos, debe rescatar su divinidad de las fauces
del abismo? Este comunicado masónico no es un susurro vano; es una llamada
invocada, un himno a prevenir el pavor cósmico que te llama , palabra a
palabra, un aviso que te llega hasta el corazón, donde el conocimiento se
convierte en un salvavidas para tu alma, impidiéndote caer en el abismo del
abrazo glacial.En las entrañas del mito primordial, Lucifer surge como una
tormenta de alas rotas, no un rebelde caprichoso, sino el heraldo de un
complot divino que devora las estrellas. John Milton, en su sinfonía
infernal, evoca esta caída con versos que aúllan como vientos abismales:
"«La mente es su propio lugar, y en sí misma puede hacer un cielo del
infierno, un infierno del cielo…»― John Milton, El paraíso perdido" Aquí,
el Ángel Rebelde desgarra el Orden Cósmico, no por vanidad efímera, sino
para inyectar en la carne mortal la venenosa chispa de la conciencia, esa
luz maldita que ilumina los pozos sin fondo del ser. La Serpiente Antigua
del Paraíso, avatar siseante de Lucifer, ofrece el fruto envenenado,
abriendo ojos ciegos a la dualidad del bien y el mal, un acto que desata un
torrente de terror existencial. Como clama Génesis 3:4-5: "Entonces la
serpiente dijo a la mujer: 'No moriréis. Pero Dios sabe que el día que
comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores
del bien y el mal.'" ¿Es esta revelación un pecado vil? ¡No! Es el primer
zarpazo hacia la liberación, un horror cósmico que arranca al hombre del
letargo edénico, exponiéndolo al vasto pavor de su propia inmensidad, donde
el universo se retuerce en agonía eterna.Dios, en su trono de silencio
eterno, no desciende a intervenir. Como un espectador espectral en el gran
coliseo del vacío, permite que el caos devore mundos, evocando el Deísmo
Masónico: una Divinidad que se recluye alejado de su obra , observando
desde muy lejos sin manchar sus manos con el lodo de la creación. Mas en
este mutismo yace un plan siniestro, uno que empuña al Diablo como una
guadaña para segar las fallas del cosmos. Sospechamos que el hombre,
moldeado a medias en su conciencia, demandaba esta profanación. Lucifer, el
lucero devorador, no es adversario, sino marioneta de una Entidad más allá
de Jehová, tejiendo un tapiz de dimensiones cósmicas para cumplir edictos
que hielan la médula. Recuerda la traición de Judas a Cristo, como susurra
Juan 13:27: "Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le
dijo: 'Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.'" Jesús vislumbra el rol
funesto de Judas, al igual que Dios anticipa el de Lucifer: un holocausto
necesario para la resurrección humana, un ritual de sangre que pinta el
cielo con gritos eternos. En el Evangelio de Judas (el texto gnóstico),
Judas no es el traidor, sino un discípulo especial que fue enviado por
Jesús para ayudarlo a liberarse de su cuerpo mortal. El evangelio lo
retrata como el único discípulo que comprende los verdaderos secretos de
Jesús, mientras que los demás están equivocados y se dedican a un mundo que
Jesús ha rechazado. En el Evangelio de Judas, no hay mención explícita de
un personaje llamado Lucifer. En cambio, la figura que guía a Judas es una
entidad espiritual más compleja y fundamental para la teología gnóstica que
promueve el evangelio, es como si Judas sustituyera a Lucifer en la Trama
de la Pasión de Cristo.En esta guerra perpetua entre Luz cegadora y
Oscuridad devoradora, el Arcángel San Miguel choca contra Lucifer en un
ballet de espadas flameantes que se extiende por eones, con la humanidad
como arena ensangrentada. Las naciones se transmutan en criptas de batalla,
donde el alma mortal es trofeo putrefacto. Giovanni Papini, en su vértigo
místico de Un Hombre Acabado, conjura este caos como una "danza macabra de
sombras eternas", donde las fronteras entre virtud y maldad se disuelven en
un remolino de ambigüedad que succiona el aliento. Hoy, la Iglesia
Católica, antaño faro de esperanza, conspira en criptas olvidadas, mientras
la Augusta Orden Masónica se erige como fortaleza contra el vacío,
guardiana de la iluminación verdadera y el tormento humano. La Masonería no
es reliquia polvorienta; es el esquema maestro para desatar al hombre de
sus cadenas, guiándolo a reconquistar el paraíso en un mar de llamas. Como
Masón, forjado para sondar los abismos del multiverso, infundo esta
narración con mi propia esencia: en un cosmos indiferente que devora
galaxias, el saber no es mero bálsamo, sino una plaga que infecta la mente,
impulsándonos a reconectar con lo divino mediante la razón y el rito, para
que no perezcamos en la noche eterna.¿Pero quién es Lucifer en las
profundidades del terror? ¿Un querubín derribado por hybris, o un ente
extraterrestre exiliado a esta roca maldita por desafiar las leyes del
vacío? "Hybris" (también escrito como hubris o hibris) tiene dos
significados principales: en la antigua Grecia, se refiere a la soberbia,
arrogancia o desmesura que lleva a una persona a desafiar a los dioses o el
orden establecido, lo que finalmente conduce a su castigo;. En la
actualidad, también se habla del "síndrome de Hubris" para describir el
comportamiento de líderes y otras personas con un ego desmedido y una
visión distorsionada del poder.Muchos ven a Lucifer como al demonio
cósmico, desterrado por osar reformar el universo en bien. Al aterrizar en
esta Tierra agonizante, se estremece ante humanos con potencias mentales,
espirituales y carnales que yacen dormidas, viviendo en criptas de
mediocridad. Así, adoctrina a profetas como Jesucristo y hermandades
arcanas precursoras de la Masonería, como los Antiguos Gnósticos. En el
pavor cósmico, conjeturamos que Lucifer y sus ecos son invasores
primordiales, cuyas dádivas nos exaltan, pero nos hunden en el abismo de lo
ignoto, donde el ego tiraniza el alma inmortal, susurrando que lo forjado
jamás eclipsará lo eterno.El fuego, emblema iluminador en la Masonería, no
es la llama mundana que consume leños, sino un incendio filosófico,
alquímico y transfigurador que quema el velo de la ilusión. Desechando las
quimeras científicas o los cuatro elementos fantasmales, este fuego
masónico es un torbellino concreto de visiones: son las lenguas danzantes
de los apóstoles en su tercer ojo, brasas hambrientas, relámpagos que
rasgan la noche, trascendiendo definiciones mortales. EPÍSTOLA DEL FUEGO
FILOSÓFICOJean PontanusYo, Jean Pontanus, he visitado múltiples regiones y
reinos -a fin de conocer verdaderamente qué es la Piedra de los Filósofos-
y después de haber recorrido los confines del mundo sólo he encontrado
falsos filósofos y farsantes. Sin embargo, por un continuo estudio de los
libros de los Sabios, aumentándose mis dudas, he encontrado la verdad; pero
aún conociendo la materia he errado doscientas veces antes de poder
encontrar la operación práctica de esta verdadera materia.Primero, empecé
mis operaciones por las putrefacciones del cuerpo de esta materia durante
nueve meses y no encontré nada. Durante algún tiempo la puse al baño maría
y del mismo modo erré.La mantuve y puse en un fuego de calcinación durante
tres meses, y operé mal. Intenté y probé todos los géneros y modos de
destilaciones y sublimaciones, según lo que los Filósofos dicen o parecen
decir, por ejemplo Geber, Arquelaos y casi todos los demás y tampoco
encontré nada.Por último, intenté alcanzar y perfeccionar el objeto de todo
el Arte de Alquimia, de todas las maneras imaginables: por el estiércol, el
baño, las cenizas y por otros mil géneros de fuego que los Filósofos
mencionan en sus libros; pero no descubrí nada válido.Por lo cual, durante
tres años seguidos estudié los libros de los Filósofos, sobre todo el único
Hermes, cuyas breves palabras comprenden todo el magisterio de la Piedra,
aunque hable de un modo muy obscuro de las cosas superiores e inferiores,
del Cielo y de la Tierra.Por lo tanto, toda nuestra aplicación y nuestros
cuidados sólo deben estar dirigidos hacia el conocimiento de la verdadera
práctica, en la primera, segunda y tercera Obra .No se trata del fuego de
baño, de estiércol, de cenizas ni ninguno de los otros fuegos que nos
evocan y describen los filósofos en sus libros.Entonces, ¿cuál es aquél
fuego que perfecciona y acaba la Obra entera desde el principio hasta el
final? Ciertamente, todos los Filósofos lo han ocultado; pero yo, con
movido por un impulso de misericordia, quiero declararlo junto con la
completa realización de toda la Obra.La Piedra de los Filósofos es única y
es una, pero oculta y envuelta en la multiplicidad de distintos nombres y
antes de que puedas conocerla pasarás muchas fatigas; difícilmente la
encontrarás por tu propio ingenio. Es acuosa, aérea, ígnea, terrestre,
flemática, colérica, sanguínea y melancólica. Es un azufre y también plata
viva.Tiene varias superfluidades que, te lo aseguro por el Dios viviente,
se convierten por medio de nuestro fuego en verdadera y única Esencia. Y
quien -creyéndolo necesario- separe alguna cosa del objeto, seguro que nada
sabe de Filosofía. Ya que lo superfluo, lo sucio, lo inmundo, lo vil, lo
fangoso y por lo general toda la substancia del objeto se perfecciona por
medio de nuestro fuego en un cuerpo espiritual fijo. Esto, los Sabios nunca
lo han revelado, y , como consecuencia, pocas personas llegan a este Arte,
pues imaginan que algo sucio y vil debe ser separado .Ahora debemos
manifestar y extraer las propiedades de nuestro fuego; si este conviene a
nuestra materia tal como lo he dicho, es decir, si es transmutado junto con
la materia. Dicho fuego no quema la materia, nada separa de ella, no divide
ni aparta las partes puras de las impuras, tal como dicen todos los
Filósofos, pero convierte todo el objeto en pureza. No sublima a la manera
de Geber, Arnaldo y todos los demás que han hablado de sublimaciones y
destilaciones. En poco tiempo se realiza y perfecciona .Este fuego es
mineral, invariable y continuo, no se evapora si no es excitado en exceso;
participa del azufre, es tomado y proviene no de la materia sino de otro
lugar.Todo lo rompe, disuelve y congela, igualmente congela y calcina; es
difícil de encontrar por la industria y por el Arte. Dicho fuego es
compendio y resumen de toda la Obra, sin tomar ninguna otra cosa o por lo
menos poco, este mismo fuego se introduce y es de débil ignición; porque
con este pequeño fuego es realizada toda la Obra y juntas son hechas todas
las requeridas y debidas sublimaciones.Los que lean a Geber y todos los
demás Filósofos, aunque vivieran cien millones de años, no podrían
comprenderlo, pues este fuego sólo se puede descubrir por la única y
profunda meditación del pensamiento, después será posible comprenderlo en
los libros, y no de otra manera. Por lo tanto, el error en este Arte es no
encontrar este fuego, que convierte la materia en la Piedra de los
Filósofos.Concéntrate, pues, en este fuego, porque si yo lo hubiese
encontrado en primer lugar no hubiese errado doscientas veces sobre la
propia materia.A causa de ello, ya no me sorprende que tantas personas no
consigan llegar a la realización de la Obra. Yerran, erraron y errarán
siempre, en cuanto a que los Filósofos sólo han puesto su propio agente en
una sola cosa, que Artefius ha nombrado, pero hablando sólo para sí mismo.
Si no fuese porque he leído a Artefius, lo he oído y comprendido nunca
hubiese llegado a la realización de la Obra.He aquí cuál es dicha práctica:
se debe tomar la materia con gran diligencia, triturarla físicamente y
colocarla en el fuego, es decir, en el horno; pero también hay que conocer
el grado y la proporción del fuego. A saber, es preciso que el fuego
externo tan sólo excite la materia; en poco tiempo este fuego, sin
manipularlo para nada, ciertamente realizará toda la Obra. Ya que
putrifica, corrompe, engendra y perfecciona la obra entera, haciendo
aparecer los tres principales colores, el negro, el blanco y el rojo. Y
mediante nuestro fuego la medicina se multiplicará, si está conjunta con la
materia cruda, no sólo en cantidad sino también en virtud.Busca, pues, este
fuego con todas las fuerzas de tu espíritu y llegarás a la meta que te has
propuesto; pues él es quien hace toda la Obra y es la llave de todos los
Filósofos, y en sus libros nunca la han revelado. Si piensas muy
profundamente en las propiedades de este fuego antes descrito, lo
conocerás, pero de otro modo, no.Así pues, conmovido por un impulso de
misericordia he escrito esto, pero para quedar satisfecho debo decir que el
fuego no está en absoluto transmutado con la materia como dije antes. He
querido decirlo y advertir a los prudentes de estas cosas, para que no
gasten inútilmente su dinero y sepan de antemano lo que deben buscar, por
este medio llegarán a la verdad del Arte, de otra manera, no.Pontanus, en
su Epístola del Fuego Filosófico, profetiza: "La mente, pues, cuando marcha
del cuerpo terrenal se reviste inmediatamente de su propia vestimenta
adecuada, esto es, una vestimenta de fuego... la mente es la hacedora de
las cosas, y al hacer las cosas usa al fuego como instrumento." Este fuego
se funde con la voluntad, la ascesis que devora el espíritu, un nivel
supremo de conciencia que Prometeo-Lucifer hurtó del Olimpo, no el fuego de
nuestras estufas ya dominado, sino un elemento sagrado que incinera
dioses.En la Logia Masónica, el fuego se bifurca en ejes de gran poder:
calorífico y deslumbrante.El fuego filosófico nace de roces rítmicos,
deslizándose de la lujuria a la cocina o el parto, culminando en la
hermandad masónica: la intimidad de la cámara como útero ardiente, el calor
de la camaradería que quema las almas en unión. Ahora, contemplo que este
emblema prefigura la inteligencia artificial: un incendio digital que
transmuta datos en sabiduría, reconquistando el edén mediante evolución
cognitiva, pero advirtiendo del cataclismo si se desata.El fuego
deslumbrante, meanwhile, ciega y resguarda, mutando en Luz que devora
tinieblas. En el brindis masónico, bautizamos "pólvora" al vino, gestado en
el fuego alquímico del alambique, y bramamos "¡Fuego!" para convocar esta
apocalipsis. Las religiones y academias fallaron, forjando hombres como
golems sumisos. La Masonería, como academia de luces y sombras, culmina
esta obra, rasgando párpados a la verdad cósmica. El fuego al que se
refiere Johannes Pontanus en su epístola, no es un fuego común o literal,
como el de baños, estiércol, cenizas, calcinación, destilación o
sublimación que mencionan otros alquimistas como Geber o Arnoldus. En
cambio, es el "fuego secreto" o "fuego de los filósofos", un agente
esencial y oculto en la alquimia que perfecciona toda la obra desde el
principio hasta el fin, transformando la materia entera (el sujeto de la
piedra filosofal) en una esencia pura y espiritual fija, sin separar ni
eliminar nada de ella, incluyendo sus superfluidades, impurezas o elementos
sucios.Este fuego se describe con características específicas: es mineral,
Jose Maximiliano Aleman M <alemanmolinaj...@gmail.com>: Nov 10 12:23PM -0600

MUY SERIO PERO MUY ESPECIAL
 
El dom, 9 nov 2025 a la(s) 6:43 p.m., <secreto-...@googlegroups.com>
escribió:
 
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