La Frustración del Masón , Primera Parte

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Alcoseri Vicente

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La Frustración del Masón , Primera Parte

Primeramente debo aclarar que no usaré la palabra “Frustración” en un sentido de negatividad , sino una Frustración en un sentido, de inconformidad , de una  desesperación que nos motive a evolucionar ; si una frustración positiva que nos invite a la superación personal . El Masón como cualquier ser humano quiere buscar una ruta hacia el progreso, para su propio progreso , y claro para el progreso de la humanidad en su conjunto  , no está conforme con su situación y quiere una nueva perspectiva de vida , no esta conforme con lo que el Mundo le da , no esta conforme con las explicaciones políticas,   no esa conforme con lo que dicen las religiones , no está cómodo  con las explicaciones que muestra la Ciencia, la Tecnología, y por tanto busca algo más , que lo lleva a una meta.

 

 

Se definen tres tipos principales de frustración : la del ser, la del no ser quien uno quisiera ser, la del no poder ser uno mismo. Corresponden exactamente a las tres grandes figuras de la muerte y a los tres grandes escenarios que las acompañan, como nuestro viaje masónico nos invita a conocerlas.

 

El Ambiente fúnebre de la Masonería nos  brinda  una atmosfera de Frustración , el que muchas Logias nieguen la libre expresión de ideas políticas y religiosas , también es algo frustrante.

La muerte está en el centro de nuestro viaje masónico. Cada francmasón lo experimenta desde su iniciación y cada Tenida es como una forma de recordatorio. Desde la atmósfera fúnebre del Gabinete de Reflexión, pasando por las Tenidas Fúnebres, ya sea bajo la figura de la muerte  simbólica del sol en el solsticio , o bajo la muerte  del Maestro Hiram, ya sea el tema de una muerte deseada o la de una muerte impuesta, la muerte se nos presenta constantemente como un plazo inevitable pero también como una especie de compañera necesaria para la realización óptima de nuestras vidas.

 

« Filosofar es aprender a morir » (Montaigne).

La cosa puede parecer paradójica. ¿Qué podría ser más desesperante, de hecho, que la muerte ? Para una institución que se proclama filosófica, liberal,  filantrópica y progresista «, ¿la muerte no reduce a la nada esta ambición de ser eternamente progresista ? ¿Quién ha podido alguna vez pensar fácilmente en su propia muerte? ¿Quién encontró auténticamente alivio y consuelo en estar cerca de los demás en estos momentos de duelo cuando muere un ser amado ? ¿Y quién no ha pensado nada menos que en el progreso ? ¿Cómo podemos entonces entender este lugar central dado a la muerte en la Masonería ?

 

Conocemos las posiciones de Sócrates, Séneca,  Jesucristo u otros grandes sabios que abordaron el tema de la Muerte , de la Frustración , del Dolor , de la Angustia : lo es precisamente porque la muerte es tan desesperada para nosotros que, para poder vivir de todos modos, es imperativo aprender a vivir con la idea que tenemos de la Muerte . Supuesta paradoja Masónica. Saber familiarizarse con la muerte para dejar de ser esclavizado por ella. De ahí, entre otras citas, el famoso « Que filosofar es aprender a morir ». (Montaigne)

 

Primera observación por tanto: nuestro enfoque masónico comparte los análisis de los Antiguos masones y se adhiere a sus conclusiones. Al hacernos encontrarnos regularmente con la muerte, es cuestión, tanto para los masones como para los grandes sabios antiguos, de enseñarnos a asumir nuestra condición mortal, por una vida menos ciega y por tanto, al menos esa es nuestra esperanza, probablemente más verdadera y justa. Y en este sentido la Exaltación al Sublime grado de Maestro Masón , con toda su parafernalia fúnebre y de Muerte Alegórica , sería algo así como una Vacuna , para ser inmunes al Mal de la Muerte Física , y no ser victimas de ella.

 

Por cierto, no dejaremos de notar esa convergencia, haciéndonos eco de este llamado a una asistencia regular a la muerte en lugar de su huida o negación, nuestra Masonería comparte con Sócrates, Cristo o  Hiram Abiff esta convicción de que esta sabiduría sólo tiene significado si, en contrapunto, sabe prolongarse, enriquecerte  y verte  acompañado de una ética de transmisión fraterna de esta misma sabiduría, dentro de un saber hacer nada menos que individual. Ser sabio no es sólo enseñarse a morir, es también aprender a enseñárselo a los demás, a nuestros hermanos.

 

 -¿Qué interpretación puede darse a la leyenda de la Muerte de Hiram?

 

La leyenda de Hiram tiene una alegoría astronómica. Hiram, con su vida provechosa,  su muerte y resurrección, resume también los antiguos mitos, relativos a la revolución solar; pues nuestros antepasados expresaban con símbolos y ritos los fenómenos  de la naturaleza y las ideas morales que ellos derivaban. Hiram Abiff es simbólicamente el Sol. (Abiff, padre; Hiram elevado o exaltado :) y los doce compañeros son los meses del año, de los cuales los tres de otoño se conjuran para destruirle,  y hasta que-los tres. de invierno no, reúnen su influjo, no vuelve a culminar en la primavera.

 

Probar que la materia y la inteligencia que rige, son las únicas cosas eternas, y que lo es nuestro pensamiento, o la Idea, por ser un destello de la última;  que la Creación o el cambio de forma, es el esta- do natural del universo, por lo que la clasificación de los cuerpos en orgánicos e inorgánicos, y las palabras de vida y muerte, no constituyen una verdad científica, sino un científico artificio para explicar los fenómenos que hieren nuestros sentidos. De la misma muer- te nace la vida, como dos estados de transición tan íntimamente  ligados, que no es dable a la percepción humana el poderlos separar, de consiguiente, las ideas de vida y muerte son relativas e inventadas por los hombres,  para consignar dos fases que presenta una misma  cosa en dos momentos distintos. La cosa en sí mismo no cambia. En la naturaleza la muerte no pue de existir como estado definitivo, porque ella toda es vida y movimiento, en consecuencia, la muerte es una transición que incluye el movimiento de un estado a otro. Y así sacrificar la forma material en defensa de la Idea o de la Honra, la Dignidad, la Virtud la Verdad y el Progreso, no es morir, sino inmortalizarse.

 

¿Y todo Maestro Masón  que fenece, en donde podríamos encontrarlo?

 

En el recuerdo de su esfuerzo para perfeccionarse, si aspiró a la virtud; en la bondad de sus hijos si fué buen padre y supo formarlos; en el corazón de sus hermanos masones, si abrió su corazón para amar los; en la historia de su patria, si como ciudadano, la sirvió cumplidamente, o en la de la Masonería, si obedeció sus preceptos y la honró con sus acciones; y por último en el eterno espíritu de la humanidad, si, con su inteligencia, concurrió a iluminarlo.

 

Pero si no supo cumplir sus obligaciones para consigo mismo, para con su familia, para con la Masone- ría, según sus solemnes juramentos, para con sus semejantes, para con su patria o para el bien general del alma humana, no la busquéis en los campos de la inmortalidad; sólo vuestro amor fraternal puede guiaros en el seguimiento del que fue.

 

¿Qué hicieron los maestros a la muerte de Hiram Abiff?

 

Le buscaron y lo hallaron en la inmortalidad; la acacia que simboliza la inmortalidad, estaba sobre su tumba, como señal que había alcanzado la inmortalidad .

 

 

Pregunta sin embargo: ¿hay, dentro de esta visión, que compartimos con las grandes sabidurías antiguas, ¿algún detalle sobre las modalidades propuestas para llevar a cabo esta familiarización con la muerte ? Y si es así, ¿qué significaría ?

Tres diferencias de lo abstracto a lo concreto

Primera diferencia:  los grandes pensadores piensan y  antes pensaron  a menudo en la muerte. Es ante todo un objeto de pensamiento para ellos. Lo que los cuestiona ante todo es la comprensión de su significado, de su significado para nosotros, de su alcance filosófico o existencial. Hablan de la muerte. Lo decimos, lo nombramos, hablamos de ello. La muerte les hace pensar, les hace meditativos, filosofan.

 

Las cosas no pasan así tan a la ligera en Masonería . La familiarización es constantemente concreta. Las figuraciones tienen prioridad sobre las cogitaciones, como si, antes de dejar que la conciencia meditara, tuviéramos que estar seguros de haberla desafiado, golpeado y empujado lo suficiente. Por lo tanto, siempre se piensa menos en la muerte de lo que se muestra e incluso, en la mayoría de los casos, se exhibe. No internalizado sino dramatizado Figuras externas versus trabajos de elaboración interior.

 

Esto resulta en una segunda diferencia: las alegorías de muerte, como nuestro viaje masónico, nos invita a encontrarlas, como concretas, también son necesariamente siempre plurales. Ya no se trata sólo de enfrentarse a una noción de muerte, sino ante todo de enfrentarse a cifras de muerte, o incluso a modos diferenciados de encuentro con ella. Por lo tanto, varios símbolos, como vemos , también pueden representar la Muerte, como si la Muerte  quisiera darse constantemente otras nuevas manifestaciones . Por tanto, lo encontramos en formas variadas y dentro de escenarios diferenciados en Masonería .

La Masonería de algún modo quiere aliviar la frustración del ser humano , que tiene ante la muerte , ya que es inevitable , todos pasaremos por el fin de nuestra existencia orgánica.

Es importante destacar que estas formas de manifestarse ante la muerte , estas simbolizaciones, estas puestas en escena de la muerte evolucionan a lo largo de nuestro viaje masónico. No hay redundancia ni repetición. Así, las cifras de muerte propuestas durante la exaltación con el grado de maestro no se parecen en nada a las propuestas al aprendiz de Masonería . Así que nos veremos obligados a cuestionar este tema. ¿Habría una lógica y, por tanto, una enseñanza en la sucesión misma de estas diferentes figuras ? ¿Cuáles serían ?

 

Una relación diferente con la frustración

Tercera diferencia. Como dijimos al principio de este comunicado , que la muerte despierta frustración . En relación a esta forma de ver, la Francmasonería  explora otra hipótesis, otro camino, no exclusivo, de la primera. ¿Qué pasaría si la relación no funcionara primero al revés ? ¿Qué pasaría si la correlación principal no fuera tanto la que lleva de la muerte a la frustración , sino la que lleva de la frustración  a la muerte ? ¿Qué pasaría si nuestro principal adversario no fuera, por tanto, el que pensábamos que más temíamos al principio : quizás no sea tanto la muerte la que merece hacernos desesperar sino la frustración  que, impidiéndonos vivir, nos lleva con mayor frecuencia hacia la muerte, entonces, ¿él mismo necesariamente refuerza la frustración …? Y si, en consecuencia, éste no fuera en última instancia el significado profundo de nuestra iniciación: lograr una inversión saludable. ¿Iniciación, inversión ? Cambiamos nuestra visión de las cosas y por tanto también de la muerte. ¿Qué pasaría si la frustración  fuera nuestro principal enemigo, no la muerte ?

La hipótesis nos invita a releer a Søren Aabye Kierkegaard , que fue un filósofo y teólogo danés, considerado el padre del existencialismo. Su filosofía se centra en la condición de la existencia humana, en el individuo y la subjetividad, en la libertad y la responsabilidad, en la desesperación, la frustración  y la angustia, temas que retomarían Martin Heidegger, Jean-Paul Sartre y otros filósofos del siglo xx. Criticó con dureza el hegelianismo de su época y lo que él llamó formalidades vacías de la Iglesia danesa.. Sabemos que su Tratado sobre la Frustración  define la frustración  como « enfermedad de muerte ». La muerte no es una enfermedad, al contrario, lo es la frustración mal manejada . Y su meta es la muerte, que constituye su objeto y su fin.

Desprecio de la frustración : la pluralidad de sus formas. Kierkegaard distingue tres tipos principales de frustración : la del ser, la del no ser quien uno quisiera ser, la del no poder ser uno mismo.

 

Deben repetirse uno tras otro de forma sucinta. De hecho, si se analizan más de cerca, corresponden exactamente a las tres cifras principales de muertes y a los tres escenarios principales que las acompañan, como nuestro viaje masónico nos invita a conocerlos.

Frustración  de ser

La frustración  del ser es la primera figura de la frustración . La primera, pero también, sin duda, su figura arquetípica, su figura más imprescindible. Nos llevan a querer intensamente la muerte. Querer dejar de serlo. ¿Y por qué entonces ? Porque sentimos que en realidad no lo somos. Que, por el contrario, estamos como aislados del Ser. Lo que experimentamos es el no ser, no el Ser. También queremos que la muerte escape de este no ser; queremos que sea la muerte, queremos que nazca algo de la muerte.

 

El escenario consecutivo de esta primera forma de frustración  apunta, en última instancia, a la muerte del Ser en nombre de su reencuentro específico con el Ser: esto se llama suicidio ontológico . El suicidio psicológico como deseo, el suicidio como última esperanza de Ser . Por cierto, eventualmente trabajaremos para dejar un último rastro del no ser del que queremos escapar: una voluntad de explicar, de justificar.

 

Por tanto, está claro que esta configuración psicológica corresponde, en muchos aspectos, a la que caracteriza al solicitante Mason que busca la iniciación. Él también, como el suicida, tiene la sensación de que su vida no es verdaderamente una, que el viejo SER debe ser asesinado dentro de sí mismo, que debe entregarse a la esperanza de otra vida, el de un hombre que será nuevo. Él tampoco teme la primera prueba, la de la tumba; es raro que ella lo sorprenda. Al contrario, ¿no lo quería ? También se presta al ejercicio impuesto de la voluntad – último acto antes del primer gran comienzo esperado: el renacimiento, la iniciación.

 

El postulante a Maestro Masón realmente no quiere morir físicamente , sólo quiere hacerlo simbólicamente, quiere aniquilar su EGO ,matar sus agregados psicológicos .

 

La Gran diferencia, sin embargo, entre el solicitante a Maestro Masón  y el suicida. En realidad, el Masón no quiere morir, sino vivir realmente y no ser un zombi (muerto viviente )como los que deambulan por las calles del mundo profano  . Sólo quiere morir simbólicamente. No es la muerte real lo que busca, es una nueva forma de relacionarse con su vida, así como consigo mismo. Ahora bien, es precisamente esta convicción –, es decir, que sólo podemos experimentar la plenitud del sentimiento de ser a través y en la experiencia del Enlace – lo que se le dará en la iniciación, en el aumento de salario y en su exaltación .

 

Aquí todo es simbólico , nos explican luego de la iniciación masónica al grado de aprendiz, ya que el Símbolo es el único  vínculo que se establece entre el Ser humano  y El Gran Arquitecto del Universo, ya que obvio no hay un lenguaje hablado para comunicarnos con Dios. Así, la simbolización de la muerte en Masonería  y, a continuación, la simbolización, muy material, muy física, muy concreta, de una puerta de nuevo nacimiento; nos brinda un redescubrimiento de los elementos de la Vida, y nos permite realizar este momento de un renacimiento.

Es un poco complicado para el Masón , que para explicar la Vida , se recurra a expresar alegóricamente la idea de la Muerte.

Lo logra porque el orden simbólico tiene lo particular y lo específico que trae a una concepción del Ser que prohíbe pensar sobre el Ser ontológicamente, fuera de la idea misma de enlace.

 

El Ser sólo existe a través de los innumerables vínculos que pueden formarse y construirse dentro de él. En consecuencia, si el Ser no puede concebirse fuera de la idea de conexión, es dentro de uno enfoque simbólico y no por una muerte real que el solicitante, a diferencia del suicida, pueda verse abriendo el camino a un nuevo nacimiento en el Ser. Del mismo modo, si el solicitante a Maestro Mason no está lejos de experimentar, al comienzo de su acercamiento, sentimientos desesperados cercanos a los de una persona suicida, se diferencia radicalmente de ellos por el camino que elige para superarlos. El Masón se hunde en la padecimiento de la muerte antes de morir , el suicida  escapa.

Decía  un hermano masón, hay quienes mueren en vida , a esta frase hay muchas interpretaciones. Veamos:

Dijo el mensajero de Al·lâh [Muhammad] a los suyos: "Morid antes de morir y pedíos cuentas a vosotros mismos antes de que se os pidan".

 

[Hadîz recogido por Tirmidhî]

 

La muerte a la que aquí se alude es la muerte iniciática, obviamente, sin la cual no hay ‘segundo nacimiento’, el único que en verdad nos convierte en seres humanos integrales. Uno debe morir a sí mismo, a la estrechez del yo fenoménico con el que vive identificado a pesar de ser una mera ilusión, a fin de hacerse capaz de acogerlo todo. Sólo cuando tú te reconoces como nada Él deviene todo. En paralelo al presente hadîz, los maestros de la vía mística citan un adagio sufí según el cual el discípulo ha de ser, respecto a su guía espiritual, como el cadáver entre las manos del encargado de lavar el cuerpo de los que mueren. Algunos maestros sufíes efectúan una cuádruple distinción en la muerte iniciática. La muerte ‘roja’ corresponde al combate contra los impulsos egoístas; la muerte ‘blanca’, al ayuno, que es la vía por excelencia de la disciplina interior; la muerte ‘verde’ sobreviene cuando el derviche se cubre con la muraqqa’a, el manto remendado de algunas turuq sufíes, símbolo del total desasimiento; y la muerte ‘negra’, que consiste en ver a Dios en todo cuanto existe y es. El presente hadîz alude a la muerte, pero habla de la vida. Y es que sólo podemos conocer la vida después de haber conocido la muerte. Hemos de morir a lo conocido para penetrar en el misterio de lo desconocido. El camino interior, cuando es de verdad y no un mero entretenimiento, nos exige morir voluntariamente. Sólo así podemos avistar lo nuevo, que es una senda jamás antes transitada, desconocida para nuestro ego.

Alcoseri

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