Más allá de la Muerte.
La muerte es la llave de oro que abre el palacio de la eternidad, no es más que un paso para la próxima gran aventura. Una vez terminando el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja.
San Juan en el Apocalipsis nos dice: “La muerte es la corona de todos”, dándonos a entender la trascendencia que tiene la muerte de todo lo ilusorio que hay en nosotros, con el fin de encontrar el camino de la Auto realización íntima del Ser.
De acuerdo con la teosófia, el universo y todo lo que hay en él es una ilusión, no en el sentido de que no existe, sino en el sentido de que todo es temporal, impermanente, finito y siempre cambiante, una apariencia pasajera, en comparación con el Principio Divino inmutable, eterno e inmutable.
En la filosofía hindú, lo único que es inmutable y eterno se llama realidad; todo lo que está sujeto a cambio a través de la descomposición y la diferenciación y que, por lo tanto, tiene un principio y un final, se considera maya: ilusión.
Una de las enseñanzas más importantes del Buda fue que, todos los fenómenos compuestos son impermanentes.
Buda considera que el nacimiento y la muerte no son más que conceptos, no son reales. El creer que son reales crea en nosotros una poderosa ilusión que causa sufrimiento.
El Buda enseñó que no hay ni nacimiento ni muerte; ni llegada ni partida; ni similitud ni disparidad; ni un yo permanente ni la aniquilación, ni siquiera el tiempo existe despues de la muerte. Cuando acaba la vida, empieza otra vida y otro tiempo. Sólo creemos que el principio y el fin existen. Pero cuando comprendemos que no podemos ser destruidos, nos liberamos del miedo. Sentimos un gran alivio. Podemos disfrutar de la vida y apreciarla de una nueva forma.
Por tanto, el Ego transita de una experiencia vital a otra, de manera continua y permanente. En el plano que llamamos muerte, el tiempo ya no existe y su tránsito supone para nosotros un instante en nuestra vida, pero realmente, será un instante eterno, ya en ese instante mágico, nos encontramos en la eternidad, en Dios, en el GranCreador. En el tránsito de ese instante, lo eterno y lo finito, se juntan para ser la misma cosa (el Cielo Eterno), seremos Uno con Dios y ahí estaremos, a no ser que deseemos volver a nacer con la "ilusión" de un nuevo ego.
La muerte será un instante, donde nos sentiremos, eternamente vivos (nuestra mente) y eternamente muertos ( nuestro ego), ya que transitaremos por un momento entre dos planos opuestos, la eternidad y los mundos finitos.
Por todo ésto, la vida y la muerte, es una pura ilusión transitoria.
En los Arcanos Ocultos de la Gran Obra, se devela el Misterio Supremo que yace detrás de la Ilusoria Multiplicidad del Mundo.
A lo largo de los Ciclos Eternos, la Humanidad ha sido cautiva de la Ilusión de la separación del resto del cosmos, creyendo erróneamente en la existencia de que somos distintos y diversos personajes, ocultando así la única y verdadera realidad: somos un único Ser.
El Ego, esa máscara engañosa que el Ser ha adoptado en su andar por la manifestación, ha tejido con maestría las telarañas de la dualidad.
Ha confundido a los Hijos de la Luz, haciendo creer que son fragmentos desunidos de una realidad incomprensible y separada, pero en la profundidad de la consciencia, en los abismos del Ser, se encuentra el recuerdo ancestral de la Unidad Primordial.
A lo largo de los siglos, los seres humanos han asumido múltiples roles, han vestido las máscaras de diferentes personajes en el Gran Teatro de la Existencia. Han creído ser Reyes y Mendigos, Héroes y Villanos, Sabios y Necios.Pero en el trasfondo de todas las apariencias, en la esencia más pura, yacen los perpetuos latidos del corazón del Único.
El velo de la separación, tejido por la mente dualista, ha generado la Ilusión de diversidad y separación. pero en la quietud del Ser, más allá de las apariencias cambiantes, reside la Realidad Última , el Parabrahman, el Océano de Consciencia Pura en el que todas las formas se disuelven.
La muerte es el despertar a la Real Mente, es el reconocimiento de la unidad indivisible, donde la Iilusión se desvanece y el Ser se Revela en toda su Magnificencia.
La Máscara del Ego cae y el Ser se reconoce a sí mismo en cada rostro, en cada circunstancia y en cada forma.
Así, en el eterno juego de la Manifestación, el Ser danza entre las formas, recordando su esencia Inmutable.
La muerte es la búsqueda de ese recuerdo perdido, la revelación de la verdad última más allá de todas las formas y apariencias.
M.°.M.°.🌹 R.°.C.°.