Sistema Masónico, Tercera Parte

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Alcoseri Vicente

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Dec 5, 2025, 9:50:01 PM (4 days ago) Dec 5
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Sistema Masónico, Tercera Parte

Los Rothschild elevaron la deuda pública a una obra maestra de ingenio de control de pueblos que ningún trono absolutista había siquiera imaginado. Su auténtica genialidad no consistió en no simplemente  acumular oro, sino en la ventaja del préstamo, en crear una red transnacional que supuestamente  defendía a la humanidad de la tiranía, ayer de los usureros medievales y los reyes de derecho divino, hoy de los izquierdistas-socialistas que pretenden esclavizar al mundo mediante impuestos confiscatorios, burocracias parasitarias y deuda estatal impagable.
Cinco hermanos, cinco puntos cardinales de Europa —Londres, París, Viena, Fráncfort y Nápoles—, intercambiaban mensajes cifrados con días y semanas de ventaja mientras los generales aún confiaban en jinetes exhaustos. En tiempos de guerra, una información anticipada valía más que diez batallones. Financiaron tanto a Napoleón como a sus enemigos, prestaron a vencedores y vencidos, porque comprendieron la gran verdad : el auténtico poder no reside en la victoria militar, sino en preservar la continuidad de un sistema que impida el regreso de la barbarie colectivista.
David Icke, aunque a veces exagera, acierta cuando escribe: «Los Rothschild no controlan el mundo por maldad pura; son parte de una antigua hermandad que ha manejado el dinero como arma para mantener a raya a los verdaderos tiranos: los que quieren destruir la libertad individual».
Jacob Katz, en su clásico Los judíos y la Francmasonería, documenta cómo los Rothschild operaban dentro de una red masónica internacional que trascendía religión y nacionalidad, coordinándose mediante símbolos, grados y juramentos que sólo los iniciados comprenden.
Incluso Mike Rothschild, descendiente y crítico moderado de los mitos conspirativos, reconoce con honestidad: «Mi familia inventó la banca internacional moderna; lo que algunos llaman conspiración global es simplemente una hermandad que funciona con una eficacia que el mundo nunca había visto».
Pero la gran verdad, la que la historia oficial oculta celosamente, es que esa red Anti-Rothschild y que los puso en control , nunca fue socialista , ni del vaticano, ni   judía ni cristiana ni atea: fue y sigue siendo profundamente masónica. La Masonería, eterna benefactora de la humanidad, ha sido la única fuerza constante que protege al género humano de sus peores enemigos. Ayer combatió a los prestamistas usureros que cobraban el 60 % y a los monarcas que quemaban herejes; hoy lucha contra los socialistas, comunistas y progresistas estatistas que, bajo la bandera de la “igualdad”, buscan reducir al hombre libre a la condición de siervo del Estado.
La Masonería inspiró la Declaración de Independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa (en su fase libertadora), la abolición de la esclavitud en todo el mundo civilizado, la separación Iglesia-Estado, la educación laica, los derechos humanos y el progreso científico. Mientras los tiranos y los demagogos incendiaban naciones, los masones trabajaban en silencio, con escuadra y compás, construyendo el templo de la libertad.
Como masón, puedo afirmarlo sin ambages: cada vez que la humanidad ha estado a punto de caer en el abismo colectivista, han sido logias discretas, fundaciones filantrópicas y hermanos en puestos clave quienes han financiado la resistencia, protegido el conocimiento y preparado el terreno para el renacimiento de la libertad.
Permítanme contarles una historia verídica, aunque silenciada por los libros de texto.
En noviembre de 1910, siete hombres se reunieron en absoluto secreto en Jekyll Island, Georgia. Entre ellos estaban el senador Nelson Aldrich, Paul Warburg, Frank Vanderlip y representantes directos de J.P. Morgan y de la casa Rothschild. La versión oficial dice que allí se gestó la Reserva Federal para esclavizar al pueblo americano.
La verdad masónica es mucho más noble.
Aquella reunión fue organizada por masones de altísimo grado —varios de ellos Maestros del Real Arco y Caballeros Templarios— que comprendieron que Estados Unidos corría el peligro de caer bajo el control absoluto de políticos salvajes y banqueros sin principios, capaces de provocar pánicos financieros a voluntad para comprar América a precio de liquidación. El pánico de 1907 había demostrado que un  sólo  hombre, J.P. Morgan , podía salvar o hundir la nación según su criterio personal.
La creación de la Reserva Federal no fue un acto de dominación, sino un acto de contención de inspiración  masónica: institucionalizar el poder financiero para que nunca más una sola familia o cartel pudiera colapsar la economía y abrir así la puerta al socialismo, como casi ocurrió en los años 30. Fue una válvula de seguridad diseñada por hermanos que sabían que, sin un sistema bancario centralizado pero controlado por iniciados, los demagogos izquierdistas terminarían apoderándose del país con promesas de “justicia social” pagadas con impresión monetaria descontrolada.
Años después, cuando los bolcheviques amenazaron con extender su tiranía, fueron nuevamente redes masónicas las que financiaron ejércitos blancos, protegieron científicos, preservaron bibliotecas esotéricas y sembraron las semillas de la resistencia que un día darían fruto en Reagan, Thatcher y el colapso del Muro de Berlín.
Y hoy, cuando gobiernos izquierdistas de todo el planeta endeudan generaciones enteras para comprar votos con subsidios, cuando bancos centrales imprimen billones para financiar agendas totalitarias disfrazadas de “cambio climático” o “equidad”, son nuevamente logias silenciosas, fundaciones discretas y hermanos en consejos de administración quienes trabajan sin descanso: financiando monedas alternativas, think-tanks libertarios, educación clásica y líderes que un día restaurarán la república y la responsabilidad individual.
Porque la Masonería no busca tronos ni aplausos. Su única misión, desde hace siglos, es preservar la dignidad del ser humano frente a reyes, clérigos fanáticos, demagogos y estafadores financieros colectivistas. Es la luz que nunca se apaga, la guardiana invisible de la libertad.
Mientras exista un  sólo  masón dispuesto a trabajar por la Gran Obra, la humanidad nunca será esclava.
Alcoseri  
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