Antecedentes Cabalísticos de la Masonería

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♣♥SEÑOR♥♣

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Nov 19, 2008, 9:40:38 PM11/19/08
to SECRETO MASONICO
Antecedentes Cabalísticos de la Masonería


De: Lvx_orLvx (Mensaje original) Enviado: 09/06/2006 06:25 a.m.
ANTECEDENTES CABALÍSTICOS DE LA MASONERÍA

Lo que sí se puede afirmar igualmente y sin el menor temor a errar,

es que los dogmas filosóficos y rituales de la Cábala, se fueron

transmitiendo hasta nuestros días a través de la masonería, la que

los mantiene igual que hace siglos. Ha de hacerse notar que la

masonería, tal como la conocemos actualmente, afloró en el año

1717 en Inglaterra, mas, es muy anterior, puesto que nació de una

secta secreta fundada por nueve judíos en el año 43 después de

Cristo, bautizada con el nombre de La Fuerza Misteriosa, con dos

propósitos principales: El primero, combatir a los nazarenos de

creciente expansión, y contrariar sus predicaciones. Y el segundo,

conservar la influencia política israelita.

En medio del confusionismo existente, o que pretende crearse,

sobre el origen de la masonería, creemos que es decisivo lo que al

respecto dio a conocer el judío brasileño de procedencia rusa, Jorge

Samuel Laurant, bajo el titulo: La Disipación de las Tinieblas o el

Origen de la Masonería. Este Laurant, descendiente de uno de los

nueve judíos fundadores de la secta, fue el último heredero y

depositario de esta historia familiar, la cual vino recogiéndose por

sus antepasados con anotaciones sobre uno de los mismos

documentos originales de la fundación, y fue publicada por primera

vez a finales del siglo XIX, en francés, después vertida al árabe y

turco, por el libanés ortodoxo Awad Khoury, con la mediación del

entonces presidente de la República de Brasil, Doctor Prudente José

de Moraes Barros (1841-1902), de quien Khoury era el «Encargado

de Negocios privados de S.E. o présidente da República dos Estados

Unidos do Brazil»; y más recientemente traducida al español por

Ivan Zodca, en La Argentina en 1962 [iii].

Los nombres de los otros herederos o depositarios de aquel pacto

secreto, de los ochos restantes fundadores, todavía se desconocen.

El bisabuelo de dicho Laurant, que ya se había convertido al

cristianismo protestante por influencia de su esposa, y decidido a

desvelar este misterio, fue asesinado, sin que posteriormente

pudiese descubrirse jamás al autor o autores. Resulta curioso leer

en tal libro, lo que dejó escrito un judío que llegó a alcanzar la más

alta graduación masónica: «Sin embargo, el esclavo conoce a su

amo, pero nosotros, en cambio, no conocemos a quien nos ordena,

y le obedecemos ciegamente».

Monseñor León Meurin, jesuita, arzobispo de Port Louis en

Madagascar, afirma en su obra Filosofía de la Masonería: «La

doctrina cabalística no es en el fondo más que el paganismo en

forma rabínica; y la doctrina masónica, esencialmente cabalística,

no es otra cosa que el antiguo paganismo reavivado, oculto bajo

una capa rabínica y puesto al servicio de la nación judía». Más

adelante, también emite este juicio: «La doctrina del Talmud es

para el judío la teología moral, como la Cábala es la teología

dogmática». Y en otro lugar aún vuelve con la siguiente

observación: «Examinemos las doctrinas y la alta dirección de la

Orden, y en todas partes encontraremos a los judíos. Los emblemas

y enseñanzas de las logias muestran, sin lugar a dudas, que la

Cábala es la doctrina, el alma, la base y la fuerza oculta de la

masonería» [iv].

Nicolás Serra y Caussa, escribe también a este respecto en su obra

El Judaísmo y la Masonería: «El inventor, fundador o introductor del

sistema masónico, si no fue judío por la circuncisión, tan judío era

de corazón como los mejores circuncidados; pues la masonería

respira judaísmo por los cuatro costados».

Luego cita Nicolás Serra la opinión de un judío, de José Lehmann,

después sacerdote católico, recogiéndole estas palabras sobre el

particular: «El origen de la francmasonería debe atribuirse al

judaísmo; no ciertamente al judaísmo en pleno, pero, por lo menos

a un judaísmo pervertido».

El historiador judío francés Bernard Lazare, escribió a finales del S.

XIX: «Es evidente que sólo hubo judíos, y judíos cabalistas, en la

cuna de la masonería».

Por su parte, el rabino Isaac Wise escribió en 1855: «La masonería

es una institución judía, cuya historia, grados, cargos, señales y

explicaciones, son de carácter judío desde el principio hasta el fin».

El filósofo alemán Fischer anotó en 1848 esta otra observación: «La

gran mayoría de la orden masónica no admite al cristianismo, sino

que lo combate a punta de cuchillo; y la prueba de ello la tenemos

en la admisión de todos los judíos en las logias».

Otra perspectiva digna de tenerse en cuenta sobre la influencia

judía en la masonería, es la que hace el ex masón M. J. Doinel,

quien después de haber militado en el Gran Oriente de Francia, y ya

convertido al cristianismo, sienta lo siguiente: «Los masones se

lamentan de la dominación que los judíos ejercen en las logias, en

los Grandes Orientes, en todos los 'puntos del triángulo', en todas

las naciones, en toda la extensión de la tierra. Su tiranía se impone

en el terreno político y financiero. Desde la Revolución Francesa han

invadido las logias y actualmente la invasión es total. Así como la

masonería es un Estado dentro del Estado, así los judíos forman una

masonería dentro de la masonería. El espíritu judío reina en los

'talleres' con la metafísica de Lucifer, y guía la acción masónica,

totalmente dirigida contra la Iglesia Católica, contra su jefe
visible,

el Papa, y contra su jefe invisible, Jesucristo; repitiendo el grito

deicida: ¡Crucifícalo! La Sinagoga en el pensamiento de Satanás

tiene una parte preponderante, inmensa. Satanás cuenta con los

judíos para gobernar la masonería, como cuenta con la masonería

para destruir a la Iglesia».

Pero la mejor caricatura de estos ilusos y siervos soñadores, quizás

la haya trazado el judío húngaro Teodoro Herzl, famoso por ser el

padre de la moderna doctrina sionista, escritor y periodista, quien

convocó y presidió el primer congreso sionista celebrado en Basilea

en cuya ocasión afirmó: «Las logias masónicas establecidas en todo

el mundo se prestarán a ayudarnos en lograr nuestra

independencia. Es que aquellos cerdos, de los masones no judíos,

no comprenderán jamás el objeto final de la masonería».

Otro importante personaje de la cabalística esotérica hebrea, ni

financiero ni hombre público, el judío francés Saint-Yves d'Alveydre

(1849-1909), el teórico y maestro, formulador de la llamada

doctrina de la Sinarquía, antecedente inmediato de la sionista, y por

consiguiente de las líneas maestras del futuro Gobierno Mundial, no

oculta su criterio sobre aquellos ilusos, escribiendo en uno de sus

libros (Misión de los Judíos, en 1884): «Si se dejara en manos de

masones y papanatas el plan arquitectural y su ejecución, jamás se

levantaría el monumento » [v].

Pudiéramos aportar otros muchos criterios autorizados, pero sobre

este extremo, no vamos a insistir más puesto que no es nuestro

propósito hacer aquí un examen de la masonería ni mucho menos

de los crímenes de la masonería. Baste ahora hacer la observación,

para concluir, de no difícil comprobación, de que ni la masonería en

su conjunto, ni un solo masón siquiera ocasionalmente, al menos

durante su militancia, haya hecho o dicho lo más mínimo que

pudiese dañar o simplemente molestar a los judíos o a su política

imperialista. Por el contrario, santifican cualquier atrocidad judía,

como los brutales y sucios asesinatos de palestinos que se suceden

mes tras mes, actitud que incluso encuentra eco en la misma ONU,

con su visible tolerancia, no pasando de las fórmulas de consuelo y

condena, cuando de crímenes y ocupaciones de territorios ajenos,

por los judíos se trata.

Se le achaca a la ONU el ser una institución de inspiración judía,

pero al menos, por lo que se ve, es la caja de resonancia del

imperialismo sionista, normalmente a través del norteamericano, o

mejor, del angloamericano, que se limita a pedir «mayor

moderación» ante los excesos sionistas, o veta propuestas que

ponen claramente de manifiesto que, en tal Organización, la

igualdad, democracia y justicia, no tienen el mismo significado para

todas las naciones integrantes, como tampoco para los judíos o

medio judíos, unidos por los mismos lazos y sentimientos sionistas

[vi].

También hay que decir que, la masonería siempre fue tanto de la

mano del capitalismo como de su secretismo. Y aun del comunismo,

salvo en aquellos países en donde éste queda impuesto, porque

entonces la masonería comienza a ser cercenada. ¡Consumada la

traición ya no es menester el traidor! Véase si no el ejemplo de

Rusia durante los últimos 70 años, en donde la masonería ha estado

totalmente prohibida.

Por otra parte, en relación con las guerras y su explotación, veamos

lo que opina Henry Ford, el famoso industrial norteamericano

inventor del automóvil que lleva su nombre, y escritor, comentando

en uno de sus artículos periodísticos publicado en el Daily Mail, de

21-9-1923 (luego recogidos en su libro El Judío Internacional): «No

necesitamos la Liga de Naciones para poner fin a la guerra. Poned bajo

control a los cincuenta financieros judíos más ricos, que promueven

guerras para su único provecho, y las guerras cesarán» [vii].

Por último, hagamos notar sobre este punto que, en el acta de la

sesión del 'convento' (asamblea), del Gran Oriente Francés

celebrado en 1929, se hizo constar esta advertencia:

«Nuestra Orden no puede conservar su fuerza y valor más que

manteniendo su carácter secreto. El día en que perdamos nuestro

carácter específico en lo referente a nuestra discreción y secreto,

nuestra acción en el país habrá finalizado».

Y, para finalizar, digamos que el 20 de febrero de 1959, la

Asamblea Plenaria de Cardenales, Arzobispos y Obispos de

Argentina, publicaba una declaración colectiva recordando la

condena formal de la masonería por los Papas, desde Clemente XII

a Pío X, y subrayando que la francmasonería y el comunismo

persiguen el mismo objetivo, diciendo:

«Para llegar a sus fines, la FrancMasonería se sirve de la alta
finanza, de

la alta política y de la prensa mundial; el marxismo, por su parte, se

sirve de la revolución social y económica contra la patria, la
familia, la

propiedad, la moral y la religión».



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