Los Misteriosos Viajes Iniciáticos de la Masonería

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Alcoseri Vicente

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Dec 12, 2025, 9:14:25 PM (4 days ago) Dec 12
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Los Misteriosos Viajes Iniciáticos de la Masonería

Imagina a un hombre común, envuelto en las sombras de lo cotidiano, que un día siente el llamado irresistible de algo mayor. Es libre, de buenas costumbres, guiado por una moral sincera y un profundo respeto al Gran Arquitecto del Universo. Ha discernido el bien del mal, ha abrazado el libre albedrío que Dios concede a todos los seres humanos. Este hombre, atraído por el amor al prójimo y a lo divino, cruza el umbral de la Logia. Allí comienza su verdadera odisea: un viaje simbólico hacia la Luz, un peregrinaje interior que transforma el alma para siempre.
Como bien señaló Joseph Campbell, “el camino estándar de la aventura mitológica del héroe es una magnificación de la fórmula representada en los ritos de paso: separación — iniciación — retorno, que podría denominarse la unidad nuclear del monomito”. En la Masonería, este monomito se vive de forma viva y palpable. El neófito, despojado de metales —símbolo de las vanidades profanas— y con los ojos vendados, representa al héroe que abandona el mundo conocido para adentrarse en lo desconocido. Es el nacimiento espiritual, la separación del caos profano.
El monomito, o viaje del héroe, es un patrón narrativo universal identificado por Joseph Campbell en su libro "El Héroe de las Mil Caras", que describe la estructura común de historias míticas y fantásticas donde un héroe emprende una aventura, enfrenta desafíos decisivos, y regresa transformado, siendo aplicable desde mitos antiguos hasta películas modernas como Star Wars o Harry Potter.
Es un arquetipo del viaja iniciático , es una estructura narrativa fundamental que se repite en cuentos, mitos y leyendas de diversas culturas a lo largo del tiempo.
El héroe abandona su mundo ordinario para embarcarse en una aventura en un mundo extraordinario, supera pruebas, logra una victoria o conocimiento, y regresa a su mundo original cambiado.
Las Etapas Clave (simplificadas en 12 pasos):
Mundo Ordinario: Se presenta al héroe en su vida cotidiana.
Llamada a la Aventura: Un conflicto o evento lo invita a salir de su zona de confort.
Rechazo de la Llamada: El héroe duda o teme aceptar el desafío.
Encuentro con el Mentor: Un personaje sabio lo guía y prepara.
Cruce del Umbral: El héroe se adentra en el mundo desconocido.
Pruebas, Aliados y Enemigos: Enfrenta obstáculos y conoce compañeros y adversarios.
Acercamiento a la Cueva Profunda: Se prepara para el desafío final.
La Prueba Suprema (La Ordalía): El enfrentamiento más grande, donde casi "muere" o fracasa.
La Recompensa: Obtiene un tesoro, conocimiento o poder.
El Camino de Regreso: Inicia el retorno, a menudo con persecuciones.
La Resurrección (Purificación): Una última prueba que lo redime y lo transforma definitivamente.
Regreso con el Elixir: Vuelve a su mundo con el "elixir" (sabiduría, paz) para compartirlo.
Los viajes iniciáticos Muestran cómo las historias humanas comparten un núcleo temático profundo y universal.
En el Ritual de Iniciación del Aprendiz de Masón, el candidato realiza tres viajes simbólicos alrededor de la Logia, siguiendo el camino del Sol en sentido de dextrógiro —como las agujas del reloj—, trazando un círculo mágico, un mandala protector con el Altar en su centro. Este movimiento circular evoca las antiguas ceremonias religiosas, un eco de los ritos primitivos que, según James George Frazer en su exploración de los mitos universales, giran en torno al ciclo de muerte y renacimiento, donde el dios que muere revive para traer fertilidad y renovación.
El primer viaje es el más arduo. El camino se presenta torcido, lleno de obstáculos, envuelto en ruidos ensordecedores y truenos. Estos simbolizan el caos primordial de la creación, el mundo profano dominado por pasiones descontroladas, el hombre en su estado primitivo. Es la lucha contra las tinieblas, el paralelo histórico entre la era feudal y el Iluminismo, las “tinieblas” dando paso a las “luces”. Al final, el neófito  lega al Septentrión y se le permite pasar. Ha conquistado la energía moral inicial, pero el camino apenas comienza.
El segundo viaje es de transición: menos difícil, pero no exento de pruebas. Se oyen choques de espadas y armas, y el candidato pasa por el agua lustral. Los ruidos evocan las batallas históricas del hombre por imponerse, la “edad de la ambición” donde aún luchamos contra pasiones y obstáculos. El agua simboliza los ríos y océanos que debemos cruzar hacia la meta mayor: la Gran Luz. Las dificultades disminuyen porque, al persistir en la virtud, los conflictos se atenúan. Purificado por el agua en la puerta de Occidente, el neófito avanza.
El tercer viaje es solemne, por un camino plano, suave y silencioso. Representa la paz del hombre que ha ordenado sus pasiones, alcanzando la madurez y la reflexión. Llega a la puerta del Oriente y es purificado por el fuego, listo para recibir la Luz. Este fuego, como en tantas culturas antiguas descritas por Frazer, inflama el corazón con amor y caridad hacia los semejantes.
Las tres puertas simbolizan sinceridad, coraje y perseverancia; las purificaciones por tierra, aire, agua y fuego recapitulan la obra alquímica: transformar el metal burdo del profano en oro precioso, apto para la Cadena Fraternal de Unión. El neófito, ahora Aprendiz, recuerda las espadas apuntadas hacia él  —rayos de la Verdad—, el juramento, el mandil, la Piedra Bruta a pulir con escuadra, compás, nivel, plomada, mazo y cincel. El pavimento ajedrezado, el Sol y la Luna, todo le habla de equilibrio y eternidad.
Esta iniciación deja una marca indeleble en el alma inmortal del masón. Como yo, como masón , veo en estos viajes no sólo  alegorías masónicas, sino un mapa universal del crecimiento humano: el héroe masónico, al igual que en las tradiciones ancestrales, muere simbólicamente al ego profano para renacer en fraternidad y sabiduría. Es un llamado a la acción constante, a pulir la piedra interior día a día, recordándonos que la verdadera Logia se construye en el corazón.
Pero el viaje no termina ahí. Para ascender al grado de Compañero —de la perpendicular al nivel—, el masón realiza cinco viajes simbólicos, representando cinco años de estudio profundo para dominar conocimientos secretos.
Estos ecos resuenan en las antiguas tradiciones mexicas, donde Quetzalcóatl exigía a sus discípulos cinco años de silencio y meditación en el teocalli —la Casa de Dios— para convertirse en calchiuhqui, “albañiles” o masones en el sentido espiritual (calchiuhcamatiliztli: masonería). El término calchiuhcamatiliztli es una palabra de origen náhuatl que se utiliza dentro de ciertos contextos de la masonería en México, particularmente en aquellos que buscan rescatar o integrar elementos de las culturas prehispánicas. Etimológicamente, se compone de raíces que aluden a la "piedra preciosa" y al "conocimiento" o "sabiduría".
El primer viaje consagra los cinco sentidos: armado con mazo y obsidiana, el candidato da vueltas al templo, aprendiendo a conocerse a sí mismo mediante la percepción pura.
El segundo se dedica al arte de la construcción en piedra, estudiando sistemas maya, olmeca, tolteca, azteca y zapoteca; recibe regla y escuadra, simbolizando el impacto de la arquitectura en la psicología social.
El tercero, chamánico, abarca las artes liberales: gramática, retórica, lógica, aritmética, geometría, música y astronomía; intercambia herramientas por compás y mazo, elevándose a niveles esotéricos.
El cuarto honra a los grandes sabios indígenas: Tlacaélel, Kinich Ahau, Quetzalcóatl y, en tiempos modernos, el yaqui Don Juan Matus, maestro de Carlos Castaneda. El candidato, ahora con herramientas sagradas y armas, domina el arte del acecho y la ensoñación, acercándose al nahual —el guerrero transformado.
Finalmente, el quinto viaje glorifica la Libertad. Como enseñaba Don Juan según Castaneda: “Sólo  como guerrero puede uno soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable”.
En estos viajes, el masón se eleva por encima de las vicisitudes profanas, ganando fortaleza física y espiritual.
Como masón, agrego que estos ritos masónicos, entrelazados con ecos chamánicos y mitos universales, nos invitan a ser guerreros de la Luz: acechadores de nuestras sombras, soñadores de un mundo mejor, perseverantes en la búsqueda de la Verdad. Es un cuento eterno que atrapa porque es nuestro: el héroe no regresa igual, sino transformado, listo para iluminar a la humanidad con fraternidad y sabiduría. ¿Te atreves a emprender tu propio viaje?
En el Grado de Maestro masón no se realizan viajes simbólicos como en el grado de aprendiz, ni como en el de compañero . En su lugar , el rito se centra en una única gran peregrinación dramática , alegorica y profundamente conmovedora.
Cuando seles de la cámara del tercer grado , ya no eres el mismo . Has hecho el viaje definitivo ; has muerto y resucitado .
Alcoseri 

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