La Épica Aventura del Masón que Casi Atrapa a la Verdad (y se Tropezó con la Mentira)
Érase una vez, en un rincón polvoriento de la historia masónica, un hermano masón de mandil impecable llamado Rodolgo García, un tipo siempre con más entusiasmo que un aprendiz en su primera tenida. Rodolgo no era cualquier masón: tenía una misión épica, digna de un caballero de la Tabla Redonda o, al menos, de alguien que se ha leído los 3 catecismos de la logia de cabo a rabo. Su obsesión era nada menos que atrapar a la Señora Verdad, esa dama escurridiza que todos buscan, pero que parece tener un doctorado en escapismo.
Rodolgo, con su compás en una mano y su escuadra en la otra (y probablemente un café en la tercera, porque los masones siempre parecen tener una mano extra para las emergencias), estaba a punto de lograrlo. ¡Sí, señores! La Señora Verdad estaba allí, a un paso, brillando como un faro en el Oriente, con su aura de sabiduría y su sonrisa de "sé algo que tú no". Rodolgo ya casi podía sentir el roce de su túnica mística cuando, de repente cuando su mano tocaba ya a la Señora Verdad, un alarido desgarrador rompió el silencio como si alguien hubiera pisado un erizo en la oscuridad.
“¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Miren hacia acá que tengo una Noticia perturbadora! ¡Tengo una noticia más jugosa que el chisme de la Tenida de anoche!”
La voz, chillona y con un dejo de drama de telenovela, hizo que Rodolgo diera un brinco. Su instinto de buen samaritano (y un poco de curiosidad morbosa, admitámoslo) lo obligó a soltar a la Señora Verdad, que aprovechó para escabullirse más rápido que un político en un debate sobre ética. El Q:. H:. Rodolgo García, con el corazón en la garganta, se giró hacia la fuente del grito.
“¿Por el Gran Arquitecto, pero qué cosa pasa?” preguntó, esperando encontrar una emergencia digna de un superhéroe masónico.
Allí, en medio de un sendero polvoriento, estaba una figura señalando hacia el Septentrión con un dedo tan insistente que parecía estar dirigiendo el tráfico en hora pico. “¡Mira estas huellas! ¡Son de la Señora Verdad! ¡Corre, que se te escapa por allá!”
Rodolgo, con el ceño fruncido y una ceja arqueada como si estuviera resolviendo un enigma , preguntó: “Oye, y tú, ¿quién eres?”
La figura, con una risita que sonaba a villana de caricatura, respondió: “Soy la Señora Mentira, ¡encantada de conocerte!” Y siguió apuntando a el Septentrión , como si estuviera vendiendo entradas para un concierto de rock en la dirección equivocada.
Rodolgo se quedó petrificado, con la mandíbula en el suelo y el mandil a punto de caérsele. “¡Maldita Señora Mentira! ¿Me estás diciendo que dejé escapar a la Señora Verdad, que ya la tenía prácticamente abrazada, por tu grito de ‘¡ayuda, que me caigo!’? ¡Esto es más bajo que vender un compás de plástico en una subasta masónica!”
La Señora Mentira, sin inmutarse, se encogió de hombros y dijo: “Mira, Rodolgo, te estoy dando una pista. Sigue esas huellas y encontrarás a la Verdad. ¡Confía en mí!” (Spoiler: nunca confíes en alguien que dice “confía en mí” mientras señala en la dirección equivocada).
El Francmasón Rodolgo García , rojo de furia y con ganas de escribir un ensayo masónico titulado Por qué la Mentira Merece una Expulsión de la Logia, gritó: “¡Eres el colmo, Señora Mentira! ¿Tonta o cómplice? ¡Por tu culpa perdí a la Verdad! ¡Estaba tan cerca que ya sentía el olor a sabiduría y pergamino antiguo! ¡Y ahora me mandas a correr al Septentrión como si fuera un masón persiguiendo un grado que no existe!”
Y así, entre el polvo del camino y las risas burlonas de la Señora Mentira, Rodolgo aprendió una lección que vale más que todos los rituales del mundo: cuando estés tras la Señora Verdad, no te dejes distraer por los gritos, los chismes, las fake news de la logia o las malas publicaciones virales en los foros masónicos de internet. Porque, como dice el refrán, “el chisme es como el mandil mal puesto: todos lo notan, pero nadie lo arregla”.
Moraleja Masónica (y un Poquito Filosófica):
En la búsqueda de la Verdad, mantén tus oídos tapados ante los cantos de sirena de la Mentira. Los chismes, las envidias, las calumnias y las “llamadas de auxilio” en las redes sociales o en las tenidas son trampas diseñadas para desviar a los iniciados. Como diría un venerable maestro con un café en la mano: “Hermanos, la Verdad no se encuentra en el grupo de chismes masónicos de WhatsApp de la logia. ¡Dejen de compartir memes masónicos y pónganse a trabajar en su piedra bruta!”
Citas de Idries Shah para Reflexionar (y Reír un Poco Más):
“La verdad ha sido cortada en pedazos pequeños para que la gente no la reconozca. Y luego, cuando la ven, creen que es un chisme.”
– Perfecto para cuando la Señora Mentira te envía a perseguir huellas falsas en pasos perdidos .
“La gente prefiere creer en lo que le hace sentir cómodo, aunque sea una mentira, que aceptar la verdad que los incomoda.”
“No busques la verdad sólo para acumular conocimiento, sino para que te transforme. De lo contrario, sólo estás coleccionando datos como quien colecciona mandiles.”
– Un recordatorio de que la Verdad no es un trofeo para presumir en la logia.
“El tonto grita que ha encontrado la verdad, el sabio calla y sigue buscándola.”
– Rodolgo, menos gritos y más pasos firmes hacia el Oriente, ¿vale?
Así que, hermanos y hermanas, la próxima vez que estén a punto de atrapar a la Señora Verdad, no se dejen engañar por los alaridos de la Señora Mentira. Y si ven a Rodolgo García corriendo hacia el Septentrión , denle un grito: “¡Hermano, revisa tu GPS masónico, que vas en la dirección equivocada!”
Alcoseri