El poder político de los grupos religiosos

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Orlando Palacios

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Dec 4, 2022, 4:49:35 PM12/4/22
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El poder político de los grupos religiosos

Basta una ligera lectura de la historia, para darnos cuenta de que religiosos y políticos siempre han colaborado unos con otros para manipular a las masas. Cuando había por todo el imperio romano grupos dispersos de creyentes en la venida o el regreso de un supuesto “Mesías” (llamado por otros “Cristo”), concebido como un restaurador político y futuro gobernante de un nuevo reino mundial, Constantino el Grande, un adorador de Mitra (ahora “san Constantino”), decidió reunir a 318 líderes de esos movimientos, elegidos por él mismo, para rechazar ciertas ideas y escritos que circulaban, y adoptar otros. Combatió así las ideas que representaban una amenaza para el Imperio, como la existencia de un Mesías sedicioso que pretendía el rescate político del pueblo judío, y apoyó cualquier pensamiento que tendiera a representar al “Cristo” como una divinidad pacífica y amorosa, que aconsejaba una actitud humilde y sumisa, así como el sometimiento a la autoridad romana, la subordinación del sirviente al patrón y la “virtud” de ser pobre, al tiempo que criticaba fuertemente y ridiculizaba a las autoridades judaicas que integraban el Sanedrín. Así, aquel “Concilio de Nicea” del año 325 dirigido por Constantino, definió que el “Cristo” era un dios, seleccionó los cuatro evangelios “verdaderos” que hoy integran la Biblia cristiana, promulgó el actual “Credo” cristiano, y estableció la celebración de la “Semana Santa” coincidiendo con la Pascua judía, para restar influencia a esta fiesta de potenciales revoltosos.

Pero el contubernio ha continuado a través de los siglos, y hoy tanto los políticos siguen aprovechándose de las creencias religiosas de la población para ganar votos, como los religiosos se aprovechan de sus seguidores para inducirlos a votar por ciertos partidos o líderes políticos, para obtener privilegios en el nuevo gobierno. De esta manera, sin importarles lo que otros ciudadanos podamos pensar, los dirigentes religiosos se confabulan con los políticos para tratar de imponer sus conceptos a toda la sociedad. Gracias a los congresistas que pertenecen a su religión, logran incorporar sus caprichosos criterios a la legislación, mediante la emisión de leyes que favorecen posiciones ignorantes de los electores. Logran así que se decrete por ejemplo un “día de la Biblia”, o un “día nacional de oración”, o que se introduzca la enseñanza del creacionismo en las escuelas públicas, y evitan que niños y jóvenes adquieran una educación sexual con base científica. Usurpan así el control de la educación de las futuras generaciones. También establecen la embrutecedora práctica de “jornadas de oración” en instituciones y actos públicos, y hasta logran imprimir Biblias con fondos públicos para distribuir en las escuelas. Pero también evitan el financiamiento de proyectos científicos y tecnológicos que atentan contra sus intereses, y obtienen exenciones de impuestos que hacen que la carga tributaria sea mayor para todos los contribuyentes, incluyendo a los ateos. Además de que ese poder político adquirido por los religiosos, les brinda un estatus de inmunidad.

En Latinoamérica los pueblos están sometidos a “concordatos” y otros tratados firmados entre los estados y las iglesias, para conceder a éstas últimas beneficios económicos y sociales de enorme privilegio, que incluyen sustanciosos sueldos a pastores y clérigos, y “contribuciones” a oenegés religiosas supuestamente caritativas que no son auditadas. Y algo similar ocurre en Europa. En especial los grupos evangélicos han adquirido un poder inusitado, con sus redes de medios masivos de comunicación, con frecuencias concedidas por el estado gracias a su influencia política, donde difunden sus mensajes 7/24/365, a través de sus estaciones de radio y televisión. Y también lo hacen a través páginas web. Pero han incursionado además en varios negocios estratégicos. En Brasil por ejemplo, los movimientos evangélicos han creado hasta empresas de ingeniería especializadas en construir templos, tienen una feria de negocios llamada ExpoCristo, y hasta emiten tarjetas de crédito. Su influencia en la sociedad es indiscutible incluso en los Estados Unidos. En 2014, una encuesta del Pew Research Center, centro de investigación con sede en Washington, concluyó que el 51% de los estadounidenses estarían menos dispuestos a apoyar un candidato ateo para presidente, que a un candidato de cualquier religión, incluyendo a los musulmanes.

¿Alguien puede dudar todavía del maquiavélico poder de las iglesias? ¿Y todavía se preguntan por qué los ateos nos oponemos a las religiones?
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