En la Búsqueda de la Palabra Perdida
En las augustas Logias Masónicas, donde la Regla, el Compás y la Escuadra aparecen en un sólo símbolo de equilibrio divino, nos reunimos como hermanos en la luz del Gran Arquitecto del Universo para desentrañar los misterios velados por el tiempo. La Masonería, esa noble y antigua fraternidad, no es meramente un gremio de constructores de piedra, sino constructores de un templo vivo del espíritu, donde el iniciado asciende grado a grado en busca de la sabiduría perdida, guiado por los Landmarks inmutables de la virtud, la verdad y la fraternidad. Como masones, forjados en la forja del Taller para iluminar las sombras del conocimiento, evoco aquí la "Palabra Perdida" –ese arcano supremo de la tradición masónica– en su profunda intersección con lo Gnóstico y lo Oculto. En el Gnosticismo, la Palabra Perdida resuena como el Logos divino, el Verbo primordial que emana del Pleroma inefable, el conocimiento oculto (gnosis) que libera al alma de la ilusión material, tal como los gnósticos veían en el Demiurgo un falso creador, y en la verdadera Palabra la clave para retornar al Uno. En el Ocultismo, esta Palabra se revela como el vibrante poder de la magia hermética, un nombre sagrado que invoca las fuerzas cósmicas, perdido en la profanación pero recuperable mediante la iniciación, alineándose con las enseñanzas de los adeptos que fusionan alquimia interna y rituales simbólicos.
Mas, profundicemos en su relación con el sonido de la respiración: la Palabra Perdida no es un mero vocablo silenciado, sino el eco sutil del aliento vital, el prana de los yoguis o el ruach hebreo, que en cada inhalación y exhalación reproduce el ritmo cósmico del universo. Como el mantra AUM –el sonido primordial de los Vedas, que los masones esotéricos asocian con la Palabra Maestra–, se pronuncia en armonía con la respiración, donde "A" nace en la garganta con la inspiración, "U" vibra en el pecho con la retención, y "M" exhala en los labios como disolución en el silencio. Este sonido de la respiración es la Palabra viva, perdida en la cacofonía del mundo profano, pero hallada en la quietud del templo interior, donde el masón, como el gnóstico, transmuta el aliento mortal en espíritu eterno. En palabras de Helena Blavatsky, en Isis sin Velo: "La Palabra Perdida es el Nombre Inefable, largo tiempo perdido pero ahora encontrado, que vibra en el aliento de los iniciados como la clave de los misterios antiguos".
Así, en esta búsqueda masónica, unimos el martillo del constructor con el soplo del creador, elevando el alma hacia la luz eterna.
A continuación, les presento un texto que ayudará a encontrar qué es la palabra perdida , de la que tanto se habla en logias masónicas.
Ahora, para enriquecer el discurso, relacionándolas con la Palabra Perdida, lo gnóstico y lo oculto, nos sumergiremos en qué es realmente la Palabra Perdida.
¿ES LA PALABRA PERDIDA ES EL SONIDO QUE HACE LA RESPIRACIÓN?.
Romanos 10:8. Además, dice: "Cerca de ti está la palabra, en tus labios y en tu corazón". En esta palabra, a la que se hace referencia, consiste el mensaje de la fe que predicamos.
Salmo 150:6
Todo lo que respira alabe a Jah!
¡Aleluya!
El Nombre inefable de toda religión es idéntico al que los masones forman con los nueve caracteres emblemáticos JAH – BHU - LON de los nueve nombres con que los iniciados conocían a la Divinidad. Sin duda alguna, los humildes e ignorantes paganos aventajan a los altos dignatarios y caballeros Kadoch de los grandes orientes de Europa y América en el conocimiento de la creadora Palabra, trazada por Enoch en los dos deltas de oro purísimo, sobre los cuales grabó dos de los misteriosos caracteres. Pero no comprendemos por qué los compañeros del Arca Real han de lamentar tan de continuo y tan amargamente su pérdida. Esta palabra de YOD HE VAU HE está compuesta exclusivamente de consonantes, por lo que dudamos de que ninguno de ellos haya aprendido a pronunciarla, ni tampoco aprendería aunque, en vez de corromperla, la hubiesen "sacado a luz de las bóvedas secretas".
Se cree que el nieto de Cam condujo al país de Mizraim el delta sagrado del patriarca Enoch, y por lo tanto, únicamente puede encontrarse en Egipto y países de Oriente la Palabra sagrada; pero, teniendo en cuenta que tanto amigos como enemigos han divulgado los más importantes secretos de la masonería, no será malicia ni animosidad decir que, desde la infausta catástrofe de los templarios, ninguna logia masónica de Europa, ni mucho menos de América, ha sabido nada digno de permanecer verdaderamente oculto.
Como bien expresa Éliphas Lévi en Dogma y Ritual de la Alta Magia: "La Palabra Perdida es el nombre de la Deidad, que el masón busca y encuentra al fin como Jehová, pero en realidad es el verbo oculto que une el cielo y la tierra, vibrando en el aliento del adepto", enfatizando así su conexión oculta con el sonido respiratorio, eco gnóstico del Logos divino.
Los furiosos ataques de católicos y protestantes contra la masonería resultan tan ridículos como la afirmación del abate Barruel al decir que los actuales francmasones descienden de los templarios suprimidos en 1314. En sus Memorias del Jacobinismo, el citado abate, testigo presencial de la Revolución francesa, trata extensamente de los rosacruces y otras comunidades masónicas; pero la circunstancia de atribuir a los templarios la paternidad de los modernos masones y de achacarles la perpetración de todos los crímenes políticos, demuestra cuán poco enterado estaba de esta cuestión y cuán ardientemente deseaba poner a los masones como cabeza de turco donde descargar la culpabilidad de los golpes que asestaba desde la sombra la Compañía de Jesús, en cuyos tenebrosos conventículos se han fraguado multitud de crímenes políticos.
Las acusaciones contra los masones no tuvieron otro fundamento que simples conjeturas insinuadas por la premeditada intención de envilecerlos. Ninguna prueba concluyente de culpabilidad se ha podido aducir, y el mismo asesinato de Morgan fue un pretexto de que los farsantes de la política se aprovecharon con fines electorales. En cambio, los jesuítas no sólo toleraron, sino que aun indujeron en ciertos casos al regicidio y al crimen de lesa patria.
Dice acerca de este asunto el P. Manuel Sa: "La rebelión de un eclesiástico contra el rey no es crimen de lesa majestad, porque los eclesiásticos no son súbditos del rey".
El P. Juan de Mariana va todavía más lejos al decir: "Si las circunstancias lo exigieran, será lícito aniquilar con la espada al príncipe que haya sido declarado enemigo público… No creo que obre mal quien satisfaciendo a la opinión pública atente contra la vida de tal príncipe, pues no solamente es acción lícita sino loable".
Burton Robertson, catedrático de historia contemporánea en la universidad de Dublín, dio en 1862 una serie de conferencias sobre: La masonería y sus peligros, en las que por todo apoyo recurrió al abate Barruel y a Robison, pues ya es costumbre en todo campo recibir fructuosamente al desertor del contrario y absolverle de toda culpa.
Por otra parte, la Asamblea antimasónica celebrada en los Estados Unidos el año 1830 aceptó por razones políticas aquella jesuítica proposición de Puffendorf, según la cual "a nada obligan los juramentos absurdos e impertinentes ni tampoco los que Dios no acepta". Pero todo hombre honrado rechazará, seguramente, tan burdo sofisma, convencido de que el código del honor humano obliga infinitamente más que cualquier juramento prestado sobre la Biblia, el Corán o los Vedas.
Los esenios jamás juraban sobre cosa alguna; pero su sí y su no valía más que un juramento. Así, es muy extraño que naciones tituladas cristianas hayan establecido el juramento obligatorio en los tribunales civiles y eclesiásticos en diametral oposición al divino mandamiento. Por nuestra parte, opinamos que no sólo es absurdo, sino anticristiano, sostener que un juramento no obliga si Dios no lo acepta, pues ningún hombre, por infalible que sea, puede penetrar el pensamiento de Dios. Únicamente la tendenciosa conveniencia puede dar la explicación de semejante despropósito.
Ningún juramento tendrá fuerza bastante para ligarnos hasta que se universalice la convicción de que la humanidad es el más sublime reflejo del Supremo Ser en la tierra, y todo hombre una encarnación de Dios; hasta que el sentimiento de responsabilidad personal esté tan vigorizado en el hombre, que repugne el perjurio como el mayor agravio inferido a sí mismo y a sus semejantes. La palabra de honor obliga a cuanto hoy no puede obligar el juramento.
Resulta, por consiguiente, un abuso de confianza pública apoyarse, como Robertson lo hizo en sus conferencias, en parciales y tendenciosos testimonios. No es, según dicen ellos, "el malicioso espíritu de la masonería en cuyo corazón se acuñan las calumnias", sino el del clericalismo católico y sus corifeos. Ninguna confianza merece el hombre que intente conciliar el honor con el perjurio.
Clamorosamente presume el siglo XIX de mayor civilización que los precedentes, y más clamorosa es todavía la presunción clerical de que el cristianismo redimió al mundo de la idolatría y de la barbarie. Pero ni el siglo ni la Iglesia tienen razón, según hemos visto en el transcurso de esta obra. La luz del cristianismo sólo ha servido para alumbrar la hipocresía y los vicios estimulados por sus tergiversadas enseñanzas, y para poner de relieve cuánto nos aventajaban los antiguos en el concepto del honor. La errónea doctrina de la redención y el continuo insistir del clero en la fragilidad del hombre y su completa subordinación a los designios de la Providencia han desvanecido en el cristiano el sentimiento del propio respeto y de la confianza en sí mismo, hasta el punto de que entre los llamados impíos e incrédulos han de buscarse los hombres de recia voluntad y carácter entero.
Cuéntase de Hiparco que, desesperado por la vergüenza y oprobio resultantes de su perjurio, se dio la muerte, y tan odiosa memoria dejó entre las gentes, que nadie sepultó su cadáver, tendido a orillas del mar en la isla de Samos. Esto sucedía en tiempos del paganismo; pero en nuestros días, los noventa y seis delegados asistentes al Congreso antimasónico de los Estados Unidos demandan por una parte el respeto debido a honrados caballeros, y por otra aducen jesuíticos sofismas contra la validez del juramento masónico. El Congreso, apoyado, según decían, en "las más eminentes autoridades de filosofía moral y en los inspirados autores que escribieron antes de existir la masonería", resolvió que como "el juramento es un convenio entre el hombre por una parte y el supremo Juez del Universo , por otra, y siendo todos los masones anticristianos , y por lo tanto indignos de la confianza del clero , forzosamente han de ser sus juramentos solamente alegóricos y sin obligación ninguna".
Pero volviendo a los cargos que contra la masonería acumula Robertson en sus Conferencias, vemos que principalmente les acusa de no creer en el Dios Cristiano y de que presumen poseer el secreto de mejorar a los hombres y hacerlos con este Secreto más dichosos, más felices que con sus doctrinas la Iglesia apostólica. Aunque esta doble acusación tuviese algo de verdad, denotaría que los masones se han apartado del Cristo mítico y del bíblico Jehovah; pero en sus dos extremos es tan malévola como absurda, según veremos. Manly P. Hall, en Las Claves Perdidas de la Masonería, afirma: "Caminan en la oscuridad buscando la luz, sin darse cuenta de que la luz está en el corazón de la oscuridad", reflejando la búsqueda gnóstica de la Palabra como iluminación interna, análoga al sonido sutil de la respiración que despierta el espíritu dormido.
No nos mueve ningún sentimiento personal en estas consideraciones sobre la masonería, cuyos originarios estatutos respetamos profundamente; pero combatimos la adulteración de principios en que modernamente ha degenerado por intrigas de los cleros católico y protestante.
La masonería es la más pura organización democrática y de la que las Naciones han tomado modelo , la masonería NO está monopolizada por los plutócratas ni los ambiciosos. Y se presenta como maestra de la verdadera ética y es en realidad la propagandista de la teogonía NO antropomórfica.
En el primer grado de iniciación oye el aprendiz de labios del venerable que toda categoría social se queda a las puertas de la logia, pues allí todos son hermanos sin distinción entre el monarca y el mendigo; ya que en la práctica es la masonería la que señala debe haber lucha contra los Tiranos y sus Tiranías. De la idea democrática de la masonería podemos juzgar por lo que dice Yarker: "Nada ha perdido la asociación masónica al adoptar las más elevada norma de compañerismo y moralidad, con exclusión de todo boato y de cuanto lleva de acierto , posturas, concesión de grados y otras posturas que luchas por imponer el orden sobre el caos…
Tal como está hoy gobernada luminosamente la confraternidad masónica, va cada día convirtiéndose más y más en el paraíso de la filantropía, del caritativo que no olvidando el consejo de San Pablo “Si hablo las lenguas de los hombres, y aun las de los ángeles, pero no tengo amor a la humanidad , no soy más que un metal que resuena o un platillo que retiñe...”
1 CORINTIOS 13:1
Tal es el fabricante de mezquino oropel religioso , el ruin mercader de la Fe que estafa a miles de incautos prevalido de las dúctiles conciencias de los pocos que hacen caso de sus sepulcros blanqueados. Tales son los 'emperadores' y ministros de las iglesias y otros charlatanes que obtienen poderío y riquezas gracias a los pujos aristocráticos con que captan la voluntad del vulgo…
Creemos haber apuntado suficientemente la relación de los ritos masónicos con los de la antigüedad, así como la pureza del rito templario inglés de siete grados, del que derivaron espuriamente muchos otros".
No es nuestro intento revelar secretos que hace tiempo divulgaron masones perjuros, pues todo cuanto de esencial haya en los símbolos, ritos y consignas que hoy emplea la masonería, lo conocen las hermandades esotéricas , aunque no exista entre éstas y aquélla hoy comunicación alguna.
Pero si algunos masones han aprendido un tanto de la masonería esotérica, es gracias al estudio de libros herméticos y de su trato personal con "hermanos" practicantes de ideas esotéricas , no ocurre lo mismo con la generalidad de masones que solamente tienen sus ojos en lo político , a quienes conviene advertir que ha llegado el tiempo de restaurar la masonería y restituirla a los límites que le señalaron las primitivas hermandades masónicas más espiritualizadas , con cuyo espíritu se envanecían en el siglo XVIII los fundadores de la masonería puramente especulativa. Desde entonces ya no hay secretos masónicos, pues la Orden va convirtiéndose en una asociación degradada por gentes egoístas y malévolas.
El Consejo supremo del rito antiguo y aceptado, reunido en Lausana celebrado en septiembre de 1875, se pronunció en contra de la impía creencia en un Dios personal con atributos humanos, en la siguiente declaración: "La masonería proclama, como viene proclamando desde su origen, la existencia de un Principio creador denominado el 'Gran Arquitecto del universo'". De esta declaración protestó una exigua minoría de masones, diciendo que "la creencia en un Principio creador no satisface ni equivale a la creencia en Dios que la masonería exige de todo candidato".
Esta opinión, por entero favorable al concepto del Dios Masónico no antropomorfo , tuvo en su apoyo al general Albert Pike, una de las mayores autoridades de la masonería norteamericana, quien dice: "No es un término nuevo sino renovado el del Principio creador. Nuestros numerosos y formidables adversarios dirán con razón que ese Principio creador es idéntico al Principio generador de los indos y egipcios, simbolizado antiguamente en el Linga… Si aceptáramos este Principio en vez de un Dios antropomorfo , equivaldría apegarnos al cristianismo y del culto de Jehovah para volver a revolcarnos en las pocilgas de fanatizados ".
¿Son acaso más limpias las del jesuitismo? La alusión a los "numerosos y formidables enemigos de la Masonería " lo explica todo, pues no hay para qué decir que son los católicos y parte de los presbiterianos reformados. En vista de lo que masones y antimasones dicen unos de otros, cabe la duda de qué bando teme más al contrario, aunque no vale la pena de atacar a una asociación que, como la masonería, no se atreve a tener creencias propias por temor de suscitar querellas. Si los juramentos masónicos significaran algo , y no solamente fueran alegóricos juramentos , y las penas con que se conmina a los perjuros fuesen reales, ¿cómo podrían enterarse los profanos de lo que ocurre puertas adentro de la logia?
El "hermano terrible" resulta para quien no comprende lo masónico más que un bufón, ya que para muchos profanos no entendidos la iniciación masónica y los ritos de logias , serían más que un juego infantil , y los millones de afiliados a la Orden Masónicas que se extienden por el mundo por millones valen más si aciertan a mantenerse unidos para desafiar a sus adversarios en política y religión . En ese sentido , el masón verá en cada una de sus respiraciones el estar pronunciando el Nombre de Dios “El Gran Arquitecto del Universo” de forma consciente , mientras que para un profano respirar es solamente inhalar y exhalar aire a los pulmones.
En ocasiones parece como si el "místico nudo masónico" estuviese atado con cordeles podridos ya a punto de deshilacharse y la masonería fuera un juguete a propósito para satisfacer la vanidad de unos cuantos dignatarios políticos que se complacen en ostentar insignias, mandiles y bandas. ¿Acaso es su autoridad tan falsa como su antigüedad? Así parece en efecto; pero como también las ratas tienen sus pulgas, hay católicos alarmistas que intentan asustar a los masones amenazándoles con la excomunión , si no se restaura la asociación de la Iglesia y el Estado bajo el patronato de Roma, como última y lógica consecuencia del desenvolvimiento de los principios del Vaticano .
La Búsqueda Masónica del Nombre Divino
Como masones , iluminadores de verdades ocultas, que evocan la "Palabra Perdida" –ese arcano central de la tradición masónica– como el Nombre de Dios que resuena en el sonido mismo de la respiración. Este concepto, entrelazado con lo gnóstico y lo oculto, trasciende las letras para convertirse en el ritmo vital del cosmos: un inhalar y exhalar que invoca lo divino en cada instante de existencia. En el gnosticismo, este Nombre es el Logos primordial, el Verbo que emana del Pleroma y disuelve la ilusión del mundo material, liberando el espíritu atrapado en la carne. En el ocultismo, se alinea con mantras vibratorios como el AUM hindú, donde el sonido de la respiración activa fuerzas etéricas, transmutando el prana (energía vital) en gnosis iluminada. Así, la Palabra Perdida no se pronuncia con la lengua profana, sino que se vive conscientemente en el aliento: "Yah" en la inspiración que atrae la vida, "Weh" en la expiración que la libera, un ciclo eterno que une al masón con el infinito.
El Nombre de Dios como Sonido de la Respiración: YHWH y sus Raíces
El concepto de que el Nombre de Dios es el sonido de nuestra respiración se centra principalmente en el Tetragrámaton hebreo, YHWH (a menudo vocalizado como Yahweh o Jehová). Esta idea sugiere que las consonantes YHWH imitan el acto natural de respirar, sin necesidad de vocales explícitas, convirtiéndolo en un nombre "inefable" que se pronuncia inconscientemente con cada aliento. En la tradición judía, YHWH es el nombre más sagrado de Dios, revelado a Moisés en Éxodo 3:14 como "Yo soy el que soy" (Ehyeh Asher Ehyeh), enfatizando la existencia eterna y auto-suficiente. Sin embargo, en interpretaciones esotéricas, se transforma en una onomatopeya vital: la inhalación suave como "Yah" (representando la atracción de la vida divina) y la exhalación como "Weh" (la liberación o expansión hacia el universo).
Esta noción poética implica que no podemos existir sin "pronunciar" el Nombre de Dios, haciendo de cada respiración un acto de oración involuntaria y un recordatorio de nuestra conexión divina.
En el contexto masónico, este Nombre se vincula directamente con la "Palabra Perdida" del grado de Maestro Masón, simbolizada como un secreto olvidado tras la muerte de Hiram Abiff, el arquitecto del Templo de Salomón. Los masones buscan esta Palabra como clave para la inmortalidad espiritual, y en su forma respiratoria, representa la unión del microcosmos humano con el macrocosmos divino. Como señala Éliphas Lévi en Dogma y Ritual de la Alta Magia: "El Nombre Tetragrámaton es el aliento de la creación, un soplo que anima el universo, perdido en la profanación pero recuperado en el silencio meditativo del adepto". Aquí, la respiración no es sólo fisiológica, sino un ritual oculto que debe hacerse de forma consciente : inhalar absorbe la luz astral, exhalar proyecta la voluntad mágica, alineándose con prácticas herméticas donde el sonido interno despierta chakras o sefirot cabalísticos.
Desde una perspectiva gnóstica, YHWH como sonido respiratorio evoca el Demiurgo –el falso dios creador– cuyo nombre es una ilusión material, pero la verdadera Palabra Perdida es el Logos del Padre inefable, un vibrato que libera el alma de la hylic (materia). Valentín, un gnóstico del siglo II, describía el Nombre como un "aeón" emanado, un sonido primordial que resuena en el aliento humano como eco del Pleroma. En el ocultismo moderno, figuras como Aleister Crowley en Magia (K) en la teoría y la práctica lo relacionan con el "Verbo de Poder", donde técnicas de pranayama (control de la respiración) invocan entidades divinas, transformando el soplo en un mantra silencioso que disuelve el ego.
Citas de Escritores Esotéricos y su Relación con lo Masónico
Para enriquecer esta exploración, incorporo citas de autores esotéricos que iluminan el tema, enfatizando su dimensión masónica:
Helena Blavatsky, en La Doctrina Secreta: "El Nombre Inefable, YHWH, es el aliento de los Elohim, perdido en las edades pero hallado en la respiración rítmica del iniciado, que así reconstruye el Templo interior". Blavatsky une esto a la masonería teosófica, donde la Palabra Perdida es el sonido akáshico (éter) que los adeptos orientales captan en meditación, similar al AUM que vibra con cada inhalación.
Manly P. Hall, en Las Enseñanzas Secretas de Todos los Tiempos: "YHWH no es un nombre para ser pronunciado, sino vivido; su sonido es el de la respiración, la Palabra Perdida que el masón busca en los grados superiores, revelando la unidad gnóstica entre el hombre y el Absoluto". Hall enfatiza lo masónico: en el Arco Real, esta Palabra se "encuentra" no en palabras, sino en el silencio respiratorio, eco de misterios egipcios y caldeos.
Arthur Edward Waite, en La Hermandad de la Rosa Cruz: "El Nombre Divino como soplo vital es la esencia oculta de la masonería rosacruz, donde la inhalación invoca el Espíritu Santo y la exhalación expulsa la oscuridad, un ritual gnóstico para la redención del alma caída".
En relación al ocultismo, el sonido de la respiración se conecta con prácticas como el yoga tántrico, donde el "ham-sa" (cisne) imita el aliento: "Ham" al inhalar (yo soy Él), "Sa" al exhalar (Él soy yo), un ciclo que disuelve la dualidad, similar a la unificación masónica de opuestos.
La respiración desde el punto de vista de George Gurdjieff y P.D. Ouspensky: Maestros del Cuarto
Gurdjieff enfatizaba el "trabajo sobre uno mismo" a través de movimientos sagrados, música, ejercicios mentales, respiración y un estilo de vida disciplinado.
En Busca de lo Milagroso de Ouspensky (publicado póstumamente en 1949), que se considera una de las exposiciones más claras del sistema de Gurdjieff.
Ouspensky actuó como puente entre las enseñanzas originales de Gurdjieff y un público occidental más amplio, pero siempre reconoció a Gurdjieff como la fuente principal.
Su relación fue compleja: Ouspensky admiraba el carisma y el conocimiento práctico de Gurdjieff, pero criticaba su estilo a veces caótico y autoritario. Juntos, popularizaron conceptos como la profundización el la idea de la repiración.
La Idea de la "Respiración Consciente"
La "respiración consciente" se referirse a un concepto clave en las enseñanzas de Gurdjieff, centrado en monitorear la respiración , sin tratar jamás de modificarla , simplemente observarla conscientemente , que implica un trabajo consciente para transformar las huellas negativas del pasado en el presente, fomentando la evolución espiritual. Este idea se entrelaza con el "segundo choque consciente" , el "trabajo consciente" y el "sufrimiento intencional", elementos centrales del sistema para "despertar" y desarrollar "cuerpos superiores" (como el alma). Ouspensky documenta estos conceptos en sus escritos, basados en las charlas de Gurdjieff, aunque con interpretaciones más sistemáticas.
Orígenes y Explicación
En el sistema de Gurdjieff, el ser humano es visto como una "máquina" dormida, influida por leyes cósmicas como la Ley del Tres (afirmación, negación, reconciliación) y la Ley del Siete (octavas). Para evolucionar conscientemente, se necesitan "choques" que interrumpan los procesos automáticos. El primer choque es la "auto-observación" o "recuerdo de sí" (self-remembering), pero el segundo –explicado por Ouspensky en El Cuarto Camino– implica la transformación de emociones negativas en positivas a través de trabajo consciente prolongado. Ouspensky lo describe así: "Es la transformación de emociones negativas en emociones positivas. Sólo es posible con un largo trabajo en el recuerdo de sí, cuando puedes ser consciente por mucho tiempo, y cuando el centro emocional superior comienza a trabajar".
Gurdjieff evolucionó esta idea en su obra Relatos de Belcebú a su Nieto, donde la denomina "trabajo consciente" y "sufrimiento intencional". El trabajo consciente implica esfuerzos activos, como contemplación y "mutación activa", para transmutar sustancias cósmicas y "reparar" el ser. El sufrimiento intencional no es masoquismo, sino aceptar y endurecer dolores inevitables con propósito, diferenciándolo del sufrimiento voluntario (para fines personales) o innecesario (de egoísmo). Como dice Gurdjieff: "Uno necesita fuego. Sin fuego, nunca habrá nada. Este fuego es sufrimiento, sufrimiento intencional, sin el cual es imposible crear nada".
Relación con la Evolución Consciente
Ambos maestros enfatizan que la respiración consciente acelera la "evolución consciente", creando "cuerpos superiores" para la inmortalidad espiritual. Ouspensky, en En Busca de lo Milagroso, explica que sin estos choques, las octavas se detienen, pero con trabajo consciente, se transforma la energía de impresiones, aire y sexo. Gurdjieff lo ve como parte de "mantenimiento recíproco" cósmico, donde el sufrimiento intencional "repara" desequilibrios pasados, sirviendo al universo.
La "respiración consciente" no es un concepto aislado en las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky, sino que se integra en el "trabajo consciente" (conscious labor) y el "recuerdo de sí" (self-remembering), herramientas clave del Cuarto Camino para despertar la conciencia y transformar energías. Gurdjieff veía al ser humano como una "fábrica" que procesa tres tipos de "alimentos": comida ordinaria (para el cuerpo físico), aire (para energías vitales) y sensaciones o impresiones (para el desarrollo psíquico). La respiración, como ingestion del segundo alimento (aire), es mecánica en la mayoría de las personas, pero puede volverse consciente para acumular "sustancias más finas" o "hidrógenos" (energías cósmicas refinadas), facilitando la evolución interior y la formación de "cuerpos superiores" (como el astral o el alma).
Ouspensky, en sus registros de las charlas de Gurdjieff (En Busca de lo Milagroso), describe cómo la respiración automática solo satisface necesidades básicas, pero la conciencia aplicada a ella permite extraer "sustancias diferentes" del aire, similar a cómo personas distintas respiran el mismo aire pero asimilan energías variadas según su nivel de conciencia.
Advertencias y Prácticas Específicas
Gurdjieff advertía fuertemente contra experimentos arbitrarios con la respiración, ya que alterar ritmos sin conocimiento completo puede desequilibrar el organismo, afectando órganos como el estómago y causando problemas de salud (por ejemplo, indigestión o disarmonía general). En una charla en Chicago en 1924, comparó el aire con un "segundo alimento" que debe equilibrarse con los otros bajo la Ley del Tres (afirmación, negación, reconciliación), y criticó la "locura europea" por ejercicios de respiración que "arruinan" el mecanismo natural del cuerpo, equiparándolo a una máquina delicada con "tornillos irremplazables".
Recomendaba no interferir sin guía, y en su lugar, enfocarse en la observación natural durante labores físicas intensas, donde la respiración se regula automáticamente.
Sin embargo, incorporaba prácticas conscientes en sus (sesiones de quietud) y ejercicios. Un ejemplo es el "Ejercicio del Compromiso" , donde se divide la atención: una parte observa la respiración (sintiendo el aire entrar, parte asimilada fluyendo por el cuerpo), mientras la otra nota asociaciones mentales y las dirige al plexo solar, combinando flujos para generar una "sustancia habilitadora" que fortalece el sentido de "YO SOY" y prepara para una "mentación activa" (pensamiento consciente y voluntario).
Otro ejercicio implica inhalar diciendo "YO" y exhalar "SOY", imaginando que parte del aire se retiene y fluye a un lugar correspondiente, con relajación previa y postura adecuada, para "recubrir cuerpos superiores" mediante labor consciente.
En el contexto de la auto-observación, Gurdjieff enseñaba seguir la respiración sin manipularla, comenzando por sensar su movimiento en la nariz, luego en el cuerpo (hombros, pecho, abdomen), para anclar la atención en el presente y revelar tensiones emocionales o fragmentación interna.
Esto conecta con el "Ejercicio del Espectro de Colores", que une la conciencia corporal al aliento, representando visualmente el flujo para integrar cuerpo, mente y emociones.
Ouspensky, más teórico, vinculaba esto a estados de conciencia: la respiración consciente no es actividad mental, sino un puente para "espacio respiratorio" nuevo, liberando de la identificación automática.
Relación con la Evolución Consciente
La respiración consciente es un "choque" para interrumpir el mecanicismo, alineándose con el "sufrimiento intencional": aceptar el esfuerzo de observar el aliento en medio de la vida diaria para transmutar energías negativas. Gurdjieff lo veía como servicio cósmico, parte del "mantenimiento recíproco" universal, mientras Ouspensky lo explicaba como refinamiento de vibraciones para ascender en la "escala de octavas".
Entendiendo , para Gurdjieff y Ouspensky, la respiración consciente es una herramienta práctica para el despertar, enfocada en observación y asimilación energética, no en técnicas forzadas.
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Genesis 2:7
Así, el Nombre de Dios como sonido de la respiración –encarnado en YHWH– es un concepto poético y esotérico que fusiona teología judía con interpretaciones masónicas, gnósticas y ocultas. No es una doctrina bíblica estricta, y algunos la critican como una "tendencia tonta" sin base , pero resuena en círculos espirituales como una metáfora profunda: cada aliento es una afirmación de lo divino, la Palabra Perdida hallada en la simplicidad de vivir. En masonería, invita a la introspección; en gnosticismo, a la liberación; en ocultismo, a la magia vibratoria. Como masón , te invito a meditar conscientemente en tu propia respiración: ¿no sientes allí el pulso del universo?
Alcoseri