Más Allá del YO Soy

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Alcoseri Vicente

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Sep 13, 2025, 8:17:30 PM (8 days ago) Sep 13
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Más Allá del YO Soy  

Y si te dijera que incluso la verdad espiritual más pura, esa que abrazas con fervor, no es más que una prisión disfrazada, ¿te atreverías a escuchar? Te han dicho que eres el observador, que el sagrado "Yo soy" es la llave dorada hacia lo divino, la chispa que ilumina la noche del alma. Pero, ¿y si eso también fuera una ilusión? ¿Y si, en este preciso instante, sigues atrapado en una idea, envuelto en una identidad más sutil, más sofisticada, pero aún una cadena invisible?

Imagina por un momento que avanzaste tanto en tu camino que ya no te identificas con el cuerpo, el nombre o las emociones. Has desechado las máscaras mundanas y te has vestido con el manto del "ser consciente", del testigo despierto. Pero, ¿no será ese observador el último disfraz del ego? ¿No será la última resistencia antes de disolverse en el abismo de la verdadera libertad? Como en los antiguos rituales masónicos, donde el iniciado entra con los ojos vendados, despojado de títulos y posesiones, reducido a un "Nadie", te invito a cruzar el umbral donde incluso el observador debe morir.

Sri Nisargadatta Maharaj, con su mirada afilada y un cigarro humeante, no vino a endulzar la verdad. Como un maestro masón que talla la piedra bruta, cortó de raíz cualquier ilusión: "No eres el cuerpo, ni la mente, ni siquiera el 'Yo soy'." Su enseñanza es un martillo que destroza el pedestal del ego, un eco del Nivel masónico que nos recuerda que, en la logia de la existencia, nadie es más que nadie. Este no es un camino de promesas doradas, ni de paz, ni de poder, ni de iluminación. Es el sendero hacia el final: el final de la ilusión, el final de lo que crees ser, el final incluso de la búsqueda de la libertad.

¿Estás listo para cruzar el portal donde ni el observador sobrevive? Respira profundo, porque lo que exploraremos ahora no sólo  es transformador: es devastador. Sólo  quien esté dispuesto a morir a todo, incluso a la idea de un "yo" sagrado, tocará aquello que nunca nació, aquello que los masones llaman el Gran Arquitecto del Universo, la presencia sin forma que no necesita un observador para existir.

Desde los primeros latidos de nuestra vida consciente, nos enseñan a vernos como algo separado: un nombre, una historia, una nacionalidad, una religión, una espiritualidad. Ese es el "yo". Pero incluso los intentos de liberarnos de esa identidad suelen reforzarla. El buscador espiritual, al rechazar el ego burdo, crea un ego más refinado: el del observador silencioso, el testigo eterno. En la Masonería, este proceso recuerda al Aprendiz que pule su piedra bruta, sólo  para descubrir que cada capa pulida revela otra más profunda. La mente adora cambiar de ropajes: de las máscaras sociales a las espirituales, de la ambición mundana al orgullo de ser "consciente". Pero detente. Reflexiona. ¿Quién dice "Yo soy el observador"? Todavía hay un "yo". Todavía hay apropiación. Todavía hay separación.

La idea del observador es una celda acolchada, más silenciosa que la ruidosa prisión del ego común, pero aún una celda. Puedes sentir paz, claridad, incluso éxtasis, pero eso no significa que seas libre. Como el Compás masónico que traza los límites del deseo, la mente busca afirmarse, clavar un alfiler en el mapa de la existencia y decir: "Aquí estoy." Pero el universo, en su danza infinita, no ofrece puntos fijos. Todo fluye. Incluso el "Yo soy" es una ola en el océano de lo innombrable. Nisargadatta lo sabía, y como un maestro de logia, señalaba más allá: "Observa el 'Yo soy' y luego déjalo ir." Lo que queda no es una doctrina, ni una experiencia, ni siquiera un observador. Es el silencio, el vacío que no es vacío, la plenitud sin forma.

Este vacío aterra a la mente, porque sin un centro, sin una identidad, pierde su ilusión de control. En la Masonería, el iniciado enfrenta este abismo en la Cámara de Reflexión, donde se confronta con la muerte simbólica de todo lo que cree ser. Allí, frente al espejo de la verdad, la mente grita: "¡Soy el observador!" Pero ese observador es la última resistencia, el último pilar que la mente erige para no colapsar. La verdadera libertad no está en encontrar un centro, sino en destruir la idea de que existe uno. ¿Puedes enfrentar el hecho de que no hay nadie observando, que no hay un "tú" detrás de la mirada?

Y aquí entra un giro inesperado, un secreto que resuena con los misterios masónicos. En las logias, se dice que el conocimiento verdadero está velado, reservado para quienes se atreven a cruzar el umbral. ¿Sabías que antiguos textos, ocultos por siglos, sugieren técnicas mentales que despiertan facultades dormidas que te hacen ver tu propia realidad ? Los masones, guardianes de saberes esotéricos, han preservado prácticas que, según rumores, podrían desbloquear el potencial latente del Nadie. Algunos dicen que estas técnicas, silenciadas por instituciones profanas durante generaciones, activan áreas del cerebro que la ciencia apenas comienza a entender. ¿Es esto el eco del "Nadie" que trasciende el "Yo soy"? ¿Un poder que no pertenece a nadie, sino a la esencia misma de la NO existencia?

Imagina que todo lo que llamas "tú" se desvanece: el nombre, el cuerpo, los pensamientos, incluso la sensación de ser consciente. ¿Qué queda? Los masones, en su búsqueda de la "Luz", saben que esta pregunta no se responde con palabras, sino con el silencio de la experiencia. Nisargadatta lo expresó sin rodeos: "Incluso el observador debe ser dejado atrás." Lo absoluto no tiene centro, no necesita un "yo" para afirmarse. Es la realidad sin forma, la danza del cosmos que no requiere un espectador. Cuando todas las capas caen, lo que queda es un vacío infinito, una NO presencia , un silencio que pulsa con la totalidad del NO ser.

Este silencio no es un fin, sino un comienzo. En la Masonería, el iniciado que cruza el umbral no se convierte en "alguien" nuevo, sino que descubre que nunca fue "alguien". Es el regreso al Gran Arquitecto, al telón de fondo donde todo surge y nada permanece. No hay coronación, ni versión divina de ti mismo. Sólo  hay lo que siempre ha sido: la realidad sin nombre, sin dueño, sin límites. Esta libertad no es dulce; es salvaje, cruda, una llama que consume todo lo que no es verdadero.

Y ahora, un desafío: ¿quién lee estas palabras? ¿Hay alguien ahí, o es sólo  una ola en la superficie de lo innombrable? La Masonería nos enseña que la verdad está oculta en la simplicidad, en el silencio que la mente evita. Cierra los ojos. Respira. Siente el pulso de lo que eres, más allá del "Yo soy". No busques entender, no busques ser. Sólo  suelta. En ese soltar, en ese silencio, la verdad se revela, no como un destino, sino como lo que siempre has sido.

Quiero compartirte un secreto personal, un eco de los misterios masónicos. Hace años, perdido en un desierto interno, donde ninguna práctica traía paz, un libro polvoriento de Nisargadatta, La experiencia de la Nada, cayó en mis manos, como si el destino mismo lo hubiera puesto allí. Sus palabras fueron una chispa en la oscuridad, un martillo que rompió la ilusión de ser "alguien". En ese instante, comprendí: nunca estuve separado de lo que buscaba. Ahora, te invito a dar un paso más. En las logias masónicas, se dice que el verdadero conocimiento está reservado para quienes se atreven a mirar más allá del velo. ¿Estás listo para descubrirlo?. Pero cuidado: una vez que cruces, no hay vuelta atrás. Seguro que nos conectaremos del otro lado donde el Yo Soy se extingue … o tal vez, en el silencio, ya no haya un "nosotros".

¿Qué es el Nadie?

 

La noción de "Nadie" en un contexto filosófico, más allá del "Yo soy", es un tema profundo que toca varias corrientes de pensamiento, desde la fenomenología hasta el existencialismo, pasando por filosofías orientales como el budismo y el taoísmo. Vamos a desglosarlo, asumiendo que buscas una exploración más allá de la identidad personal o el ego, y con un enfoque en el "Nadie" como concepto abstracto o existencial.

El "Nadie" como disolución del ego

En filosofías como el budismo, el "Nadie" se relaciona con el concepto de anatta (no-yo). Aquí, la idea del "Yo soy" es una ilusión creada por la mente, una construcción que nos ata al sufrimiento. El "Nadie" emerge cuando disolvemos esa identidad fija: no hay un "yo" permanente, sólo  un flujo de experiencias, pensamientos y sensaciones. Por ejemplo, el filósofo Nagarjuna argumentaba que nada tiene una esencia intrínseca, ni siquiera el yo, lo que lleva a un estado de vacío (shunyata) donde el "Nadie" no es una ausencia, sino una liberación de la narrativa del ego.

En el contexto actual, podrías ver esto reflejado en posts en Internet donde la gente habla de mindfulness o "perderse en el momento". Es como cuando alguien escribe: "Dejé de preocuparme por ser alguien y sólo  existo". Ese "sólo  existo" apunta al "Nadie" filosófico: un estado sin la carga del "Yo soy".

El "Nadie" en el existencialismo

Desde el existencialismo, como en Sartre o Heidegger, el "Nadie" aparece como un enfrentamiento con la nada (das Nichts). Sartre diría que el ser humano es una "nada" en esencia porque no tiene una naturaleza predeterminada; somos libertad pura, condenados a crear nuestro propio sentido. Pero en la vida cotidiana, caemos en la "mala fe", actuando como si fuéramos un "Yo soy" fijo (un abogado, un padre, un héroe). El "Nadie" surge cuando reconocemos esa libertad radical: no somos nada más que lo que hacemos en cada momento.

Heidegger, por otro lado, lo lleva a lo ontológico. En Ser y tiempo, habla del Dasein (el ser humano como ser-en-el-mundo) que se pierde en el "Man" (el "uno" impersonal, la masa). Vivimos como "Nadie" cuando nos diluimos en lo que "se dice", "se hace", sin asumir nuestra autenticidad. En X, esto se ve cuando alguien critica la cultura de seguir tendencias sin cuestionar: "Todos repiten lo mismo, nadie piensa por sí mismo". Ese "nadie" es el sujeto anónimo atrapado en lo colectivo.

El "Nadie" en la literatura y la mitología

El "Nadie" también tiene eco en la literatura, como en la Odisea de Homero, donde Odiseo se presenta como "Nadie" (Outis) para engañar al Cíclope. Filosóficamente, esto puede leerse como un rechazo a la identidad fija: Odiseo elude ser definido para preservar su libertad. En el contexto actual, podrías conectar esto con cómo la gente en redes sociales a veces adopta anonimato (cuentas sin nombre, avatares genéricos) para expresar ideas sin atarse a un "Yo soy". En X, los perfiles anónimos que tiran verdades incómodas encarnan este "Nadie" que no necesita un ego para existir.

El "Nadie" en la filosofía contemporánea

Pensadores como Levinas o Derrida podrían abordar el "Nadie" desde la alteridad o la deconstrucción. Para Levinas, el "Nadie" podría ser el Otro irreducible, aquel que no puedo encapsular en mi "Yo soy". Es el rostro del desconocido que me confronta éticamente. En X, esto se refleja en discusiones sobre empatía hacia los marginados: "Nadie debería dormir en la calle", donde "Nadie" es un universal que apela a la humanidad sin nombre.

Derrida, por su parte, podría ver el "Nadie" como un significante vacío, algo que desafía cualquier definición fija. En la cultura digital, esto es súper relevante: los memes y las identidades fluidas en internet (como los avatares de IA o los nicks cambiantes) juegan con ser "Nadie" para evitar ser encasillados.

Conexión con Nepal y el contexto actual

Sobre las protestas en Nepal, el "Nadie" filosófico podría vincularse a la lucha colectiva de la Gen Z. Ellos rechazan ser definidos por un sistema corrupto que los etiqueta como "desempleados" o "rebeldes sin causa". En su anonimato –muchos usan máscaras o cuentas sin nombre en apps como Viber–, encarnan el "Nadie" que no quiere ser un "Yo soy" del régimen. Es un acto de resistencia: al ser "Nadie", desafían las estructuras de poder que dependen de identificar y controlar.

El "Nadie" filosófico, más allá del "Yo soy", es una invitación a soltar las etiquetas y abrazar la libertad, la nada o el vacío como espacios de posibilidad. No es sólo  ausencia, sino un rechazo a ser reducido a una identidad estática. En el mundo de hoy, con Internet  lleno de debates sobre quiénes somos (o no), el "Nadie" resuena como un grito de autenticidad o una disolución del ego para conectar con algo más grande: la humanidad, el cosmos o simplemente el ahora.

Si quieres, puedo tirar más por un lado –¿quizá el budismo, el existencialismo o cómo se ve esto en Internet hoy?–. O dime si quieres conectar esto con algo más específico, como las protestas en Nepal o un pensador en particular.

 

 

Se puede establecer una conexión entre el concepto filosófico de "Nadie" y la Masonería, aunque requiere explorar tanto la filosofía como los principios, símbolos y prácticas masónicas desde una perspectiva interpretativa. La Masonería, con su rica tradición simbólica y su enfoque en la transformación personal, ofrece varios puntos de contacto con la idea del "Nadie" como disolución del ego o la búsqueda de una identidad más universal. Vamos a desglosarlo, manteniendo el tono claro y conectando con lo que ya hablamos sobre el "Nadie" filosófico.

El "Nadie" y la disolución del ego en la Masonería

La Masonería, especialmente en sus rituales iniciáticos, enfatiza la humildad y la renuncia al ego personal como paso hacia la iluminación o el perfeccionamiento moral. En los grados iniciales, como el de Aprendiz, el candidato pasa por ceremonias que simbolizan una muerte simbólica del "yo profano" –el "Yo soy" ligado a las ambiciones mundanas, el estatus o la identidad social–. Este proceso se asemeja al "Nadie" del budismo (anatta) o del existencialismo, donde el individuo debe despojarse de las máscaras sociales para enfrentar su esencia.

Por ejemplo, en el ritual de iniciación, el candidato entra con los ojos vendados, despojado de posesiones materiales y títulos, reducido a un estado de "Nadie". Esto refleja la idea de que, para acceder a la "luz" masónica (conocimiento, verdad), hay que dejar atrás el "Yo soy" definido por el mundo exterior. En este sentido, el "Nadie" filosófico se alinea con el ideal masónico de trascender el ego para conectar con una fraternidad universal.

El simbolismo masónico y la identidad universal

La Masonería promueve la idea de que todos los seres humanos, independientemente de su origen, son iguales en su esencia. Símbolos como el "Nivel" (que representa la igualdad) o la "Escuadra" (que alude a la rectitud moral) sugieren que las distinciones del "Yo soy" –como riqueza, clase o nacionalidad– son secundarias frente a la humanidad compartida. Aquí, el "Nadie" filosófico puede interpretarse como el masón que, al trabajar en su "piedra bruta" (su yo imperfecto), busca convertirse en un "Nadie" en el sentido de un ser despojado de vanidades, listo para integrarse en el "Gran Arquitecto del Universo", una idea masónica de lo divino o lo universal.

Y, aunque la Masonería no es un tema candente para los profanos , a veces aparecen posts en  Internet  de usuarios que discuten su simbolismo, y algunos conectan esta idea de igualdad con frases como "en la logia, nadie es más que nadie". Esto resuena con el "Nadie" filosófico como un estado de humildad colectiva.

El anonimato y el "Nadie" en la práctica masónica

La Masonería, históricamente, ha valorado la discreción y, en ciertos contextos, el anonimato. Los masones no siempre revelan su membresía, y en las logias, los títulos externos (rey, obrero, rico, pobre) se disuelven. Este anonimato práctico conecta con el "Nadie" de la Odisea, donde Odiseo usa el nombre "Nadie" para protegerse y actuar con astucia. En la Masonería, el "Nadie" puede verse como el masón que opera en el mundo sin alardear de su identidad, trabajando por el bien común desde las sombras.

En el contexto actual, algunos posts en Internet sobre conspiraciones masónicas exageran esta idea, diciendo que los masones son "nadie y todos a la vez", lo que, aunque sensacionalista, toca el tema del anonimato como poder colectivo. Filtrando el ruido, esto refleja cómo la Masonería valora la acción desinteresada sobre la gloria personal.

El "Nadie" y la búsqueda de la verdad masónica

La Masonería no impone dogmas, sino que invita al individuo a buscar la verdad a través de la introspección y el estudio. Esto conecta con el existencialismo de Sartre, donde el "Nadie" es la libertad pura que debe crear su propio sentido. En la logia, el masón no recibe respuestas absolutas, sino herramientas simbólicas (como el compás o la plomada) para construir su propio camino. El "Nadie" aquí es el masón en proceso, alguien que no se aferra a una identidad fija, sino que está en constante transformación hacia un ideal más elevado.

Por ejemplo, el concepto de "conócete a ti mismo", central en la Masonería, implica enfrentar el vacío del "Nadie" antes de construir un "Yo" más auténtico. Esto es parecido a lo que Heidegger describe como el Dasein que se libera del "Man" (la masa) para ser auténtico.

El "Nadie" filosófico encaja con la Masonería en su énfasis en disolver el ego, abrazar la igualdad y buscar la verdad desde un lugar de humildad. Los rituales y símbolos masónicos, como la iniciación o el Nivel, refuerzan la idea de que el "Yo soy" debe ceder ante un "Nadie" que trasciende lo individual para conectarse con lo universal. En el mundo actual, donde Internet está lleno de discusiones sobre identidad y poder, la Masonería ofrece una lente para ver el "Nadie" como un estado de libertad y responsabilidad, no de vacío.

Alcoseri 

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