El Verdadero Ideal Masónico Y La Tabla Esmeralda
El ideal Secreto Masónico no es un dato externo ni un conocimiento histórico oculto, sino la experiencia viva de la correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmos —exactamente como enseña la Tabla Esmeralda: “Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar los milagros de una sola cosa”—. El masón trabaja en su propio templo interior para que su ser refleje el orden universal; esa es la Gran Obra, la transmutación interna que los alquimistas herméticos llamaron Piedra Filosofal.
Para comprenderlo es menester distinguir dos aspectos: el Secreto Masónico propiamente dicho y el Silencio que guardamos. El Silencio es un aspecto práctico con múltiples facetas: guardar silencio al no hablar mal de nuestros hermanos, ni dentro ni fuera de la Logia; guardar silencio sobre lo tratado en Tenida.
En cuanto al Secreto, éste se reserva a lo Interno, a lo Íntimo. Quien haya estudiado las Liturgias verá que es por el Secreto como la Masonería opera en realidad.
Existen muchas razones poderosas para guardar silencio: crear orden y no divulgar por el mundo nuestros modos de operación; crear disciplina entre los miembros de una Logia —algo elemental para mantener la boca cerrada— y dar una educación que resulta muy útil.
Pero en cuanto al Secreto de la Maestría propiamente dicho, éste se refiere al Arte de edificar Sociedades y Naciones, y a que nos hallamos dispuestos a sacrificar nuestras vidas, si es preciso, para cumplir nuestros deberes: morir por una idea beneficiosa, demostrando que el temor a la muerte ha desaparecido de nosotros. A pesar de las transformaciones de la materia y de las metempsicosis del espíritu, la esencia no se altera. Según la ley palingenésica de los antiguos filósofos, la vida se sostiene por la muerte; la materia no perece, cambia de forma. La idea, emanación de la inteligencia, sigue su camino de perfeccionamiento de edad en edad, en la sucesión de vida y muerte. Por tanto, morir por una noble, alta y generosa idea no es morir, sino perder la forma para eternizarse en la memoria humana.
“El despertar de la Consciencia en Masonería es posible sólo para aquellos masones que lo buscan y lo desean, para aquellos que están dispuestos a luchar consigo mismos y a trabajar sobre sí mismos durante mucho tiempo y con mucha persistencia.”
Aquí vemos una afinidad profunda con la Tabla Esmeralda: la muerte física es sólo una separación de lo sutil de lo denso, y el iniciado que ha realizado la Gran Obra ya no teme esa separación porque ha integrado en sí mismo las fuerzas superiores e inferiores. El masón que ha vencido el temor a la muerte ha convertido su plomo interno en oro, ha realizado la unidad de lo que está arriba y lo que está abajo.
La Francmasonería contiene secretos que no pueden penetrarse fácilmente y solemnes juramentos que deben guardarse, pero ni unos ni otros se oponen en lo más mínimo a las Religiones, a las Leyes de las Naciones ni a la Moral o la Ética.
“El conocimiento esotérico en Masonería no está oculto; está a la vista de todos. Pero los profanos en Logias Masónicas están dormidos y no pueden verlo. Para ver lo que está a la vista se necesita un estado especial de conciencia masónica.” Esta frase ilumina perfectamente el Secreto Masónico: no es algo escondido en archivos o rituales hechos a puertas cerradas del Templo Masónico , sino una verdad que sólo se revela cuando el masón despierta. La Masonería, como tradición hermética, ofrece las herramientas para ese despertar, igual que la Tabla Esmeralda ofrece las claves de la transmutación.
La Tabla Esmeralda interpretada bajo el punto de vista de francmasones
Es verdad, sin mentira, cierto y muy verdadero: si existe la enseñanza, ésta es real. Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. Esta es una posibilidad, la posibilidad de que se armonicen las partes altas y las bajas de nuestro Ser.
“El Ser Humano tiene muchos ‘yoes’ independientes que no se conocen entre sí. Sólo cuando comienza a observarse a sí mismo puede ver esta multiplicidad y comenzar a trabajar hacia la unidad.”
Por estas cosas se realizaron milagros de una sola cosa. Y como todas las cosas proceden de Uno, por mediación de Uno, nosotros no somos una unidad, pero podemos llegar a ser una unidad perfecta. Así todas las cosas han nacido de esta cosa única por adaptación: hay la posibilidad de adaptarlas mediante la enseñanza; nuestros aspectos bajos y los superiores nacen de la Esencia.
El sol es el padre y la luna la madre. El viento la ha llevado en su vientre. La tierra es su nodriza y su receptáculo. Aquí habla del ser humano, de alguien como tú o como yo: nacidos de padre y madre, que vivimos en la tierra y respiramos aire, podemos evolucionar.
El padre de todo, el Thelema del mundo universal, está aquí. (Thelema significa voluntad; el hombre nace sin una voluntad fija, necesita esfuerzos para incrementarla. De hecho, la voluntad es padre de muchos logros; está aquí, en el presente).
“Sin esfuerzos conscientes e intencionalidad voluntaria no es posible desarrollar la voluntad real.”
Su fuerza o potencia permanece íntegra si es convertida en tierra. Los hechos no son reales hasta que los integramos a la vida —al cuerpo—. El hacer no es real si no lo aterrizamos, si no lo llevamos al plano de lo tangible.
Separarás la tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, suavemente, con gran industria. Asciende de la tierra al cielo y desciende del cielo a la tierra, y recibe la fuerza de las cosas superiores y de las inferiores. El término separación es ver qué de nosotros es real y qué es fantasía; qué parte de nosotros observa y qué parte es observada. No hay autoobservación si no hay separación. Esto es un hecho contundente.
“La autoobservación es un instrumento de cambio de sí, un medio de despertar. Al observarse a sí mismo, el hombre arroja, por así decirlo, un rayo de luz sobre sus procesos internos que antes transcurrían en la oscuridad.”
Tendrás por este medio la gloria del mundo y toda oscuridad huirá de ti. Cuando conozcamos qué parte de nosotros es pasional y qué parte es divina, veremos la luz.
Es la fuerza fuerte con toda fuerza, pues vencerá toda cosa sutil y penetrará toda cosa sólida. Vencernos, vencer nuestras pasiones, se logra con la fuerza del conocimiento de sí.
Así ha sido creado el mundo. De allí saldrán admirables adaptaciones, cuyo método se da aquí: el método, la ciencia de adaptar nuestras bajas emociones negativas a niveles superiores. Para esto existe el método.
La Tabla Esmeralda, en su esencia hermética, es un mapa perfecto del Trabajo masónico. El masón construye el Templo interior mediante la misma operación alquímica: separar, purificar, unir. Lo que la Tabla llama “milagros de una sola cosa” es lo que muchos ocultistas llama cristalización de un cuerpo superior; lo que la Masonería simboliza como la construcción del Templo de Salomón en el corazón del iniciado.
En la Tabla Esmeralda encontramos: Por esta razón he sido llamado Hermes Trismegisto, porque poseo las tres partes de la filosofía universal. Hermes es el hombre iniciado, el que domina los tres centros: el emocional, el intelectual y el motor. Hermes es dueño de sí.
Lo que he dicho de la operación del Sol está completo. Seguramente así seremos hombres completos cuando dominemos los tres aspectos de nuestro ser.
“Solamente el Masón que ha alcanzado el dominio de sí mismo posee las tres partes de la filosofía cósmica: conoce el mundo, conoce al hombre y conoce a Dios.”
Asi, el Secreto Masónico, la Tabla Esmeralda y la enseñanza esotérica en general convergen en un sólo punto: el hombre mecánico puede convertirse en hombre consciente mediante un trabajo deliberado de armonización entre lo superior y lo inferior. Esa es la verdadera Piedra Filosofal, el verdadero Maestro Masón, el verdadero Hombre Evolucionado. El camino está abierto a quien esté dispuesto a caminarlo
Alcoseri

