¿Qué tan Real es eso que consideramos Realidad?
Imagina por un momento que las verdades eternas que buscas no se encuentran en el mundo visible, sino en las profundidades de la conciencia colectiva, donde la razón y el esoterismo se entrelazan como hilos de un tapiz infinito. En las Logias Masónicas, guardianas de sabiduría ancestral, se cultiva esta búsqueda incansable de la verdad, fomentando estudios profundos que desafían las ilusiones cotidianas y promueven la razón como faro en la oscuridad. Si te atreves a explorar cómo la Masonería, con su compromiso inquebrantable por desvelar los misterios del universo, nos invita a cuestionar hasta a la realidad misma, este viaje podría transformar tu percepción para siempre. Prepárate para descubrir que, como masones, no sólo construimos templos simbólicos, sino que somos capaces de moldear la esencia vibracional de la existencia y la realidad.
Lo que compartiré podría desmontar cada certeza sobre el mundo que te rodea, generando dudas incluso sobre tu propia existencia. Imagina que todo lo que ves, tocas y sientes no es más que una proyección, un reflejo de algo mucho más profundo e invisible. ¿Y si los límites del tiempo, del espacio y la materia fueran sólo ilusiones bien orquestadas? Durante siglos, nos entrenaron para creer en un universo sólido, gobernado por leyes fijas. Sin embargo, en los últimos años, descubrimientos científicos y experiencias espirituales se entrelazan como piezas de un rompecabezas. Lo que los místicos antiguos llamaban maya, la ilusión, encuentra ecos en la física cuántica y la neurociencia.
Investigadores audaces como Itzhak Bentov, Jacobo Grinberg y Michael Talbot sugirieron que vivimos en un universo holográfico, donde la conciencia es la clave para descifrar y manipular esa estructura invisible. Curiosamente, todos ellos desaparecieron o murieron en circunstancias misteriosas, dejando teorías que desafían la noción de realidad. ¿Coincidencia, o tocaron secretos que no debían revelarse? En las Logias Masónicas, esta búsqueda de la verdad se celebra a través de estudios esotéricos que honran la razón, recordándonos que, como dijo Jorge Luis Borges: "La realidad no es siempre probable, o probable siempre no es la realidad". Esta invitación no es sólo información, sino un llamado a cuestionar cada convicción. ¿Estás listo para afrontar que el universo no es externo, sino una proyección de tu mente? Porque si esto es verdad, nada sería permanente: la realidad sería maleable, vibracional, un tejido vivo que responde a tu conciencia. Tal vez ya lo hayas sentido en los pequeños milagros y sincronías del día a día.
Ahora, respira hondo, abre un espacio para el desasosiego, la duda y el asombro, porque al sumergirte en este viaje no habrá vuelta atrás. Todo lo que llamamos realidad podría ser un miraje sofisticado. Piensa: la mesa que tocas, el sonido de tu voz, incluso tu cuerpo, no son más que vibraciones organizadas en patrones invisibles. La física moderna revela que más del 99,99% de la materia es vacío; la solidez es sólo repulsión entre campos electromagnéticos. En otras palabras, nunca tocas nada realmente: son fuerzas que se repelen. Así, la realidad es una construcción sensorial, no una verdad absoluta. Esta percepción no es nueva; textos sagrados de la India hablan de maya, la ilusión cósmica que nos mantiene presos en una existencia limitada. Hoy, la neurociencia confirma que el cerebro no ve el mundo tal como es, sino como lo interpreta: nuestros sentidos captan fragmentos, y la mente organiza una narrativa coherente, como una película proyectada en la conciencia.
Uniendo espiritualidad y ciencia, surge lo perturbador: si todo es una proyección vibracional, el universo podría ser un holograma. El físico David Bohm y el neurocientífico Karl Pribram sugirieron que tanto el cosmos como el cerebro siguen esta lógica, donde cada parte contiene el todo. Esto implica que dentro de ti ya existe el conocimiento universal; tu mente no busca respuestas afuera, sino que organiza la realidad. Como afirmó Franz Kafka: "Las apariencias a veces engañan, pero la verdad siempre está oculta en lo invisible". Si somos fragmentos de un holograma infinito, no hay separación real entre tú y el otro, entre observador y objeto. La separación es un truco perceptual. En niveles sutiles, cada pensamiento, emoción y vibración resuena en el tejido invisible, como un violín afinado con otro. Tu energía influye en el todo. Más inquietante aún: si el universo responde a nuestra conciencia, ¿nuestros miedos y creencias moldean sus límites? Milagros, sincronías y fenómenos paranormales no son excepciones, sino pistas de un campo plástico donde todo se dobla y recrea. La mayor prisión está en la mente que cree el mundo fijo. Al cuestionarla, se abre una fisura, revelando la realidad maleable, infinita y conectada.
¿Somos los Masones Constructores de la Realidad?
Este conocimiento masónico, oculto durante siglos, se preserva en las Logias, donde el compromiso con estudios esotéricos fomenta la razón y la búsqueda de la verdad. No todas las plataformas permiten su exposición abierta, por eso compartimos recursos completos en sitios dedicados a lo verdaderamente masónico. Considera a Itzhak Bentov, inventor autodidacta que murió en el vuelo 191 de American Airlines en 1979. Él trazó puentes entre ciencia y espiritualidad, afirmando que la conciencia es el motor del universo. Sin formación formal, inventó el catéter cardíaco y estudió estados alterados. Descubrió que en meditación profunda, el cuerpo sincroniza a 7 Hz, la resonancia Schumann de la Tierra, tocando un campo más amplio. Para él, la materia es oscilaciones rítmicas, como en experimentos de cimática donde sonidos moldean formas geométricas. Exploró la kundalini, una fuerza que armoniza el cuerpo, activa la pineal y expande la percepción al samadhi, donde tiempo y espacio desaparecen. Bentov sugería que la conciencia oscila 14 veces por segundo, percibiendo sólo el movimiento; en reposo, accedemos a la realidad pura. Su legado, estudiado en Logias Masónicas, nos enseña que al ajustar frecuencias, atravesamos barreras, honrando la razón esotérica.
Imagina a Jacobo Grinberg, neurofisiólogo mexicano desaparecido en 1994, cuya visión radical dialoga con tradiciones ancestrales. Creía que el mundo nace de un campo invisible llamado lattice, conteniendo toda información potencial; el cerebro filtra y organiza la realidad. Esto resuena con el Brahman hindú o el Tao. Estudió chamanismo, como con Pachita, quien realizaba cirugías espirituales manipulando el lattice. Explicaba telepatía mediante "potencial transferido" en experimentos. Grinberg afirmaba que con coherencia a través de meditación, moldeamos la realidad, explicando sincronicidades y manifestaciones. Su desaparición evoca enigmas, pero en la Masonería, sus ideas refuerzan estudios esotéricos que promueven la verdad colectiva. Como escribió Albert Camus: "En el fondo de mi rebelión se dormía un sentimiento de libertad que no sabía nombrar".
Michael Talbot, quien vivió fenómenos paranormales, culminó en El universo holográfico. Veía el universo como proyección donde cada parte contiene el todo, resonando con el hermetismo: "Lo que está arriba es como lo que está abajo". Explicaba telepatía, clarividencia y curaciones vía interconexión. Inspirado en Bohm y Pribram, mostraba cómo creencias moldean el cuerpo, como en efectos placebo/nocebo. Su muerte prematura en 1992 deja un legado: vivimos en un holograma cósmico, eco de unidad divina. En Logias, esto se estudia con razón, cuestionando ilusiones como las sombras de Platón.
Llegamos al final, o al inicio de una nueva mirada. Bentov, Grinberg y Talbot señalan que el mundo es un holograma sostenido por conciencia; no somos espectadores, sino cocreadores. El reto: abandonar lo conocido por lo ilimitado. Cada pensamiento moldea lo real; la vida es una danza entre ilusión e infinito. Despertar es transformación. Como dijo Lewis Carroll: "¡Qué extraño es todo hoy! Y ayer las cosas marchaban como de costumbre. Me pregunto si habré cambiado durante la noche". La frase "Todo es mente" o "El Todo es Mente; el universo es mental" es la primera de las siete leyes herméticas, proveniente del libro El Kybalion, y establece que el universo entero es una creación mental de una conciencia universal infinita. Esto significa que todo lo que existe, desde la materia y la energía hasta los fenómenos psíquicos, es una manifestación de esta mente universal a la que los masones llamamos “El Gran Arquitecto del Universo”, y por lo tanto, todo está interconectado a través de GADU.
Las ideas de Hermes Trismegistus son el principio central del Mentalismo.
El Todo se refiere a la realidad fundamental que subyace a todas las manifestaciones.
El universo y todo lo que contiene es una proyección de la conciencia, el "Todo", y nuestra existencia se encuentra dentro de esta mente universal.
La materia, la energía y los fenómenos psíquicos no son entidades separadas, sino que son expresiones de la mente universal y están subordinados a su dominio.
Entender este principio nos permite reconocer que cada pensamiento humano tiene el poder de influir en nuestra realidad, y que somos cocreadores dentro de esta mente universal.
El objetivo del mentalismo es aplicar este principio es elevar la conciencia personal para comprender la ley que rige el universo y utilizarla para el propio bienestar y desarrollo.
Es importante distinguir que no se trata de que el universo exista solo en la conciencia humana individual. En cambio, se trata de una mente universal, que es la fuente de toda la existencia.
En ese sentido , "Todo es mente" es un principio hermético que nos enseña que la realidad última es mental y que todo el universo es una manifestación de una conciencia divina.
Gracias por acompañarme en este viaje. Hablar de conciencia y hologramas abre puertas internas. Recuerdo una meditación donde el tiempo se detuvo, revelando capas del ser. Esta visión, confirmada por la ciencia, reprograma patrones. En la Masonería, con su búsqueda de verdad y estudios esotéricos, encontramos herramientas para cuestionarlo todo. Si esto te conmovió, duda de todo: es el coraje masónico.
Alcoseri