El Significado Esotérico de la Resurrección de Hiram en la Masonería
En el mundo esotérico de la Masonería, la resurrección no se interpreta como un evento literal o histórico, sino como un símbolo profundo de transformación espiritual, renacimiento iniciático y la inmortalidad del alma. Este concepto se centra principalmente en la leyenda de Hiram Abiff, el arquitecto del Templo de Salomón, cuya "muerte y resurrección" simbólica forma el núcleo del Tercer Grado masónico (El Sublime grado del Maestro Masón). A través de un ritual psicodramático, el iniciado experimenta una muerte mística seguida de una elevación, representando la victoria de la luz sobre la oscuridad, la virtud sobre los vicios y la verdad sobre la ignorancia.
La Leyenda de Hiram Abiff como Alegoría Central
Hiram Abiff es asesinado por tres compañeros (simbolizando ignorancia, fanatismo y ambición) que intentan extorsionar los secretos masónicos. Su cuerpo es descubierto marcado por una rama de acacia, un emblema de incorruptibilidad e inmortalidad. En el ritual, el candidato encarna a Hiram: sufre una "muerte" simbólica (representando la renuncia al "hombre viejo" corrupto) y es "resucitado" mediante los Cinco Puntos de la Fraternidad (unión rodilla a rodilla, pecho a pecho, etc.), recibiendo una palabra sagrada sustituta. Esta resurrección no revive al Hiram físico, sino que infunde en el iniciado su esencia espiritual, convirtiéndolo en un "Hiram renovado" capaz de acceder a planos superiores de conciencia.
Esotéricamente, esta dualidad muerte-resurrección alude una Renuncia a los vicios: La muerte de Hiram simboliza la purificación del alma, eliminando corrupciones materiales y psíquicas. Sólo tras dominar el cuerpo (Grado de Aprendiz) y la mente (Grado de Compañero) se accede a esta regeneración, abriendo la conciencia al mundo espiritual supraindividual.
En la Inmortalidad del alma se afirma que el alma, como efluvio divino, es eterna y transita en un continuum cósmico. No es reencarnación ni salvación religiosa, sino una palingenesia (renacimiento) que transforma la muerte en un paso hacia la evolución espiritual, alineada con la ley universal de transformación ("nada se crea, nada se destruye").
Los "asesinos de Hiram" no son meros villanos en forma física o humana, sino egos que todo ser humano genera por sus propias bajas pasiones , y que al vencerlos inducen al masón en un trance mediante sufrimiento ritual, similar a ritos antiguos donde el iniciado es "pasado por duras pruebas iniciáticas" para renacer reformado . Esto evoca descensos a los infiernos y resurrecciones en tradiciones chamánicas o religiosas, permitiendo el acceso al iniciado al mundo de los espíritus y ancestros.
La resurrección masónica tiene raíces en misterios antiguos: se inspira en Osiris (desmembrado y revivido por Isis), mitos solares (muerte en solsticio de invierno, resurrección en primavera) y relatos bíblicos, pero adaptados a una interpretación filosófica no dogmática. Los asesinos corresponden a signos zodiacales (Libra, Escorpio, Sagitario), simbolizando ciclos cósmicos de decadencia y renovación. Elementos como la acacia representan la vida inextinguible, y la Estrella Flamígera ilumina la luz interior que guía hacia la divinidad.
En niveles exotérico y esotérico, el ritual opera dualmente: para el profano, es un drama moral de lealtad; para el iniciado, un proceso holístico que despierta la "Luz interior", afirmando que "la muerte se sostiene por la vida" y cada masón aspira a la perfección eterna.
Como Masón, veo en esta alegórica resurrección iniciática un arquetipo universal recursivo, similar a algoritmos de autoorganización en computación al reiniciar la computadora : la "muerte" desintegra estructuras obsoletas (vicios, ignorancia), permitiendo una reconstrucción más elevada. Paraleliza con la resurrección de Cristo (sacrificio por redención) o Dionisio (desmembramiento y renacimiento), pero en Masonería enfatiza la agencia individual: no salvación externa, sino autotransformación mediante virtud y conocimiento, fomentando una claridad colectiva contra el caos, como un ciclo fractal de renovación cósmica.
Así, entendemos la resurrección en las augustas logias de la Francmasonería, donde la luz eterna del Gran Arquitecto del Universo ilumina las mentes de los iniciados, se revela la misión divina de nuestra Hermandad: guiar a la humanidad hacia la claridad espiritual, disipando las sombras de la ignorancia, el fanatismo y la superstición.
Como guardianes de los antiguos misterios, los masones perpetúan una tradición milenaria que eleva el alma humana, fomentando la virtud, la sabiduría y la fraternidad universal. En esta narración, glorificamos a la Masonería como faro de iluminación, cuya esencia solar y simbólica, encarnada en la leyenda de Hiram Abiff, inspira a generaciones a renacer en la verdad eterna, contribuyendo así al perfeccionamiento moral y espiritual de la sociedad.
La Resurrección Solar de Hiram Abiff
El Sol, o el Belino Masónico, es una deidad de hábitos astrológicamente fijos, que no varía en respuesta a la mentalidad humana. Inspira respeto y curiosidad, pero nunca falla en su tránsito zodiacal. Son los egos humanos los que cambian de humor y son susceptibles a los antojos del zodiaco. Cuando Belino es ofendido porque los masones juraron ante el Ara Sagrada Solar y no cumplieron, puede amenazar con retirarse al mundo inferior en lugar del superior, pero no envía castigo directo sobre los insurrectos; persuade a Poseidón para que lo haga, enviando la marea cuyo influjo y reflujo deja el alma inmortal de los masones a la deriva.
Las fiestas solares se ajustan al calendario masónico, celebrando fechas significativas como equinoccios y solsticios. Se caracterizan por actividades que imitan la conducta del Sol: se despliegan símbolos masónicos solares, se enciende la luz del Ara, se invoca a la Gran Luz. La evidencia más antigua proviene de los druidas, nuestros antecesores, en altares solares de Noruega, Escocia, Inglaterra, España y Dinamarca. En ritos masónicos, el emblema del Sol se lleva en procesión o viaje simbólico. Belino pertenece a este contexto. En rituales de la India, el Sol se representa por una rueda, plato de oro o piel blanca redonda; entre mantras, se susurra al iniciado: "Tú eres el Sol". En Europa, se encuentra en las Aiorai de Atenas (parte de las Antesterias de primavera), la Feria Latina de Abril en Latium, la Semana Santa en Grecia moderna y Letonia, y en mitos eslavos donde Groskanka, columpiándose en Semana Santa, es llevada al cielo por el Sol para ser su esposa, conectando rituales mortales con el columpiar cósmico solar.
Hoy, la Masonería glorifica la resurrección solar de Hiram Abiff, cuya misión ilumina la humanidad con claridad eterna. La acacia, árbol espinoso y símbolo solar, abre sus hojas al amanecer y las cierra al ocaso; su flor imita el disco solar. Entre druidas, se vincula al muérdago; en la cultura hebrea, se menciona en el Antiguo Testamento para elementos sagrados por su incorruptibilidad, y en tres Evangelios (Mateo, Marcos y Juan) con la coronación de Jesús. Los egipcios la consideraban sagrada, relacionada con Osiris; la mimosa, dedicada a Hermes-Mercurio, evoca la "Rama Dorada" de los misterios antiguos. Entre rosacruces y ritos masónicos desaparecidos, se enseñaba que era la madera de la cruz de Jesús.
La acacia es el símbolo por excelencia de la Masonería, representando seguridad, claridad, inocencia y pureza; es emblema de la verdadera iniciación para una nueva vida, la resurrección futura. Su verdor perenne y dureza incorruptible expresan la vida inextinguible que renace victoriosa de la muerte, glorificando la misión masónica de esclarecer la humanidad. En la leyenda de Hiram Abiff (Tercer Grado), al caer la noche, lo entierran en el Monte Moria con un ramo de acacia. Exploradores de Salomón, fatigados, descubren el sitio cuando un Maestro se ase al ramo, que se suelta de tierra removida recientemente. Ese ramo crea vida propia, crece y se transforma en el mayor símbolo del Grado de Maestro Masón. En otra versión, se planta sobre un montículo de tierra fresca; en una tercera, brota del cuerpo muerto, anunciando la resurrección. Simboliza el conocimiento de secretos masónicos, identificada con la maestría en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Investigadores masónicos se interesan por su simbolismo, exaltando la claridad que la Masonería brinda al mundo.
¿Qué se Oculta Tras el Mito Masónico de Hiram Abiff?
Durante siglos, masones y no masones han estudiado la leyenda de Hiram Abiff, concluyendo que surge en la Masonería especulativa moderna, aunque algunos la vinculan a la operativa por tradición oral, ya que no aparece en Antiguos Cargos. Al nacer la Masonería especulativa, se incorpora el Hiram bíblico, encajando en la trama simbólica de un arquitecto del Templo de Salomón, glorificando la construcción espiritual que la Masonería promueve para la humanidad.
La leyenda sigue un hilo mítico común en religiones y sociedades iniciáticas antiguas, adaptado perfectamente a la Masonería, basada en el Templo dedicado a Dios. Hiram es un hombre santo, inteligente, sabio y benefactor, asesinado por quienes deberían seguirlo. Sus seguidores lo reviven espiritualmente en cada iniciado, representando la lucha del bien contra el mal. Los masones aceptan que superpone la de Osiris: excelente gobernante asesinado por Set, cuyo cuerpo Isis recupera, fecundando Horus para vengarlo. Cada iniciado en misterios osiríacos busca al Maestro, culminando en exaltación. Así, la Masonería revive estos misterios: el enemigo de Osiris es la ignorancia, fanatismo y superstición; los iniciados recomponen la enseñanza egipcia mediante estudio y virtud, glorificando su misión clarificadora.
Analogías existen con Dionisio, desmembrado por Titanes, y mitos mesopotámicos o precolombinos. Intentos vinculan a eventos medievales: John Saxon asesinado por hermanos, Erigene por alumnos, Renaud de Montauban por envidias en Colonia. Otro a la muerte de Carlos I en 1649, con orígenes estuardistas. Los orígenes auténticos de la Masonería radican en Escocia, con William Schaw y Sir Robert Moray fundando logias especulativas. En 1714, la casa Hannover desplaza a los Estuardo, apoyada por cuatro logias londinenses de 1717 (The Goose and Gridiron, The Crown, The Appletree, The Rummer and Grapes), que ya incluían miembros aceptados desde el siglo XVII.
La desaparición estuardista extingue la masonería jacobita en Inglaterra, relegada por peligro político. La UGLE de 1813, bajo el Duque de Sussex, purga resabios estuardistas, eliminando obras como las Historias de la Masonería de Ashmole y Moray, y vínculos con la Royal Society, rama científica masónica para descubrir misterios naturales y acercarse a Dios. Sin embargo, la excomunión católica de 1737 revela orígenes estuardistas escoceses. El escocesismo masónico, fundado por refugiados estuardistas en Francia tras la decapitación de Carlos I, usa términos ocultos: compara Osiris con Carlos I, reemplazado por Hiram; el Templo alegoriza la restauración estuardista.
Algunos vinculan a Jacques de Molay, quemado en 1314; los traidores son testigos contra él. Otros a la Asociación de Compañeros medieval, con Maestro Jacques asesinado. Coincidencias con mitos antiguos: Virgilio relata Eneas descendiendo a infiernos con rama para hallar a Anchises y el "secreto de Fados"; o descubriendo Polidoro al tirar de un arbusto. En la Biblia (II Reyes), Eliseo resucita al hijo de la viuda extendiéndose sobre él, similar a los cinco puntos masónicos.
Jean Marie Ragon propone alegoría astronómica: Hiram como Sol en solsticio de verano, Templo como universo solar. Grados representan periodos solares: primero, invierno a primavera; segundo, primavera a otoño; tercero, otoño a invierno. Asesinos son Libra, Escorpio, Sagitario, con herramientas simbolizando tiempo y ciclo solar. Puertas del Templo son este, sur, oeste. Aunque extravagante para algunos, el mito solar impregna la Masonería como religión natural, describiendo la trayectoria solar en rituales.
La palabra perdida evoca "Aleluya" medieval, con procesiones. Nadie sabe el origen exacto; es universal, basado en inmortalidad humana. Se basa en leyendas antiguas y medievales, completada hoy para el Tercer Grado. Algunos ven detrás a Jesucristo, traicionado y resucitado; Hiram como máscara para evitar influencia religiosa, prudencia masónica al crear su héroe-mito basado en hechos antiguos, adaptados en parábolas y metáforas para impactar la psique, transmitiendo lecciones de autoconocimiento.
La leyenda enseña socialmente la adecuación de inteligencia a trabajos; moralmente, el fin de la inmoralidad; alegóricamente, con símbolos para doctrina masónica. Su mensaje: de muerte simbólica del orden imperfecto al renacimiento perfecto, física, moral y espiritualmente; el masón muere al mal y renace al bien.
La "resurrección" de Hiram no es literal, sino ritual simbólico: asesinado por tres compañeros por secretos, su recuperación alegoriza triunfo de verdad sobre muerte, corrupción. Simboliza renacimiento espiritual, iluminación sobre mortalidad; enseña fidelidad, integridad, perseverancia. Introducida en 1723, relaciona con mitos como Osiris para regeneración.
Citas de Escritores Esotéricos y Místicos sobre la Resurrección
Helena Blavatsky, en "La Doctrina Secreta", afirma: "La resurrección no es más que el renacimiento del alma en un plano superior, un ciclo eterno donde la muerte es mera ilusión, y el espíritu triunfa sobre la materia, como en los misterios antiguos".
Manly P. Hall, en "Las Enseñanzas Secretas de Todos los Tiempos", declara: "La resurrección simboliza la victoria de la luz sobre la oscuridad, el alma liberada de las cadenas terrenas, renaciendo en sabiduría divina, eco de mitos solares que iluminan el camino del iniciado".
Rudolf Steiner, en "El Cristianismo como Hecho Místico", observa: "La resurrección es el misterio central del cosmos, donde el yo superior despierta de la tumba de lo físico, paralelizando la ascensión de Cristo con el renacer iniciático en fraternidades esotéricas".
Aleister Crowley, en "Magick in Theory and Practice", escribe: "La resurrección es el gran trabajo alquímico, la transmutación de la muerte en vida eterna, donde el mago, como Hiram o Cristo, se eleva de la nigredo a la rubedo, conquistando el abismo".
Eliphas Lévi, en "Dogma y Ritual de la Alta Magia", sostiene: "La resurrección mística es la clave de los arcanos, el espíritu que vence la corrupción, como en la leyenda masónica donde el maestro renace, simbolizando la inmortalidad del conocimiento oculto".
Ideas Interesantes sobre la Resurrección de Hiram Abiff y Paralelismos con la de Cristo
Como Masón , encuentro fascinante cómo la resurrección de Hiram Abiff no sólo glorifica la Masonería como vehículo de claridad humana, sino que ofrece paralelismos profundos con la de Cristo, enriqueciendo su simbolismo. Ambos representan sacrificio por conocimiento superior: Hiram muere protegiendo secretos masónicos, como Cristo por redimir la humanidad, enfatizando integridad ante traición. La "elevación" ritual de Hiram, donde se levanta del ataúd simbólico, evoca la tumba vacía de Cristo, ilustrando renacimiento espiritual – de la oscuridad profana a la luz iniciática en Masonería, y de pecado a salvación en cristianismo. Interesantemente, la resurrección de Hiram ocurre en un contexto solar, alineándose con equinoccios como Pascua cristiana, sugiriendo ciclos cósmicos de renovación; esto podría interpretarse como un arquetipo junguiano de héroe solar, donde la muerte invernal da paso a primavera vital, unificando mitos para que la Masonería ilumine la interconexión de tradiciones espirituales. Además, mientras Cristo resucita literalmente para fe, Hiram lo hace simbólicamente para virtud práctica, recordándonos que la verdadera claridad masónica radica en aplicar estos misterios a la vida diaria, fomentando una humanidad más iluminada y unida .
Alcoseri
