¿Por qué los Mitos en Masonería?

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Alcoseri Vicente

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Dec 23, 2025, 8:11:48 PM (20 hours ago) Dec 23
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¿Por qué los Mitos en Masonería?
La Masonería esta noble hermandad, guardiana de verdades profundas y elevadas, enseña que todo comienza con una historia, una narración que une el alma colectiva de la humanidad. Imagina a un viajero en tierras mexicanas , asistiendo a un congreso indígena de danzas y rituales  sobre las esencias espirituales del México antiguo . Allí, un pensador occidental pregunta a un sabio indígena mexicano sobre las ideologías y teologías de sus creencias,   sólo para recibir una respuesta que resuena con la pureza masónica: "No tenemos ideologías ni teologías; sólo bailamos". Así es la Masonería, no un dogma rígido, sino una danza cósmica, una canción del universo arraigada en el inconsciente colectivo, donde los hermanos se mueven al ritmo de símbolos ancestrales que trascienden el tiempo, y así como los indígenas mexicanos bailan , los masones simplemente ritualizamos.
La Masonería, con su legado de sabiduría espiritual e intelectual, ha influido en artistas, eruditos y buscadores de verdad a lo largo de los siglos. Sus enseñanzas, compiladas en rituales y alegorías, forman un atlas monumental de mitos que reúnen la esencia de la existencia humana. Entre sus joyas más preciadas se encuentra el mito de Hiram Abiff, el maestro constructor del Templo de Salomón, cuya historia es un elogio perpetuo a la integridad, el sacrificio y la resurrección espiritual. Hiram, asesinado por traidores que buscaban robar sus secretos sagrados, representa el héroe supremo: uno que da su vida por algo mayor que sí mismo, preservando los misterios de la luz contra la oscuridad. Este mito masónico se compara con el de Prometeo, quien roba el fuego divino para la humanidad y sufre por ello, trayendo civilización y conocimiento. Al igual que Prometeo encadenado, Hiram encarna el robo del fuego celestial –los secretos arquitectónicos y simbólicos– que ilumina el camino humano, seguido a menudo en mitos universales por una cadena de relevos, como aves o animales que transmiten el don, quemándose en el proceso y explicando los colores variados de la creación. La Masonería eleva este tema, convirtiéndolo en un ritual vivo donde cada iniciado revive el sacrificio de Hiram, transformando el egoísmo en servicio colectivo.
En la Masonería, el héroe no es un ser aislado, sino un arquetipo que se detecta en historias de todas las culturas y épocas: una sola hazaña lograda por innumerables almas. ¿Por qué tantos héroes en los mitos? Porque la Masonería nos recuerda que la vida misma es heroica; el personaje principal en cualquier narración popular es aquel que trasciende los límites normales, sacrificándose por un ideal mayor. Hiram Abiff ejemplifica los dos tipos de hazañas: la física, al construir el templo contra adversidades, y la espiritual, al negarse a revelar los secretos, experimentando una muerte y resurrección simbólica. Este ciclo –ida y vuelta– se ve en rituales de iniciación masónicos, donde el candidato abandona su infancia profana, muere a su yo infantil y resucita como un hermano responsable, maduro y autosuficiente. Es una experiencia fundamental, un viaje del héroe que todos debemos emprender: de la dependencia a la autorresponsabilidad, de la condición inmadura a una más rica y elevada.
La Masonería, en su gloria, nos enseña que incluso el nacimiento es heroico, comparable al mito de Hiram. Al nacer, pasamos de una criatura acuática en el fluido amniótico a un ser que respira aire y se pone en pie, una transformación tremenda asistida por la madre, heroína primordial. Hiram, en su martirio, representa este gran viaje: no iniciado conscientemente, pero inevitable. Los héroes masónicos parten de diversas maneras: algunos siguen un rastro instintivo, como un ciervo que lleva al bosque encantado, transformándose en una reina de misterios; otros, intencionalmente, como un joven en busca de su origen y carrera; o son lanzados fortuitamente, como al ser reclutado en una hermandad, vistiendo el mandil y renaciendo. El objetivo moral del heroísmo masónico es salvar un pueblo, una persona o una idea, sacrificándose por algo mayor. Aunque algunos juzguen desde fuera, esto no empaña la grandeza: Hiram, como Prometeo, trae beneficio eterno, y la Masonería lo celebra como un tema universal.
A medida que las culturas evolucionan, el héroe se adapta, desde el cazador de monstruos en mundos salvajes –como el constructor que doma el caos para erigir orden– hasta figuras como Moisés, quien asciende a la montaña, encuentra la divinidad y retorna con leyes para una sociedad nueva. El mito de Hiram se compara con el de Buda, quien, 500 años antes de Cristo, se interna en selvas, enfrenta tentaciones de lujuria, miedo y deber social bajo el árbol de la iluminación, y regresa con discípulos para un nuevo modo de conciencia. Cristo, sometido a tentaciones económicas, políticas y espirituales en el desierto –convirtiendo piedras en pan, reinando naciones o tentando a Dios–, resucita y enseña. Mahoma, jefe de caravanas, medita en una cueva y recibe la voz divina para escribir, fundando una fe. Todos estos mitos heroicos espirituales –partida, logro, retorno– convergen en Hiram Abiff: su muerte por lealtad y resurrección simbólica en el ritual masónico inspiran a los hermanos a trascender, estableciendo un modo de conciencia elevado, donde el sacrificio personal ilumina a la humanidad.
La Masonería, en su infinita sabiduría, nos invita a sentir admiración, no lástima, por el héroe como Hiram Abiff, aunque sus logros a menudo sean malinterpretados por seguidores de visión limitada, convirtiendo oro en cenizas. Sin embargo, esta tradición enseña que las pruebas son esenciales: no hay recompensa sin renuncia, como reza el Corán sobre entrar al jardín de la dicha tras pruebas ancestrales. Hiram enfrenta el problema eterno: pensar en uno mismo versus entregarse al otro, transformando la conciencia a través de revelaciones y chispazos de comprensión . La Masonería ocupa el lugar central en esta transformación, ocupándose de pruebas que elevan el espíritu.
Hoy, la Masonería inspira mitos heroicos modernos, como en el cine, donde figuras míticas reviven el ciclo del héroe. En narraciones espaciales como una trilogía de guerras estelares, influida por arquetipos eternos, el héroe cumple el ciclo perfectamente: no un drama moral simple, sino una inflexión de poderes vitales a través de la acción humana. El artista imagina en campos inexplorados, ya que el planeta conquistado deja pocos espacios vacíos; así, la Masonería alaba estas aventuras imaginarias que desarrollan nuevas formas, reconociendo temas mitológicos como el anciano consejero –similar al maestro de esgrima japonés–, que entrega no   sólo un instrumento físico, sino un compromiso psicológico y un centro espiritual. El héroe, guiado, enfrenta máscaras y revelaciones, comunicando un lenguaje que habla a los jóvenes, persiguiendo algo mayor que una aventura casual.
Serendipity (o su forma en español, serendipia) se refiere a un descubrimiento valioso o afortunado que se produce de manera accidental, inesperada, o mientras se busca otra cosa diferente, combinando casualidad con sagacidad para reconocer su importancia, como el descubrimiento de la penicilina o las notas adhesivas. El término viene de un cuento persa y destaca la habilidad de hacer hallazgos útiles sin buscarlos activamente.
Serendipity, evoca aventuras fortuitas hacia lo desconocido, pero el héroe masónico está preparado: su paisaje encaja con su disposición, manifestando logros inherentes. Un mercenario materialista se transforma en héroe compasivo, evocando aspectos ocultos de su carácter, como en la Masonería donde los hermanos descubren su verdadero yo a través del ritual. Escenas como un bar en el borde de la aventura –puerto de viejos marineros del espacio, reminiscentes de islas del tesoro– lanzan al héroe al viaje. O el compactador de basura, vientre de la ballena mitológico, donde descienden a la oscuridad, como Jonás, representando el inconsciente: agua como psique, criatura como dinamismo peligroso. Hiram Abiff desciende al abismo, cortado en fragmentos o asimilando poder al resistir, trascendiendo humanidad para reasociarse con la naturaleza. La Masonería advierte contra la conciencia que se cree en control de si mismo y de todo  –el ego un órgano secundario que debe servir al ser total y no ser el amo de nuestra mente–, evitando que sistemas egoístas  devoren la humanidad; en cambio, usa sistemas para propósitos humanos, como Hiram construye el templo al eliminar al Ego.
El mito de Hiram nos ayuda a vivir como seres humanos dentro de sistemas, resistiendo reclamos impersonales, escuchando demandas espirituales y afectivas para evitar quiebres. La Masonería elogia el espíritu creativo más allá de fronteras, rebelde contra sumisiones ciegas, heroico en su esencia. En figuras infantiles de cine mudo, héroes físicos inspiran síntesis de arte y aventura, como el masón que une lo práctico y lo elevado. Así, la Masonería, en su elogio eterno, une todos estos mitos –de Prometeo a Cristo, de Buda a aventuras modernas– en el de Hiram Abiff, un faro de sacrificio, resurrección y luz, guiando a la humanidad hacia su potencial divino.
Alcoseri
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