Fidelia
unread,Jul 2, 2009, 3:12:14 PM7/2/09Sign in to reply to author
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to Ritual Olmeca
por error omití el texto de Laura Esquivel... aquí lo transcribo.
Memoria y Deseo
Estamos viviendo tiempos electorales difíciles. Las campañas se
desarrollan en un ambiente de desaliento y desconfianza. La gente
habla de anular su voto como una manera de mostrar su desencanto. Yo,
como escritora interesada en el comportamiento humano, me sorprendo
ante esta declaración, por todo lo que implica, a pesar de que
represente una voluntad colectiva y no puedo evitar preguntarme ¿cómo
y en qué momento surgió esta voluntad popular?
Para empezar tendríamos que saber qué es la voluntad. Como se surge.
Como se expresa. Como se desplaza. El diccionario nos dice que es la
facultad de decidir y ordenar la propia conducta. Se manifiesta como
un acto de elección, como una intención, como un deseo, como un
consentimiento. Sí pero tal y como yo la entiendo. Es un impulso
energético que nos anima a actuar.
La voluntad del Universo se manifiesta en cada amanecer, en cada
anochecer. Es la fuerza que impulsa a una semilla de maíz a
convertirse en mazorca o que anima a las mariposas monarca a cruzar
miles de kilómetros para volver a estas tierras año con año o que
conduce al agua de los ríos hasta el mar. Es una fuerza cósmica que
ordena la vida en un universo del que formamos parte.
La voluntad se da cuando convergen la memoria y el deseo. Voluntad
significa recuperar el poder de decidir, de ser, en pocas palabras:
saber quién es uno. Elena Garro, nuestra maravillosa escritora decía
"Solo soy memoria" como una forma de expresar poéticamente su origen.
La memoria es inherente a la naturaleza. La genética no es otra cosa
que información que se transmite y que permanece en todos los
organismos vivos, desde la más pequeña partícula hasta la más lejana
estrella. Esta memoria se convierte en el motor que impulsa la
voluntad del universo.
Por lo mismo me llama poderosamente la atención cuando alguien propone
un nuevo comportamiento humano. Anular colectiva y organizadamente el
voto, o sea, renunciar a oportunidad de elegir ¿de donde viene y a
donde nos lleva?
Las sociedades somos organismos vivos y como tales adoptamos nuevos
comportamientos y desechamos otros a conveniencia, pero ¿a quien le
puede convenir esta decisión?
Cuando como ciudadanos ejercemos la voluntad colectiva, elegimos ser
los entes "electores", que organizan estructuras sociales y culturales
que permanecen vigentes durante varias generaciones. La voluntad nos
hace actores -actuantes- de nuestra historia, nos quita las cadenas
que nos someten como meros títeres que se mueven por la voluntad de
otros. Es por eso que toda gran ciudad, como lo fue nuestra México-
Tenochtitlan, expresa la voluntad de ser de sus habitantes. Cuando los
españoles llegaron a estas tierras se encontraron con una ciudad
modelo. Una ciudad que era el espejo del cielo, en cuyos canales se
reflejaban las estrellas. Una ciudad limpia, bella, próspera,
funcional. Una ciudad ordenada y ecológica. Una ciudad con vocación de
servicio. Una ciudad cuya estructura civil y religiosa le permitió ser
lo suficientemente fuerte como para poder enfrentar cualquier reto.
Por eso, y hasta nuestros días, el terremoto, la inundación, la sequía
y cualquier otra forma de desastre natural mueve el espíritu de esta
Ciudad hacia la solidaridad de todos los habitantes. No tengo que
recordarles el ejercicio de memoria, voluntad, poder, personalización
y grandeza que significó la solidaridad colectiva frente al terremoto
del año 1985.
Estoy segura que en la memoria de esta ciudad y de sus ciudadanos está
instalado un gen de generosidad, un de gen de servicio. Sin embargo,
durante mucho tiempo, quizá marcado por el traumático paso de la
conquista española, esa vocación de grandeza quedó dormida. En los
tiempos recientes, después de casi un siglo de presencia de un solo
partido, después de una Revolución en tantos modos interrumpida, esa
voluntad fue acallada, perdió su vitalidad y entregó su poder --¬su
ser--- a la decisión de otros. Perdimos la memoria, el deseo, la
voluntad, la presencia, cayendo en un sueño que se ha prolongado
demasiado y que nos ha convertido en entes vulnerables.
Esa pérdida de lo que somos, ese letargo de habernos quedado dormidos,
nos hundió en el desánimo, en el miedo paralizante, en el desinterés
casi cínico, y nos hizo ser presas fáciles del control de unos cuantos
que sólo trabajan para favorecer sus propios intereses: llámese FMI,
Empresario voraces, o grupos políticos.
Cuando uno pierde la memoria, cuando acepta ser mercancía que se
compra y que se vende, ha perdido su voluntad. Tristemente tenemos que
reconocer que en este país hay mucha gente que sólo se mueve si puede
obtener una ganancia económica. El dinero se ha convertido en un gen
transgénico, introducido artificialmente por los señores del dinero
para comprar voluntades a costa de lo que sea. De la destrucción
ecológica y de la vida misma. Pero ese OGT, organismo genéticamente
transformado como diría nuestra querida Jesusa Rodríguez, no
representa de ninguna manera lo que somos, lo que anhelamos ser, lo
que podemos ser.
Nos urge recobrar la memoria y tomar acciones en donde nuestra
voluntad restablecida pueda expresarse libremente. Hay muchas cosas
por hacer. Contra la parálisis y la pérdida de identidad, nos queda la
lucha por el restablecimiento de la memoria, del deseo y de la
voluntad ... en una palabra de nuestro ser como portador de esperanza.
y una de las formas de las formas más efectivas para esta recuperación
de lo que somos es el arte, visto como un esfuerzo compartido que
incluye e invoca la memoria de una cultura entera. El arte, una de las
formas más dignas y hermosas de la solidaridad humana.
Pero ese despertar tiene que seguir construyéndose, tiene que seguir
actuando la voluntad y la vocación de esta gran Ciudad.
La invitación es a recuperar la voluntad, el deseo y la esperanza. Es
darnos cuenta que los sueños son nuestro deseo y no solamente nuestra
pesadilla. Que la vocación de la Ciudad y de toda comunidad es el
llamado al bien común, es la verdadera prosperidad y la forma más
realista y auténtica de ser felices.
Recuperemos el gen que nos da vocación de Ciudadanos, recuperemos la
fuerza que nos impulsa a ser dueños de nuestra memoria y de la
historia propia. Venzamos el miedo, la depresión, la desesperanza y
sigamos construyendo la ciudad, el país y el mundo en donde podamos
sentirnos seres dignos, actuantes y solidariamente dichosos.
Laura Esquivel
Junio 2009