Las viejas agoreras de las crónicas marinas o campestres dicen que de a tres siempre vienen las desgracias. Con solo asomarse a la calle uno podía darles la razón: mucho frío y viento en las veredas, vísperas de feriado, el mundial de fútbol nostalgia de lo que no fue.
Pero en la noche del jueves 8, los axolotes descubrimos que de a tres vienen las satisfacciones. Porque en estas Picadas Terceras nos dimos el gusto de poner en escena dos autores seleccionados en la fotoconvocatoria, dos autores invitados y dos axolotes en fotopoema/fotoficción.
La previa nos sorprendió acomodando sillas y mesas porque ya se prefiguraba el lleno total. Todas las sillas de Casa Jaché formaron una ronda alrededor de la mesa de los lectores, esa con la atenta lámpara ámbar en el centro de la sala.
En tanto esperábamos a Pablo Bagnato, estancado en un embotellamiento plagiado a Autopista Sur de Cortázar, se fueron llenando los espacios vacíos y algunos estómagos. Las picadas cedieron algo de protagonismo a las empanadas en offside del nueve de julio patrio.
Cerca de las nueve y media de la noche las luces altas se apagaron y la lámpara ámbar alumbró a nuestra primera lectora. Alba Estrella nos cautivó con su voz, su cadencia y sus poemas. Inspirada en la foto de un bote de remos nos inspiró a nosotros más imágenes aún, vivencias de lluvia.
Después, Sergio Fombona le puso sueños a la foto donde un viejito descansa, la frente contra el bastón y sus manos entrelazadas: una alegría cruel hecha de soles a mediodía, adobe y esperanzas.
Enseguidam Walter Iannelli compartió parte de su libro. En sus propias palabras prefirió evitar sus textos más sesudos y leyó una primera buena historia a la luz de la lámpara y al abrigo de múltiples cervezas.
En pleno recreo apareció por fin Pablo Bagnato, sano, salvo y bien acompañado. Nos habíamos encontrado por última vez en el 2007, pero nos saludamos como si lo hubiésemos visto el día anterior. Es uno de los pases mágicos de la literatura: ¿Qué otra cosa pueden ser un autor y su lector sino caros amigos en la distancia?
Pablo nos demostró que “no se durmió en los laureles” (sic) de ese segundo premio que obtuvo en con “Neanderthal” en Revista Axolotl, se animó a representar dos cuentos al filo del humor, ese género tan difícil, y nos hizo asombrarnos, sonreír y reírnos con las aventuras de sus personajes díscolos y crédulos superados siempre por situaciones absurdas.
Las lecuras de narrativa las cerró Iannelli con otro cuento de su libro. Había prometido no incurrir en metafísicas, pero nos engañó. Disimulado en un tenebroso ambiente de oficina (tan usual como la mía, como la tuya) nos terminó hablando de un ángel que trasciende ese purgatorio de rutinas cansadas. Como antes nos habíamos reído con los cuentos de Bagnato, con este cuento de Iannelli se escaparon varios suspiros de poetas entre las mesas en penumbras.
Llegó el turno del fotopoema y la fotoficción. Karina Sacerdote nos abandonó a sus imágenes bajo el vano de una puerta vieja. Nos dejó a solas con una nena que espera. Aplaudimos a Karina todavía con la piel de gallina, hipnotizados.
Para terminar, Daniel De Leo nos pasó a buscar por la puerta de Karina, pero no nos llevó mucho más lejos. Antes de leer bromeó un poco, nos hizo sonreír con su ocurrencia: “Tuve que sacar foto de la vía sola porque el tren de carga ya no pasa nunca. Se lo van a tener que imaginar”. Después, mientras Daniel leía, esa sonrisa se nos fue haciendo gesto de nostalgia en la contemplación de una vía muerta que lleva al país de la infancia. Nos imaginamos mucho más que el paso del tren en el reflejo de esas monedas achatadas en los rieles.
Cuando se acabaron los ecos del último aplauso, por primera vez hubo larga sobremesa (porque las picadas sí que tienen sobremesa). Esta vez sí tras la última cerveza se hizo imperioso el cortado en jarrito (por algún motivo, el cortado es más rico en vasito de vidrio, como el tostado cortado en triángulo o el helado en cucurucho). Nos pasamos de las 12 sin convertirnos en calabaza y ya era el nueve de julio cuando nos despedimos hasta la próxima picada con la escarapela en la solapa y la sensación de haber vivido otra noche mágica, la tercera. Tanto fue así que hasta las viejas agoreras del primer párrafo la hubiesen pasado bien.
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Ficha Técnica:
Walter Iannelli leyó “El aleteo de una mariposa en Pekín” de su libro Metano y “El ángel” (de Alguien está esperando editado en 1995 por la editorial Nostromo).
Walter Iannelli (Bs. As., 1962). Publicó entre otros “Alguien está esperando” (cuentos), “Sanpaku” (novela), “Zumatra y la mecánica de tu corpiño” (poesía), “Metano” (cuentos). Obtuvo Premios del Fondo Nacional de las Artes en los años 1995, 2000, 2001, 2003, 2004 y 2008, el 2° Premio Municipal de Literatura a Novela Editada bienio 2002/3 del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Beca Nacional de Creación Fondo Nacional de las Artes 2008.
Coordinó talleres literarios en el C.C. Recoleta y las bibliotecas Rosario Vera Peñaloza de Haedo y Municipal de Morón. Codirigió la revista Otras Puertas. En la actualidad está a cargo del Área de Letras dependiente de Arte y Cultura del municipio de Morón.
Tiene inéditos dos poemarios, dos novelas y un ensayo acerca del oficio de escribir poesía.
Pablo Bagnato leyó “El señor Gómez y lo sobrenatural” (ganador de una mención especial en el concurso de la Revista Crepúsculo) y su nunca-mostrado-antes “Contra la rutina”.
Pablo nació en Rosario en 1980 y se recibió de médico en el 2006, egresado de la Universidad Nacional de Rosario.
Obtuvo una mención en el Certamen “De las sombras a la luz”, de la Secretaría de Cul-tura de la Municipalidad de Rosario (de allí surgió un libro homónimo del lugar donde fue publicado) con el cuento ”El fin de las reformas” (2006); una mención especial en el Concurso Historias de Mujeres organizado por la Biblioteca Popular y Municipal Esteban Adrogué, con el cuento “Miss B.” (2007). Ese mismo año obtuvo una mención especial en el Segundo Concurso Internacional de Relatos de la Revista Crepúsculo, con “El señor Gómez y lo sobrenatural”; la editorial de la Universidad Nacional de Rosario seleccionó el relato “El hombre que entregó el mundo” para incluirlo en su antología Cuentistas Rosarinos VI y la revista El Margen publicó su cuento “Paisajes urbanos”.
Alba Estrella y Sergio Fombona leyeron sus trabajos seleccionados en la fotoconvocatoria.
Karina Sacerdote leyó un dueto de fotopoemas inspirados en una foto de Gabriel González.
Daniel De Leo leyó su fotoficción de vías muertas.
Entre los muchos asistentes (entre ellos los hinchas agremiados de Iannelli) destacamos la presencia de Marcelo di Marco y Roxana Palacios. Estuvimos tentados de invitarlos a leer en ese preciso instante, pero preferimos contener nuestra ansiedad hasta alguna próxima lectura. Ya pronto verán esos nombres en alguna gacetilla.