Ugarit - 24 de julio.
Acodados
en la ventana de nuestra habitación, dejamos flotar la mirada sobre la
espuma de las pequeñas olas que vienen a lamer suavemente la playa. Esta
tarde, tras todos esos días de desierto, el espectáculo azul del mar es
incontestablemente un bálsamo refrescante para nuestros ojos. Y, sin
embargo, a mano izquierda,
hacia el sur, cientos de bolsas de
plástico blancas corren con el viento por la arena aún caliente,
testigos desoladores y significativos de la inconsciencia humana. Quizá
lleguen así hasta las puertas de Beirut, cuya proximidad nos cuesta
creer, perdidas por allí en algún lugar del horizonte de las playas, en
la bruma del
atardecer.
Antaño
seguramente había aquí un puertecito fenicio. Algo en el aire sigue
cantando la presencia de esos tiempos remotos..., a menos que sea la
silueta de alguna palmera o el perfil evocador del monte Casio, que, al
norte, destaca en el cielo dorado.
¿Quién podría dejar de sentir lo
vieja que es la tierra en estas orillas? ¿Quizás hace demasiado tiempo
que fue alumbrada por el mar y el sol?
Extrañas sensaciones las
que nacen en esos instantes en que se comprende que cada grano de arena
perdido en la palma de la mano, cada piedra de antiguas aristas aún
visibles sabe mucho más que un libro...
Y, no obstante, pronto todo
eso desaparecerá y nos sumiremos en el infinito... La Luz estará ahí, lo
sabemos, o más bien la veremos, nuestros ojos se abrirán. Tenderá su
puente entre el ayer y el siempre.
Ahora, basta con que el lienzo de
una pared se desgarre al igual que se deshace nuestra resistencia. Él, a
quien esperamos en silencio, y el mundo de los hombres con sus formas
malheridas y sus reflejos plomizos no son cosas separadas. Vivimos la
franja del segundo presente, porque es ahí donde está todo, eternamente,
y adonde Él nos invita...
«En
el universo, todo se llama flujo y reflujo, amigos. Todo significa
todo... No sólo el movimiento ondulante de estas olas sobre la arena, o
la sucesión de los días y las noches, sino también los vaivenes del
hombre por las orillas de la Tierra, así como sus reencuentros y sus
separaciones, sus esperanzas y sus decepciones. No es el combate de la
Sombra y de la Luz, sino el juego de las alternancias, la serena marca
del equilibrio. De ahí nace toda vida: de un movimiento que coincide con
otro movimiento, es decir, de una acción que descubre su contrario y
acepta y respeta su fuerza y su razón. El contrario no es en ningún modo
el enemigo, ¿lo
sabéis? Es la materialización de lo que una forma de
vida no consigue distinguir de sí misma. ¿El frente de vuestro cuerpo
es acaso el enemigo de vuestra espalda? ¿El hombre se cree enemigo de la
mujer? Así pues, no debéis considerar todo lo que os ata a la Tierra
que creéis tan pesada como ese reptil del que os han pintado una imagen
deformada. ¡Por lo tanto, todo lo que os atrae hacia el firmamento, al
que imagináis tan ligero, no se puede identificar con vuestra única
meta! Vuestra meta se llama "Todo". Eso significa que tenéis tantos
motivos para amar a la Tierra y sus atributos como derecho a elevaros
hacia la inmensidad de los cielos.
Por eso, la vida que todavía me corresponde revelaros nunca os resultará parecida al camino de una huida.
Nadie rehúye la vida; estén donde estén, todos permanecen en su océano.
Desde
hace ya dos mil años, algunos de vosotros han puesto en mis labios,
siglo tras siglo, palabras que niegan esta realidad, palabras que
mantienen la incomprensión de la ley de la Unidad. Cientos de millones
de hombres y mujeres han encontrado en ello un pretexto para desdeñar su
suelo nutricio y su propia carne.
El
espíritu, amigos míos, no crece nunca rebajando al cuerpo. Los que me
han atribuido implícitamente palabras inversas, simplemente justificaban
sus miedos y legitimaban su falta de amor a la Vida universal. Os lo
digo: honrar al Creador es honrar a sus criaturas, y eso bajo todos los
aspectos que les han sido dados.
Aquello que engendra la materia no
es más despreciable que lo que permite expandirse al espíritu, ya que a
éste le han sido dados carne y huesos para que pueda aprender quién es.
Sé que a muchos les chocarán estas palabras. Los contrariarán porque
siguen haciendo de su vida un pésimo cuento donde se enfrentan los
'buenos' y los 'malos'.
La fuerza sexual, ya que no hay que temer
llamarla por su nombre, es uno de los grandes obstáculos con que
tropieza vuestra humanidad. Mientras no sea comprendida, situada en su
justo lugar, seguirá parcialmente cerrado el acceso al Ser, es decir, a
la fuerza divina que irradia en cada ser. Sé cuántos tormentos ocasiona
esta cuestión a gran número de vosotros, sin duda más ahora que en los
siglos pasados, cuando los tabúes, sólidamente implantados en vuestras
sociedades, impedían que se pudiera formular con claridad.
Hoy
en día, tenéis que reconstruirlo todo, y vuestra concepción de lo que
llamabais ingenuamente "el Cielo" no se puede perfeccionar ni florecer
si seguís ignorando, desconociendo o rechazando la esfera de la vida que
le oponéis, la del cuerpo. Bien es cierto, amigos, que aquellos a
quienes empiezan a inflamar los rayos del Espíritu aceptan de buen grado
hablar del cuerpo, pero con frecuencia sólo lo hacen por el cauce
tranquilizante de ciertas
terapias. Considerar el cuerpo con
exactitud y justicia no consiste simplemente en reconocer la existencia y
la función de los chacras o la función de sus diversos grados
energéticos. Todo eso no plantea ningún problema ya que, al proceder
así, todos pueden seguir haciendo juegos malabares con conceptos
filosóficos y esotéricos que evitan invariablemente la raíz del mal que
padece la humanidad: la dualidad. Ningún poder sintetiza esta falta de
armonía mejor que la fuerza sexual.
El sexo, al igual que el corazón, os espera en la encrucijada de
caminos.
¿Acaso no veis en la letra "X", que representa su eje, el dibujo
preciso de esa encrucijada? Con frecuencia, los idiomas traducen
verdades eternas que la observación y la intuición deberán permitir
descifrar fácilmente.
Si el estallido de las fuerzas sexuales se
manifiesta en cada fin de ciclo de vuestra humanidad, es justamente para
que el hombre descubra una vez más sus energías fundamentales, sin las
cuales no podría dar ningún paso firme hacia sí mismo. Así pues, a
partir del instante en que aceptéis comprender lo que mi corazón debe
transmitiros, deberán disolverse vuestros prejuicios en este campo, al
igual que en otros.
En primer lugar, sed conscientes de que en esto
no hay ningún término que sea impuro, ninguna noción que sea indigna de
un espíritu que aspira a las verdades de Luz. No hay nada vil en sí en
el mundo, y menos aún en el cuerpo del hombre, esquema fiel al del
cosmos hasta en sus menores mecanismos. Todo reside en la
mirada que
dirigís a cada cosa. Por supuesto, todo el mundo, o casi todo, está
conforme con el anuncio de semejante "verdad filosófica", pero debéis
comprender que, mientras una verdad siga siendo "filosófica", es poco
más que un plato que uno saborea un instante para olvidarlo al
siguiente. Quiero decir que, si aspiráis a
un equilibrio
constructivo, es absolutamente necesario que, desde ahora mismo,
integréis la ley de la no dualidad que domina la fuerza sexual.
Dominar
no significa proscribir ni adorar, sino hacer suyo. El sexo no es un
atributo de la humanidad caída, sino uno de los signos distintivos de la
Vida en cierta etapa de su evolución. Deshonrar o reverenciar el grado
que representa constituye el mismo error fundamental.
Quienes dicen
estar "en camino" en lo más recio de su voluntad de reintegración,
siempre niegan el cuerpo y ponen todas sus esperanzas en el "príncipe
azul" que representan las verdades espirituales. ¿Por qué olvidan
entonces que el "príncipe azul" debe abandonar su palacio encaramado en
la montaña, y cruzar desiertos y marismas a fin de despertar con un beso
a la "princesa durmiente" en alguna morada en el fondo del bosque? ¿En
verdad es la princesa tan inferior al príncipe? Es su razón de ser, la
segunda mitad de su corazón, la justificación de la totalidad de sus
energías.
La
princesa, como habréis comprendido, simboliza las fuerzas y las
bellezas de la Tierra. No sólo duerme en los cuentos, ya que la tenéis
en vosotros, en la zona inferior de vuestra columna vertebral, tras esas
vértebras a las que llamáis "sacras" sin saber demasiado bien por qué, y
también en alguna parte detrás del coxis, allí donde "se encuentra el
gallo",5 principio volátil que, desde el lodazal donde se encuentra,
aspira a echar a volar. A esa energía femenina y princesa a la que el
futuro convertirá en reina, la llamáis kundalini; está enroscada sobre
sí misma, sensible a las influencias telúricas de la Tierra-madre de la
que es embajadora, y por analogía se la asemeja a una serpiente.
Meditad
estos datos muy conocidos pero poco comprendidos, y entenderéis mejor
por qué ciertas iglesias han asimilado toda energía femenina a una
famosa fuerza reptil, símbolo de caída a la materia densa, símbolo de
apego a "todo lo que está abajo". Os lo digo: la ignorancia puede
convertirse en una grave imperfección, y
la mayor parte de vuestras
religiones se secarán por esa ignorancia de la Unidad de todo principio.
A través del acto de amor consciente, vivido como tal y no como simple
satisfacción o resolución de reglas matemáticas, se unen no sólo el
hombre y la mujer, sino también el Cielo y la Tierra, el Creador y la
creación, en definitiva, en otras palabras, el Sol y el Agua para que
nazca un vapor, estado diferente de la Vida que se expande.
Amigos,
os pregunto quiénes son esos hombres y mujeres que han sido llamados
santos y santas y que a veces han pasado una parte de su vida huyendo
del sexo opuesto tras las murallas de un monasterio por miedo a "caer".
Pero ¿a caer de dónde? Caer del cerco levantado alrededor de su persona,
caer del cerco de un dogma en el que mi corazón tiene muy poca cabida.
Las nociones de deseo culpable, de pecado, sólo se instalan en las
conciencias moldeadas por el temor a alguna autoridad dualista. En
verdad, el Creador de toda vida, mi Padre, el vuestro, ¿acaso es
arquitecto de dualidad? Es el gran generador de libertad, es decir, de
amor, de puertas que se abren sin cesar. No debéis poneros en guardia
contra el deseo carnal, sino contra todo deseo que esclavice, que cree
una pulsión dominadora, que engendre y afiance en el alma y el cuerpo un
automatismo primario difícilmente controlable. La unión de los cuerpos,
siempre que sea una unión de almas y no la simple repetición de un
reflejo vital, se convierte en un acto sagrado, tanto como una
celebración dedicada a la Luz universal. Todos los que han seguido mis
pasos por los caminos de Palestina no se
alimentaban de las prohibiciones que el peso de los siglos y las inhibiciones de unos pocos han desarrollado.
Han vivido vidas de hombres y de mujeres con todo lo que eso implica sin tener vergüenza de sus cuerpos.
Ninguna de las funciones de un templo es vil, por poco que el amor habite cada una de sus habitaciones.
Todos
los clérigos de vuestro mundo deberán admitir esta verdad en el
amanecer de la era que se anuncia; será una necesidad si no quieren
asistir a su propia disgregación. No afirmo que el acto de la carne sea
imprescindible para cualquier vida equilibrada, ya que hay seres cuyo
camino no lo reclama. Simplemente, afirmo que el alma que se inflige una
frustración por obediencia a un principio mal comprendido es un alma
que comete una falta contra sí misma.
Al
hacerlo, desarrolla una energía de insatisfacción que se va a grabar en
sus cuerpos sutiles y que volverá a surgir en una existencia ulterior,
tal vez bajo la forma de una pulsión aguda difícilmente controlable. Así
pues, la paz debe regir todas las cosas, amigos... Un ser que veja en
sí mismo la realidad de su fuerza sexual y que la proscribe en función
de un ideal siembra indefectiblemente en su alma las semillas de un gran
conflicto. La
única castidad que debe importar a los enamorados del
Amor es la castidad de la conciencia. Ése es el pasaporte absoluto del
ser que vuelve hacia su Esencia. La serpiente de la que desconfiáis en
cuanto emprendéis una búsqueda espiritual hunde sus raíces sobre todo en
los corazones crispados; se alimenta de ellos y se sacia también con
los frutos de la imaginación que levanta barricadas falaces.
Algunos
pretenderán que la fuerza sexual ha sido considerada despreciable por la
mayor parte de las iglesias para reducir el número de abusos y excesos.
En verdad, no es así en absoluto. El hombre que sigue vibrando
únicamente al ritmo de sus pulsiones no las ve decrecer por el mero
hecho de las prohibiciones. La puerta que se cierra llama necesariamente
al ariete que querrá derribarla. La prohibición erigida en ley
arbitraria engendra siempre al transgresor. Es ella quien aprieta el
nudo hasta el punto de darle la complejidad de un verdadero problema. Os
lo repito: el acto de amor físico es la primera condición de toda vida
en vuestro tipo de universo, está presente hasta en la ola de Vida
actual. Rehuirlo deliberadamente viene a ser negar uno de los aspectos
de la voluntad del Gran Todo. Viene a querer decir: "Padre, amo tu
Creación, salvo...". Es mantener una restricción más respecto al orden
del Plan de Luz. La Vida no quiere más censura ni vuestra
alma
tampoco; es su primera condición para respirar. El poder de Vida debe
aprender a regularse por sí mismo a través de cada uno de vosotros, que
tenéis la tarea de descubrir las leyes del equilibrio divino.
Escuchadme
bien ahora, hermanos, ya que hasta aquí me he limitado a presentaros un
aspecto de las cosas en este campo. Lo hago para barrer dos milenios de
mala comprensión, de prohibiciones y de impedimentos, pero también
quiero que podáis comprender aquí que la experiencia sexual no es
necesaria para todos en cada existencia. Hay tantos itinerarios como
seres. La "normalidad" no reside en mayor medida en la vida de pareja
que en el celibato. Toda norma es una invención terrestre, producto
pasajero de las reglas del juego de un tipo de humanidad. Sin embargo,
si el término os gusta, entonces os diré que la única norma que hay que
perseguir se llama equilibrio, y el equilibrio se resume ante todo en el
hecho de estar bien ubicado en el alma y en el cuerpo.
El ser que
sabe estar en paz en su interior se mantiene siempre en comunión con lo
Divino, aunque ignore su nombre. Explora la felicidad y, al conocerla,
no puede sino transmitirla a los demás. Entonces, poco le importará
ajustarse o no a un modelo social, pues verá a primera vista por dónde
pasa la línea recta de su vida.
Si vuestro camino es el del celibato,
reconoced serena y simplemente en esa situación una elección que habéis
hecho antes de venir a este mundo, y después vivid plenamente esa
elección, pues os es necesaria en vuestro camino hacia la perfección. No
obstante, no convirtáis al celibato en un signo de mayor madurez ni en
un pretexto para sentiros "incompletos", porque obedece únicamente a una
necesidad que no significa nada de lo que podáis sacar ninguna
conclusión apresurada. Os lo afirmo y lo afirmo ante todo a quienes se
imponen el celibato por afán de progreso espiritual: ninguna abstinencia
sexual impuesta ha hecho nunca crecer el espíritu.
Cuanto más, tiene la propiedad de reforzar en el hombre su voluntad... pero ¿a costa de cuántas tensiones?
La
energía sexual es, por su esencia, totalmente análoga a la energía
espiritual. Se vive como un impulso de las fuerzas de la base hacia las
de la cumbre que la llaman. Resulta de la unión de dos corrientes, una
receptora, otra emisora, cuyo objetivo es la aparición de un estado de
plenitud. Por lo tanto, vedla como la
prefiguración del poder que os
arrastrará hacia las esferas de Luz. Aunque eso pueda chocaros,
comprended que el éxtasis místico no es sino un orgasmo del alma que
consigue elevarse hacia esferas de infinita Luz. Por consiguiente, no
envilezcáis el esbozo de aquello que todos estáis llamados a descubrir.
No lo convirtáis tampoco en la panacea que, mezclada con algún principio
oculto, puede convertirse en un pretexto de satisfacciones primarias.
Cuando
os digo que la fuerza sexual es semejante a la energía del espíritu,
evidentemente, eso sólo se concibe en un contexto de amor total. Todo lo
que es fingido participa en la disgregación del ser.
El que se
limita a satisfacer pasiones y quemar sus apetitos se parece al
sacerdote o al devoto que simula las ceremonias y se pierde en oraciones
muertas. Creyendo explorar la libertad y conformarse con una imagen que
complace a algunos, es ante todo esclavo de un automatismo que poco a
poco le vacía el corazón.
Muchos
hombres y mujeres adoptan una regla de vida así por reflejo de huida y
no por filosofía personal, como les gusta decir. Al huir del apego a un
alma-compañera, esquivan las posibilidades de encontrarse de frente con
sus propias debilidades: se baten en retirada ante cualquier compromiso,
probable revelador de sus
limitaciones. Asimismo ¿cuántos adoptan
una actitud semejante por simple y conformismo, es decir por sumisión a
una moda que legitima las pequeñeces del alma, disfraza sus temores?
Amigos,
no veáis en esta constatación el fermento de alguna noción
moralizadora. Mi corazón os lo ha dicho siempre: el Sol que me anima no
necesita para nada lecciones de moral, y el Sol que quiero que
desarrolléis en vosotros tampoco tiene nada que hacer con ellas. El
único objetivo que nos debe movilizar es la plena eclosión de la llama
de Vida. Esa llama la hemos recibido todos, y también vosotros la habéis
recibido con el mismo derecho y en la misma proporción que vuestros
hermanos de los mundos de Luz; y la llevamos plenamente en nuestro
pecho, tras nuestros párpados y hasta en las yemas de los dedos. ¡Las
lecciones de moral son tan insípidas frente a su proposición de paz!
Que
ninguno de vosotros, si abre su conciencia, siga calcinando su corazón
por desperdiciar semejante regalo. La fuerza de kundalini un gran fuego
de la neutralidad total; si se le ponen riendas, consume a su poseedor;
si se dilapida, dispersa al ser. ¡Es mucho más que una energía
serpentina! También puede irradiar desde el centro de una cruz... El
hombre la convierte en instrumento de suplicio o de Unión, de encuentro
entre lo Celeste y lo Terrestre. Su serpiente ya no debe asustaros...
Debéis comprender su razón, su función. Si su llama sirve a "Pan", a la
pluralidad es, hoy más que nunca, para situaros ante la elección, ante
una gran posibilidad de unión.
Por lo tanto, dejad de temer, amigos; pensad y vivid el Único, ya que nada en vosotros debe perseguir el enfrentamiento.
Una
llama tendrá siempre la propiedad de quemar o de calentar. No os
corresponde a vosotros modificar su destino. Aun cuando pensarais en
apagarla, su principio, el del Fuego, estaría eternamente omnipresente a
vuestro alrededor, hasta en el aire que respiráis, hasta en vuestro
centro. Admitid pues por fin que no estáis vosotros por una parte y el
Fuego por otra, ya se presente éste bajo la apariencia de la energía
sexual o bajo cualquier otra. Él y vosotros sólo sois uno... y no podéis
amputar una parte de vuestro ser sin frenar la eclosión de vuestra
conciencia. Sin embargo, podéis transmutar esa misma parte en función de
las necesidades de
vuestra progresión, sabiendo que no hay que
rechazar sus manifestaciones, ninguna de ellas, puesto que todas
concurren hacia la misma meta.
Y
ahora tengo que precisamos algo: el acto de amor físico no tiene su
única justificación en el acto de procrear. Ante todo, plasma una
voluntad de fusión, primicias de nupcias aún mayores, nostalgia de un
estado andrógino por reencontrar. Las convenciones sociales quieren que
de una pareja nazcan hijos... Así pues, todos vosotros que me escucháis,
¿elegís ese camino para conformaros a un modelo, para "complaceros",
para satisfacer sin daros cuenta un instinto de posesión, o simplemente
porque un ser pide volver al mundo a través vuestro? En nombre de la
mayor Luz que pide florecer, os dejo únicos dueños de la respuesta.
Podéis
cambiar el curso de una vida y más aún aportando a vuestro corazón toda
claridad respecto a este tema. Amor, amigos, amor: aprended a moveros
únicamente por esta fuerza. Ya os haga ésta engendrar según la carne o
según el espíritu, siempre sigue siendo idéntica a sí misma, con tal que
no se adorne con pretextos falaces.
Esto lo han aprendido vuestros
hermanos de los mundos de Luz, que se encarnan entre vosotros en función
de las necesidades de la ayuda a brindar a vuestra humanidad, tan
libremente bajo el hábito de un monje como tras el rostro de una mujer
que se dispone a traer niños al mundo.
Os
lo digo: en cuanto el corazón se abre, la carne y el espíritu dejan de
enfrentarse, su encuentro no genera ni siquiera un segundo de
interrogación. El Amor que quiere descender entre los hombres adopta el
vestido y la sensibilidad que serán necesarios para su obra. Sabe muy
bien que el aspecto que pasará a ser suyo será noble, y eso le basta...
Comprende que sirve al Uno, a veces con los atributos de lo múltiple.
Yo
mismo, ¿cuantas veces no habré conocido mujer e hijos para ayudar a la
realización de los designios de luz? Y también es así para cada uno de
aquellos a quienes reverenciáis como maestros de sabiduría o grandes
profetas. Para ellos, el problema no se planteaba... Que se plantee pues
cada vez menos en vuestro camino, y estaréis cada vez más unidos a
vosotros mismos, más centrados en vosotros mismos. No estéis de acuerdo
con esta realidad, sino vividla. Vivirla es ante todo dejar de emitir
juicios sobre la elección de camino de otro ser, y no erigirse en
árbitro de lo que está "bien" o "mal".
Con
demasiada frecuencia denunciáis a la Sombra allí donde la Luz trabaja
en secreto, y, por el contrario, aplaudís una Luz que esconde un hábil
subterfugio de la Sombra. Sabed que la faz tenebrosa de los
acontecimientos concurre invariablemente y a su pesar a la perfección
del Plan de Luz. Todo "trabajo en la sombra" participa inconscientemente
en el proceso de redención.
Por lo tanto, amigos, de ahora en
adelante contemplaréis con mas paz la marejada que sacude la sociedad de
los hombres. Así pues, ya no daréis gritos ante las costumbres
pervertidas y los impulsos de las sexualidades más primarias. No se os
pide que las aprobéis o que apartéis hipócritamente la mirada, sino que
intentéis comprender su porqué profundo y su finalidad, no pasajera,
sino última.
Mientras alimente braseros de tensiones y picotas, una
sociedad acepta quemarse en los juegos de su propio cuerpo. Esas picotas
son culturales, metafísicas, religiosas y doctrinales de todo tipo. Ved
siempre con desapego lo que os parece una gangrena.
Os lo afirmo de
nuevo: la suma de lo que os parece vil no merece sin embargo ser odiada.
Amigos, lo que os parece vil necesita simplemente que lo lavéis de sus
escorias, no a golpe de sermones moralizadores y censores, sino a fuerza
de amor. Entonces, os pido esto: allí donde vuestros pasos se crucen en
el desorden y la disolución, generad luz y esperanza por la fuerza de
vuestro pensamiento. Nadie odia la bajeza sin volverse él mismo
mezquino. Basta una sola llama de candela en un lugar oscuro para volver
menos pegajosas las tinieblas. Por consiguiente, mil llamas harán
olvidar a esas mismas tinieblas que han existido como tales.
El amor,
la tolerancia y la esperanza también son contagiosos..., ¿no lo sabéis?
Eso no justifica ninguna pasividad, ningún laxismo. Por el contrario,
los mundos de Luz esperan de todos vosotros una acción inmediata. Cada
uno enderezará la barra de la nave en que se ha embarcado. Basta con que
así lo quiera, para que tenga los medios, sin puños apretados, sin
escandalizarse. La Sombra engorda con todo esto, pero si, por el
contrario, aprendéis a mirarla al fondo de los ojos con la voluntad de
oír expresarse a su causa,
entonces, os lo afirmo, se sofocará.
Los
hermanos de la Luz negra no son una asamblea mítica. Utilizan
indiferentemente el sexo y la droga así como cualquier otro medio de
dispersión: envidia, espíritu de dominación... No siempre son los
potentados que imagináis demasiado fácilmente en vuestras discusiones
dualistas. Podéis cruzaros con ellos todos los días en
cualquier
lugar del planeta; incluso podéis uniros a ellos sin saberlo, por una
hora, por un día o más... Ya lo habéis hecho, y seguramente estáis
dispuestos a volverlo a hacer cada vez que el mundo no marcha "a vuestro
gusto". Vosotros, que decís tener una actitud espiritual, ¡sentís sin
embargo "cómo" debe avanzar la Luz!
Sabed sobre todo que a menudo
avanza de la manera más inesperada. ¡No hay ningún itinerario que no
quiera seguir, ni ningún abismo que juzgue indigno de su caricia!
La
exacerbación de la energía sexual que todo el mundo puede presenciar
hoy en día en este planeta es en definitiva uno de los principales
signos que, por muy desoladores que sean, anuncian el despertar de una
gran energía espiritual. Esta realidad que parece anclar a la Tierra y
sus habitantes en una pesadez aún mayor,
también se convierte en el
signo revelador de la podredumbre de un viejo mundo que llega a su
ocaso. Nadie reconstruye sobre lo que está en plena descomposición, y
por lo tanto será necesario que la obra de putrefacción sea total para
que el hombre sienta la absoluta necesidad de respirar a pleno pulmón un
aire diferente. Por eso debéis obrar con toda serenidad, sin amargura.
La
hora de quienes nada temen se acerca tranquilamente. Podéis vivirla ya
en vosotros... pero todavía os falta la sonrisa. Cultivadla sin más
tardanza pues os acercará tanto a "lo que está arriba" como a "lo que
está abajo" por un puente de tolerancia y de infinita comprensión. No lo
olvidéis nunca: la sonrisa os ayudará siempre a levantaros en vuestro
interior. El único escándalo que se da realmente sobre la Tierra reside
en el hecho de olvidar algunas verdades tan sencillas como éstas, que
tienen la propiedad de poder desgarrar la cortina de los templos de
orgullo y de infortunio.
La
sonrisa es amor, amigos, y los que aman siempre serán bendecidos por la
Luz. El universo lo proclama desde el comienzo de los tiempos: no hay
mil amores, aunque haya mil maneras de amar. El cuerpo, el alma, el
espíritu, cada una de estas notas se funden en un solo armónico. Cada
abrazo, ya sea de carne o de
energía más sutil, es partícipe del
mismo Plan. Que ese estado de conciencia florezca desde ahora en vuestro
pecho, sin discriminaciones, paréntesis ni comillas, ya que os llamo a
ser nuevos arquitectos para que la Tierra dé a luz.»