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Los maestros en la última fila (Balance III) (1)
Por Teresa Tovar Samanez Diario UNO el abril 13, 2015
Luego de un cambio de gabinete intrascendente en materia de política económica y casi terminado el ciclo de crecimiento, la precariedad de la profesión docente tiene pocas posibilidades de ser revertida.
¿Se apostó por los docentes en estos años? La Ley de Carrera Magisterial superó el desorden de regímenes laborales y planteó un horizonte de 8 niveles con un progreso para el maestro que asciende. La propuesta tuvo desde el inicio un serio límite: el piso salarial absurdo para el maestro que empieza: 1,200 1,300 soles ($400). El techo es también reducido: pueden llegar a ganar hasta 4 mil soles en el VIII nivel o 5 mil si son directores. El piso salarial docente en Chile y Brasil es como nuestro techo: $1,400. El máximo de salario docente hoy equivale al promedio de los años sesenta, cuando era una profesión atractiva. La precariedad es reconocida por el actual ministro que quiere duplicar el salario pero sin mover el piso. Organismos como la OCDE señalan que el sueldo docente es 33% más bajo que el de otros profesionales. Se trata de una verdad del tamaño de una catedral pero que se disfraza o silencia con impericia.
¿Por qué? No se destinan recursos suficientes ni siquiera para financiar la carrera. El MEF regatea derechos y salarios de manera inversamente proporcional a los incentivos a la inversión privada. No sorprende que solo se hayan abierto 8,000 plazas de nombramiento mientras que la cantidad de contratados (90,000) se incrementa exponencialmente porque solo “cuestan” 1,100 soles cada uno. Las plazas para reubicar docentes también se escamotean: solo 50,000 hasta el 2,015. De ellos, los reubicados en las escalas V y VI son una minoría: alrededor de 8,000 maestros que ganan entre 2 y 3 mil soles. Debajo hay 42,000 entre la II y IV escalas ganando entre 1,400 y 1,900 soles netos. La gran mayoría: 200,000 sigue con una media de S/.1,400 y los jubilados ganan la indecencia de S/.680: menos que el salario mínimo.
Paralelamente, el rol profesional del maestro se ha ido estrechando. La tendencia es clara: las evaluaciones e incentivos premian la capacidad de ser buenos entrenadores de test estandarizados. El Marco de Desempeño Docente va quedando atrás y la esencia del saber pedagógico encaminado a formar seres pensantes, autónomos y partícipes de la construcción de su entorno, se transforma en un espejismo. Tanto la educación como el magisterio son presa de una mirada instrumental donde las metas-rendimiento ahogan la calidad. Simultáneamente los maestros deben rendir altos desempeños pese a haber sido perjudicados por una pésima formación que es una deuda pública pendiente no reconocida.
Resalta finalmente el primado de una concepción autoritaria que deja fuera al magisterio de la actoría en las decisiones educativas. Parcialmente consultados para la Ley Magisterial que aún no logra “licencia social” plena, hoy los maestros constituyen únicamente asalariados precarios y convidados de piedra en el debate sobre la agenda educativa.
(1) Continuamos el balance de los 4 años de gobierno en Educación.
--Teresa Tovar
No hay camino hacia la libertad, la libertad es el camino.
(Mahatma Gandhi).