Alejandro Ruiz
Cuando a principios de los años 90 se derrumba la Unión Soviética y el capitalismo neoliberal se proclama vencedor absoluto y se hace gobierno en los países del llamado Campo Socialista de Europa, una oleada de desesperanza cunde entre los pueblos que luchan y montones de dirigentes revolucionarios reniegan de todo y muchos otros se resignan a sobrevivir en la “producción” de la Venezuela neoliberal y anticomunista. Algunos hasta se cambiaron de nombre y moral, pues no querían saber “más nada de eso”.
En este ambiente desolador y en las peores condiciones políticas y económicas propias, un modesto periódico, con décadas de fundado, asume en Venezuela la vanguardia del debate ideológico y reaparece con una retadora consigna impresa bajo su nombre: “¡El Socialismo sigue siendo la esperanza de los pueblos!”.
En el peor momento para proclamar el socialismo como una posibilidad, desde Tribuna Popular, el periódico de los comunistas venezolanos, fundado el 17 de febrero de 1948, una vanguardia de hombres y mujeres en resistencia se atrevían a decir: No, no es el fin de la historia, no es el fin de las ideologías. A pesar de la hegemonía del imperialismo, a pesar de la caída del referente conocido distinto al capitalismo, a pesar de los muchos que abandonaron en tales circunstancias, a pesar de que los partidos comunistas y revolucionarios quedaron desahuciados, a pesar de todo ese desolador panorama en 1991, se atrevieron a decir con orgullo y fe en el futuro: “¡El Socialismo sigue siendo la esperanza de los pueblos!”.
Si alguien, objetivamente, quiere estudiar y conocer una parte importante de la historia contemporánea de Venezuela, más allá de los textos y la gran prensa de las clases dominantes, debe revisar los ejemplares de Tribuna Popular publicados durante sus 62 años de azarosa existencia. Encontrará cosas interesantes y testimonios de lucha por el Socialismo, dignos de reconocer.
Porque no siempre en Venezuela, como sucede ahora, la palabra Socialismo ha sido tan fácil de pronunciar y escribir. Hubo tiempos en que tener un ejemplar o sólo una hoja de Tribuna Popular podía costar la cárcel, la tortura y hasta la muerte. Esa era la libertad de prensa en los gobiernos del Pacto de Punto Fijo.

Desde que el Partido Comunista de Venezuela (PCV) fundara su propio medio de comunicación, Tribuna Popular (TP) se ha mantenido informando y opinando, siempre a la vanguardia de la prensa revolucionaria. No pocas veces con heroicos esfuerzos para publicar. En Venezuela, TP es el único periódico sostenido y editado por un partido político.
En estas poco más de seis décadas de periodismo revolucionario, TP ha corrido la misma suerte de sus dirigentes: unas veces en la legalidad, otras en la clandestinidad, pero nunca ha dejado de estar en la calle.