La mayor presencia del comercio exterior brasileño en países del Este y del Sur Global está directamente ligada al surgimiento dinámico de la estructura productiva más localizada en el interior del país, que ya parece apuntar la marcha hacia el oeste del país.
1.
La parte de la población brasileña que será adulta en 2050 ya ha nacido, y casi cuatro quintas partes de ella provienen de familias pobres. Sin un Estado dinámico que brinde servicios universales de calidad, el segundo cuarto del siglo XXI corre el riesgo de no cumplir ni las mejores aspiraciones actuales ni el horizonte de mayores expectativas para el futuro de todos los brasileños.
En el segundo cuarto del siglo pasado, por ejemplo, la crisis del sector agroexportador, desencadenada por la Gran Depresión de 1929, fue superada por reformas constitutivas del Estado moderno, que permitieron avanzar hacia el establecimiento de una nueva sociedad urbana e industrial. En lugar de una regresión a las actividades precapitalistas, el proyecto nacional de industrialización y urbanización convirtió a Brasil en un líder mundial en crecimiento económico, con amplias oportunidades de empleo y la expansión del trabajo asalariado, con derechos sociales y laborales sin precedentes.
Antes de que se completara el proyecto nacional de industrialización, que permitió la estructuración del mercado laboral y la superación de las economías de subsistencia y la informalidad, el giro neoliberal marcó un rumbo diferente para Brasil. A partir de 1990, las reformas liberalizadoras que debilitaron el papel del Estado avanzaron simultáneamente con la imposición de la ruina en la sociedad industrial.
A pesar de la importante recuperación del sector exportador, fuertemente influenciada por el segundo Plan Nacional de Desarrollo (1975-1979), el ingreso per cápita volvió a estancarse. Más de tres décadas después, la participación de Brasil en el PIB mundial es dos quintos menor que en la década de 1980, con claros indicios de regresión a las actividades precapitalistas.
Actualmente, la economía popular y de subsistencia ofrece el doble de empleos que en el último quinto del siglo pasado. Las ocupaciones vinculadas únicamente a actividades típicamente capitalistas han reducido su participación en el empleo total del país en casi un 30%.
Con el tiempo, la desorganización del mercado laboral ha prevalecido. Además del estancamiento de los salarios en relación con la fuerza laboral total, con un declive relativo en las ocupaciones de clase media, el desempleo abierto ha sido persistente.
El legado de atraso económico impuesto por la receta neoliberal se acentúa tanto por el estancamiento de la productividad laboral como por la disminución de la tasa de ganancia en varios sectores productivos que aún se resisten a mantenerse activos ante la liberalización económica y financiera. En el actual escenario de moneda fuerte y altas tasas de interés reales, la inflación se mantiene moderada, al igual que el superávit exportador, incluso ante la trayectoria relativamente estancada del ingreso per cápita .
2.
Pero en el segundo cuarto del siglo XXI, la aparición de nuevos elementos de cambio estructural parece aportar nuevas perspectivas a los dilemas nacionales. Dada la profunda y acelerada transición a la era digital, tres de ellos parecen incuestionables para Brasil.
Empezando por el resultado del cambio dinámico de Occidente a Oriente y del Norte Global a los países del Sur Global. En las últimas dos décadas, por ejemplo, Brasil ha diversificado sus socios comerciales, lo que ha permitido que países del Norte Global, como Estados Unidos, que representaban el 24,5 % de las exportaciones brasileñas totales en 2000, disminuyan al 12 % del total para 2024.
La mayor presencia de Brasil en el comercio exterior con países del Este y del Sur Global está directamente relacionada con el segundo elemento del cambio estructural en Brasil en el segundo cuarto del siglo XXI. Se trata del curso de las transformaciones geoeconómicas que apuntan al surgimiento dinámico de una estructura productiva más orientada al interior, lo que ya parece indicar la expansión del país hacia el oeste.
El prolongado proceso de desindustrialización ha acabado por mermar el núcleo productivo de las regiones costeras, que antes eran fuentes de empleo e ingresos extremadamente dinámicas y atractivas. Considerando la proximidad de las regiones Centro-Oeste y Norte de Brasil a los países sudamericanos, este cambio geoeconómico se ha visto impulsado por el predominio del sector exportador, así como por una serie de iniciativas de infraestructura orientadas a la integración comercial con las naciones ribereñas del Océano Pacífico.
En este sentido, la inédita experiencia nacional de asumir la condición bioceánica como proyecto estratégico de conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico podría ser equivalente –con la debida proporción- al salto económico visto en el siglo XIX por Estados Unidos durante la integración bioceánica brindada por la llamada “Marcha hacia el Oeste”.
El tercer elemento del cambio estructural reside en la inflexión de la trayectoria demográfica nacional. Esto se debe a que, durante los últimos doscientos años, por ejemplo, la población brasileña ha mostrado una trayectoria continua de rápido crecimiento. En el siglo XIX, el número de brasileños se quintuplicó, y en el siglo pasado, se decuplicó, lo que implicó una mayor asignación de recursos públicos para abordar la expansión demográfica.
Las proyecciones actuales apuntan a que Brasil tendrá en el año 2100 una población mucho menor que en el año 2000. A partir de la década de 2040, se espera que la población se estanque y comience a disminuir en términos absolutos debido al descenso de las tasas de fecundidad, cuya longevidad poblacional concentra cada vez una porción mayor de brasileños mayores de 60 años.
En este nuevo escenario que enfrenta Brasil en el segundo cuarto del siglo XXI, urge reevaluar el rol del Estado. Otra prioridad de la gestión gubernamental es la implementación de políticas públicas predictivas que permitan anticipar la evolución de los problemas y aprovechar las oportunidades que surjan como elementos de cambio estructural para la nación.
En resumen, el segundo cuarto del siglo XXI impone a Brasil una nueva agenda de proyecto nacional.
La receta neoliberal nada tiene que decir sobre el futuro de la nación, pues es exclusivamente prisionera de los intereses dominantes cortoplacistas e improductivos, sólo ofrece estancamiento del ingreso per cápita , congelamiento de la productividad con caída de la tasa de ganancia de las diversas actividades económicas y regresión a los segmentos precapitalistas.
Sin la reanudación de la planificación nacional, el futuro parece lejano, dominado por el destino que impera desde los años 1990.
*Marcio Pochmann , profesor titular de Economía en la Unicamp, es el actual presidente del IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística). Autor, entre otros libros, de Nuevos Horizontes de Brasil en la Cuarta Transformación Estructural (Ed. Unicamp ).
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