1664 / 25 - Notas sobre el auge histórico de la extrema derecha en Gran Bretaña

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RGE 1664 / 25

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Notas sobre el auge histórico de la extrema derecha en Gran Bretaña

27/11/2025

El 13 de septiembre de 2025, una manifestación convocada por una figura notoria de la extrema derecha fascista inglesa, Tommy Robinson (Stephen Yaxley-Lennon, su verdadero nombre), reunió entre 110 000 y 150 000 personas en Londres. Por su magnitud, sin precedentes en Gran Bretaña, este acontecimiento marca un umbral en la audiencia de la extrema derecha (sus temas y afectos movilizadores) y en el resurgimiento fascista a escala internacional.

Entre los diversos factores y temporalidades a tener en cuenta, destacan la trayectoria histórica de los últimos veinte años en la que se inscribe el episodio y que marca un hito: el enfoque racista sobre la inmigración debe poco a los representantes de la extrema derecha en sí y mucho a la violencia de los discursos políticos y mediáticos y a la inflación legislativa cada vez más agresivamente hostil1 que se ha permitido desde hace unos quince años. Hay que precisar desde el principio que, en esta materia, las responsabilidades laboristas desde finales de la década de 2000 son inmensas. A continuación es necesario tener en cuenta la coyuntura política, nacional e internacional, de la que la manifestación del 13 de septiembre es una cristalización: profunda crisis de las fuerzas del bipartidismo histórico (laboristas y conservadores), audiencia de la formación de extrema derecha Reform UK, dirigida por Nigel Farage y Richard Tice, y la centralidad de la cuestión palestina y el genocidio, en un contexto de degradación social ininterrumpida. 

Ahora bien, para empezar, es necesario ofrecer una visión general de la gente que acudió a la manifestación y de sus principales temas, por previsibles que fueran. A continuación, es necesario prestar atención a algunas de las condiciones materiales del evento: las fuerzas y los recursos que determinaron su posibilidad y los símbolos que definieron su contenido y expresión. 

Bajo la bandera de la libertad de expresión, es decir, del sentido común pluralista y democrático, el evento reunió a numerosas facciones de la extrema derecha británica, pero también europea, australiana y estadounidense. Los participantes pudieron escuchar las intervenciones de Elon Musk o Éric Zemmour (acompañado por Jean Messiha), pero también a Petr Bystron, de la AfD2, o a la figura de la extrema derecha cristiana neerlandesa Eva Vlaardingerbroek (un millón de seguidores en X, más de 390 000 en Instagram y presente en FoxnewsGBnews y los medios online del partido de extrema derecha Demócratas Suecos, entre otros). 

También fueron invitados el fundamentalista cristiano pentecostal neozelandés Brian Tamaki, convencido de que la pandemia de 2020-22 o el ciclón Gabrielle fueron castigos divinos por nuestros extravíos lejos de Dios, en relación a la pornografía, los derechos de los homosexuales y el aborto; el israelí-australiano Avi Yemini, antiguo miembro del Ejército israelí, provocador notorio que, durante una manifestación contra el encarcelamiento de Robinson en 2018, se declaró “el judío nazi más orgulloso del mundo”, Ezra Levant, fundador del sitio web Rebel News y conocido como el Steve Bannon canadiense, o la británica Katie Hopkins, a quien se veía habitualmente junto a Robinson, una personalidad mediática muy conocida para la que los solicitantes de asilo son “cucarachas” que se propagan por “nuestras ciudades (…), llagas purulentas infestadas de un enjambre de migrantes y solicitantes de asilo a los que se les arrojan subsidios como si fueran billetes de Monopoly”. Tambien fueron invitadas a aportar su contribución figuras similares, procedentes de España, Bélgica, Irlanda o Dinamarca.

Retórica libertaria racista y conspirativa: matriz ideológica de la extrema derecha

Tommy Robinson, impulsor de la manifestación del 13 de septiembre, se ha convertido en el punto de convergencia de este vasto movimiento ultraconservador y fascista alimentado por un poderoso imaginario victimista en el que el martirologio le reserva ahora un lugar central. Lejos de haber sido descalificado y marginado por su pasado hooligan, miembro de una conocida organización neonazi (British National Party de 2004 a 2005) y fundador de una organización ultranacionalista e islamófoba (English Defence League, EDL, de 2009 a 2013), Robinson ha alcanzado el estatus de encarnación ejemplar de víctima del sistema. Personaje burlón de origen humilde, abandonado por su padre a los dos años, ha visto cómo su rica carrera como delincuente reincidente (entre expulsiones de las redes sociales por incitación al odio y cinco estancias en prisión por fraude de pasaporte, obstrucción a la justicia, agresiones, posesión de estupefacientes y fraude hipotecario) se ha convertido en un título de valentía y gloria frente a la maldad opresiva y oculta de un sistema cuyos crímenes pone al desnudo.

Según esta versión de los hechos, el poder reprimiría la libertad de expresión para impedir que se denuncie su papel en el “gran reemplazo”, “la inmigración incontrolada” y la extinción de la “civilización occidental”, “la islamización de nuestras sociedades” y la amenaza de la “yihad” generalizada. Una espantosa visión concentra el horror de esta lógica exterminadora secreta de la que nosotros seríamos las víctimas despreciadas e ignoradas: “la violación de nuestras hijas” por parte de migrantes acusados no solo de agresiones sexuales a menores, sino, lo que es peor, de organizar redes de explotación sexual de menores.

Vale la pena detenerse, aunque sea brevemente, en este argumento de la “violación” (“de nuestras hijas”). En primer lugar, se encuentra en él un antiguo pánico ante la mezcla racial propagada por el extranjero no blanco, salvaje e insaciable (muchas mujeres, muchos niños), completamente incivilizado y, de hecho, anclado en un estado natural más o menos anómico y destructor de nuestras normas. Este personaje fantástico, fruto del imaginario racista más clásico, protoanimal y supuestamente en número excesivo, emigraría para disfrutar sin límites ni escrúpulos de las generosidades de un Estado nacional-social al que nunca habría contribuido. Mientras el valiente y leal contribuyente acepta múltiples privaciones (y debe contentarse con la lejana promesa del placer que le hace vislumbrar una inmensa industria pornográfica, ya desde las primeras páginas de la prensa diaria de gran tirada), el migrante aprovechado es culpable del “colapso civilizacional” general. 

Cabe señalar que ni Robinson, ni Musk, ni Zemmour, ni Bystron logran hacer referencia, ni siquiera de manera cosmética y oportunista, a lo que podría ser una dimensión social concreta del problema trasladado al terreno civilizacional. Se trata aquí de un caso típico de evasión y recodificación fantasiosa de una realidad efectivamente terrible: la negligencia y el maltrato sistémicos de millones de niños en el Reino Unido, que en la mayoría de los casos sufren en silencio, sin palabras, el empobrecimiento de todas las estructuras de protección, atención y seguimiento3, y están expuestos a todo un repertorio de abusos y violencias sexuales, un continente oscuro del que las organizaciones dedicadas a ello dicen percibir solo la pequeña zona emergida4.

Este imaginario de la violación (y toda su oscura carga de apetitos reprimidos) es, por tanto, la de un goce primitivo en el origen del colapso civilizacional al que conduce el multiculturalismo. Huelga decir que permanece (y debe permanecer) desconectado de cualquier cuestión de dominación masculina, de crítica al patriarcado y de violencia de género para ser recodificado en contra del pensamiento feminista crítico (la violencia doméstica, sexual y sexista incluida la violación, los feminicidios, la relegación socioeconómica o la violencia de la pobreza infantil que se cierne sobre millones de nuestras hijas nunca parecen tener aquí el mismo rango de movilizadores de afectos)  y, en realidad, aquí no existen, o ya no, al término de lo que lleva las características de una reconfiguración erótica voyeurista sádica que, además, parece presuponer una cierta fatalidad de la violación en última instancia.

Desde esta perspectiva, a la izquierda multiculturalista, a las feministas y a las y los antirracistas, en la medida en que cuestionan la autoridad protectora de los padres, hermanos y maridos (sobre nuestras hijas) y cuando defienden los derechos de las personas migrantes, se les atribuye una responsabilidad directa en el “desastre social, moral y civilizacional”. O, por citar a Robinson en su vídeo titulado The Rape of Britain: Part One : “Ningún país del mundo ignora que nuestro Gobierno, nuestros servicios sociales y nuestras fuerzas policiales están sacrificando a una generación de nuestras hijas en [sic] el altar del multiculturalismo (…) ; todavía hay chicas jóvenes, en cada ciudad y cada gran ciudad, que nos son arrebatadas, arrebatadas a sus madres, como esclavas sexuales a manos de bandas islámicas”. Este mismo motivo se repite casi palabra por palabra en la intervención de Petr Bystron, de la AfD, y su defensa de nuestra lucha europea desde hace 2000 años: “No queremos que nuestras hijas, nuestras hermanas, sean violadas. No queremos que nuestros hermanos, nuestros amigos, sean apuñalados cuando las defienden”.

Elon Musk, en versión pantalla gigante, aclara el problema de fondo a su manera: “Lo que veo es la destrucción de Gran Bretaña. Primero, una lenta erosión, pero una erosión de Gran Bretaña que se agrava rápidamente con una migración masiva incontrolada. Un fracaso del Gobierno a la hora de proteger a personas inocentes, incluidos niños que son violados en grupo. Es increíble”.

Para Musk, es “la izquierda la que simplemente quiere impedir el debate y meter a la gente en la cárcel por expresarse, como ha hecho (por Robinson), y por decir lo que piensan”. Y además del “gobierno que no hace nada e intenta ocultar estos horribles crímenes”, está la violencia de la izquierda, a la que se culpa del asesinato de Charlie Kirk tres días antes en Estados Unidos: “La izquierda es el partido del asesinato y que celebra el asesinato. Piénsenlo un momento. Esto es a lo que nos enfrentamos aquí”.

Entonces se entiende, por si no estaba lo suficientemente claro, que es contra el “virus de la mente woke” y su lógica de terror “anulador” (para “impedir el debate y meter a la gente en la cárcel”) contra lo que se ha desplegado la bandera de la “libertad de expresión”, como algo perfectamente evidente tras varios años de pánico moral político-mediático anti-woke generalizado, y tres días después del asesinato de Charlie Kirk, atribuido a ese mismo “partido del asesinato”.

Al concluir este intercambio, Musk confirma la idea de Robinson de que la izquierda es la fuerza oculta capaz de controlar los gobiernos y organizar las migraciones masivas, de las que luego obtiene un electorado que, de otro modo, sería incapaz de reunir entre las poblaciones auténticamente nacionales. “La izquierda importa votantes (…), personas de otras naciones que votarán por ellos (...) privándonos así a los ciudadanos de nuestro poder democrático. Es realmente un problema de importación de votantes”.

Aquí encontramos, casi palabra por palabra, las acusaciones conspirativas clásicamente antisemitas (pero para un adepto al saludo nazi, esto no puede sorprender realmente) dirigidas por la extrema derecha húngara contra George Soros en 2017: Soros, el "financiero judío" liberal que trabajaría para disolver las identidades nacionales poniendo su fortuna al servicio de una vasta manipulación de las personas migrantes hacia Europa. Este mismo motivo, siempre acompañado de una referencia rápida, pero explícita, a George Soros, es el tema central de una larga entrevista ofrecida en el canal de extrema derecha ardientemente proisraelí GBNews.

Recordemos que este mismo imaginario victimista de la invasión es el que animó al autor neonazi del tiroteo en la sinagoga de Pittsburgh en octubre de 2018 (once muertos). Para el asesino, Robert Bowers, la Sociedad Hebrea de Ayuda a los Migrantes (HIAS) era responsable de la llegada de migrantes de América Central y de “musulmanes malvados”; a esta sociedad “le gusta traer invasores que matan a nuestra gente. No voy a quedarme aquí viendo cómo masacran a los míos”. Las delirantes justificaciones de los asesinatos en masa perpetrados por Anders Brevik en Noruega en 2011 contra jóvenes militantes de izquierda (71 muertos) y por Brenton Tarrant en una mezquita de Nueva Zelanda en 2019 (51 muertos) no fueron diferentes.

Los orígenes del racismo inglés

No es necesario extenderse mucho sobre el origen de estos símbolos y motivos retóricos. Tienen una larga tradición en la historia de las paranoias etnonacionalistas. Pero, sobre todo, tienen una historia de activación reciente e incesante por parte de las fuerzas políticas del bipartidismo británico durante los últimos veinte años. En este sentido, y como ya se ha indicado, la socialdemocracia laborista ha dejado tras de sí un legado uniformemente tóxico desde la década de 2000, entre la validación de las “preocupaciones legítimas” del British National Party neonazi en materia de la asignación de viviendas sociales y el léxico de la “invasión” y la “inundación” de las escuelas por hijos e hijas de migrantes y solicitantes de asilo. Este lenguaje ha sido promovido por ministros (del Interior, de Trabajo) en ejercicio. En 2010, el programa electoral laborista dedicaba un apartado a la “delincuencia e inmigración: reforzar nuestros territorios, proteger nuestras fronteras” para preparar “la próxima etapa de la renovación nacional”. En 2015, el merchandising del congreso del partido ofrecía tazas con la inscripción: “Control de la inmigración: voto al Partido Laborista”. 

Este interminable catálogo de exageraciones nacionalistas y racistas alcanzó un nuevo umbral crítico cuando el primer ministro laborista desde junio de 2024, Sir Keir Starmer, sionista incondicional y partidario declarado del genocidio palestino, se apresuró a expresar el primer homenaje al ideólogo racista estadounidense Charlie Kirk. Cabe señalar, además, que las condolencias de Starmer y Kemi Badenoch (líder de la oposición conservadora) también se centraron en la cuestión de la libertad de expresión, en nombre de la cual los comentarios abiertamente racistas, sexistas y el oscurantismo que los inspira deben tener cabida en el debate público (lo que no puede aplicarse a las denuncias del genocidio y la solidaridad palestina, como hemos tenido amplia ocasión de comprobar). 

Al día siguiente de la muerte de Kirk, y en vísperas de la manifestación por la “libertad de expresión” convocada por Tommy Robinson, Badenoch declaró: “El asesinato de Charlie Kirk es un golpe contra todo lo que representa la civilización occidental: el debate abierto, vigoroso y la protesta pacífica”.  Para Boris Johnson, Kirk era nada menos que “un mártir luminoso de la libertad de expresión”. 

Tres semanas más tarde, Badenoch anunciaba el plan de cierre de fronteras “más duro que haya visto jamás Gran Bretaña”, que preveía la salida del Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH) y la derogación de la ley de derechos humanos (Human Rights Act de 1998).

De este modo, al otro lado del Canal de la Mancha, las diversas corrientes de extrema derecha pueden seguir contentándose con continuar y hacer prosperar el trabajo de formaciones políticas que durante mucho tiempo fueron hegemónicas y que ahora se ven afectadas por una crisis de legitimidad de una gravedad sin precedentes. Por tanto, su deuda con el tándem laborista-conservador, con su multirreincidencia legislativa contra las personas extranjeras, sus ataques a las libertades públicas, su pánico moral anti-woke, su complicidad y su normalización genocidas es grande.

Esto se refleja perfectamente, entre otras cosas, en la mediocridad de estos propagandistas de extrema derecha. El intercambio entre Robinson y Musk, las intervenciones de Zemmour o Bystron no presentan ningún encanto retórico, ni siquiera el más mínimo peligro de algún tipo de encanto retórico. En este sentido, el 13 de septiembre ofrece la posibilidad de disfrutar de una nulidad cuyo imaginario de la “violación de nuestras hijas y hermanas” podría ser un intento de corrección tan sórdido como desesperado. En este punto, tal vez haya que admitir que la brutalidad retórica, desprovista de la más mínima sofisticación, de la más mínima habilidad, basta como manifestación del puro deseo de recurrir a la fuerza, mientras que las milicias trumpistas del ICE, la exaltación fascista del poder genocida israelí o los disturbios y palizas gigantescas en Gran Bretaña y ahora en Irlanda muestran el futuro.

Tecnología, fosilismo, armamento, israelismo y los momentos dorados del neofascismo

El auge de la extrema derecha británica se manifiesta de dos formas evidentes. La manifestación del 13 de septiembre es una de ellas; el considerable avance obtenido en las encuestas de opinión por Reform UK, el partido antiinmigración de Nigel Farage, es otra. Entre Robinson y Farage se juega la falsa contradicción y la verdadera complementariedad que puede existir entre un delincuente-mártir que durante mucho tiempo no ha tenido más partido que su propia marca en línea, y un notable decidido a inscribirse en un marco institucional en el que puede pretender encarnar un relevo mayoritario.

El primero, Robinson, ha obtenido el apoyo de Musk, que a su vez ha roto con Trump, en detrimento del segundo, ya que el multimillonario ha considerado a Farage demasiado débil en la cuestión de la inmigración. 

La extrema derecha oficial se divide ahora entre Reform UK (Farage) y Advance UK, una escisión de Reform UK liderada por Ben Habib, a la que se unió Robinson en agosto de 2025. Pero, en este momento, sus matices pueden considerarse menores en comparación con la magnitud y la continuidad de las fuerzas que se dedican a apoyar esta nueva configuración política.

Robinson, cuya audiencia y fortuna están ligadas a las redes sociales y a las ventas de sus libros-manifiesto, le debe a Musk haber recuperado su libertad de expresión en una nueva cuenta X, propiedad de Musk, a quien además ha agradecido que se haya hecho cargo de los gastos judiciales (sin que Musk lo haya confirmado).

Pero es al sionismo más fanático al que el antiguo neonazi británico, reconvertido en free speech martyr, islamófobo frenético y admirador incondicional de Israel (por el que se ha declarado dispuesto a luchar en caso de guerra), debe gran parte de su prosperidad. 

Su condena a trece meses de prisión por grabar ilegalmente y publicar en Facebook el juicio de personas musulmanas acusadas de agresión sexual (de ahí la pancarta de “libertad de expresión” contra una justicia woke comprometida con la “invasión migratoria”) le valió a Robinson una campaña internacional de extrema derecha: Free Tommy (difundida por numerosas cuentas rusas y por el propio Trump), con el apoyo de la derecha proisraelí estadounidense. El ultrasionista Middle East Forum (MEF) de Daniel Pipes se hizo cargo de los gastos judiciales y de la organización de tres manifestaciones de apoyo a Robinson por un coste de 60 000 dólares.

El Instituto Gate-stone, un think tank proisraelí, y el David Horowitz Freedom Center, una organización de extrema derecha que se describe a sí misma como una “escuela de guerra política” contra “la quinta columna”, publicaron artículos en defensa de Robinson. Además, tanto el Instituto Gatestone como el MEF se benefician de la generosidad de Nina Rosenwald, copresidenta de una empresa de inversiones financieras (American Securities Management), que se autodenomina “sionista ferviente” y es conocida como la “madre del odio antimusulmán”.

Poco antes, el multimillonario tecnológico (empresa Cognex) Robert Shillman, donante habitual de instituciones proisraelíes, había contratado a Robinson en la organización ultraderechista canadiense Rebel Media en 2017-2018, concediéndole una beca por un importe anual estimado en unos 85 000 dólares. Este puesto iba acompañado además de tres puestos de asistentes, cada uno de ellos remunerado con 2500 dólares al mes. El patrimonio personal de Robinson se estima entre uno y tres millones de libras esterlinas.

En octubre de 2025, el veredicto de un nuevo juicio fue aplazado tras la invitación oficial dirigida a Robinson por el ministro israelí encargado de la diáspora y presidente de la Knesset, Amichai Chikli. Hay muchos precedentes de este tipo, que se remontan a 2003, cuando Ariel Sharon, entonces primer ministro, recibió al neofascista Gianfranco Fini, admirador de Mussolini y del muro del apartheid que se estaba construyendo en Cisjordania. Sin embargo, la llegada de un influyente sin otro título que el de exhooligan islamófobo supone una clara excepción al decoro diplomático que antes era de rigor. La iniciativa ha suscitado la ira y la incomprensión en el propio Israel, e incluso en las organizaciones comunitarias judías británicas, normalmente tan leales a Israel.

¿Qué lugar ocupa Reform UK?

¿Qué hay de Reform UK y sus figuras destacadas? Farage, presidente honorario, y Richard Tice, líder de Reform UK (que, a diferencia de otros partidos, tiene la condición de empresa privada), han marcado su distancia con respecto al delincuente Robinson. Pero, al igual que Robinson, Farage y Tice son los devotos y serviles portavoces de fuerzas más decididas que nunca a prescindir de normas y restricciones demasiado engorrosas (fiscales, jurídicas, medioambientales, etc.), por débiles o cosméticas que sean. 

Farage (con un patrimonio estimado entre 3 y 5 millones de libras) y Tice (40 millones y patriota adepto a la evasión fiscal), dos auténticos hombres del pueblo, tienen la particularidad de disponer cada uno de su propio programa en el canal conservador e islamófobo GB News, lanzado en 2021. En este contexto, ambos han tenido todo el tiempo del mundo para cuestionar la realidad del cambio climático, “un montón de tonterías”, según Tice.

Fortalecidos por esta profunda convicción, y por el bien de todos, los dirigentes de Reform UK defienden la explotación del potencial gasístico de Gran Bretaña, sabiendo que “tenemos potencialmente cientos de miles de millones de tesoros energéticos en forma de gas de esquisto”, según Tice. Por lo tanto, sería “manifiestamente negligente desde el punto de vista financiero y, en cierta medida, criminal, dejar toda esta riqueza bajo tierra sin extraerla”.

Uniendo las palabras a los hechos, los representantes electos de Reform UK, en los municipios en los que han obtenido numerosas posiciones mayoritarias desde las últimas elecciones locales, han decidido derogar los objetivos de neutralidad en carbono y eliminar las referencias a la “emergencia climática” integradas en las orientaciones de las instituciones regionales en los últimos años. Los presupuestos se reasignaron entonces a otras prioridades, sin dejar de percibir las subvenciones destinadas a las políticas de transición energética. Así, se cancelaron las orientaciones y políticas recientemente puestas en marcha en los condados de Durham, Staffordshire, Kent, Derbyshire o Northamptonshire Occidental.

Pero esta determinación en negar el cambio climático y descarrilar los pocos esfuerzos existentes en materia de transición energética se ajusta estrictamente a lo que cabría esperar de un partido casi íntegramente en manos de la industria de los combustibles fósiles. Una investigación publicada en el New York Times en marzo de 2025 reveló que, de los 4,75 millones de libras obtenidas en 2024 por Reform UK, el 40 % procedía de personas conocidas por “cuestionar abiertamente la realidad del cambio climático o por tener inversiones en energías fósiles y otras industrias contaminantes”. 

Otros investigadores han demostrado, para el sitio web DeSmog, que entre diciembre de 2019 y junio de 2024, Reform UK recaudó más de 2,3 millones de libras procedentes de intereses petroleros y gasísticos y de personalidades escépticas con respecto al clima, entre las que se encuentra, por ejemplo, Terence Mordaunt, director de la Global Warming Policy Foundation, organismo a la vanguardia de la contestación de los trabajos sobre la ciencia climática. Esta cantidad correspondía al 92 % del total de las donaciones al partido-empresa Reform UK. La mayoría de estas contribuciones proceden, además, de cuentas registradas en paraísos fiscales.

Pero el conflicto de intereses puede ser aún más caricaturesco: Tice y Farage son empleados de una cadena, GB News, cuyo propietario, Paul Marshall, posee acciones por valor de 1800 millones de libras esterlinas en el sector de las energías fósiles, entre las que se encuentran las empresas Shell, Chevron, Equinor (Noruega) y más de un centenar más. La investigación de DeSmog también reveló que, en 2022, un tercio de las y los presentadores de GB News habían cuestionado abiertamente los trabajos sobre el clima y la mitad había denunciado las iniciativas climáticas.

Reform UK también recibe donaciones de una empresa de armamento, QinetiQ, que se beneficia en gran medida del aumento del gasto público en el sector de la defensa. “El 80 % de los ingresos de QinetiQ relacionados con el armamento provienen únicamente de los contribuyentes británicos”, según Byline Times, una fuente de dinero público que el principal accionista de la empresa, Christopher Harborne, redirige una parte en beneficio de Reform UK, de la que es el principal financiador. Harborne ha donado a Reform UK cerca de 14 millones de libras entre 2019 y 2024, y ha sufragado las dos recientes visitas de Farage a Trump, en 2024 y 2025, por un coste total de cerca de 60 000 libras. 

Entre Robinson y Farage-Tice, se comprende todo lo que está en juego y todo el significado de la libertad de expresión: alimentar el pánico moral contra las personas migrantes, si es necesario perturbando los procedimientos judiciales, y difundir el mito de la islamización y la violación de Occidente; cuestionar la investigación climática en beneficio del lobby de los combustibles fósiles en el marco de conflictos de intereses manifiestos, y defender todas las lógicas de opresión, hasta el horror genocida, sin dejar de presentarse como víctimas de la censura feminista, antirracista o pro palestina, todo ello al servicio de la libertad de extracción, evasión, explotación, contaminación y manipulación, condiciones de la expresión de un capital absoluto.

Diversos componentes de la extrema derecha británica podrían, por tanto, estar en condiciones de asumir el relevo de los partidos desacreditados, aquellos que se han cavado su propia tumba pero que aún pretenden asegurar su supervivencia con nuevas subastas anti-personas refugiadas, islamófobas y de sadismo reformista como prueba de credibilidad gestora: el infierno de crueldad e indiferencia infligido a los niños de Gaza viene de lejos. 

Sin duda, son los síntomas de la transición de un neoliberalismo parlamentario decrépito hacia el orden oligárquico que no ha dejado de secretar y que ahora está a punto de alcanzar su plena realización política. En tal caso, hay que admitirlo, defender lo indefendible exige una gran libertad de expresión, puramente ficticia, sin el estorbo de una justicia aún capaz de independencia, de unos medios de comunicación y una prensa aún libres, de una investigación científica que aún asume su vocación crítica y de cualquier reivindicación política de igualdad. 

Sin embargo, del naufragio actual de los partidos que han dominado hasta ahora la vida política británica podría surgir una buena noticia: el laborismo profundamente derechista y sectario, que inspira un rechazo casi universal, podría finalmente dejar una oportunidad real para el surgimiento de una fuerza de izquierda, socialista, que esta vez ya no esté condenada al tipo de agitación periférica y efímera en la que tanto entusiasmo e impulso han terminado inevitablemente por agotarse y marchitarse hasta ahora. Queda por ver, y seguir de cerca, el renacimiento socialdemócrata impulsado por los Verdes británicos y, más aún, lo que podría suceder con Your Party, lanzado por los diputados Jeremy Corbyn y Zarah Sultana, cuyo simple anuncio durante el verano recibió cerca de un millón de mensajes de apoyo y solicitudes de afiliación. Hay mucho por hacer.

Thierry Labica es profesor de Estudios Británicos en la Universidad de Nanterre y miembro del NPA.

https://lanticapitaliste.org/actualite/international/notes-sur-la-poussee-historique-de-lextreme-droite-en-grande-bretagne

Traducción: viento sur.

 




  • 1
    En referencia a las políticas oficialmente denominadas de entorno hostil a partir de 2012.
  • 2
    Bystron perdió su inmunidad parlamentaria como eurodiputado tras varios casos de corrupción (al servicio de Putin), fraude y blanqueo de capitales.
  • 3
    Leer el informe de la Oficina Nacional de Auditoría, “Pressures on Children Social Care”, 2019.
  • 4
    Leer el informe del Center of Expertise on Child Sexual Abuse, S. Kewley y K. Karsna, “Child Sexual Abuse in 2023/24: Trends in Official Data”, junio de 2025. Según las dos autoras, “el número de niños víctimas de abusos sexuales es muy superior al que se pone en conocimiento de los organismos públicos. A partir de los datos de las encuestas disponibles, estimamos que al menos uno de cada diez niños en Inglaterra y Gales es víctima de abusos sexuales antes de los 16 años” (Karsna y Kelly, 2021) . Según una estimación conservadora, el número de niños víctimas de abusos sexuales en un año es del orden de 500 000. p. 12.
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