1494/24 - Crisis politica en Alemania. El semáforo roto y el tope al endeudamiento

0 views
Skip to first unread message

Red GeoEcon

unread,
Dec 6, 2024, 8:02:59 AMDec 6
to redge...@googlegroups.com
RGE 1494/24

https://vientosur.info/el-semaforo-roto-y-el-tope-al-endeudamiento/

Crisis politica en Alemania

El semáforo roto y el tope al endeudamiento


29/Nov/2024|    
El semáforo roto y el tope al endeudamiento

Bien mirado, el gobierno de coalición alemán [socialdemócratas, verdes y liberales] que se proponía implantar reformas sociales y ecológicas, aunque fueran modestas, no tenía ninguna posibilidad de éxito. [Con la] inclusión del FDP [Partido Liberal Demócrata, centro-derecha], el proyecto socioliberal estaba políticamente muerto, si es que en el SPD [Partido Socialdemócrata] todavía queda alguna miaja de responsabilidad social. Esa la principal razón de la ruptura del  semáforo.

Para el FDP, su participación en la coalición semáforo no se había visto premiada por un aumento de su apoyo electoral. El nuevo gobierno tomó posesión en octubre de 2021. Desde las elecciones regionales de 2022, el partido registró una continua sangría de votos, que primero benefició a la CDU [Unión democristiana, derecha] y más tarde también a la AfD [extrema derecha]. En el caso de los Verdes, la hemorragia no cobró intensidad hasta el año 2023 con la derrota en relación con la ley de calefacción y el desastre subsiguiente en torno a la financiación de los objetivos climáticos.

Con la ley de calefacción, el ministro de Economía Robert Habeck [Verdes] quería iniciar la transición ecológica en el ámbito de la vivienda declarando obligatoria la instalación de bombas de calor. En el proyecto de ley no se tuvieron en cuenta suficientemente las numerosas situaciones particulares que existen en este terreno, provocando un estallido de indignación a diestro y siniestro,  en una mezcla de crítica concreta y rechazo por principio del saneamiento ecológico.

Las rectificaciones posteriores del proyecto de ley no sirvieron para evitar la pérdida de votos de los Verdes (entre un 2 y un 6,6 %). A esto se añadió el hecho de que ese mismo año el Tribunal Constitucional Federal diera la razón a una demanda de la CDU que quería impedir que se trasladaran las autorizaciones de crédito no utilizadas del Fondo de Recuperación europeo, por importe de 60.000 millones de euros, al fondo destinado a combatir el cambio climático. Habeck contaba con ese dinero para financiar las inversiones que había planeado en defensa del clima. Después, el gobierno tripartito se enzarzó en una polémica tras otra sobre los agujeros presupuestarios.

Con la reducción de las cantidades presupuestarias disponibles, el jefe el FDP, Christian Lindner, entendió que había llegado su hora: exigió la eliminación del gasto social presupuestario de las partidas destinadas a la defensa del clima. Para justificar su ultimátum blandió el tope legal al endeudamiento. Se trata de una norma incorporada en 2009 a la constitución federal que prohíbe que los gobiernos regionales, al margen de la coyuntura económica del momento, contraigan nuevas deudas y que limita el endeudamiento del Estado federal a un 0,35 % del PIB como máximo. La norma permite crear un fondo coyuntural que en los años de mejora económica debe quedar plenamente cubierto.

Lindner dijo que había jurado su cargo ministerial condicionado al cumplimiento de la constitución, al menos esa fue la justificación de sus continuas negativas a la financiación, por ejemplo, de la lucha contra la pobreza infantil, de la adaptación a la inflación de la prestación por desempleo no contributiva y, finalmente, su rechazo a la creación de un presupuesto suplementario para la ayuda a Ucrania. Tras la ruptura de la coalición, el líder de la CDU, Friedrich Merz, le recordó que todos los artículos de la constitución, salvo los relativos a los derechos fundamentales, pueden enmendarse. Como si quisiera resaltar el carácter absurdo, o mejor dicho, la transparencia de los planes políticos de Lindner, Merz, quien probablemente será el próximo jefe del gobierno federal y con quien Lindner quisiera cogobernar a toda costa, ha puesto ahora sobre la mesa una reforma de la norma sobre el tope al endeudamiento.

Siempre ha habido presupuestos suplementarios en la historia de la República Federal Alemana; antaño se ocultaban, pero desde la creación del fondo para la Reconstrucción del Este [tras la incorporación de la antigua Alemania Oriental] en la década de 1990 se exponen abiertamente ante cualquier iniciativa importante: en 2011 el Fondo por el Clima y la Transición Ecológica; en 2020 el Fondo Covid, dotado con 200.000 millones de euros; al comienzo de la guerra de Ucrania, la dotación especial de 100.000 millones de euros para el ejército federal. Con estos presupuestos suplementarios, el gobierno federal se engaña a sí mismo y a la opinión pública, así como a sus socios europeos, sobre su equilibrio presupuestario real: se presenta como alumno ejemplar en materia de endeudamiento, dado que los criterios oficiales solo se cumplen hasta cierto punto.

Sin embargo, las deudas que se acumulan por la vía de los presupuestos suplementarios multiplican el importe del endeudamiento presupuestario: para las dotaciones especiales hubo que contratar créditos por importe de 147.200 millones de euros, cuando en el presupuesto ordinario se habían previsto en total 45.600 millones en créditos a contratar. El volumen de todos los presupuestos suplementarios juntos es de 869.000 millones de euros, de los que 522.000 millones se financian mediante créditos.

Tal como utilizaba Lindner este instrumento, sirvió de garrote contra medidas sociales urgentes y contra inversiones ecológicas. El Fondo por el Clima y la Transición Ecológica sufrió un recorte de 45.000 millones de euros, numerosos proyectos quedaron suspendidos, y sobre todo la mejora del sistema ferroviario tendrá que llevarse a cabo ahora con cargo a los fondos propios, es decir, mediante nuevas privatizaciones. Buena parte de los objetivos climáticos caerán en saco roto y se vuelve a poner sobre la mesa la energía nuclear, calificada de energía verde.

Claro que con este planteamiento, un gobierno se pone una zancadilla a sí mismo. Después de décadas de austeridad neoliberal destructiva, en todos los ámbitos del sector público crecen los problemas. El Instituto Económico Federal cifra el atasco de las inversiones en 600.000 millones de euros. El Informe Draghi a la Comisión Europea reclama 800.000 millones para la UE, que no deben destinarse prioritariamente al rearme, sino al transporte, la educación, la vivienda y la digitalización. Invertir, invertir, invertir, se insiste, lo cual no es nada nuevo, pero que hasta ahora se ha estrellado siempre contra el muro del dogmatismo neoliberal.

Actualmente, todo gobierno que desee sacar adelante alguna reforma ha de operar bajo la espada de Damocles del tope al endeudamiento. Ocurre que para que se subvencionen necesidades de capital extraordinarias siempre se puede recurrir a los presupuestos suplementarios, desde luego, pero para asuntos sociales no. Friedrich Merz se manifestó al respecto de forma muy clara: la televisión le citó el 14 de noviembre con estas palabras: “Por supuesto que esto puede reformarse. La cuestión es: ¿para qué? Si el resultado es que gastamos más dinero para el consumo y políticas sociales, la respuesta es: no. (...) ¿Es importante para realizar inversiones, es importante para el progreso, es importante para la base de sustento de nuestros hijos e hijas? Entonces la respuesta puede ser otra".

El tope al endeudamiento tiene en Alemania el mismo efecto que las condiciones del Fondo Monetario Internacional en el Sur global: se utiliza para impedir el progreso y frenar las reivindicaciones sociales. Esto es objeto de controversias incluso en círculos de la derecha.

Claro que en este aspecto la clase capitalista se halla ante un dilema, pues en Alemania no solo se forma demasiado poco personal cualificado, sino que también se deteriora el sistema escolar, el sistema sanitario, la red ferroviaria, etc.; ámbitos que son imprescindibles para la reproducción del capital y que influyen en el grado de atracción del país ante eventuales inversores. Lo que tiene sentido para una empresa individual, como por ejemplo el ahorro de costes de formación, para el conjunto de la economía no lo tiene. Y la privatización de la previsión social pública hace que esta deja de funcionar para el conjunto de la población y también para las empresas. ¿Qué derecho tiene el gobierno alemán a exigir a otros países de la UE que respeten la disciplina presupuestaria si él mismo no lo hace?

El gobierno de coalición ha logrado introducir una serie de mejoras a pesar de los numerosos obstáculos: el aumento del salario mínimo a 12 euros la hora; un incremento único del 12 % de la cuantía de los distintos componentes del ingreso mínimo vital (Lindner impidió toda adaptación ulterior a la inflación), el impulso a las energías renovables. La medida que más favoreció a la población en general fue la introducción en 2022 del abono recurrente de 9 euros para los desplazamientos en trenes de cercanías y más adelante el billete único de 49 euros que permitía viajar por todo el país en líneas de mediana distancia; está previsto no prorrogar esta medida.

El incremento del subsidio para familias con hijos chocó con la negativa de Lindner, del mismo modo que la agregación de diversas prestaciones en una garantía básica para la infancia; su idea era financiar su proyecto predilecto, la capitalización de los derechos a pensión en los mercados de capitales, en parte con las contribuciones al seguro de pensiones. Importantes proyectos como la garantía de la pensión, la vivienda asequible o la reforma de los cuidados, se han ido perdiendo sobre la marcha.

Sin embargo, la decisión que más ha favorecido el giro a la derecha de toda la vida política es la política de asilo: la resolución impuesta a escala de la UE de que las solicitudes de asilo deben presentarse en las fronteras exteriores de la UE, con la idea de no dejar entrar a los y las inmigrantes en el territorio europeo. En esta cuestión, al igual que en la del rearme, hubo un gran consenso entre los partidos de la coalición.

Lindner apuesta ahora por una reedición del gobierno de coalición de liberales y democristianos. Es un sueño a contracorriente: el panorama de partidos en Alemania está ahora tan fragmentado que incluso costaría mucho establecer una gran coalición de los dos principales partidos históricos, y es muy probable que para formar gobierno sea necesaria la concurrencia de tres partidos. ¿Estará el suyo entre ellos?

25/11/2024

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Reply all
Reply to author
Forward
0 new messages