Iván Illich
y conmemorar su presencia
a los diez años de la sombra
luminosa de su ausencia
Convocatoria al Encuentro: El humanismo radical de Iván Illich
Cuernavaca, Mor. México, diciembre 13, 14 y 15 de 2012
Registro de ponencias e inscripción de participantes: encuent...@gmail.com
Una industria médica iatrogénica(1)
Jean Robert
http://www.redluz.org/profiles/blogs/una-industria-medica-iatrogenica
La
empresa médica es, para Illich, el paradigma de la
contra-productividad de los servicios en el contexto industrial.
Más precisamente, la medicalización perniciosa de la salud no es más
que un aspecto de un fenómeno general: cuando todo el espacio esta
atiborrado por mercancías o servicios, el hombre se vuelve incapaz de
producir valores de uso. El atiborramiento pedagógico paraliza entonces
el aprendizaje autónomo, el congestionamiento vial vuele la marcha
inefectiva y peligrosa, y el encarecimiento de los servicios médicos
desvaloriza toda higiene personal gratuita.
En
ésta obra, Ivan Illich aplica sistemáticamente a
la medicina el
análisis de los tres niveles - técnico,
social y estructural - de la
contra-productividad(2), lo que, como lo veremos, fue su fuerza y es
ahora su debilidad.
Para
hacerlo, escoge una terminología en parte
retomada del vocabulario
técnico de la medicina. Por
ejemplo, poco antes de la publicación de
Némesis
médica, la revista profesional de los médicos
ingleses, The
Lancet, había lanzado un neologismo
para definir una nueva epidemia: la
iatrogénesis,
transmisión contagiosa de enfermedades por la
profesión
médica (del griego iatrós, médico). La
iatrogénesis es la
contra-productividad de la
medicina.
La
contra-productividad técnica se vuelve aquí
iatrogénesis clínica. Es
explícitamente el tema de
toda la primera parte de Némesis médica (p.
541-
561). La locución define, como la contra-
productividad
técnica, el congestionamiento de los
hospitales y los accidentes que
éste provoca, así
como las consecuencias de las "malas prácticas"
inherentes a todo sistema técnicamente contra-
productivo.
Laiatrogénesis
social es el tema de la segunda
parte (p. 541-635). Define la
desvalorización y la
destrucción de las capacidades higiénicas
autónomas por el sistema médico, como por ejemplo
la desaparición casi
total de la medicina doméstica
practicada hasta los años 1950-60 en
los países
ricos con bastante competencia por las madres, las
abuelas
y las tías y aún practicada abierta o
clandestinamente en los
países pobres. Como la
contra-productividad social de las escuelas y de
los
sistemas de transporte, la iatrogénesis social es la
incapacidad
creciente del hombre industrializado de
producir valores de uso.
Laiatrogénesis
cultural es la contra-productividad estructural de la medicina. Es el
objeto de la tercera parte del libro (principalmente p. 636-704).
I. La iatrogénesis clínica: una sociedad enferma de la medicina
Entre
el fin del siglo XIX y el fin de la Segunda
Guerra Mundial, la
medicina franqueó
sucesivamente dos umbrales críticos. A partir del
primero, el acto médico tuvo generalmente más efectos benéficos que
efectos negativos. La peste y
la poliomielitis prácticamente
desaparecieron. Una
sola dosis de medicamento bastó para conjurar la
neumonía. El DDT suprimió los vectores de la
malaria. Entre 1900 y
1920, cada año que pasaba
aumentaba de algunas semanas las
probabilidades
de supervivencia del recién nacido. Pero, a partir del
punto en que cada uno pudo afirmar que conocía
una persona que había
sobrevivido una enfermedad
gracias a una intervención médica, la gente
empezó
a creer que la oferta de cuidados médicos equivalía
a una
mejoría de la pretendida "calidad de la vida".
Poco
después del fin de la Segunda Guerra
Mundial, se manifestó un segundo
umbral. En ciertas
poblaciones altamente industrializadas, los jóvenes
empezaron a temer no durar tanto como sus padres.
Los actos médicos
comenzaron a tener más
probabilidad de volverse
contra-productivos o
iatrogénicos. Sistemas médicos cada vez más
costosos se mostraron incapaces de aumentar la
esperanza de vida,
salvo en el período postnatal.
Hoy
en día, la medicina es incapaz de reducir la
morbilidad global. Se ha
vuelto la fuente de una
nueva enfermedad: la enfermedad iatrogénica
-
engendrada por el médico - actualmente la epidemia
la más
peligrosa y la menos reconocida. Las
medidas para neutralizarla
tienen un efecto
paradójico: la vuelvan incurable al tiempo que las
medidas para ocultarla la hacen insidiosa en la
medida en que la
profesión que la genera la disimula como una infección
vergonzosa. Hay proporcionalmente más accidentes en los hospitales
que en todas las otras ramas industriales, salvo el
sector minero y la
construcción de altos edificios.
Entre más la técnica invade la
rutina de los
hospitales, más grotescos y evitables se vuelven los
accidentes en ellos. Más allá de cierto nivel de
esfuerzo, la suma de
todos los actos médicos baja
necesariamente el nivel de salud de
toda la
sociedad, reduciendo lo que constituye la salud de
cada
individuo: su autonomía personal.
II. La iatrogénesis social: la represión de la higiene autónoma
La
medicina actual vuelve la sociedad menos
sana : se necesita tener una
visión de la realidad
profundamente deformada por una escolaridad
médica prolongada para sostener lo contrario. Los
costos de los
servicios de salud ocupan un lugar
cada vez más importante en los
presupuestos
nacionales. Tal "medicalización del presupuesto" es
el
indicador de una forma de iatrogénesis social,
pues refleja la
identificación del bienestar con un
nivel de "salud nacional bruta"
medido por el grado
de distribución de los productos de la institución
médico-farmacéutica. Paradójicamente, más allá de
determinado
umbral, la morbilidad de las
poblaciones crece en proporción a la
cantidad de
servicios médicos disponibles.
Éste
efecto paradójico de lm edicalización del
presupuesto es comparable a
los efectos de la
sobre-producción y del sobre-consumo de los
productos de otras instituciones. Por ejemplo, es el
nivel global
de transporte él que estorba la
circulación. El volumen total de
la instrucción impide que se aliente la curiosidad de los alumnos, que
se fortalezca su valor intelectual y que se afine su sensibilidad. Es
el carácter invasor de las informaciones que engendra la
superficialidad y la confusión. Es el volumen creciente de la
medicalización que reduce el nivel de salud. Si bien la medicalización
del presupuesto rompe el equilibrio entre la oferta de servicios
médicos y las capacidades curativas de la gente, una verdadera
invasión farmacéutica(3) acaba con convencerlos que no hay salud fuera
de rituales médicos debidamente acompañados por prescripciones.
Para
los médicos, la vejez y la muerte parecen constituir el último
horizonte por conquistar. Los
esfuerzos dedicados a la conquista de
éste finis
térrea son económicamente muy provechosos,
porqué son el
prototipo de proyectos en los que la
medicina es a la vez ineficaz y
generadora de mitos
de poder ilimitado.
De
la misma manera en que la escuela tiende a
paralizar el aprendizaje
autónomo y el transporte estorba la caminata, la medicina se ha vuelto
un
obstáculo mayor a las capacidades autónomas de
curación. Los
productos de cada una de éstas
instituciones compiten con un valor de
uso del que la
gente gozaba desde siempre de manera autónoma.
III. La máscara sanitaria de una sociedad mórbida: la iatrogénesis cultural
Sanar
es tradicionalmente un verbo intransitivo que designaba por excelencia
la actividad del enfermo: yo no podía ser "sanado" como no puedo ser
"caminado" o "perecido". La iatrogénesis cultural es fundamentalmente la
destrucción de la cultura. Como lo apuntaba Foucault en El nacimiento
de la clínica: una
arqueología de la mirada médica(4), el origen de
la
institución médica es onírico, como lo es hoy el mito
de una
volatilización de la enfermedad en un medio
corregido. El instrumento
predilecto al servicio de la
corrección del medio es la norma. El
nacimiento de
las entidades patológicas (las enfermedades
clasificadas) son inseparables de desviaciones a
normas establecidas.
El enfermo aprende que
existen entidades enemigas que infringen la
norma
y que el médico debe combatir. Un nuevo lenguaje,
elaborado en
las altas esferas sociales, impregna
entonces la sociedad hasta
sus fundamentos
profundos y tiene sus propios efectos iatrogénicos.
El embargo de los médicos sobre el lenguaje de los
que sufren se ha
vuelto el baluarte de los privilegios
de su profesión. El constante
recurso al lenguaje
especializado que este embargo promueve cierra a
su vez el camino hacia una desprofesionalización de
la medicina.
El libro concluye con una advertencia:
El
verdadero milagro de la medicina moderna es diabólico. Consiste no sólo
en hacer que individuos, sino poblaciones enteras sobrevivan en niveles
inhumanamente bajos de salud personal. Némesis médica es la
retroalimentación de una organización social que se impuso mejorar e
igualar la oportunidad de cada hombre de enfrentar su ambiente con
autonomía y terminó destruyéndola(5).
La
versión francesa reanuda más explícitamente con el sueño traicionado de
la medicina, su "origen onírico", en palabras de Foucault :
Un
solo curso de acción puede despertar el hombre a la consciencia del
origen onírico de instituciones productoras de cobardía, de vanidad, de
violencia, de envidia y al mismo tiempo incitarlo a dominar las
fuentes del espejismo moderno: es la lucha política por el derecho a la
intensidad el acto productivo personal.
La
contra-productividad global de la medicina es un fenómeno evidente. La
lucha política […] por la libertad del ejercicio de los
cuidados y
por la libre disposición del propio cuerpo podrá jugar el papel
de una
chispa, desencadenando un proceso de liberación en otros
dominios en
los que la expansión del sistema heterónomo también
alcanzó niveles
mórbidos(6).
NOTAS
1 Némésis Médical, Obras reunidas, vol. I, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 531-763.
2
La contra-productividad técnica es el conflicto entre el output
industrial recién producido y el que fue
producido anteriormente, como
cuando un coche que entra a una vía congestionada hace perder al
conjunto de los otros un múltiplo del tiempo que el pasa en ésta vía.
Es una relación de productos contra
productos.
La
contra-productividad social es un conflicto entre lo que puedo hacer
por mi mismo y lo que otros pretenden hacer para mí, entre la autonomía y
la heteronomía. Es por ejemplo el hecho de que los servicios de
transporte estorban la marcha, la vuelven peligrosa e ineficiente.
La
contra-productividad estructural es la parálisis de la imaginación que
vuelve ciego al hecho de que los males sociales existentes - como la
pendularidad obligatoria y el congestionamiento de la circulación - no
siempre han existido y que no existirán siempre. Es la cerrazón a la
posibilidad de invertir las
instituciones. Ver sesión sobre energía y
equidad.
3 La expresión fue acuñada por Jean-Pierre Dupuy y Serge Karsenty en su libro L’Invasion
pharmaceutique, Paris: Seuil, 1974, traducción española: La invasión farmacéutica, Barcelona: Euros,
1976.
4 México: Siglo XXI, 1983, traducido de Naissance de la clinique, une archéologie du regard médical, Paris: PUF, 1972.
5 Ivan Illich, Némesis médica, op. cit., p. 759, 760.
6 Ivan Illich, Némésis médicale, Œuvres compètes, Paris ; Fayard., 2003, p. 786.
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