A pesar de su título, Mínimas
(Avispero y Almadía, noviembre de 2013) de Leonardo Da Jandra, es un libro
de aforismos compuesto de máximas filosóficas. Da Jandra usó ese título para
evitar la soberbia, que crítica arduamente.
No son aforismos literarios
típicos —ironía, estilo y ocurrencia— sino impresiones categóricas, sentencias
acerca de lo que él cree vigorosamente.
A Da Jandra se le conoce por
sus novelas y por sus libros de ensayo de vehemencia filosófica. Pero no se le
conoce lo suficiente: sus libros escapan a la tradición literaria en boga y se
insertan en otro espacio.
Podría decirse que sus
aforismos asemejan a los de José Gaos (y no a los de Torri o Díaz Dufoo Jr.)
pero sería inexacto. Mínimas pertenecen a la existencia de Da
Jandra.
Da Jandra es un pensador
religioso, cósmico, el tono condenatorio, iracundo, de una parte de sus
aforismos (o mejor: apotegmas) se debe al aliento profético desde el cual Da
Jandra escribe.
Cuando se lee este libro y se conoce
personalmente a Da Jandra, es inevitable escucharlo hablar, decir, estos
aforismos. El lector curioso debe saber que así piensa y habla Da Jandra en su
vida cotidiana.
Si uno convive con Da Jandra
escuchará todas estas ideas. Es uno de los pocos casos de escritores mexicanos
cuya obra y vida están unidas al pie de la letra.
Da Jandra, por cierto, abomina
la actual literatura mexicana. Tiene razón en hacerlo. Uno de los fracasos
espirituales mexicanos más lamentables es la literatura actual que tenemos: una
literatura entregada a las fuerzas dominantes y escrita muy bonito. Una
literatura fotogénica que tiene muy orgulloso al gobierno en turno.
La obra de Da Jandra corre por
otros ríos. Su narrativa, que no elude lo cósmico y lo alegórico, podría comprenderse
como una serie de econovelas, donde detonan dramas cósmicos que encarnan en una
crisis de lugar natural y relaciones humanas.
Esta econovelística es de
índole ontológica, extiende la tradición de la filosofía de lo mexicano. Da
Jandra es un autor como ningún otro, que vivió dos décadas en la reserva
natural de Huatulco, hasta que los conflictos ecocidas lo obligaron a mudarse a
Oaxaca.
Si las aguas de la literatura
mexicana se aclarasen, las novelas de Da Jandra se colocarían en un lugar más
visible. Desgraciadamente, aunque en unas décadas las aguas podrían aclararse,
quién sabe si habrá agua para entonces.
De todos modos, los libros de
Da Jandra son un subsuelo literario, alterno, excéntrico, que persistirá para
quien sepa comprenderlo. Una clave: Leonardo no es el autor de estos libros. Él
es uno de sus personajes. El verdadero autor de esos libros es una voz deseosa
de otra política.
Mínimas es un libro suyo novedoso. Ya
conocíamos sus novelas y ensayos, ahora conocemos sus ideas en breves fórmulas
vivas.