El Cometa Carl Sagan Pdf Free

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Lavern Batman

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Dec 23, 2023, 12:52:22 AM12/23/23
to pycalphad

Estamos en deuda con la comunidad astronómica mundial por la generosidad que nos ha demostrado durante toda la preparación de esta obra. Joseph Veverka, de la Universidad Cornell, uno de los impulsores de los planes norteamericanos para enviar naves espaciales a los asteroides y a los cometas, fue el principal asesor técnico y revisor, y nos proporcionó muchas imágenes astronómicas. Agradecemos a Mary Roth, John Kaprielian y Margaret Dermott, que hayan facilitado la adquisición de estas fotografías. Mark Washburn llevó a cabo varios encargos de investigación con su acostumbrada diligencia y eficiencia.

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Varios colegas tuvieron la amabilidad de leer anteriores redacciones de este libro y de proporcionarnos comentarios detallados y valiosos: Martha Hanner, Joseph Marcus, Steven Soter, Paul Weissman y Donald K. Yeomans, que calculó también las fechas de los futuros retornos del cometa Halley. Entre las demás personas que nos permitieron utilizar sus conocimientos están John C. Brandt, Donald Brownlee, Stephen Jay Gould, Brian Marsden,

Nuestro capítulo sobre la vida de Edmond Halley está ilustrado con un conjunto de imágenes que nos han llegado gracias a la amabilidad de Michael Thomas, de A. M. Heath, Londres. Agradecemos también a Maren Leyla Cooke y Takako Suzuki los animales prehistóricos y la caligrafía antigua, respectivamente, y a Donald K. Yeomans habernos permitido consultar su colección personal de imágenes de cometas.

Agradecemos a Howard Kaminsky, Jason Epstein, Bob Aulicino, Nancy Inglis, Susan Shapiro y Ellen Vanook de Random House su eficiente trabajo de producción; a Derek Johns su ayuda en la revisión de galeradas y muchas gentilezas; a Scott Meredith, Jack Scovil, Jonat- han Silverman, Bill Haas y otros, de la agencia literaria Scott Meredith, unos servicios que, superando las normas usuales, hicieron posible la confección de El cometa. Dorion Sagan preparó el índice analítico utilizando el programa Indexor, escrito por Jeremy Sagan. Damos también las gracias a Kel Arden, David Aylward, Daniel Boorstin, Frank Bristow, Brian Días,

Subamos nuestros hijos sobre nuestros hombros para que puedan ver mejor un cometa y para que de este modo se unan a una cadena de generaciones que se remonta más lejos de lo que alcanza la memoria escrita. No hay causa más importante que proteger esta antigua y tan preciosa continuidad.

Al final el cometa empieza a cruzar las órbitas de otros objetos distintos, cuerpos mucho mayores que también permanecen encadenados por la gravedad a aquel punto de luz que nos atrae. Se hacen presentes debajo nuestros mundos de gas, enormes y pesados. Cuando pasamos cerca de ellos experimentamos una perceptible deriva. Sus gravedades son tan intensas que conservan atmósferas de gran masa. En cambio, nuestro cometa es tan insustancial que cualquier bocanada de gas que suelte escapa casi instantáneamente al espacio. Acompaña a los gigantescos planetas gaseosos con sus nubes multicolores un séquito de mundos más pequeños y sin aire, algunos de hielo, mucho más emparentados con los cometas que la gran esfera de hidrógeno que llena nuestro cielo.

Los cometas eran una especie de test psicológico proyectivo: algo totalmente desconocido que hay que describir con lenguaje corriente. El pueblo tshi de Zaire llama a los cometas estrellas peludas, y la palabra cometa, idéntica en muchos idiomas modernos, procede del griego cabellera. El cometa sugiere unas trenzas al aire. Para los chinos los cometas eran estrellas escoba, y muchas cosas más. En otras culturas son estrellas con cola o estrellas con plumas largas.

También los científicos dicen hoy en día que los cometas tienen colas. Según los tonga, los cometas son estrellas de polvo, lo que se acerca mucho más a la realidad. Los aztecas los consideraban estrellas humeantes. Según los bantúes kavirondo, todas las apariciones son retornos del mismo cometa: Sólo hay un cometa, Awori, el temido, con su pipa.

En la Ampliación de los anales de primavera y otoño del maestro Zuo Qiu Miu, escrita entre 400 y 250 a. de J.C., hay una entrada titulada: Yanzi se opone al uso del rezo para alejar las desgracias causadas por un cometa:

Un repaso a la primitiva historia de la observación cometaria da la impresión de que durante casi mil años todo el mundo, excepto los chinos, se iba pronto a la cama. Los chinos registraron por lo menos 338 apariciones separadas aproximadamente de 1400 a. de J.C. a 1600 d. de J.C. Desde el año 240 a. de J.C. sólo en una ocasión se perdieron un retorno del cometa Halley, en el año 164 a. de J.C. Sus vecinos, los coreanos y los japoneses, efectuaron observaciones valiosas, pero mucho menos frecuentes. En Occidente hasta el siglo XV no puede hablarse de una observación sistemática de los cometas.

Las referencias claras más antiguas conservadas en Occidente sobre los cometas proceden del actual Irak. Los escasos fragmentos babilónicos supervivientes nos recuerdan a sus homólogos africanos y chinos. Consideremos, por ejemplo, este fragmento de la época de Nabucodonosor I, en el siglo XII a. de J.C.:

En las obras de Diodoro de Sicilia (h. el 60-21 a. de J.C.) y de Lucio Anneo Séneca de Roma (h. el 4 a. de J.C.-65 d. de J.C.) hay pruebas indirectas, o quizá sólo rumores, de que los egipcios y los babilónicos habían elaborado algunas ideas científicas sobre los cometas. Diodoro escribió:

Los antiguos egipcios conocían bien las épocas anuales de inundación en el valle del Nilo, y el comportamiento insólito de los animales permite predecir un terremoto con tiempo suficiente para salvar muchas vidas, como han demostrado los chinos modernos. Pero predecir correctamente la aparición de un cometa es mucho más difícil. Quizá alguien apostó y acertó.

Séneca reproduce una información según la cual los babilonios creían que los cometas eran cuerpos como los planetas. No da más explicaciones. Sabemos que los egipcios y los babilonios contribuyeron a la creación de las matemáticas. Sin embargo, fue en Grecia en el siglo v a. de J.C. cuando la curiosidad se apartó de lo sobrenatural y encontró un medio de expresión capaz de transformar el mundo: la ciencia.

Séneca dejó obras sobre muchos temas, pero lo que aquí nos interesa es Cuestiones naturales, escrita en los últimos años de su vida. El libro séptimo se titula Cometas y Séneca da al tema la importancia que se merece, discutiendo a Aristóteles con cierto éxito. Afirma que los cometas no pueden ser perturbaciones atmosféricas, porque se mueven con regularidad majestuosa y no se disipan al soplar el viento. Por tanto,

A medida que la cultura clásica fue disminuyendo a lo largo de los siglos, el triunfo de la superstición quedó simbolizado por la muerte de dos emperadores. Se dijo que el cometa del año 79 presagió la muerte del emperador Vespasiano, ya implicado en augurios cometarios, pues utilizó desvergonzadamente los presagios divinos para justificar y dar autenticidad a su toma del Imperio.

De este modo, cuando llegó por fin el Renacimiento y la Ilustración, hizo su aparición una nueva raza de eruditos muy dispuesta a culpar a la Iglesia de la superstición y la ignorancia en cuestión de cometas y en muchas cuestiones más.

Según cuentan muchas historias, Calixto envió cuarenta mil defensores a Belgrado, una ciudad bajo control cristiano sitiada por los turcos, donde el 6 de agosto de 1456, con el cometa Halley suspendido en lo alto, se libró una gran batalla que duró dos días. Un historiador posterior describió la batalla con estas palabras:

Tycho comprendió que este mismo principio es aplicable a un cometa, suponiendo que pueda observarse desde dos observatorios distantes. Si el cometa se encuentra muy cerca de la Tierra, la perspectiva entre los dos observatorios cambiará mucho, y cada observador verá el cometa sobre una constelación muy diferente. Pero si el cometa está muy lejos de la Tierra, ambos observatorios verán el cometa sobre la misma constelación. El paralaje permite medir la distancia de un cometa a la Tierra. No se precisan telescopios, sólo reglas para apuntar y círculos graduados bien divididos. Tycho vivió en la última generación anterior al invento del telescopio astronómico, y sus mediciones hubiesen podido llevarse a cabo, por lo menos de modo basto, en cualquiera de los mil años anteriores a él, si a alguien se le hubiera ocurrido la idea. De hecho más de un siglo antes, en la aparición del cometa Halley de 1456, se habían intentado mediciones de paralaje cargadas de errores.

Debe sorprendernos entonces que los cometas, constituyendo un espectáculo tan raro en el universo, no se expliquen todavía con leyes fijas y que su principio y su fin nos sea desconocido, produciéndose su retorno a intervalos tan vastos?... Llegará una época en que investigaciones diligentes a lo largo de períodos muy prolongados saquen a la luz cosas que ahora están ocultas... Algún día habrá un hombre que demuestre en qué regiones tienen sus órbitas los cometas, por qué se desplazan a distancias tan remotas de los demás cuerpos celestes, cuál es su tamaño y de qué tipo son.

Pasarían diez años antes de que desarrollara más a fondo esta idea, y más tiempo todavía para que volviera al tema de los cometas. Ahora seguía viaje a Italia durante seis meses, para luego volver a Inglaterra, donde haría su primer gran descubrimiento.

Pero Halley sabía que Júpiter y Saturno se perturbaban mutuamente, y creyó probable que si un cometa de masa muy inferior se acercaba a uno de estos planetas gigantes, aunque no se aproximara mucho sufriría una perturbación mayor que si se acercaba más a otro cometa. Hizo un cálculo aproximado de los efectos de la gravedad de Júpiter y de Saturno sobre el movimiento del cometa, y vio que se correspondían bien con las discrepancias medidas. Halley dedujo que las ligeras diferencias en los elementos orbitales de los cometas de 1531, 1607 y 1682 tenían una explicación inmediata. Eran, pues, visitas del mismo cometa, vulnerable como todos los viajeros a desvíos, aplazamientos y a la situación de las carreteras.

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