Gonzalo J.S. Quiroga Soria, PhD.
No se puede pretender disfrutar de un hermoso vergel, desde el patrocino y las alianzas con la sequía y los incendiarios a la par que decapitan a bomberos y jardineros. El contraste que sigue generando los efectos producidos por la resolución del 15 de agosto precedida de una maniobra del MAS, desde entonces tras 43 días, llevan a la Asamblea Constituyente a cumplir otros tres meses sin hacer nada, intentando justificar con persistencia y conflictos la tozudez del gobierno por evitar construir escenarios de diálogo que logren salvar el único ámbito al que todos los bolivianos han apostado para tener un cambio en democracia.
Con el sueño de reelección de Morales y el potencial escenario de poder y autonomías de García, personajes elegidos “democráticamente” y “dedocraticamente” han colmado sus expectativas provocando a una población que clama justicia y equilibrio, al defenderse del atropello de ver una demanda legítima retirada por “órdenes superiores” cuidando un caudal electoral y una integridad física ante las amenazas promovidas por el cabildo de los “2 millones”, sin medir el daño democrático que se gestaba. En ése “qué hacer”, muchos prefirieron no ver la realidad y jugar con momentos que arguyen que todo estaba terminado para mantenerse al margen de los acontecimientos. La respuesta de la sociedad se encuentra activa, hace resistencia de calle e insiste en mantenerse firme en su posición, provocando el pánico oficialista para exigir a voz en cuello “garantías físicas y reales” para poder seguir en las ya moribundas actividades de la Asamblea.
También Bolivia exige garantías pero a los Constituyentes; Garantías que muestren que todos los temas serán tratados en el seno de las plenarias, comenzando por la Capitalidad, independiente de los resultados; Garantías que las normas serán respetadas; que la Asamblea Constituyente es de bolivianos para los bolivianos todos y no solo para algunos afines al MAS y con modelos extranjeros, transformando ese escenario en la mayor parodia que ha tenido el país.
Garantías para saber que los cambios son reales y no la ficción de personajes apátridas que pretenden dividir al país con discursos embriagados en fiestas particulares de cumpleaños o de gratitud al caudillo; Garantías de respeto a la propiedad privada, del derecho al trabajo, garantías que sus hijos tendrán la educación y el progreso ansiado y no la incertidumbre de un modelo económico que ya aún sin implantar provoca inflación, incertidumbre y hambre; Garantías que muestren que los US$ 5.545 diarios que en promedio cuesta la Asamblea darán como resultado la defensa de la democracia, la libertad y el desarrollo de la nación; sin que sea un gasto insulso que los ciudadanos soportan estoicamente para el provecho de algunos cuantos a quienes no les importa lo que piense la mayoría, creyendo que ellos todavía lo son.
Si, los ciudadanos también exigen garantías de que quienes sirvieron de avales para la libertad condicional de García y hoy son constituyentes y ministros para que en conjunto con otros dejen la mezquindad partidaria y velen por la libertad de las minorías; Garantías para que este sea un país donde los odios están desplazados, pero no por el revanchismo de almas podridas que no tienen ni creen en Dios, la Patria y la Familia. Si, Sucre, Chuquisaca, Bolivia toda exige garantías para todo ello, ¿Realmente se las tiene?
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales